El Contrato ©️(SIN EDITAR)⚠️

Από Black-Betty

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Victoria, es una chica tranquila, directa y muy sincera. Disfruta de sus amigos y adora a su padre. Pero debe... Περισσότερα

CAPITULO 1: "El viaje"
CAPITULO 3: "Paraíso"
CAPITULO 4: "La propuesta"
CAPITULO 5: "El contrato"
CAPITULO 6: "Cenando con el estirado"
CAPITULO 7: "Sí, señor"
CAPITULO 8: "Así comienzan las mentiras"
CAPITULO 9: "Amigos que quieren dejar de serlo"
CAPITULO 10: "Los gustos especiales del señor Rothschild"
CAPITULO 11: "Sola"
CAPITULO 12: "Desayunando con don exigente"
CAPITULO 13: "El entrenador"
CAPITULO 14: "Seamos amigos"
CAPITULO 15: "Un castigo silencioso"
CAPITULO 16: "Resignación"
CAPITULO 17: "El Motivo"
CAPITULO 18: "Jax"
CAPITULO 19: "Lo que el señor quiere"
CAPITULO 20: "Celos"
CAPITULO 21: "Detalles"
CAPITULO 22: "La Gala"
CAPITULO 23: "Almuerzo Familiar"
CAPITULO 24: "¿Ahora qué?
CAPITULO 25: "¿Quien eres tú?"
CAPITULO 26: "Perdiendo el control"
CAPITULO 27: "Un secreto menos"
CAPITULO 28: "Un poco más cerca"
CAPITULO 29: "Los Brown"
CAPITULO 30: "Confesiones"
CAPITULO 31: "Una noche juntos"
CAPITULO 32: "Cruella De Vil"
CAPITULO 33: "La EX"
CAPITULO 34: "No me hables"
CAPITULO 35: "Adam"
CAPITULO 36: "Te Necesito"
CAPITULO 37: "Mentiras Verdaderas"
CAPITULO 38: "Detrás de los ojos azules"
CAPITULO 39: "Claras intenciones"
CAPITULO 40: "Evan"
CAPITULO 41: "Apariencias"
CAPITULO 42: "Secretos al descubierto - Parte I"
CAPITULO 42: "Secretos al descubierto - PARTE II"
ROMPIENDO LAS REGLAS: CAPITULO 1

CAPITULO 2: "El jefe"

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Από Black-Betty

Hace ya 3 años, que las extravagantes fiestas que ROTHSCHILD'S COMPANY, ofrece cada 4 de julio para todos sus empleados, que se han vuelto todo un acontecimiento, el cotilleo sobre los pormenores son esperados por todo mundo. Y no es para menos, después de todo asisten alrededor de quinientos invitados, sus trabajadores y familias completas. El fin de semejante celebración, en la que no escatima en precios y siempre exige lo mejor de lo mejor, es premiar el buen trabajo de todos sus empleados, ya que de lo contrario no estarían presentes.

     La fiesta que anualmente organiza el muy respetado señor Rothschild, tiene como gran atractivo las grandiosas vacaciones que suele regalar a un par de familias al azar. Aunque siempre están los rumores que insinúan que dicho "regalo" viene con algo más, una condición de la que nadie tiene idea pero de la que todos tienen conciencia. Aun así ser reconocidos por el señor Rothschild, es todo lo que ansían, eso y las 3 semanas libres de trabajo. El hecho que al menos uno de los "elegidos" termine con generosos ascensos, no les causa especial interés.

  Para Matthew Rothschild, dar esta fiesta era casi tan importante como sus ejercicios matutinos. No se los salta. No los posterga. No los olvida. El hecho de ser un correcto hombre de negocios, conocido por toda la ciudad y más, no lo aleja de "su gente", si bien, su determinación lo ha llevado a, en ciertas ocasiones tomar drásticas decisiones, provocando que la prensa le diera el apodo "Hombre de hielo", no lo aleja de su lado más "humano", el que según sus propias palabras, la gente de su círculo tarde o temprano termina perdiendo al verse seducidos por lujos y beneficios.

