Georgia, harta de poner los ojos en blanco, se dio la vuelta tranquilamente alejándose de la pared llena de imágenes. Y de personas que no dejaban de comentar aquello que no debería comentarse demasiado, pensaba ella. Intentando buscar un espacio vacío en medio de la gran sala, una galería a la que habían acudido hacía apenas una hora, se dejó caer en un cómodo banco que encaraba uno de los pilares. Su mirada se quedó fija en aquella pared blanca. El único ápice de tranquilidad mental. Se inclinó hacia atrás y apoyó las manos en el borde del banco. Respiró hondo.