Stay Away

De ronnie_blanco

214K 10.1K 634

Conocer a Zack Price no entraba en los planes de Brooke. Conocer sus secretos, todavía menos. Mais

Personajes
Capítulo 1. "-Enhorabuena, Price"
Capítulo 2. "-¿Puedo saber por qué tienes tan mal genio?"
Capítulo 4. "-¿Así que sé un secreto tuyo que nadie más sabe?"
Capítulo 5. "-Sigue riéndote, no hay problema"
Capítulo 6. "-Sigue así, tienes estilo"
Capítulo 7. "-No quiero ese premio, te quiero a ti"
Capítulo 8. "-No confío en la gente con facilidad"
Capítulo 9. "-¿En qué momento te has convertido en un caballero?"
Capítulo 10. "-No quiere que me acerque a ti, Parks"
Capítulo 11. "-A todas y cada una de ellas"
Capítulo 12. "-Lo siento, está inconsciente"
Capítulo 13. "-¿Eso quiere decir que te importo un poquito?"
Capítulo 14. "-Gracias, Brooke"
Capítulo 15. "-Me encanta que te pongas celosa"
Capítulo 16. "-Es más que suficiente"
Capítulo 17. "-Suéltame, Daniel"
Capítulo 18. "-He encontrado tu punto débil, machote"
Capítulo 19. "-Esto no puede estar pasando"
Capítulo 20. "-Sorpréndeme"
Capítulo 21. "-Allí estaremos, compañero"
Capítulo 22. "-Aléjate de mí, Zack"
Capítulo 23. "-No es malo, es terrible"
Capítulo 24. "-Prométemelo"
Capítulo 25. "-Vamos a buscarla"
Capítulo 26. "-Tengo que cuidar de alguien"
Capítulo 27. "-Dime que no vas a alejarte de mí"
Capítulo 28. "-Sorpresa"
Capítulo 29. "-Estaría dispuesto a todo"
Capítulo 30. "-¿Adónde quieres llegar con todo esto?"
Capítulo 31. "¡-Zack no me gusta!"
Capítulo 32. "-¿La chica que me gusta?"
Capítulo 33. "-Lo estoy deseando"
Capítulo 34. "-¿Te gustaría utilizar uno de nuestros juguetes a tu antojo?"
Capítulo 35. "-Todavía no me lo creo"
Capítulo 36. "-Nunca tengo suficiente"
Capítulo 37. "-Te lo hizo pasar mal a ti, no a mí"
Capítulo 38. "-Recuerda, todo esto es por Zack"
Capítulo 39. "-Gracias por todo"
Capítulo 40. "-¡Has llegado!"
Capítulo 41. "-Felicidades a la más pequeña del grupo"
Capítulo 42. "-No sabes la suerte que tengo"
Capítulo 43. "-Mientes"
Capítulo 44. "-Estoy enamorada de ti"
Capítulo 45. "-¿Estás hablando en serio?"
[FINAL] Capítulo 46. "-Esto es de locos"
Epílogo
Agradecimientos y preguntas

Capítulo 3. "-Tenemos que hablar"

10K 376 21
De ronnie_blanco

· Daniel Parks en multimedia ·

Abro mi taquilla medio adormilada, con la cabeza en Marte y las ojeras rozando el suelo del instituto. Me ha sido imposible pasar buena noche y, por consecuencia, mi día no ha empezado de la mejor manera. Si a eso le sumo que en diez minutos tengo una aburrida clase de Tecnología Industrial, mis ánimos no pueden ir en aumento de ninguna de las maneras.

Alzo mi mano derecha para coger el libro que necesito, pero la torpeza mezclada con el escaso descanso que recorre mis venas provoca que se resbale y termine cayendo al suelo.

—Joder —murmuro.

A duras penas me agacho para recoger el libro, pero una mano aparece en mi campo de visión. En días como hoy, las personas que se cruzan en mi camino deberían tener en cuenta una de las reglas más importantes para evitar empeorarme el día: evitarme. Sí, tan sencillo como eso. Evitar todo contacto físico y verbal es lo mejor que pueden hacer.