  La cantidad de edificios a su nombre, le ha otorgado cierto poder ante posibles rivales, los que han aprendido a respetarlo pese a su corta edad, sin embargo, no por eso corta experiencia. Con empresas multinacionales, franquicias, edificios, y lo más importante, un desarrollado instinto para los negocios. Donde quiera que vaya, siempre alguien sabe sobre él, y no solo porque generalmente va acompañado por una pared humana a la que llama "asistente personal", o por los periodistas que no tienen nada mejor que hacer que seguirlo por toda la ciudad.

   Miller Anderson, es quien vela por su seguridad y privacidad. Nadie llega al señor Rothschild, sin antes haber pasado por él. Una regla que solo se rompe cuando se encuentra en el trabajo y solo por su asistente ejecutivo, David Miles.

  Volviendo a la fabulosa fiesta de este año, con música en vivo, inmensas barbacoas, barras libres todo el día, buffet de frutas, postres gourmet, la más selecta selección de vinos, champagne por doquier. Entretención para los más pequeños, era mucho más de lo que los invitados pudieran pedir. Pero ¿qué la hacía diferente a años anteriores?

¡La presencia del gran jefe!

     El señor Rothschild, suele aparecer cada año, al inicio de la celebración, saludar a la gente a su paso con cortesía y diligencia, mientras hace su camino al balcón en el interior del restaurante del campo de golf (del que obviamente es propietario). Ese es todo el contacto que tiene con sus invitados. Pero este año, no solo decidió quedarse, si no que se presentó en la fiesta ataviado en uno de sus perfectos trajes hechos a medida, y con unos elegantes lentes de sol, caminó con calma entre la multitud, saludando a cada uno de los trabajadores que se acercaban a agradecerle por todo, estrechando sus manos, haciendo una que otra pregunta, siempre manteniendo bien marcada su formalidad característica. El respeto para el señor Rothschild, era primordial.

   En el interior del palco desde el cual se podía apreciar todo el campo, y la fiesta en todo su apogeo, el señor Rothschild, bebió una copa, mientras Miller, su asistente solicitaba el menú para su jefe.

-Señor, ¿desea que inicie con la búsqueda de este año?
-No, esta vez yo voy a escoger.
    Le informó con la mirada tan seria y sin expresiones que tanto lo caracterizaba, sobre todo a la hora de hacer negocios.
-¿Está seguro, señor? No debería perder su tiempo de ese modo.
    Insistió sorprendido por su decisión, ya que siempre evitaba este tipo de "eventos". 
-No vuelva a decirme cómo administrar mi tiempo, señor Anderson.
    Espeta dirigiéndole su intimidante mirada, dejando bien claro que contradecirlo no es buena idea.
-Mis disculpas, señor
-Para el almuerzo quiero, carne roja con vegetales, fruta fresca y vino tinto.
-Enseguida lo ordeno
-Para más tarde, ahora vamos a bajar.

   Por algún motivo el presente año el señor Rothschild, decidió romper su esquema. Tal vez tenga que ver con la complicada reunión de trabajo que tuvo esa misma mañana, lidiar con gente obstinada, siempre lo saca de sus casillas. Tal vez quiso cambiar su rutina. O tal vez vio algo que llamó su atención.
   Decidido, se quitó la chaqueta, sacó los gemelos de sus mangas y las dobló con eficiencia hasta los codos, decidió conservar la corbata. Con sus lentes de sol de nuevo sobre esos fríos ojos azules, Miller, lo escoltó de regreso al campo de golf. El aire fresco, la brisa, el aroma a barbacoa, lo relajaron. Caminaron por el gran camino que dividía las mesas familiares, dividiéndolas en dos grupos, mientras el organizador le contaba acerca de todas las actividades que se realizaban. Fue media hora para recorrer todo, con un hombre que apenas cerraba la boca para exhalar aire y seguir con su "monólogo".

-Eso es todo.
    Asintió cortante hacia el nervioso organizador.
-Claro, señor Rothschild.
-Continúa con el programa, Greg.
    Le ordenó Miller, para que se esfumara.
-Por supuesto, señor Anderson.

  Con una simple mirada hacia Miller, el señor Rothschild, le indicó hacia donde deseaba dirigirse.

  Dos horas más tarde, embriagado de la alegría de los más pequeños, y el entusiasmo de sus trabajadores, se vio compartiendo jarras de cerveza, escuchando anécdotas de barbacoas fallidas y bromas. Saludó a tantas personas como les fue posible, procurando estrechar la mano de quien deseara un segundo de su tiempo.

