Come my way「NoMin」

By scaretwoo_

966K 71K 295K

Lentamente me arrastras a tu mundo. Poco a poco me haces caer en la oscuridad. Nunca creí que pudiera dese... More

Inicio
1. Marcharse
2. Arrepentirse
3. Retardo
4. Descontento
5. Reunión
6. Amigos
7. Estacionamiento
8. Idiota
9. Tensión
10. Inconveniente
11. Pesadilla (pt. 1)
11. Pesadilla (pt. 2)
12. Besos
13. Contradicción
14. Chocolate
15. Arrepentido
16. Deseo
17. Conseguir
18. Decirlo
19. Dudoso
20. Vehemente
21. Acorralado
22. Novia
23. Diferente
24. Adicción (pt. 1)
24. Adicción (pt. 2)
🎃Capítulo especial halloman🎃
25. Cita
26. Daño
27. Caballero
28. Elegir
30. Extraños
31. Máscara
32. Caer (pt. 1)
32. Caer (pt. 2)
33. Dulce
34. Débil
35. Celoso
36. Confianza
37. Secretos
38. Culpable
39. Escapar
40. Romeo
41. Frágil
42. Revelaciones
43. Nosotros
44. Navidad
🎩Especial bodorrio💒
45. Comienzos
46. Paciencia
47. Cambios
48. Mensajes
49. Libertad
50. Aliados
51. Impacto
52. Aceptación
53. Futuro (pt. 1)
53. Futuro (pt. 2)
54. Sentencia
55. Emergencia
Capítulo final

29. Recuerdo

13.5K 1.1K 4.7K
By scaretwoo_

Tu actitud era diferente, me dolía el corazón

No te reconocía

Ambos nos estamos cansando de los mismos argumentos y decepciones

Probablemente rompas conmigo hoy

Sentí que mi corazón estaba ardiendo y sin saberlo, grité

Empujé, golpeé y sentí un escalofrío

¿Por qué me miras con esos ojos tristes?

Siempre es así, soy el malo y tú demasiado bueno

¿Por qué no conoces el significado de mis lágrimas?

No estoy diciendo que debemos terminar

Te estoy pidiendo que te aferres a mí

Te estoy pidiendo que me abraces

No me dejes

Por favor, vuelve a ser el que eras antes

No te vayas...

Stupid in love, Soyou y Mad Clown.

🌟 Pd: les super ultra mega recomiendo que escuchen la canción antes de leer. Literal le viene como anillo al dedo al cap. Es la historia de Jaemin y Hyunjin.<3 ¡Gracias!

☔ 💔 🖤

Jaemin.

El que mejor me caía de ellos era Renjun.

   Porque siempre se la pasaba peleando con Doyoung. Era entretenido verlos maldecirse por cualquier cosa con la que no estuvieran de acuerdo. Renjun a simple vista resultaba adorable, pero que su apariencia no te engañara, era capaz de dedicarte los comentarios más mordaces y hacerte sentir un idiota si no eras lo suficientemente rápido para entender su humor.

   —Mi nombre es Renjun y se pronuncia Lonjin. Si no puedes pronunciarlo entonces mejor llámame Ren.

   Esa esa su forma de presentarse. Desde ese momento intuías dos cosas; o que era un imbécil, o un perfeccionista de mierda.

  Contrario a Taeyong, que era relajado y siempre andaba en busca de la paz y la armonía. Él era la clase de hombre que no quería problemas con nadie. Ni siquiera si la persona en cuestión se los merecía. Prefería no decir lo que pensaba si resultaba contrario a lo que la mayoría creía, con el propósito de no enfrentarlos. Me parecía una posición neutra y en cierto punto, también cobarde. Pero eso no lo entendería hasta más adelante.

  Doyoung se la pasaba hablando de comics, películas de súper héroes y si Taeyong no estaba presente, de su frustrado amor hacia su hermana. Las burlas de Renjun no se hacían esperar. A mí me daba un poco de pena que viviera a base de tantas fantasías. Nunca fuimos cercanos, pero nos hablábamos sin problema porque su actitud relajada lo permitía.

  — ¿Marvel o DC? —era su pregunta de iniciación. Estoy seguro que con ella te clasificaba como aliado o enemigo.

   Johnny no era demasiado apegado al grupo. Sólo aparecía en momentos específicos, como cuando íbamos a beber o al club a jugar billar. Le gustaba emborracharse y burlarse de Taeyong ebrio, porque éste tendía a volverse melancólico y llorón. Nunca le tuve confianza a pesar de su amabilidad que a veces resultaba excesiva. Me parecía que realmente no tenía interés hacia sus amigos y que los usaba para pasar el rato.

   — ¿Quieres una cerveza? —te preguntaba con ojos juguetones y despreocupados—. Acabo de pedir frías, el alcohol caliente es una basura.

  Y luego, estaba la cabeza del grupo, el mayor, el que tenía la personalidad más acida y firme. Mark se burlaba y te gastaba bromas crueles si encontraba en ti un gusto que le resultara absurdo. En contraparte, se encargaba de integrarlos a todos, de hacerlos sentir pertenecientes a algo, sin importar lo diferente que pudieras ser de ellos. Nadie se atrevía a llevarle la contraria, porque había algo en él que te hacía obedecer. Tenía el alma de un líder. De alguien nacido para hacerse escuchar, sin importar lo que dijera. Debo reconocer que en un principio me agradó. Era amable y divertido sin resultar abrumante. Encontré en su presencia un elemento distinto a las demás, quizá madurez, quizá, experiencia.

   Mark sabía cómo resolver tus problemas, hacerte sentir bien con muy poco. Era divorciado y tenía treinta y tres años. Conocía de la buena vida, tenía un estatus económico superior al promedio gracias a su familia. El director del instituto era su tío y para muchas cosas se daba el lujo de hacer lo que se le antojara.

   — ¿Tienes planes para este fin de semana?, ¿No? Vamos al club entonces, encontraremos algo que hacer ahí.

   Resultaba tan amable que era imposible no pensar que tramaba algo.

   Hyunjin inocente, deseoso y alegre, era candidato perfecto a entrar a aquel círculo social, así que no era de extrañar que me presentara a sus amigos con mucho entusiasmo. Sobre todo a Mark, que era cercano a su familia, en específico a su padre, por los años que prestó sus servicios en el instituto.

   Sabía que esto era algo importante para él, algo que quería compartir conmigo desde que me dijo en mi último año de carrera que había encontrado compañía. En New York tenía amigos (Christopher era con el que mejor se llevaba), pero nunca encajó en un grupo tan perfectamente como lo hacía con ellos. Hyunjin tenía miedo de no ser muy bien recibido en el Instituto debido a la inseguridad que lo asechaba por todos los cambios que estaba experimentando. Que las cosas le hubieran salido tan bien era un alivio no sólo para él, sino para ambos. En cuanto a las clases, los alumnos lo adoraban. Tenía métodos muy particulares para enseñar, todos didácticos y poco comunes en las aulas. Adoraba la literatura y le encantaba que encontraran sus métodos interesantes. Progresivamente se fue ganando el cariño de los alumnos y yo estaba orgulloso y feliz de ver que alcanzaba sus sueños.

   Ante los demás, mi presencia se justificaba bajo el título de amigo que conoció en la universidad y que alquilaba un departamento con él. A nadie se le hizo inusual. Era cosa actual y común compartir un piso con alguien para dividir los gastos. Los padres de Hyunjin recibieron la misma explicación y por algún tiempo mantuvimos esa excusa. Por mi parte, esperaba con ansias presentarles mi novio a mi familia, sobre todo a mi abuelo, pero Hyunjin me decía que no estaba listo y de algún modo, sabía que no debía presionarlo. Le di tiempo para que tomara valor, a pesar de que no lo necesitaba, puesto que mi familia jamás iba a juzgarlo. La peor parte radica en que creo que él nunca lo creyó.

