Y ahí estaba yo, delante de esos ojos verdes que tanto me gustaban. Me recorrió de arriba abajo relamiéndose los labios, se acercó a mí y me susurró en la oreja: Estas preciosa cubierta de sangre.
Y ahí estaba yo, delante de esos ojos verdes que tanto me gustaban. Me recorrió de arriba abajo relamiéndose los labios, se acercó a mí y me susurró en la oreja: Estas preciosa cubierta de sangre.