-Sigamos avanzando.
    Esa era su señal, para que Miller, dispersara a los grupos de personas que los rodeaban cada vez que llegaba a una nueva mesa.

Casi al final de su recorrido, el señor Rothschild, dio con Hank, quien estaba con un par de compañeros de área compartiendo una cerveza. Mecánicamente, los saludó uno a uno y preguntó por sus respectivas familias. Cada hombre las señaló con orgullo y le indicó la cantidad de hijos que tenía. Fue entonces cuando notó a Victoria, y no precisamente por su atractivo físico, no. Estaba sentada a un lado, mientras sus hermanos se divertían con algún juego de mesa. Con los auriculares puestos, toda de negro, con una camiseta holgada de la banda Nirvana, que llevaba una carita feliz, mal hecha y una equis en cada ojo, un detalle bastante llamativo, pero no tanto como su piel, la más pálida que haya visto en contraste con su cabello oscuro, largo y ondulado, y ese llamativo mechón rojo escarlata que era parte de su flequillo y que llevaba peinado y levantado hacia atrás, un hopo perfecto.

-¿Señor? ¿Todo bien?
    Lo llamó Miller, interrumpiendo su análisis.
-Por supuesto. Caballeros, diviértanse el resto de la velada, buenas tardes.
    Dicho esto, caminó por un par más de mesas y regresó al interior del balcón. Bebió una copa de vino, antes de darle instrucciones a Miller, quien seguía de pie junto a la puerta esperando por órdenes.
-¿Seguimos con el sistema de asignación de mesas?
    Preguntó apoyado en el marco del ventanal que daba al balcón, luego de un largo silencio.
-Sí, señor, sobre la mesa se encuentra el programa, junto con la distribución y la información de todos los asistentes ingresada en el IPad. Tal y como lo ordenó.
-Perfecto, que sirvan el almuerzo. Está liberado por la siguiente hora, señor Anderson.
-Enseguida, señor.
   Con un solo asentimiento, Miller, abandonó el salón, dejándolo a solas. Conocía perfectamente esa mirada. Privacidad, deseaba privacidad.

   Absorto en sus pensamientos se acercó a la mesa y tomando el IPad, se acomodó en el sofá, leyó por encima todos los nombres sobre los dibujos de las mesas hasta que llegó a la mesa de Hank, una de las últimas que visitó. Leyó el nombre de la esposa, del hijo mayor, de la hija del medio..., y allí se detuvo. Extrañamente interesado, fue hasta los archivos y leyó toda la información que había sobre la misteriosa chica. Algo llamaba su atención, pero al no saber qué, dejó el tema de lado y fue por otra copa.

  Tras comer algo a eso de las 5 de la tarde, se instaló en el balcón a observar con atención el resto de la celebración, y su mirada seguía regresando a la mesa de la familia LeeSmith, estaba claro para él. Ellos tendrían las vacaciones y el trato "especial".
   Sin tiempo que perder, le comunicó a su asistente las cuatro familias que se irían de vacaciones, dejando muy claro la familia del sobre "dorado", aunque todos fueran del mismo color, no todos se iban al mismo lugar del caribe. No, el resto se iba a pasar tres semanas en un resort, todos en establecimientos distintos, para no levantar sospechas. Con todo en orden, tal y como le gustaba, tener el control de cada situación, el señor Rothschild, se retiró y se marchó a casa.

  El espectáculo de fuegos artificiales dio por concluida la velada para todos.

    El emocionante día del viaje finalmente había llegado, y en casa de la familia de Hank, todos irradiaban entusiasmo. Tuvieron un rápido desayuno, para los que se levantaron, eso solo incluía a Hank, su esposa y su hijo mayor. A la pequeña Cami, la dejaron descansar, y a Victoria, decidieron darle su tiempo para que se levantara cuando ella estimara conveniente.

  Pasaron horas, y Hank, no daba más de la ansiedad por hablar con su hija. Odiaba estar en situaciones tensas precisamente con ella, la más tranquila de sus hijos, que pese a su temperamento, de ella nunca oía queja o reclamo. Así que no pudiendo esperar más, al medio día, cuando Jamie, finalmente dejó de pedirle que buscara aquello u ordenara lo otro, decidió ir hasta la habitación de Victoria, y tocar a su puerta.