—¿Necesitas ayuda? —al alzar los ojos veo que Brad está agachado junto a mí. Normalmente habría reconocido su voz sin tener que mirarle, pero hoy estoy demasiado dormida como para darme cuenta. Aparto rápidamente la mirada y cojo mi libro antes de que lo haga él—. Parece que no.

—¿Qué quieres, Brad? —pregunto haciendo ver que ordeno mi taquilla para no tener que mantenerle la mirada.

—Quiero que hablemos —noto cómo se apoya contra la taquilla de al lado, por lo que termino cerrando la mía—. Necesitamos aclarar lo que ocurrió ayer. Tanto tú como yo lo sabemos.

—Creo que tú eres el único que lo necesita, porque yo estoy perfectamente. No eres mi mayor prioridad, Brad. No pienso en ti todo el día.

—No hace falta que seas tan dura —me recrimina—. Solo te estoy pidiendo que hablemos. Por favor.

—Si acepto tu propuesta, ¿qué vas a decirme? —alzo una ceja—. ¿Que lo sientes mucho y que te comportaste como un imbécil? Puedes ahorrártelo.

—Precisamente no pensaba decirte eso. No quiero que estés enfadada conmigo por nada del mundo. Solo busco protegerte, lo hago por tu bien.

—¿Por mi bien? —suelto una risa—. Brad, como te dije ayer, no soy ninguna niña pequeña que no sabe cuidar de sí misma. No necesito que nadie me proteja. Sé con quién debo y con quién no debo juntarme y, en caso de equivocarme, sabré asumir mis errores y rectificaré. ¿Lo entiendes?

—Si realmente sabes con quién debes juntarte, ¿por qué te hablas con Zack?

—¡Me lo encontré al salir del baño! —pronuncio lentamente, marcando todas las sílabas de la oración—. No sé qué hago, no tengo por qué darte ninguna explicación acerca de mi vida.

—No me dio la sensación de que estuvieses muy frustrada.

—¿Sabes qué? —le miro fijamente a los ojos—. Esta noche he estado pensando en todo este asunto y me he dado cuenta de cosas que ayer creía impensables. Me parece totalmente absurdo no poder hablar con una persona por el simple hecho de haber ser mejor jugador de fútbol que mi hermano. Puedo hablar con quién quiera, Brad.

—No es solo por eso, Brooke. No es buen chico.

—¿Le conoces? —me cruzo de brazos—. ¿Acaso tú tienes derecho a decir quién es buena persona y quién no? Por favor, Brad, no me hagas reír.

—Es la sensación que tengo. Por favor, hazme caso.

—Me plantearé hacerte caso si me dices algo coherente y maduro. Ahora, déjame —intento pasar por su lado, pero levanta su brazo, impidiéndomelo—. Tengo que irme o llegaré tarde a clase.

—Primero perdóname y haz que todo vuelva a la normalidad.

—No tengo nada más que seguir hablando contigo.

Esas son mis últimas palabras antes de apartar su brazo para poder seguir con mi camino. Si mi día ha comenzado con mal pie, discutir con Brad ha hecho que ya no pueda arreglarse de ninguna de las maneras. Zack no es santo de mi devoción, desde luego, pero me he dado cuenta de que no tiene ningún derecho a hablar así de él. A mí tampoco me produce buenas sensaciones, pero soy consciente de que no tengo ningún derecho de comerle la cabeza a alguien para que no quiera juntarse con él. Somos mínimamente adultos como para saber lo que es bueno para nosotros mismos. Siempre podemos equivocarnos y buscar una solución, pero es algo que nadie puede decidir por nosotros.

