Perdido en un bosque, el conejo observa a las personas. Entiende los pesares, y los lamentos. Así, poco a poco, destaca su poesía en los sentimientos más presentes de todos los humanos: tristeza, ira, dolor, felicidad... Amor. Los entiende... y los hace arte, con pequeños saltos. (La imagen de portada fue creada por mí, no se permite la copia de ésta)
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