  A pesar de su reticencia por formalizar nuestra relación, terminé visitando a sus padres, porque como era de esperarse ellos querían conocer al amigo que estaba viviendo con su hijo. Hyunjin tuvo la "fantástica" idea de conocer también a mis padres así, pero yo le respondía siempre que no. Yo no quería maquillar la verdad, no tenía miedo de enseñarles de quien estaba enamorado. Tuvimos una gran pelea por eso, pero ninguno consiguió tener la razón.

   Finalmente, llegó el día de ir a su casa para una comida familiar y a base de detalles y comentarios casuales comprendí mejor algunos aspectos acerca de la personalidad de mi novio que siempre me habían parecido desconocidos.

   Para empezar, su familia estaba a la espera de que Hyunjin se casara. Tenía veintisiete años y nunca había llevado una chica a casa para presentárselas. Su hermana menor de veintitrés, ya estaba casada y a la espera de su primer hijo. El siguiente en la lista era él.

   — ¿Qué me dices tú Jaemin? —me preguntó su madre, con una sonrisa que era idéntica a la de su hijo. Estábamos cenando sólo con sus padres y ya tenía la impresión de aunque anticuados, eran lindas y cálidas personas—. ¿Tienes novia?

   Esbocé una sonrisa de medio lado, lanzándole una fugaz mirada a Hyunjin del otro lado de la mesa que mantenía en su cara una expresión tensa.

   —Algo así, señora Hwang.

   — ¿Y te gustaría tener hijos?

   — ¡Mamá! —Hyunjin le reprendió con las orejas coloradas—. No seas indiscreta.

   —Ay, hijo, no pasa nada, sólo quiero saber si Jaeminie piensa en su futuro.

   Debía sonar como una completa locura, pero yo, en algún punto de mi vida, quería tener hijos.

   —Sí —confesé—. Me encantaría tener una niña.

   Ella me miró con ojos brillantes, profundamente complacida.

   —Deberías aprender de Jaeminie, Hyunjin —le dijo con severidad—. Me alegra que seas amigo de mi hijo, espero que algo bueno se le pegue de ti.

   De esa forma entendí que sus padres querían nietos, de una linda y joven mujer que fuera perfecta para su hijo. Fue algo triste y desolador de ver si me lo preguntan. Porque sin importar todas las veces que Hyunjin se los dijo de formas silenciosas como no mostrarse entusiasmado con tener una familia, o casarse, ellos lo forzaban a hacerse a la idea.

   Esa noche, mientras nos alistábamos para ir a la cama, decidí hablar con él.

   —No tienes que hacer nada que no quieras, lo sabes, ¿verdad?

   Soltó un largo suspiro, la tristeza anidaba en él. No solíamos hablar mucho de estas cosas, pero esa noche sentí que no podía dejarlo pasar.

   —Tú no los conoces Nana. Ellos no van a dejarme en paz hasta que les de lo que quieren.

   —Es tu vida, Hyunjin, vívela como quieras.

   Asintió con un rígido ademán, sin estar convencido. Me acerqué a él para abrazarlo, tratando de ser una fuente de consuelo, y él me estrechó entre sus brazos.

   — ¿Nunca piensas decírselos?

   —No lo sé —la turbación coloreó su voz—. No creo que ellos lo acepten.

   —Eres su hijo, tienen que hacerlo.

   Hyunjin suspiró largamente.

   — ¿Así que quieres tener hijos? —cambió con súbita indiscreción de tema, arqueando las cejas con diversión.

   Me reí; por dentro me dolía. Al parecer ésta charla iba a postergarse por un rato más.

   —Tenía que sacármelos de encima con algo.

   Enterré la nariz en cuello y aspiré su aroma que tanto me gustaba.

   —Hablo en serio —parecía nervioso—, ¿te gustaría tener hijos?

   Me lo pensé. No sabía que mi respuesta le importaría tanto.

   —No me disgusta la idea.

   Mi familia, a pesar de sus apretadas agendas, siempre permaneció junta. Quería un matrimonio como el de mis padres, ser felices como lo eran ellos desde que se conocieron. Formar una familia con Hyunjin me parecía una idea alucinante, un sueño enorme que resplandecía cada tanto con luces brillantes, llenándome de esperanza.

   —Pero tienes veintitrés años, es decir, ¿no tienes otros sueños?, ¿no quieres hacer otras cosas?

   —Obviamente no quiero hijos ahora —refuté—, quizá en un futuro. Contigo.

   Pestañeó, sus ojos se abrieron con asombro.

   — ¿Conmigo? ¿Y cómo vamos a lograr eso?

   —Podemos adoptar, mi amor.

   — ¿Una niña?

  —Claro. Así le damos el gusto a tu madre de paso.

   Hyunjin soltó una carcajada y luego me abrazó con más fuerza, besándome el pelo desordenadamente, como si acabara de decirle una barbaridad.

  —Te envidio, Nana. Me gustaría ser tan decidido como tú. Siempre sabes lo que quieres.

   —A ti, por sobre todas las cosas.

   Me miró y lo reconozco, sentí por primera vez desde que estábamos juntos, que había una pizca de duda en sus ojos.

   —Yo también, Nana.

   Cuando nos fuimos a dormir pasé las manos por su abdomen y lo abracé con todas mis fuerzas. La ansiedad dentro de mí quería evolucionar, pero, yo no lo permití. Nada iba a ser más fuerte que nosotros. Nada lograría separarnos nunca. Ni siquiera los fatídicos deseos de sus padres.

   Para despejar la cabeza de tantos problemas y carga laboral, salíamos con sus amigos los fines de semana. Johnny aparecía cada tanto y Taeyong no siempre. Los únicos constantes eran Renjun, Doyoung y Mark. Salíamos a comer, por las noches a beber y jugar billar. En pocas semanas hicimos de nuestros encuentros una costumbre y aunque tendía a sentirme desplazado puesto que ya no teníamos los fines de semana libres para nosotros como antes, me convencí que Hyunjin quería esto y yo no era quien para negárselo por egoísmo. No quería abrumarlo con mis necesidades afectivas, vivíamos juntos, nos veíamos todos los días, era normal que quisiera estar con otras personas además de mí.

   Hasta que, una noche, como cualquier otra en donde salimos a beber, las cosas dieron un giro inesperado. Estábamos jugando billar, charlando y en general, pasándola bien. Acabábamos de salir de exámenes y ese era el momento perfecto para relajarnos. Doyoung y Renjun competían para darle a la bola blanca, y Hyunjin y Mark se preparaban para la siguiente partida. El único que no tenía pareja de equipo era yo. No importaba mucho porque de todas formas el billar nunca había sido lo mío y cada vez que alguno se aburría o pedía un descanso, yo entraba en su lugar.

   El sitio no estaba a reventar, sin embargo se vislumbraban bastantes clientes. Era un club costoso al que Mark nos había traído con la excusa de que aquí se servían los mejores tragos. Este tipo de lugares eran los que le gustaban frecuentar, caros y exclusivos. Yo no tenía problema con seguirle el paso, pero no sabía la opinión del resto. Hyunjin se hacía cargo de sus gastos y también de alguna parte de los del departamento. Yo siempre le decía que me dejara pagar las cuentas y después de insistirle, me tomó la palabra.

   En medio de la partida, la mesa a lado de nosotros quedó vacía y dos chicos se acomodaron en los taburetes acolchados. Los miré de reojo y nos les di importancia. Volví mi atención al juego, ya que Doyoung se había cansado de jugar y quería un trago. Le puse tiza al taco e intenté concentrarme en ganar. No sirvió de mucho. La curiosidad me atrajo a los recién llegados como un imán y volví a mirarlos, en el momento exacto que juntaban sus cabezas para revisar la carta y sonreír, tomándose de la mano por encima de la mesa.