Mientras camino miro el reloj de mi muñeca, aunque a juzgar por la soledad de los pasillos las clases ya deben haber comenzado. El profesor Greg es recto y estricto, así que no le gustará nada saber que voy a interrumpir su clase a los cinco minutos de haberla iniciado. Doy tres leves golpes a la puerta y la abro, encontrándomelo dibujando un circuito eléctrico en la pizarra.

—Señorita Parks —se dirige a mí—. ¿A qué se debe que llegue cinco minutos tarde?

—Un problema que no había solucionado.

—¿Puede contarle a la clase su problema? —alza su peluda ceja—. Quizá entre todos podemos ayudarla.

¿Está hablando en serio?

—No hace falta, profesor Greg. Si no va a dejarme entrar, dígamelo ya, porque no quiero seguir haciendo el idiota.

—¿Qué maneras de hablarle a un profesor son esas? ¡Claro que no va a entrar! ¡Puede retirarse!

Antes de que termine su frase ya he cerrado la puerta. Tengo claro que, después de este episodio, voy a tener que sacar muy buenas notas en los exámenes para aprobar la asignatura. Alguna otra vez he vivido esta misma situación, y la solución que he encontrado ha sido ir al aula de Arte para desfogarme mirando las pinturas y manualidades, pero hoy es lo último que me apetece. Una de las ventanas que da a las instalaciones exteriores me da la solución. Los chicos están entrenando para el primer partido de la temporada, si no me equivoco.

Antes que quedarme sentada en el pasillo prefiero salir fuera y observar cómo chutan una pelota. Daniel me saluda, sin entender muy bien qué hago aquí en vez de en clase. Me limito a responderle con un leve movimiento de cabeza. Brad también está en el grupo, mirándome, pero evito todo contacto posible con él. Como es lógico, no podía faltar la tercera pieza del triángulo. Zack me mira arqueando las cejas.

Idiotas. Son todos unos completos idiotas.

—Hola, Parks —me saluda Josh, el entrenador—. ¿No tienes clase?

—He discutido con el profesor Greg —tiro la mochila al lado de un saco lleno de pelotas.

—Ese hombre... Nunca he conseguido llevarme bien con él.

Su cara es tan graciosa que no puedo evitar reír. Las clases de Educación Física son bastante soportables, así que los chicos del equipo de fútbol tienen bastante suerte de que sea su entrenador.

—¿Qué tal va el entrenamiento?

—Están un poco... distraídos. El partido del sábado es importante. Si no se ponen a trabajar les meterán una buena paliza.

—Qué mala pata —pongo una mueca—. ¿Puedo quedarme?

—Claro, ahora mismo tú jugarías mejor que muchos de ellos —ríe y llama la atención de los chicos con el silbato—. Brooke, ¿puedes repartir una pelota a cada uno?

—Claro, no hay problema.

Cojo el saco lleno de pelotas y me acerco uno a uno. Si tengo en cuenta que del equipo entero no quiero acercarme a tres personas, debería comenzar a plantearme el problema que tengo. La expresión facial de Daniel solo puede significar una cosa: cabreo y decepción.

—¿Qué haces aquí? ¿Te han expulsado de clase? Joder, Brooke.

—Me estás estresando —respondo, impactando la pelota contra su pecho.

—Tú y yo vamos a hablar.

—De acuerdo, pero ahora no es el mejor momento.

Brad es el siguiente chico con el que me encuentro. Le paso la pelota rápidamente para evitar todo contacto posible y sigo caminando. Noto cómo extiende su brazo con la intención de frenarme, pero no llega a tiempo.

—Me gusta que estés aquí —me murmura Zack cuando me sitúo enfrente suyo—. Alegras mi entrenamiento.

—Qué lastima que no pueda decir lo mismo —suspiro.

Zack me mira a los ojos de un modo penetrante, manteniéndome paralizada. No sé qué problema tiene conmigo, pero como siga comportándose así, acabará consiguiendo que me explote la cabeza. La voz de Josh hace que dé un pequeño respingo. Desvío mi mirada de él para comprobar que todos los demás chicos ya están practicando el ejercicio. Zack se da cuenta de ello y, después de lanzarme una última mirada, corre hacia ellos.