-Hija, ¿estás levantada? Me gustaría que habláramos un momento.
    Dijo contra la puerta luego de los primeros golpes.
-Victoria, no quiero que te sientas obligada a viajar con nosotros, por favor...
    Insistió decidido a no permitirle levantar esa pared de hielo que suele poner cuando está molesta. Abrió la puerta de la habitación, y la encontró absolutamente vacía. La cama estaba ordenada, la maleta lista junto a la puerta, pero de Victoria, nada.
    Sacando el celular del bolsillo de su pantalón, marcó su número, pero ella lo envió al buzón de voz enseguida. Lo intentó una vez más, y nada. Preocupado regresó a la sala dispuesto a contarle a su esposa lo que sucedía, cuando la alerta de un mensaje iluminó la pantalla del celular que seguía sosteniendo en la mano. Era Victoria.

Victoria [12:10]:
   Estoy con Jax. Llego en un rato.

Hank [12:11]:
No tardes mucho, me gustaría hablar contigo antes que pasen a recogernos. Te quiero.

   Ablandando su enojo por el asunto del viaje, Victoria, se vio sonriéndole a la pantalla de su celular, nunca ha podido estar enojada con su papá por más de un par de hora, así que resignada regresó el teléfono al bolsillo interno de su chaqueta. Jackson, la había llevado a almorzar a su restaurante preferido, donde básicamente toda la comida llevaba mozzarella. La italiana era su predilecta.

-Detesto que me vean fijamente cuando estoy comiendo.
    Gruñe al notar la persistente mirada de Jackson, en todos sus movimientos y maniobras para enrollar el fettuccine en su tenedor.
-Siento que estaremos una eternidad separados.
    Suspira con dramatismo mientras se lleva la jarra de cerveza a los labios por un nuevo trago.
-Creo que serán 7 semanas. Yo me voy esta tarde y tú dentro de 2 semanas.
-Un completo mes por Europa, era nuestro viaje, los 4 juntos recorriendo el viejo continente. Todavía no le cuento nada a Sue y Dexter..., se van a decepcionar tanto como yo lo estoy.
-Lo sé, Jackson, tampoco estoy muy emocionada por todo esto. Lo teníamos todo planeado y ahora se arruinó, al menos para mí.
    Suspiró abatida.
-Lo sé, íbamos a resolver todo esto entre nosotros.
-¿De qué hablas, Jax?
-Vamos Victoria, deja de pretender que nada pasa entre nosotros. Finalmente tuvimos "algo" en la fiesta de Dexter, y fue increíble.
-Borracha no cuenta.
    Se apresura a advertirle, apuntándolo con un tenedor cargado de pasta.
-Si tuviera una cerveza por cada vez que he escuchado decir eso...
-Estarías en alcohólicos anónimos, porque es tu puta frasecita.
    Lo acusa divertida, intentando desviar el tema.
-Vic, hablo en serio, esperamos demasiado tiempo para avanzar, no te asustes.

   Nerviosa con el curso que estaba tomando la conversación, dejó el tenedor sobre su plato y lo alejó. Su apetito había desaparecido, al igual que las ganas de seguir con esa conversación, aún estaba lidiando con ese sentimiento, no estaba preparada para aclarar nada.