  Sonreí con diversión y leves toques de nostalgia. Cosas como esas eran las que hacíamos Hyunjin y yo en los lugares donde sabíamos que podíamos andar juntos. Eché de menos esos días más que nunca. El hecho de no tener que preocuparnos por nada que no fuera nosotros mismos y lo que pensábamos acerca de nuestro amor. Lo mucho que nos gustaba pasear de la mano y rozar nuestras narices, sin preocuparnos por si alguien iba a sentirse con el derecho de ofenderse.

   Por desgracia, no fui el único en notarlos. Al cabo de un rato, Mark los vio también, cuando ambos se dieron un fugaz beso en los labios. Yo esperé con nerviosismo su reacción. Apretando el taco entre mis dedos, quería saber qué demonios pensaba, si por fin podríamos ser nosotros mismos y decirles que nos amábamos. Que estábamos juntos.

   Todos mis deseos fueron enterrados mil metros bajo tierra. Mark esbozó una mueca y su mirada se llenó de un rencor y asco tan profundos, que lo recibí como una puñalada directo al pecho. Me decepcionó tanto, que apenas y si pude soportarlo.

   Francamente no esperaba que ninguno de ellos nos apoyara o simpatizara del todo, pero tampoco que lo aborrecieran hasta el punto de demostrar lo homofóbicos que eran.

   —No sabía que en este lugar aceptaran maricones.

  Mark dijo lo suficientemente alto para que todos los que estábamos cerca escucháramos. Incluyendo los chicos que sólo se tomaban de la mano y actuaban como una pareja común y corriente disfrutando de su velada en el club.

   — ¿Qué? —Johnny fue el primero en hablar, con una cara de disgusto igual o más grande que la de él—. ¿De qué hablas?

   —Allá, ¿no ves? —Mark movió la barbilla, señalando la mesa—. No sabía que este lugar aceptara desviados mentales.

   Como era de esperarse uno de los chicos se molestó, lanzándole a Mark, desde su lugar, una mirada desafiante.

   — ¿Tienes algún problema, amigo?

   —Que estés cerca de mí —Mark chasqueó la lengua, hablándole con esa superioridad que empleaba cuando quería hacerse escuchar. Borré por completo el pensamiento de que algo en él tenía la madera de líder. Ahora lo único que provocaba en mí era asco—, ¿no les enseñaron a permanecer lejos de la gente sana, enfermitos?

   El chico se levantó furioso, la gente a nuestro alrededor comenzó a darnos una atención que no queríamos. Al menos yo no. Parecía a punto de desatarse una intensa pelea, pero yo sólo tenía ojos para Hyunjin, para saber cómo se estaba tomando las palabras de Mark.

   Tenía la cara blanca como la cera, mirando todo con pánico y terror, como si hubiera sido él al que habían insultado. En ese momento deseé huir. Llevármelo de ese lugar y decirle que no importaba, que él podía conseguirse mil amigos mejores que esos. Que no necesitaba la compañía de unos tipos de mierda tan miserables. 

   Pero la impresión me petrificó y reaccioné demasiado tarde. Renjun fue el único que continuó jugando, pasando con aire inexpresivo la escena, como si no le importara. Doyoung en cambio, se sumó a las miradas de desprecio de Johnny y Mark, y yo sentí que podía vomitar.

   — ¿Hay algún problema? —intervino uno de los meseros al ver el alboroto que estábamos causando.

   —Que hayan dejado entrar a estos tipos—respondió Johnny, apoyado de un Doyoung sonriente y altanero.

   —O tal vez los equivocados seamos nosotros al venir a un club de maricas —agregó Mark en tono burlón.

   El mesero se puso tenso. Se tomó el comentario justo como Mark quería que lo hiciera.

   — ¡Ven y dímelo a la cara si tanto valor tienes, imbécil! —respondió el chico, yendo hacia nuestra dirección mientras el otro chico le pisaba los talones.

   Mark hizo una mueca socarrona, se quitó el saco y se acercó, dispuesto a pelear. Los de seguridad intervinieron y aunque la pareja no estaba haciendo nada, aunque disfrutaban tranquilamente de su velada en un club en el que todos podían entrar por ser público, fueron a ellos a los que terminaron sacando.

   Quise marcharme a casa. No di ninguna explicación, simplemente llamé a Hyunjin y le dije que nos fuéramos de ahí ya mismo. Por un momento creí que no iba a hacerme caso, que se quedaría con ellos a ser partícipe de sus asquerosos actos, pero para mí alivio terminó caminando detrás de mí y mientras íbamos a casa ninguno de los dos dijo ni una palabra.

   Me tranquilicé y antes de ir a la cama demandé hablar con él. Debía sonar como una tontería pero a mí no me gustaba dormir con dudas o mal entendidos de por medio. Y sé muy bien que él lo sabía.

   — ¿Y si ellos tienen razón? —dijo a mitad de la conversación, con ojos tristes y labios caídos—, ¿y si nosotros estamos enfermos?

   — ¿Cómo puedes si quiera considerar eso? —respondí con un nudo en la garganta. Horrorizado de que pensamientos como esos estuvieran en su mente—. Nos amamos Hyunjin, ¿qué hay de malo en eso? ¿Acaso es el amor y la atracción algo que sólo sienten los enfermos?

   —Yo sólo.... —se mordió el labio con fuerza, tratando de apaciguar sus emociones—, no quiero vivir lo de esta noche. No quiero que nadie nos vea y se sienta con el derecho de decirnos que no podemos estar cerca de ellos.

   Quería decirle que lo más probable es que eso fuera a pasar por la sociedad de mierda en la que vivíamos. Pero lucía tan débil y asustado que rompí mi propia regla diciéndole que había llegado la hora de ir a dormir, con la intención de dejar el tema por la paz.

   Pensé que las cosas habían quedado claras, que él no querría volver a saber nada de ellos. Cuan equivocado estaba. Esa ni siquiera era la punta de iceberg de todo lo que comenzaríamos a vivir y a destruirnos como pareja.

   Porque no sólo continúo saliendo con ellos, sino que además adoptó costumbres que no le pertenecían, que lo volvían una persona completamente diferente. Salía a beber todas las noches, descuidaba su trabajo por esas mismas noches en vela que le cobraban factura al día siguiente, hablaba cada vez menos conmigo y definitivamente la cereza del pastel era que dejaba que las mujeres le coquetearan sin ponerles ningún tipo de alto. Esto lo averiguaría una noche revisando su celular, que no dejaba de sonar mientras estaba tomando una ducha. Creí que podía ser algo importante así que me di el lujo de leer sus mensajes y me encontré con la sorpresa de que muchas profesoras de la escuela le escribían. Hyunjin no les seguía el rollo, pero tampoco se los cortaba y eso en el fondo, me lleno el corazón de temor.

   También encontré mensajes de Mark, donde le anunciaba que había una chica interesada en él que no dejaba de preguntar cuando podían salir juntos. Algo me decía que gran parte de esos nefastos cambios se debían a que Mark le estaba lavando el cerebro. Para él no era obvio, pero para mí sí.

   Hyunjin siguió esa línea de ideologías estúpidas, manipuladas y contradictorias. Prefirió escuchar crueles palabras, quedarse con ideas que no le pertenecían en lugar de decirme que tenía miedo, que no quería que lo juzgaran. Prefirió esconder quien era en realidad antes que admitir que quería ayuda, que necesitaba seguridad, sustento y comprensión.

   Ya no se ponía sus suéteres coloridos, ni llevaba a la escuela sus plumas infantiles con las que calificaba y a mí me daba ternura vérselas usar. En cuestión de meses dejó de hacer las cosas que le gustaban. Se volvió más serio. Más frio.