—Venga, comenzad a sudar.

* * * * *

Mamá está preparando la comida cuando llego a casa. He vuelto temprano porque Leah lleva dos días enferma y le he prometido que iría a su casa para hacerle algo de compañía. Aprovecho para estirar los músculos mientras me acerco a ella, ha sido un día duro y, por mucho que me apetezca tumbarme en el sofá a no hacer nada, todavía me quedan asuntos que resolver.

—Qué temprano has llegado hoy —me dice mientras remueve el interior de una olla—. ¿Comes aquí?

—Sí —le sonrío—. Leah está enferma y quiero ir a hacerle una visita.

No me entretengo mucho a la hora de comer, aprovecho para hablar con mis padres y, después, salgo de casa. Mientras camino aprovecho para enviarle un mensaje a Leah. Tenemos la gran suerte de vivir a pocos minutos de distancia, por lo que vernos nunca ha supuesto un problema. Hemos vivido las mejores y las peores situaciones la una de la otra, hemos peleado y hemos llorado, hemos soñado y disfrutado. No he estado muy segura de muchas de las cosas que han sucedido a lo largo de mí vida, pero sí sé que jamás me voy a arrepentir de haber encontrado a alguien como Leah para alegrarme los días.

Pocos segundos después de pulsar el timbre, una castaña con aspecto horrible y en pijama abre la puerta. Tal y como había imaginado.

—Vaya —no puedo evitar mostrar mi sorpresa—, estas asquerosamente mal.

—Gracias por abrirme los ojos —dice antes de estornudar—. No sé si dejarte entrar o dejarte fuera para que te mueras de frío.

—Leah, estamos a finales de verano —frunzo el ceño—. No hace frío.

—¿Cómo que no hace frío? Estoy tapada con tres mantas y acabo de tomarme un té ardiendo.

—Cállate y déjame entrar.

Los disimulados y coquetos pasos de la hermana pequeña de Leah armonizan mis oídos en escasos segundos. Estoy segura que, dentro de unos años, será una copia exacta de su hermana mayor. Ahora se parecen mucho, no quiero imaginarme de aquí a un tiempo. El mismo tono de piel moreno, el pelo revuelto de tono achocolatado, el brillo especial que desprenden sus pequeños e inocentes ojos.

No lo dudo, va a ser toda una rompecorazones.

—Hola, pequeña Leah —la saludo acariciando su cabeza.

Jadie me sonríe, por lo que no puedo evitar sonreírle de vuelta. Nunca me han gustado especialmente los niños, pero ella es alguien especial que siempre ha conseguido ablandarme el corazón. Quizá es que al ser la hermana de Leah mi subconsciente no me permite que me caiga mal.

—Mi madre ha preparado galletas —la voz de Leah hace que vuelva la mirada a ella—, ¿te apetece una?

Asiento con la cabeza antes de caminar hacia ella. Jadie ya está entretenida con un peluche de color rosa, así que dudo mucho que reclame nuestra atención. El olor a chocolate caliente invade mis fosas nasales, introduciéndose hasta lo más profundo de mi ser. Las galletas de la madre de Leah son una auténtica locura.

—Las quiero todas —digo antes de coger un par de ellas.

—Eh, tranquila —ríe Leah—. Hay más en el horno, pero agradecería que me dejases alguna para soportar el resfriado. Bueno, lo que más importa, ¿ha habido alguna novedad?

—Nada interesante —niego con la cabeza mientras muerdo una galleta—. Esta mañana, al ir al baño, me he encontrado a Chelsey con Zack... ya sabes cómo —los ojos de Leah se agrandan como planetas—. He discutido con Brad y, por su culpa, el profesor Greg no me ha dejado entrar en su clase. Lo siento, no podré pasarte los apuntes. Ah, y Daniel lleva todo el día queriendo hablar conmigo pero estoy consiguiendo evitarle.