-Ya tengo que regresar -dijo sacando el celular de su chaqueta para mirar la hora-. ¿Decidiste quién va a ser tu compañero?
-Solo tengo claro que Lola, no.
-¿Por qué no? Es tu novia.
    Le recuerda fingiendo no captar el mensaje.
-Victoria, por respeto a ti, no la voy a llevar. Tampoco quiero.
-Jax, tal vez deberías darle una segunda oportunidad, la evitas pero no le aclaras nada, la estás evadiendo.
    Sugirió comprensiva.
-No, no la quiero, y no, no estoy confundido. Antes que salgas con eso..., sé qué somos amigos, lo hemos sido hace 10 años, pero lo que pasó en casa de Dexter, significó mucho para mí, me aclaró todas mis dudas existenciales y me quedó claro que nuestra "relación de amistad" está desgastada. Sé que sientes la misma tensión que yo cuando estamos solos..., las ganas de...--
-Basta, basta, no quiero ningún discursito "romántico" de película de los 90's.
    Lo detuvo antes que dijera algo de lo que pudiera arrepentirse.
-¿Entonces?
-Tienes que darme un nombre para cambiar mi ticket de avión, Jackson. ¿Alguien en mente?
-Tú.
-Jackson...
    Le advierte a punto de perder la paciencia.
-Esta mañana recibí un mensaje de Andy Keller, ¿lo recuerdas?
-¡Por supuesto!
    Afirma enérgica, agradecida con el cambio de tema.
-Acaba de regresar a la ciudad.
    Anunció reclinándose en el respaldo de su silla. Sabía que el cambio de tema calmaría lo que fuera que estuviera pensando sobre ese "nosotros" que se negaba a admitir.
-Vaya, hace... ¡6 años! que no sé nada de él. Solíamos ser muy amigos en la escuela.
-Bueno, estuvimos hablando y se hartó de su hermano y de Los Ángeles. Regresó con su padrastro por unos meses, piensa buscar un lugar aquí en la ciudad.
-Vaya..., Andy, está en la ciudad
    Murmura pensativa, probablemente recordando la última vez que lo vio.
-Sí, y se emocionó mucho cuando le conté que seguimos siendo amigos. Los cuatro.
-Él fue quién se marchó, ¿por qué habríamos de dejar de ser amigos?
-No lo sé, cosas de la vida ¿estás enojada? -frunce el ceño molesto por su reacción-. En fin, voy a pasar a saludarlo, ¿quieres venir?
-¿Yo? Pero me tengo que...--
-Todavía tenemos unos minutos, además, me pidió tu número, se oía muy interesado en contactarte.
-¿Se lo diste?
-Claro que no, íbamos a vernos de todos modos, y había previsto que me acompañaras a saludar de todos modos.
-Creo que podría pasar unos minutos antes de regresar a casa.
    Acepta no muy convencida. Habían pasado años en los que ya no pensaba en él.

   Ignorando lo extraña que se sintió Victoria, al enterarse que él que en su momento fue uno de sus mejores amigos había regresado después de estar 6 años y un par de meses incomunicado, Jackson, pidió la cuenta y tomándola de la mano, la levantó de la silla, para guiarla a la salida.

   El trayecto en auto no fue muy largo, y la tensión entre ambos flotaba en el aire, aunque Victoria, no dejaba de pensar en Andy. La ponía algo nerviosa verlo después de tanto tiempo, tal vez algo incómoda.

  Al llegar al imponente edificio de tres pisos de un negro llamativo, con grandes letras de neón que formaban el nombre del lugar "NIGHTMARE CLUB", Victoria, de pronto entró en pánico, iban a encontrarse con Andy, y había pasado tanto tiempo que no estaba segura de qué decir, o cómo actuar, ya era un extraño, se fue cuando ella tenía casi 17 años y ahora con 23, se siente muy distinta a como era en la escuela.

  El lugar era un caos, mucha gente hablando al mismo tiempo, trabajadores descargando un gran camión lleno de muebles nuevos entraban y salían por la gran puerta doble que era la entrada principal. Dispuesto a acercarse al que parecía estar a cargo chequeando que bajaran todo lo de la lista que sostenía en sus manos, Jackson, lo escuchó, una familiar voz proveniente del interior del edificio les daba instrucciones de donde dejar los muebles. Segundos después cruzó la puerta y lo tuvieron en frente. Andy Keller.

-¡Andy!
    Alzó la voz Jackson, llamando su atención.
  En un rápido movimiento, Andy, se giró en su dirección dejando salir una gran sonrisa, al fin habían llegado.

-¡Están aquí!

    Alzó la voz alegre, acercándose con los brazos abiertos en su dirección. No lo dudó ni esperó por su permiso. Andy, simplemente tomó a Victoria, y la abrazó con fuerza, con tanta naturalidad que consiguió que se ruborizara, impidiéndole reaccionar, ella simplemente se quedó allí de pie mientras era abrazada por este antiguo amigo, que para concluir el saludo, depositó un sonoro beso en su mejilla. Algo incómoda y nerviosa por tanta atención apenas tuvo la oportunidad, se alejó unos pasos para que pudiera saludar a Jackson, que en silencio los observaba conteniendo las ganas de ponerlos a al menos 10 metros de distancia...