   Se estaba volviendo una copia de Mark.

   Y yo no sabía cómo decírselo sin hacerlo sentir que me estaba entrometiendo en su vida. No quería que pensara que lo controlaba, que quería ejercer poder sobre su personalidad, porque eso era lo último que buscaba. Yo no era Mark. A mí me gustaba mi novio tal cual era, con su risa infantil, su dramatismo natural y sus chistes sin sentido.

   — ¡Este no eres tú, Hyunjin! —le grité una noche que no soporté más su silencio e indiferencia. Lo poco que le importaba si lo miraba, le hablaba o hacía el esfuerzo por tener alguna clase de contacto con él—. ¡Mira en lo que te estás convirtiendo! ¡Eres igual que él! ¡Una copia!

   — ¡Sólo intento ver por mi futuro! —alzó la voz, con su rostro deformado en dolor—. ¡Intento ser quien se supone que debo ser! ¡Eres tú el que debería comenzar a madurar un poco!

   ¿Madurar? ¿Era yo el que estaba haciendo todo mal? ¿El que se comportaba como un niño? ¿El que debía comenzar a cambiar?

   Hyunjin no era el único con miedo. Yo también lo tenía. Ser quien eres nunca es fácil, aún más si te sales del esquema que los demás tanto se empeñan en considerar como normal y correcto. Nunca sabes quien se va a sentir con el derecho de ofenderse por ser tú mismo. Es una amenaza constante y latente que debes aprender a manejar, porque de lo contrario te encierra, te amarga y te vuelve resentido y desconfiado.

   Yo también recibí burlas, a mí también me dijeron en la cara que estaba enfermo, que no tenía derecho de respirar el mismo aire que cualquier otro ser humano. Había tenido que escuchar la tan aberrante palabra maricón y tragarme el orgullo para quedarme callado y pasar de esos comentarios como sino importara, como sino doliera saber que nunca terminarás de ser comprendido. La diferencia radica en que yo no dejé que eso me hundiera. Tomé impulso de las debilidades que planeaban implantarse en mis pensamientos y me volví fuerte. Los comentarios negativos ejercen el poder que tú decides darles. Nadie tiene más influencia en tus pensamientos que tú mismo. Ser fiel a tus ideales no siempre es fácil, a veces la presión social te orilla a considerar otras opciones. El precio a pagar por ser auténtico es demasiado alto, pero vale la pena si al final del día te sientes cómodo en tu propia piel. Siendo tú y sólo tú.

  A causa de ello, no quise ver a ninguno de esos tipos después del incidente en el club. Incluirlos en mi vida después de ver como pensaban acerca de los homosexuales era como traicionarme de la peor manera. Si me los encontraba en la escuela los saludaba con fría cortesía (tampoco era estúpido, no quería enemistarme del todo con ellos si seguían siendo tan cercanos a mi novio) y seguía mi camino. El único que intentaba traspasar insistentemente esa barrera era Renjun. Cuando me veía me preguntaba cómo me iba, que clases estaba a punto de dar, a qué hora salía a comer, entra otras cosas que sonaban como si tuviera algún interés en mí. Y aunque en teoría, ese día Renjun no hizo nada, me daba desconfianza, porque no sabía hasta qué punto podía fiarme de él. Aun así no lo evitaba del todo, tampoco me gustaba estar solo y dado a que Hyunjin no me hablaba en el instituto, encontraba en su compañía un pequeño consuelo.

   Intenté acercarme a otros profesores como Yuta Nakamoto, que impartía clase de artes. No obstante, el odio que debía sentir hacia Mark era tan poderoso que después de ver que en un principio me juntaba con ellos, hacia lo posible para no tener que verme a la cara. Taeyong era punto y aparte. De plano a él no lo conocía de nada. No tenía los elementos suficientes para ficharlo o tenerlo en la mira, como a Renjun, así que me limité a ignorarlo por completo.

   Los fines de semana que estaban destinados para Hyunjin y para mí, formaron parte del pasado. Decidí darles uso con la intención de no deprimirme en casa recordando todo lo que éramos antes de llegar aquí, y salía con Luhan, que se había obsesionado con visitar un club en donde había un chico stripper que le gustaba mucho. Nunca vi a mi hermano tan emocionado por algo, así que me centré en sus emociones en lugar de reparar las mías.

  En una de esas tantas noches que mi hermano disfrutaba y babeaba de ver bailar a su platónico, (un chico que no debía rebasar los veinte y que tenía cara de tener algo metido en el culo) yo le sugerí que le pidiera su número. Él no estaba seguro. Mi hermano no se caracteriza por ser un tipo necesariamente promiscuo.

   — ¿Estás loco? ¿Y si me dice que no?

   — ¿Cómo podría? ¿Qué no ves acaso como te mira? Parece que te desviste con los ojos. Es vergonzoso de presenciar, si me permites opinar.

   Mi hermano me dio un gran pellizco en el brazo.

   —Ouch, sólo ve y pídele su número.

   —No tengo la misma confianza que tú.

   —No la necesitas. Créeme. Ese tipo está loco por ti.

   Mi hermano dudó, pero de tanto insistirle me hizo caso y al finalizar el show fue al escenario para hablar con el magnífico Oh Sehun. Me lanzaba miradas de auxilio mientras se acercaba y yo levantaba mis pulgares hacia su dirección, dándole la confianza que tanto le hacía falta.

   Charlaron por tanto tiempo que el trasero comenzó a entumírseme sobre el sillón de cuero. Me levanté para pedir una bebida, sabiendo que mi hermano no me echaría de menos en un buen rato y me acerqué a la barra para ordenar un ginebra. Paseé la mirada por el lugar y a pocos metros vislumbre una cabellera rubia familiar. Parpadeé y volví a enfocar la mirada, sin entender si aquello que veían mis ojos era una alucinación o la inexorable verdad.

  No sé a quién me causó más sorpresa ver, si a Taeyong o a Renjun. Ambos estaban compartiendo mesa, mientras dos chicos se encargaban de bailar en el tubo frente a ellos. Renjun estaba bebiendo y Taeyong tenía los brazos echados por la espalda de un chico.

   Me quedé de piedra. No terminaba de entender las cosas, ¿Renjun y Taeyong no eran heterosexuales? ¿No pregonaban de estar sanos como Mark tanto se empeñaba en afirmar? No lo sabía y menos sabía si lo mejor era encararlos y preguntarles qué demonios hacían aquí o si simplemente debía irme y olvidar lo que había visto. Los minutos pasaban y al final, con mucho pesar, decidí ir por la segunda opción. Yo no era como ellos y si estaban en un club stripper entonces no era quien para recriminárselos. 

   No volví a verlos hasta la fiesta de Halloween, que se llevó a cabo en otro club donde Sehun no trabajaba pero había sido invitado por uno de sus amigos. Al verlos de nuevo ahí a ambos supe que esto no era ninguna casualidad, asistían porque querían, porque había algo en ese ambiente que llamaba su atención.

   Así que, se lo conté todo a Hyunjin, con el propósito de hacerle saber que sus amigos no eran lo que tanto se encargaban de aparentar ser.

   —Los vi Hyunjin, ¡Los vi! Esos tipos no son más que unos farsantes, ¡date cuenta! —le revelé con voz insegura, pero cargada de suplicante honestidad.

   —A lo mejor te equivocaste Jae —contestó con fastidio, sobándose el puente de la nariz con los dedos, como si yo fuera algo odioso que no dejaba de darle molestias—. Ellos no son... como nosotros.

   ¿Ya no me creía? ¿No era esa una señal rotunda de que las cosas habían encontrado su punto de quiebre? Si Hyunjin ya no creía en mí entonces, ¿qué caso había que nosotros continuáramos juntos?