—¿Cómo es posible? —parece irritada. No entiendo muy bien por qué—. ¡Falto dos malditos días y pasa absolutamente de todo en tu vida! ¿Cómo es posible que tenga tan mala suerte? Soy la reina de los cotilleos, ¡no me lo puedo permitir! —con la rapidez de un guepardo se acerca al cajón de los medicamentos y saca una caja de pastillas—. ¡Vamos, Brooke, hazme tragar estas horribles pastillas del infierno! ¡Hazlo por mí!

—Como no pares te haré tragar la caja entera —coloco mis manos encima de sus hombros para tranquilizarla—. Tienes un resfriado, no estás al borde de la muerte. Necesito que te cures cuanto antes, pero no para tus cotilleos, sino para sentarte a mi lado y amenizarme las clases.

—Yo también me he aburrido sin ti.

Una vez más he podido vivir en primera persona los cambios de humor que sufre Leah cuando está enferma. Primero dice barbaridades y, al cabo de cinco minutos, parece un osito de peluche.

Mientras se come otra galleta, mi móvil vibra. Lo saco del bolsillo del pantalón, dándome cuenta de que Luke me ha enviado un mensaje.

- Luke, 18:45 -

¿Dónde te has metido, enana?

- Brooke, 18:46 -

Leah está enferma. Estoy en su casa, haciéndole compañía.

- Luke, 18:47 -

¿Te paso a buscar?

- Brooke, 18:47 -

Sí, por favor. Sabes cómo es cuando está así.

Debo esperar veinte minutos hasta que mi hermano decide aparecer. Se lo he dicho a Leah y, por supuesto, ha intentado convencerme de mil maneras para que me quede un poco más a su lado. Incluso ha intentado convencerme diciendo que haría mis deberes de Matemáticas durante una semana entera. La idea es tentadora, lo admito, pero también sé cómo es mi mejor amiga y, lamentablemente, tendría que terminar haciéndolos yo. Por no hablar de que Leah y los números no son mejores amigos.

—Luke está fuera —me acerco a Leah para darle un abrazo. Enseguida noto la fuerza que ejerce con sus brazos para que no pueda librarme de su agarre. Como una niña pequeña. Tengo que hacer un esfuerzo porque, pese a estar débil, sigue manteniendo algo de la fuerza que la caracteriza—. Mañana te quiero ver correteando por los pasillos del instituto. No me obligues a volver.

No espero respuesta por su parte. Sé que si sigo dándole conversación puede ser capaz de alargar la situación hasta que se haga de noche. Al salir me encuentro a Luke apoyado en un coche desconocido, probablemente de algún vecino de Leah. Su skate, cómo no, reposa al lado de sus pies. Precisamente porque es mi hermano mellizo tengo todo el derecho del mundo a decir que, en caso de no serlo, me lanzaría encima suyo y no saldría con vida.

—¿Echabas de menos a tu hermano preferido? —me guiña un ojo.

—No, solo eres una excusa para librarme de Leah —camino hacia él, coloco el skate en el suelo y coloco un pie sobre él—. ¿Nos vamos?

—No voy a moverme hasta que me saludes como Dios manda.

Se me escapa una risa antes de acercarme a él para depositar un beso en su mejilla. Luke es la única persona que, hasta el momento, ha sido capaz de sacar mi lado más sentimental y cariñoso. Siempre he pensado que es cosa de mellizos. Tiene que serlo. Sería demasiado coincidencia de no ser así. Hay una conexión especial que nos une y nos unirá siempre, independientemente del rumbo de nuestras vidas.

—Ahora sí que podemos irnos.

Luke me sujeta el skate para que pueda subirme en él. Sí, es un tanto arriesgado ir dos personas en él, pero llevamos haciéndolo desde hace bastantes años y, al final, hemos conseguido acostumbrarnos. Nos ha llevado sacrificio, práctica y alguna que otra caída con un final en el hospital, pero estamos orgullosos de lo que hemos conseguido. Ya que de otra cosa no, como mínimo podemos presumir de esto.

