Después de interminables días en una silla de ruedas, Alisa Green logra independizarse, viviendo en un departamento en Illinois, con su gata y las letras de los libros que nunca la abandonaron, considerándose una escritora aficionada, bohemia y amante del buen arte, enamorada desde sus catorce años del mismo chico, que la ama también, sólo que él amó más otras cosas y por ello se alejó. Ahora la vida de Alisa es libre de horarios de terapia, de escuela o de estudios. Hace lo que quiera y sin rendirle cuentas a nadie, sólo siendo ella misma, todo lo que siempre quiso ser. Sin embargo, comenzando el mes de septiembre, por mucho amor a una de sus amigas, decide cubrirla en su puesto en la oficina postal. Y, da la casualidad, o tal vez no, que se encuentra con una serie de cartas sin destinatario que llegan al correo, y se sabe que las cartas sin destinatario quedan atascadas en la sucursal, para tiempo después ser llevadas al basurero. Su curiosidad le gana y abre una de las cartas, descubriendo que en realidad iba dirigida hacia ella. Las demás cartas siguen llegando todos los días, a la misma hora en ese mes, y Alisa comenzará una investigación para saber quién es su misterioso escritor.