   Quería entenderlo, quería encontrar una respuesta. Por desgracia, la primera y única vez que pensé con claridad, fue estando borracho.

   Irónicamente en el momento en donde menos debería tener lucidez, yo estaba seguro de lo que quería hacer. Fue una clase de revelación secreta expulsada por mi corazón del que brotaba todo el veneno y dolor que supuraban las profundas heridas.

  Estaba por llegar nuestro cuarto aniversario, las cosas evidentemente no andaban bien. Tanto para tenerlo en cuenta. Aun así me esforcé por hacer algo lindo. Por intentar recordarle que a pesar de las circunstancias, de las peleas y las malas compañías, nosotros estábamos juntos. Que si poníamos el esfuerzo suficiente podríamos salir del horrible pozo sin fondo al que descendíamos sin sostenernos de nada.

   Terminé todos mis pendientes en la escuela temprano. De camino a casa compré una botella de champagne, fresas con chocolate y un bouquet de flores con cuatro rosas rojas. Una por cada año que llevábamos juntos. Pasé por el super mercado y a pesar de que no disponía de mucho tiempo, me las ingenié llevando los ingredientes necesarios para hacer una deliciosa lasaña. Mis emociones y esperanzas eran tan grandes para ese día que compré más flores para decorar con pétalos la cama y un par de velas aromáticas, con la esperanza de hacer el amor con Hyunjin esa noche. Llegué a casa y puse manos a la obra. Dejé que el champagne se enfriara en el congelador y decoré la mesa con manteles de hilos dorados. Preparé la lasaña y todo lo demás.

   Lo quería de vuelta. Quería que me mirara a los ojos y supiera que todavía lo amaba.

   Le envié un mensaje y le pedí que llegara temprano. Me dijo que lo haría y yo pasé dos horas frente al espejo, tratando de rizar mi cabello porque a él le encantaba cuando lo llevaba así. Me puse mi mejor ropa y rocié sobre mi cuerpo su colonia favorita. Lo esperé de piernas cruzadas en la sala, con el corazón latiéndome desenfrenadamente y la emoción brotando de mí ser a chorros como una fuente.

   El tiempo pasaba, la cena se enfriaba y lo único que hice para que la espera fuera menos dolorosa fue destapar la botella y ponerme a beber.

   Tres horas después recibí un mensaje:

   "Voy a salir a beber, te veo después. No me esperes despierto". 

   Creo que ni siquiera me dolió que lo hubiera olvidado, o que decidiera salir con sus amigos una vez más en lugar de estar conmigo. Lo que más lastimó de la situación, fui yo mismo. Por ser tan estúpido e ingenuo al pensar que lo nuestro todavía significaba algo para él.

   A la luz de las velas, me senté en la alfombra a beber el resto de la botella mientras el pecho se me oprimía y las lágrimas saladas se mezclaban con el dulce y crujiente champagne en mis labios. Precisamente en ese momento, con el odio y el rencor invadiendo cada fibra de mi alma, me dije a mi mismo que había obtenido suficiente.

   Terminaría con él.

   Era la primera vez que lo pensaba con esa intensidad. Con esa necesidad hambrienta de hacer algo que no tuviera nada que ver nosotros o con él, sino por mí. Porque era claro que si yo no cuidaba mi corazón, mi bienestar emocional, mis pobres y desvalidos sentimientos... nadie más lo haría. Era la primera vez que la razón me gritaba que saliera huyendo, antes de que fuera demasiado tarde.

   Con la cabeza dándome vueltas pero la convicción anclada a la firmeza, me senté en la cama a esperarlo. Preparando las palabras para decirle que ya no quería estar con él.

   Me quedé dormido a causa del alcohol y las lágrimas. Para cuando desperté ya tenía el pijama puesto. Hyunjin estaba mi lado, con sus brazos rodeándome y su barbilla recargada en mi hombro. Su dulce aroma me arrullaba como una canción de cuna. El reloj del buró anunció que era de madrugada y lo único que escuché entre sueños giratorios fue:

   —Lo siento Nana, lo siento mucho.

   Yo lo sentía más, pues con eso había sido suficiente. Mi voluntad se fue al carajo y otra vez, como un sube y baja de emociones que no descansaba, pensé que todavía teníamos remedio. Que si poníamos el esfuerzo suficiente, si nos dábamos la mano cada que estábamos a punto de caer, esto todavía podía funcionar.

   Pero, muy tarde comprendí que no puedes aferrarte a alguien que ni siquiera está intentando sostenerte.

   Y en lugar de volver a pensar en dejarlo y con ello, salvar un poco de mi dignidad, descarté por completo la posibilidad y busqué mi mal con tenacidad. Cualquier apología que me permitiera aferrarme a él, funcionaba.

   El caos emocional me arrastró muy lejos. Dentro de mis cinco sentidos, llegué a pensar que lo que sentía por Hyunjin ya no era amor, sino una horrible y profunda obsesión que me orillaba a pensar que si no lo tenía en mi vida entonces yo ya no sería nada. No volvería a sentirme completo. Mi vida perdería todo sentido y me quedaría como una esponja a la que habían apretado hasta dejar seca y agrietada. No sabía cómo denominar lo que sentía, ¿dependencia?, ¿Nostalgia?, ¿Amor?, ¿Rencor? ¿Odio?

   El dolor habitaba en mis entrañas ante cada reflexión profunda. Yo... de verdad lo quería. En cada uno de mis sueños lo veía junto a mí. Siendo parte de mi futuro, alcanzando las metas que iban más allá de ser una pareja. Quería tener una familia con él, un hogar, una vida de ensueño como esos cuentos perfectos de finales felices que mi abuelo me leía antes de ir a dormir. ¿Eso estaba mal? ¿Estaba pidiendo demasiado? Era joven, era inmaduro y despreocupado, pero sabía bien lo que quería.

   ¿Por qué él no podía quererme de vuelta?

   Durante la última etapa de nuestra relación, Renjun se mantuvo como una constante. Seguía sin decirle que lo había visto en el club, no tenía cabeza para nada que no fuera enfocarme en mis problemas. Así que simplemente hablaba con él y a veces salíamos a beber, a cenar o a hacer cualquier cosa estúpida con el propósito de no sentirme solo. Mis amigos cercanos estaban en otros países o atendiendo sus asuntos y Luhan no siempre estaba de humor para soportar mi frialdad.

   Un día quedé con Renjun para beber en su apartamento. Hyunjin se había ido con Mark, Doyoung y Taeyong a quien sabe dónde y acababa de pasar por una estresante semana de exámenes en donde los alumnos estaban empeñados a odiarme. Quería liberar un poco la tensión con un buen trago.

   Renjun vivía en una zona humilde de los límites de la ciudad. Comencé a conocerlo mejor y supe que tenía dos trabajos para mantenerse. Por las mañanas daba clases de ética en el instituto y por las tardes en una escuela primaria. Su madre estaba gravemente enferma de cáncer y él era el encargado de pagar el tratamiento. Tenía un hermano menor de quince años que vivía con su padre, el cual no quería saber nada de él. Nunca me dijo la razón exacta del porqué, pero fue cuestión de escarbar más en algunos aspectos de su personalidad para entenderlo.

   Su madre se encontraba internada en un hospital viviendo a base de medicamentos, quimioterapias y la esperanza de salir victoriosa contra esa horrible enfermedad. Me sentí un completo imbécil, porque mientras yo me quejaba de mi vida y pensaba en lo mierda que era, había otros problemas más graves que un corazón roto. De sólo pensar que mi madre estuviera en el lugar de la de Renjun, quería desaparecer para no volver nunca más. No podía ni imaginar el dolor que debía sentir mi amigo todos los días.

