No todo había sido sencillo luego de la reaparición de Dora y Cass en 1998, no para todos, cuando menos. La guerra que no había existido aún continuaba presente en los recuerdos de la comunidad mágica, los rencores y los prejuicios parecían haberse avivado como la llama de una chimenea en pleno invierno. Aquellos que querían seguir adelante con la vida que las viajeras les habían comprado veían su camino entorpecido por aquellos que querían recuperar a la persona que podrían haber sido pero no eran. Draco Malfoy era uno de ellos, uno de los tantos que simplemente quería seguir adelante, que prefería al nuevo Draco, al que no tenía la marca tenebrosa en el brazo izquierdo, el que no estaba solo y asustado todo el tiempo. De más esta decir que ningún ex Mortífago y mucho menos un Malfoy recibiría el mismo tratamiento que el resto de la comunidad mágica; alguien debía pagar por las culpas de una vida que no había tenido lugar, y ese, ese tuvo que ser él. "Donde había sonrisas pasó a haber muecas. Donde había llanto, labios apretados. Donde había sueños, comenzaron a haber pesadillas".