-¡Jax! -continuó Andy, con los saludos-. Estás más apuesto que en la escuela, y vaya que has hecho ejercicio amigo.
    Sonrió en su dirección justo antes de darle un fuerte abrazo y varias palmadas en la espalda
-Vamos, que te fuiste antes que terminara de crecer.
-Eso es cierto, pero estoy tan feliz de volver a verlos chicos, no saben cuánto los extrañe. Por supuesto a Vic, más que a ti Jax.
    Le dedica un coqueto guiño mientras no deja de sonreír. Así era él. Alegre y seductor, pero sin segundas intenciones.
-Descuida, sería raro que me extrañaras más que a Vic.
    Dice Jax, conteniendo el impulso de marcar su territorio.

  Ansiosa por cortar la tensión de una vez por todas, Victoria decide que es ella quien tiene que cambiar el tema. Conoce a Jackson, y tiene un terrible temperamento, y por la vena en su cuello que comenzaba a hacerse notar, sabía que seguía conteniéndose por algún motivo.

-Yo..., creí que ya habían hablado, están algo tensos.
-¡Claro que no! Es que, estoy tan emocionado que no sé por dónde comenzar, Vic.
    Explicó Andy, mirándola fijamente con esos inconfundibles ojos azules de cachorrito abandonado.
-Ustedes eran tan inseparables que se prestaban incluso la ropa interior, parecen extraños ¡hablen!

    Les insiste Victoria, para salir de su incomodidad.

-¡Lo sé! Bueno, no se queden ahí parados, vamos a entrar, le dije a Ray, que vendrían y está esperando para saludarlos.

  Ignorando la mirada que le dedicó Jackson, cuando pasó su brazo por los hombros de Victoria, Andy, los guio al interior del club, junto a la barra, se encontraba su padrastro y el dueño del club.

-¡Ray! Mira quienes están aquí.
    Anunció Andy, al llegar a la gran barra.

-¡Pero que agrado volver a ver a este trío junto!
    Soltó Ray, con alegría, tan jovial como Jackson y Victoria, lo recordaban.

-Sigues exactamente igual que la última vez que te vi.
    Comentó Jackson, acercándose.
-Jackson, ven a darme un abrazo muchachote.
    Sin esperar a que Jackson, reaccionara, Ray, lo atrajo en un cálido y paternal abrazo.
-También me da gusto volver a verte, Ray.
    Sonrió ante su efusivo abrazo.
-Estoy encantado... -afirma entusiasmado, antes de dirigir su mirada a Victoria, quien sigue junto a Andy-. Vic..., vaya, la pequeña Victoria, es toda una señorita, más linda que la última vez que tuve el placer de verla.
-Ray, sigues siendo el mismo adulador que hace años, cuidado.
    Le advierte divertida, justo antes de darle un gran abrazo. El padrastro de Andy, siempre la trató con mucho cariño, como a una hija.
-Eres toda una mujercita, Vic.
-La vida sigue, tenía que ocurrir en algún momento.
-Estoy viejo..., no puedo creer que los tres estén tan grandes. Hace 6 ustedes dos pasaban tanto tiempo juntos que llegué a considerar comprarte una cama Jackson.
-No exageres, Ray
    Sonríe Andy.
-Eso es completamente cierto.
    Ríe Jackson, al recordar lo bien que se llevaban.
-Me alegra que sigan cerca, son buenos chicos.
-Entonces..., espero que Andy, no sea el encargado del bar, o te irás a la quiebra, Ray.
-Lo administro, Jackson, y Ray, no tiene de qué preocuparse, los números los llevo durante el día.
    Bromea siguiéndole el juego.
-¿Qué me dicen de un tour?
    Ofreció Ray.
-Seguro.
    Acepta Jackson, de inmediato.
-Ya me voy. Pero gracias.
    Se disculpó Victoria.
-¿Tan pronto?
    Suspiró Andy, desilusionado.
-Tiene que viajar Andy, así que no la retrasemos más. Te llevo, Vic.
-No, Jackson, ve a conocer el club de Ray, voy a tomar un taxi aquí afuera..., pero no te entretengas demasiado, tienes que volver al trabajo., y tienes una respuesta que darme.
    Le recuerda lo del viaje.
-Pero...--
-No lo olvides, me voy a las 3 de la tarde, creo, no estoy segura.
-Andy... ¿tienes planes para el verano?
    Preguntó Jackson, sin quitar la mirada de Victoria.
-Literalmente acabo de bajar del avión de regreso a casa, no, no tengo planes.
-Con Sue y Dexter, nos vamos a un festival de música en Alemania, y luego a recorrer algo de Europa ¿quieres venir?   
    Pregunta demasiado serio para tratarse de semejante invitación.
-Yo... ¿Qué hay de Vic?
-Voy a estar de viaje con mi familia, necesito a alguien que se quede con mi pasaje de avión. Di que sí, por favor.
-¿Estás de acuerdo, Jax? Porque no te veo muy convencido.
-Creo que eres la persona perfecta para ocupar el lugar de Vic, no me malinterpretes, solo estoy decepcionado porque ella no pueda ir.
-Entonces creo que acepto. Será genial pasar tiempo con todos ustedes.
-Perfecto, le das tus datos a Jackson, para cambiar el pasaje, ahora me voy.
    Anunció aliviada.
-Te acompaño por un taxi.
    Se ofreció Andy, antes que Jackson, se le adelantara.