   Sentí mucha compasión por él y como mi abuelo llevaba poco de haber fallecido, encontré calma y consuelo. Renjun entendía bien lo que sentía, lo vivía en carne propia y eso nos acercó sin siquiera imaginarlo.

   Un día de salidas como cualquier otro, bebimos hasta que nuestros movimientos nos resultaron torpes y las palabras incoherentes y pesadas. En el sillón de su casa, con la amargura en mi pecho y mis emociones desbaratadas, pensé que estábamos cerca, muy cerca. Y que él no había dejado de mirarme con intensidad durante toda la maldita noche.

   Si soy sincero no tengo idea quien fue el primero en besar el otro. Lo único de lo que fui consiente fue de nuestras respiraciones violentas y nuestros labios alcoholizados tratando de tomar el control. Lo aprisioné contra el reposa brazos y mientras lo besaba con hambre y urgencia, no dejaba de pensar que acababa de enviar por la borda el poco respeto que todavía le guardaba a mi amor por Hyunjin. Porque primero lo había envenenado con el desasosiego, después con la obsesión y ahora con la infidelidad.

   Estábamos demasiado borrachos para acostarnos, pero eso no evitó que nos besáramos con frenesí durante toda la noche. Al día siguiente recogí mis cosas y me marché, negado a verlo a los ojos, deseando egoístamente que él me dijera que todo había sido un error, que no era gay y que había actuado de esa forma por el alcohol.

   Intenté evitarlo a toda costa, huir cobardemente y no enfrentar el error que cometí. Pero Renjun no me estaba dejando las cosas fáciles porque seguía hablándome como si no hubiera pasado absolutamente nada. Eso me hizo fantasear con la idea de que quizá no recordaba lo que habíamos hecho y con ese pensamiento me quedé por algunos días.

   Volvimos a salir juntos, a pesar de mi reticencia. Y ya en nuestros cinco sentidos, en su apartamento, sin nada con lo cual justificar la locura, él me besó. Poniéndome el mundo cabeza.

   —Renjun —lo aparté, escuchando el chasquido de nuestros labios al separarse, en medio de la habitación—. No podemos hacer esto.

   Me miró a los ojos con gesto reflexivo.

   — ¿No te gusto?

   No era eso, había que ser ciego para no sentirse atraído por ese rostro tan apuesto y esos labios tan carnosos. Su cuerpo era perfecto, me imaginaba su silueta debajo de la ropa e instantáneamente me quedaba sin aliento. Pero no era eso lo que me detenía, era más bien el peso de la culpa lo que me ataba con cadenas.

   — ¿Eres gay? —cambié el enfoque de su atención, todavía con mis manos sobre su pecho.

   — ¿Eso importa?

   —Si quieres seguir besándome entonces sí.

   Rio con amargura, evocó una sonrisa desganada.

   — ¿Tú eres gay?

   —Lo soy.

   —Con eso es suficiente.

   Sabía que tenía más opciones que recitarle. Alejarlo y decirle que estaba mal interpretando las cosas era la primera de ellas. Confesarle que tenía una relación y un novio al cual amaba podía ser otra. Pero la mente se me puso en blanco. Parecía que podía hacer muchas cosas y a la vez, no hacer funcionar ninguna. Me quedé en el limbo, mientras él me besaba con tanto interés y anhelo que me hacía sentir que había alguien en el mundo que no encontraba repulsivo estar conmigo. Hyunjin se encargó tanto de rechazarme las últimas semanas que había mañanas en las que me descubría a mí mismo mirándome al espejo, desnudo, escaneando mi cuerpo en busca de esas dichosas imperfecciones que lo orillaban a dejar de tocarme.

  El corazón me dolía, las sienes me punzaban, la conciencia me remordía y aun y con todo eso, lo tomé entre mis brazos y esa noche tuvimos sexo.

   El miedo me había vuelto descarado. Tomé la fuerza para decirle que estaba en una relación y que lo que había pasado esa noche no podía volver a repetirse. Me miró con mucho desconcierto, parecía decepcionado y no lo culpaba si me echaba a patadas de su casa. Evité decir el nombre de Hyujnjin porque no quería arriesgarme a involucrarlo. No sabía hasta donde podía confiar en Renjun, o en sus amigos y la influencia que éstos ejercían en mi novio.

   Renjun me dijo que estaba bien. Que lo entendía. Por fin tomó sus distancias y yo volví a estar solo y confundido. Hyunjin cada día cambiaba más. Me miraba y le daba igual si ese día quería tocarlo, hablarle o al menos notar que vivía conmigo. Lo único que yo pedía era que me mirara, que entendiera que algo andaba mal. Que era el momento de hacer algo.

   Que me estaba perdiendo.

   Pero no lo notó. Continúo cegado. Decidido a conservar la amistad de unos farsantes en lugar de mi amor. Mi hermano había comenzado a citarse con Sehun así que no tenía con quien salir. Lo hice solo, yendo a clubes para ponerme borracho y fingir que mi vida no se iba a cada segundo más y más al carajo.

   La primera vez que me besé con un desconocido yo estaba ebrio y aún así sabía lo que hacía y no quería parar, porque buscaba desesperadamente que alguien me hiciera sentir algo. Aunque fuera deseo. Por cinco minutos por fin dejaba de pensar en todo lo que vivía una vez que llegaba a ese departamento que creí tan tontamente, se volvería mi hogar en lugar de un infierno.

   Llegaba tarde a casa, con las mejillas coloradas y la ropa arrugada. Hyunjin permanecía impasible, frío, desinteresado, y por dentro yo gritaba: mírame, aférrate a mí, no quiero terminar contigo, lo único que quiero es que mires mis lágrimas y entiendas lo que significan.

   Aunque fui yo el que le dijo a Renjun que no podíamos repetir lo de esa noche, volví a citarlo. Él sabía lo que quería y accedió a dármelo. Nos convertimos en amantes ocasionales, que en cuanto se cerraba la puerta se besaban contra las paredes y sacaban sus frustraciones más arraigadas sobre la cama.

   Después del sexo venían las charlas, esas que me dieron más información de él y los demás. Quise saber porqué estaba de parte de Mark, si él era homosexual. Renjun seguía sin admitir que lo era, pero hay cosas en la vida que no necesitan una explicación para entenderse y su orientación sexual era una de ellas. Ahí fue donde descubrí que Renjun le debía dinero. Mucho dinero. Lo que ganaba no era suficiente para pagarle la quimioterapia a su madre. Mark sabía de su situación y le prestó más dinero del que Renjun podía ser capaz de solicitar en cualquier otro lugar. Cada quincena le regresaba una parte a su cuenta, sin embargo, la deuda parecía no disminuir. 

   —Yo no sabía que él era así —reconoció una noche donde los dos estábamos desnudos y exhaustos sobre la cama—. No sabía que era un hijo de puta homofóbico. De haberlo sabido yo... jamás hubiera aceptado su ayuda. Y ahora estoy atado, ¿lo entiendes?

   Lo sabía, era lógico.

   —Yo puedo ayudarte también. El dinero no es problema.

   —Es una cuestión de orgullo.

   —Tu orgullo es nada en comparación a tu bienestar emocional —bufé, apartándole un mechón sudoroso de cabello de la frente—. Si quieres deberle a alguien que sea a mí, no a ese imbécil.

   No lo aceptó, quería hacerse cargo, salir de ese hoyo negro por su cuenta. Yo no lo presioné. Le ofrecí mi ayuda y era su decisión si quería tomarla o no. Él no sabía que poseía los medios, no sé si eso lo hacía detenerse de aceptar o si de verdad era su orgullo.