* * * * *

—¿Estás dispuesta a escucharme?

La pregunta de Daniel me hace temblar de la rabia. Lleva cerca de diez minutos, que es el tiempo que llevo en casa, persiguiéndome para que podamos hablar. Sigo sin tener ganas de hacerlo. No es una cuestión de orgullo ni me apetece mosquearle, pero realmente siento que hoy no es un buen día para que mantengamos una conversación. Quizá la culpa, mayoritariamente, no es de él, sino de Brad, pero no hay nada que pueda hacer contra eso. Nuestra pelea aún está presente en mi cabeza, y saber que mi hermano opina igual que él hace que me hierva la sangre.

—¿Qué quieres, Daniel? —finalmente me giro, haciendo que frene su cuerpo con la punta de los pies—. Me gustaría pasear por mi casa sin tener tus pies pegados a mi espalda todo el rato.

—Tenemos que hablar —su expresión es seria—, y de muchas cosas.

—No me apetece —me giro de nuevo, pero Daniel me coge del brazo y hace que gire sobre mis pies.

—Hasta que no hablemos no voy a dejarte en paz, así que cede de una maldita vez.

Frunzo el ceño.

—Tienes cinco minutos —me libero de su agarre—. Solo cinco.

Daniel me pide que vayamos al salón para no estar en mitad del pasillo. Me siento en el sillón individual para evitar tener que estar tan cerca de él. Cuanto más alejados, menos me costará mantener la calma.

—Primero de todo me gustaría que me explicases qué hacías hoy en el entrenamiento.

—El profesor Greg no me ha dejado entrar porque he llegado cinco minutos tarde. Y, ¿sabes qué? La culpa es de tu amiguito Brad que, como tú, me ha estado insistiendo para hablar. No tenía nada más entretenido que hacer, así que me he acercado a ver cómo iba el entrenamiento.

—¿Estás contenta con ello?

—Daniel, no vengas con la típica charla de hermano mayor maduro y aplicado. Creo que no hay nada más a comentar del tema, te he explicado lo que ha ocurrido. ¿Quieres hablar sobre algo más?

—Me gustaría hablar de tus peleas con Brad. ¿De verdad crees que merece la pena discutir por alguien como Zack?

—¡Maldita sea! —grito—. Odio que te metas en mi vida, porque yo no me he metido nunca en la tuya. Pero, ¿sabes qué? Odio aún más que Brad lo haga, porque no tiene ningún derecho sobre mí —aprieto los puños—. Zack y yo nos odiamos, nos llevamos fatal. ¿Os lo tengo que decir en japonés para que lo comprendáis de una vez?

—Deja de estar a la defensiva, Brooke —voltea los ojos—. Queremos que no te ocurra nada malo.

—Sé cuidarme sola —le lanzo una mirada advertidora—. Además, tan solo tienes un año más que yo, ¿te crees que por eso sabes más de la vida?

—Te estás comportando como una niña pequeña.

—¡Intenta entenderme de una maldita vez!

Me levanto del sofá con una única idea en mente: salir de casa. No soporto estar en el mismo espacio que Daniel y sé de sobras que, de seguir ahí metida, no parará hasta desquiciarme por completo. Ahora mismo no puedo sentir otra cosa que no sea ira, dolor y frustración. Me da la sensación de que las paredes se han estrechado para engullirme hasta hacerme desaparecer.

Y, para evitarlo, lo mejor que puedo hacer es marcharme.

El aire frío choca contra mi cara, haciéndome estremecer. El verano está desapareciendo del mismo modo que me gustaría hacerlo a mí. Camino sin rumbo fijo hasta llegar a una plaza que hay cerca de casa. No es la primera vez que me marcho de ese modo después de una fuerte discusión con mi hermano y, por algún motivo, siempre termino llegando aquí. Es como si mis piernas actuasen por sí mismas, sabiendo que ese lugar me trae calma y aclara mis pensamientos.