   Rodeando sus hombros nuevamente con su brazo, Andy, la llevó hasta la ruidosa entrada. Sabía que estaba tensa, extraña, incluso nerviosa. Y tenía perfectamente claro que era por él.
   Ocultando una media sonrisa, Andy la tomó de la mano y la arrastró hasta su auto.

-¿Qué haces?
    Preguntó extrañada al ver que le abría la puerta de un auto.
-Te llevo, si mal no recuerdo vives muy cerca.
-No, no, no quiero molestarte.
-¿Molestarme? Pero si estoy feliz de verte.
-¿A si?
    Arquea una ceja intrigada. ¿Lo estaba?
-Vic... -toma su rostro entre ambas manos-. Estás extraña, y quiero creer que es por la sorpresa.
-¿Estoy..., extraña?
    Repite nerviosa por su repentino contacto.
-Y hermosa, definitivamente.
-¿De qué estás hablando?
-Claramente ya no eres una niña.
    Le sonríe con descaro, esa era una insinuación, y no la ocultó.
-Tuve 6 años para crecer y creo que madurar.
-Tenía tantas ganas de verte
-No escribiste una sola vez, te fuiste y nos olvidaste.
-Lo sé, soy culpable, no voy a intentar explicarlo.
    Se lamenta.
-¿Puedo tener mi cabeza de vuelta?
    Murmura al sentir como las manos de Andy, la sostienen con firmeza.
-¿Qué? –pregunta confundido, pero enseguida se da cuenta de lo que dice-. ¡Sí! Lo siento, no me di cuenta.
-Andy, de verdad ya me tengo que ir, mi mamá se va a enojar si no llego pronto, y no tengo ganas de uno de sus sermones sobre la responsabilidad.
-Dame tu número, vayamos a cenar algún día.
-¿Cenar?
    Repitió nerviosa
-Sí.
-Una cena... ¿con quién?
-Solos, quiero hablar contigo ¿ya mencioné que te extrañé mucho?
-En otra ocasión.
-Estás enojada...
    Afirma en voz baja.
-Claro que no, pero..., aun no sé si sigues siendo el mismo..., eres un extraño con ojos familiares en este momento, Andy.
-Te extrañé
-Eso ya lo dijiste... Ya me voy. Adiós.
-Pero..., te llevo

   Con decisión, quitó las manos de Andy, de su rostro. Se miraron fijamente a los ojos antes de poner distancia y tomar caminos separados.

  El extraño encuentro con su viejo amigo mantuvo a Victoria, pensativa. Habían sido 6 años en los que ni siquiera supo de su vida. Andy, se marchó a vivir con su hermano mayor a causa de su padre, si bien, llevaba un par de años separado de su madre, quien había seguido adelante y encontrado a Ray, no fue sino hasta que firmaron el divorcio que tomaron la decisión de mantener a sus hijos juntos. Dejó la escuela el verano anterior a su último año y no supieron más de él, hasta ahora.

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