   Renjun fantaseaba con muchas cosas, la más ansiada mudarse a una zona linda y cómoda, donde su madre pudiera estar en casa en lugar de un hospital. También quería un perro y un gran jardín para sembrar girasoles, pues eran sus flores favoritas. A mi daban ternura sus sueños, porque aunque eran cosas sencillas, tenían fundamental importancia para él. Por días enteros simplemente nos tirábamos en la cama, sin hacer nada más que mirar el techo y hablar sobre las cosas que queríamos y anhelábamos lograr.

   Bajé la guardia y siendo presa de un ataque de sinceridad le conté lo de Hyunjin. Todo lo que habíamos pasado, lo que me afligía y me causaba dudas. Renjun también fue sincero y confirmó mis sospechas.

   Mark en efecto, lo estaba cambiando. Le decía que tenía que convertirse en un hombre, ajustándose perfectamente a los planes de los padres de Hyunjin para que se buscara una chica con la cual casarse y tener hijos. Renjun también me dijo que frecuentaban muchos bares donde habían mujeres, pero que Hyunjin jamás había aceptado estar con una y eso hacía enojar a Mark.

   No terminaba de entender como un completo desconocido tenía ese poder sobre él. Todavía no sabía si confiar en Renjun, pero en ese momento no tenía por qué mentirme. Estaba diciéndome la verdad. Estaba perdiendo a Hyunjin por su culpa.

   Continuamos hablando, nuestros encuentros sexuales fueron dejados de lado. La última vez que me besó fue en el estacionamiento de la escuela, cuando ya no había nadie a la vista y lo único que quería era joderme la existencia un rato. A decir verdad, estaba comenzando a considerarlo mi amigo, alguien en quien podía confiar. Pero estúpido de mí no me detuve a pensar que nadie en este mundo hace cosas por ti sin querer nada a cambio. La bondad humana no existe y él me lo confirmó rotundamente.

   Como si mis problemas no fueran suficientes, un día Hyunjin llegó golpeado al departamento. Me asusté como nunca, creí que estaba mal herido y dejé de lado mi hostilidad y rencor, para revisarlo y rogarle que fuéramos al hospital con el fin de descartar cualquier lesión peligrosa. Se negó rotundamente, me dijo que sólo necesitaba descansar. Tal parece que intentaron asaltarlo en la calle y se puso a luchar con los delincuentes, los cuales no le quitaron ninguna de sus pertenencias. Le dije que iba a ponerle guardaespaldas, me contestó que estaba exagerado y esa noche, después de tanto tiempo sin tocarlo y a pesar de que le escocían todas y cada una de las partes de su cuerpo, me hizo el amor, volviéndonos uno mismo en un exquisito y apocalíptico dolor.

   El te amo después del orgasmo, lo escuché tan nítidamente de esa boca que ya no me dedicaba palabras dulces, que me eché a llorar en sus brazos sin consuelo alguno. Me sentí inseguro, sucio y avergonzado por haberle fallado cuando él hacía lo posible porque ambos permaneciéramos juntos.

   Al día siguiente, le envíe un mensaje a Renjun, quería darle un punto final a nuestros encuentros sin importar que lleváramos semanas sin hacer nada más que hablar. También, ¿por qué no? Reconozco que me apetecía decirle que las cosas entre Hyunjin y yo podía tener algún arreglo. Renjun aceptó y me dio la dirección de un bar, quedando para un jueves por la tarde pues Hyunjin tenía tutorías ese día y no iba a llegar hasta las diez.

   Llegué a la dichosa dirección que no correspondía a un bar, sino a un callejón sin salida; oscuro y de mala muerte. Las cosas se salieron de control desde que Mark, Hyunjin, Renjun, Doyoung y Johnny estaban ahí. No tenía ni idea de qué demonios pasaba. ¿Era una reunión de amigos? ¿Renjun se había olvidado de decírmelo por mensaje?

   Podía fingir demencia y decir que yo sólo estaba de paso. Pero no pude. Porque en ese momento, el peso de la realidad cayó sobre mis hombros como un balde de agua fría. Hyunjin me miraba mientras sostenía el teléfono de Renjun en la mano y alternaba la vista entre éste y algo que se asemejaba a una hoja de papel.

   —Esa es la razón por la que no deberías confiar en un maricón, Hyunjin—Mark escupió con odio, arrebatándole lo que sostenía entre las manos para arrojármelo a mí.

   Parpadeé y a mis pies vi un montón de fotografías mías y de Renjun en su departamento, en donde se nos veía besándonos en el estacionamiento y en otras, subiendo las escaleras, tomados de la mano, sin necesitar contexto, ya que era bastante obvio lo que nos disponíamos hacer al llegar.

   Pensar en huir ni siquiera era una posibilidad, Doyoung y Johnny estaban detrás de mí, impidiendo que escapara de esta horrorosa pesadilla.

   — ¿Te parece esto familiar, Jaemin? —Mark sonrío con suficiencia, haciéndome sucumbir en el espiral del caos—. ¿Qué tan desesperado porque te den por el culo tienes que estar para buscar a nuestro Renjun?

   El susodicho permanecía a su lado, callado, con ese mismo aire inexpresivo y ausente que había mostrado cuando se pusieron a insultar a la pareja en el bar. No hizo un intento por aclarar las cosas, por decir que yo no era el único que tenía la culpa. En cambio permaneció así, sin decir nada, dejando que las palabras de Mark se clavaran en el corazón de Hyunjin como dagas envenenadas.

   —Hyunjin escúchame, yo no... yo no pretendía... —intenté hablarle con palabras entrecortadas y por fin, después de tanto pedirle que me mirara, que entendiera lo que yo quería decirle, lo hizo.

   Pero ya era demasiado tarde.

   —Me mentiste —dijo con la voz cortada y los puños apretados a cada lado de su cuerpo—. Me mentiste Jaemin, ¡me mentiste! ¿Por cuánto tiempo lo hiciste? ¿Por cuánto tiempo disfrutaste verme la cara de imbécil?

   ¿Lo había hecho? ¿Realmente era el único que había ocultado la verdad? ¿El que hizo que esto fallara? Sabía que no. Que no era el único que tenía la culpa. Pero el dolor de la persona que amaba se clavó hasta el fondo de mi alma y me hizo entender que si habíamos terminado era por mí, por mi culpa.

   —Hyunjin, yo...

   — ¿Lo hiciste o no? —sus ojos estaban inyectados en furia y su voz de dolor.

   ¿Con que cara le mentía? ¿Cómo le decía que no, si ya había visto lo peor? La parte de mí que había creído olvidada cuando me enamoré de él. Cuando mi corazón era suyo y de nadie más.

   —La gente como tú, la gente enferma, nunca podrá ser feliz, Hyunjin—Mark sentenció, poniéndole una mano sobre el hombre, que parecía una garra—. Por eso tienes que cambiar.

   Utilicé el último vestigio de mis fuerzas para darle un puñetazo a Mark en la quijada, porque estaba harto de escucharlo hablar. Nada de esto estaría pasando por su culpa. ¿Con que derecho decía esas cosas? ¡Él único enfermo era él y sólo él!

   Johnny y Doyoung intervinieron. Mark me regresó el golpe. Hyunjin dijo algo que no recuerdo. La mente se me nubló y no sé cuánto tiempo pasó antes de que pudiera ser consiente de mí mismo.

   Hyunjin nunca regresó al departamento y mis intentos por encontrarlo fueron en vano. Todo había acabado. Nuestra larga y preciada relación después de cuatro años terminó por mí, por lo que había hecho.

   Lloré, clamé y supliqué por mi dolor. Por lo que estaba derrumbándose a mí alrededor. Por las cosas que había perdido y que jamás volverían a mis manos. Fueron los peores días de mi vida. Porque el dolor mental que experimentaba era más fuerte que cualquier otro físico. No había comparación. Era como si me estuviera desmoronando. Como si las cosas buenas que habitaban dentro de mí hubiera salido huyendo, con él, con el primer hombre que había amado con todo el corazón.