Me siento en un banco y, por primera vez en horas, me dedico a respirar y expirar aire lentamente. Es un truco que, en situaciones extremas, casi siempre consigue que mi pulso vuelva a la normalidad. Necesitaba esto desde primera hora de la mañana, pero he sido tan tonta que, hasta que no he explotado, no he sabido verlo. Estar expuesta a tanta presión casi termina conmigo, pero me alegro de haber encontrado una cura a mis problemas antes de que sea tarde.

Mientras intento que mi cabeza se mantenga lo más serena posible, un ruido llama mi atención. Es de noche y, por lo general, la plaza suele estar vacía a estas horas. Giro mi cuerpo lo suficiente como para poder ver de dónde procede: a la derecha, junto a una triste farola, hay varias motos aparcadas. Un grupo de chicos charlan sobre algo que, por desgracia, no consigo escuchar. Sabiendo que puedo meterme en problemas, decido acercarme a unos arbustos que están más cerca de ellos. Asomo mi cabeza con sumo cuidado, centrándome en escuchar la conversación.

—... la peor carrera de mi vida —dice un chico con voz ronca—. Un imbécil se ha cruzado en mi camino y por su culpa he perdido varias posiciones. Si descubro quién ha sido os juro que...

El chico no termina de pronunciar su amenaza.

—El accidente ha sido en el puente, cerca de la central abandonada —comenta otro chico—. ¿Qué pasa si nos pillan, tíos?

—No van a pillarnos —el tercer chico habla. Su voz me resulta familiar—. Alguna vez lo han hecho, ¿acaso?

—Sé de uno al que no le ha ido nada mal, ¿eh, Price?

Un momento. Price... ¡Mierda, Price!

Me adentro un poco más el arbusto para poder ver con más detenimiento. Pese a que la luz de la farola les ilumina, está tan desgastada que tengo que esforzarme más de lo normal para distinguir bien sus rostros.

Finalmente veo que, efectivamente, se trata de Zack.

* * * * *

CAPÍTULO EDITADO

¡Hola, personas guapas!

Aquí huele muy mal... ¿Qué creéis que está ocurriendo? Lo descubriremos en el próximo capítulo pero, de mientras... ¡Una ronda de preguntas!

1. Cada vez conocemos más a nuestra protagonista... ¿Pensáis que podríais ser buenas amigas?

2. ¿Qué os parece la postura de Daniel y Brad? ¿Entendéis que quieran protegerla o, por el contrario, creéis que no tienen derecho a meterse en su vida de ese modo?

3. ¡Momento apuesta! Tenéis que decirme si creéis que Brooke conseguirá irse de la plaza sin ser descubierta o si, de otra forma, terminará metida en un buen lío.

Muchas gracias por todo, espero que os haya gustado. De ser así, ¡votad y comentad para que lo sepa!

Nos vemos en el próximo capítulo :)

Continue lendo

Você também vai gostar

Quizás mañana De k e y t h

Ficção Adolescente

5.9K 1.3K 32
Resignado a prolongar algo que va a suceder, Bryce decide dejar el tratamiento para su enfermedad y aprovechar al máximo el poco tiempo que le queda...
227K 9.9K 33
Aleczander y Avalannah Crossheart son brujas gemelas, lo que significa que son completamente diferentes: mientras Alec es pálida, de ojos verdes y ru...
18.6K 890 11
Q pasaría si Serkan, sin recuperar su memoria, se diera cuenta que no puede vivir sin Eda? Llegaría a tiempo para detener esa boda? Y si Eda se rindi...
Focus [#1] De Marián

Literatura Feminina

200K 15.2K 34
A través de la cámara, Susana es capaz de identificar emociones, acciones, sentimientos, movimientos, luz, oscuridad, profundidad... Lejos del foco e...