   Me dediqué a distraer al dolor con un método que sabía me funcionaba. Salía con muchos chicos, recobré mi confianza y me dije que jamás volvería a ser despreciado por un hombre. Sané mi corazón, me alejé de todo lo que me hacía daño. No le pedí una explicación a Renjun, no le pregunté porque me traicionó. A Mark jamás quise volver a verlo, ni a Doyoung o a Johnny.

   Pero, trabajábamos en el mismo maldito lugar y mi suerte no es buena. Había veces en que los veía. De lejos, conviviendo entre ellos, guardando sucios secretos que ninguno sería capaz de revelar en voz alta por medio a quedar mal frente al otro. Pensé en cambiar de instituto, rehacer mi vida en otro lugar o conseguir otro trabajo. Sin embargo, eso sería darles la victoria y el desprecio e incomodidad que los embarga al saber que continuo aquí, de pie a pesar de lo mucho que intentaron hacerme caer, es suficiente incentivo para no irme.

   Hasta hace pocas horas.

   Donde Mark me miraba como si yo le debiera algo, como si tuviera el derecho a sentirse superior a mí. Piensa que con volverse director ya es suficiente para que baje mi cabeza con sumisión al verlo pasar. Pobre idiota, no sabe lo equivocado que ésta. Ese rencor lo puedo manejar, soy capaz de mantenerlo a raya porque estoy familiarizado con el sentimiento.

   Pero con Jeno no.

   Con Jeno no puedo huir tan fácil y eso me aterra tanto que mi voluntad de acero tiembla y amenaza con venirse abajo como si fuera de papel.

   Algo horroroso gruñó dentro de mí al verlo titubear en medio de la situación como si no supiera con quien quedarse. En ese momento mi voluntad flaqueó, porque si Jeno comienza a sentir algo por Renjun, algo más fuerte que lo que nosotros tenemos, entonces ¿Dónde quedo yo? ¿En segundo plano? ¿En el olvido? ¿Viviendo a base de migajas como lo hacía con Hyunjin? Renjun dijo sin ningún filtro que se la pasaron bien en el cine y Jeno no parecía en absoluto incómodo al responderle y dedicarle su mejor sonrisa. Me pareció tremendamente injusto que él se la pasara reclamándome sobre los tipos con los que he salido y yo tuviera que tragarme su escena tan ridícula con su liguesito que encima disfrutaba desplazarme como si yo ni siquiera estuviera presente.

  El pecho se me inundó de rabia. Soy un idiota y tarde entendí lo que hice. Ahora me preocupa que Jeno esté tan involucrado con Renjun. Nunca imaginé que llegarían tan lejos. Y no puedo decirle a Jeno que deje de verlo porque eso le daría una idea equivocada. Sin embargo, no creo que Renjun vaya a echarse de cabeza el solo. Si sabe lo que le conviene se mantendrá bien callado.

  De eso me voy a encargar yo.

   Y luego recordé que a mí ni siquiera tenía porque importarme nada eso. Fui yo el que le dijo a Jeno que le pidiera a Renjun una cita, el que le advirtió que nada entre nosotros que no fuera placer podía existir, que nos limitaríamos a divertirnos, a pasarla bien.

   Fui el que estableció no tener sentimientos hacia al otro, pero soy yo ahora el primero en romper las reglas.

   Porque ya no hay donde esconderse. No hay forma de negar lo que está pasando. Lo sospeché esa misma noche que irónicamente me dije que no quería albergar nada por él, mientras lloraba sobre su pecho y lo maldecía todo. Descubrí paz en su cuerpo, calor en sus brazos, cariño en sus besos y como un sediento que encuentra el oasis en medio del desierto, le pedí que se quedara a dormir, porque quería refugiarme en su calor y fingir por algunos segundos que todavía soy capaz de querer como una persona normal. No como un loco sediento de lujuria que entrega su cuerpo al mejor postor.

  Quiero su afecto tierno, sus toques que no tienen otras intenciones, sus sonrisas libres de malicia que hacen de sus ojos dos medias lunas. Quiero llamarlo por las mañanas, preguntarle cómo le va y gastarle bromas. Quiero el derecho de preocuparme por él, llevarlo al doctor, hacerlo olvidarse de su horrible vicio. Quiero hacerle un bien. Cuidar de él. Ser capaz de poner una sonrisa en su boca. Quiero decirle que soy suyo sin usar sucios trucos de por medio, sin necesidad de justificarnos con el sexo. Quiero que me horneé panqués y que haga a mi corazón estallar en júbilo al escuchar que se tomó el tiempo de recordar cómo es que me gusta el café. Quiero abrazarlo con todas mis fuerzas, tomarlo de la mano, leer un libro sentado entre sus piernas con una manta que nos cubra y nos resguarde al momento de darnos un beso.

   Quiero enamorarme de él, pero no puedo porque soy una persona rota y desvalida que no tiene arreglo. Un hombre que no tiene nada más que ofrecer que su cuerpo y su humor negro, que apenas y si sustenta algún tipo de agrado.

   Cuando lo enfrenté en el baño y él se aferró a mí, estuve a punto de dejarme llevar y sucumbir en su dulce encanto a pesar de que nunca me pidió quedarme. Exigía una explicación que yo no puedo darle porque entre menos lo involucre en esto, será mucho mejor. Y al recordar lo que había pasado hacia unos segundos, temí lo peor. Renjun debe sospechar que algo raro entre ambos está pasando y no puedo darme el lujo de que saque conclusiones. Si me alejo de Jeno puede que se olvide de ello y si no, espero que esté preparado para lo que se viene porque a pesar de que decidí separarme de él no pienso dejar que le hagan lo mismo que a Hyunjin.

  Aprovecho ésta situación de mierda en todos los malditos sentidos.

   Además, Jeno es inseguro, apenas está descubriendo su orientación sexual y en más de una ocasión ya me ha demostrado que no sabe lo que quiere. Renjun podrá gustarle, pero quizá sólo sea una atracción física que termine cuando él descubra lo cobarde que es. Es cuestión de tiempo entonces para que encuentre una mujer con la cual casarse y tener una familia. Y yo no quiero ser dejado de lado, porque si yo le permitiera a Jeno entrar a mi corazón por completo y después, él decidiera abandonarme yo no... yo no podría recuperarme. No podría, me resultaría imposible. Quedaría hecho pedazos. Porque lo que siento por él rebasa cualquier otro sentimiento que haya experimentado antes. Esto es nuevo, diferente, aterrador y abrumante.

   Es por eso que lo más conveniente para ambos es que las cosas terminen aquí. Por mucho que me duela, por mucho que Jeno me haga encontrar esa paz que tanto me hace falta, no pienso volver a pasar por lo mismo. No tropezaré con la misma piedra dos veces.

   Esta vez soy más inteligente y decido frenar la situación cuando todavía hay la posibilidad de hacerlo. 


YEROBUUUUM perdón por la hora, es que recién termino el cap. Perdonen también las fallas, en cuanto tenga tiempo me pongo a corregir uwu

Espero que hayan quedado claras sus dudas respecto a Jaeminie y lo que pasó con los demás profes. Me costó muchísimo esta cap aksjbsks es la última vez que vamos a hablar con tanta detalle sobre su pesado y relación con Hyujnjin. No es que su pareja me guste más que el nomin ni nada por el estilo. Es más bien que en base a esto conocemos mejor cosas acerca de la personalidad de Jaemin e incluso de sus sueños, ¿se imaginaban que quería tener una niña?awww el nomin con hijos me saca mi lado más puto

Ya avanzaré más rápido porque los siguientes povs son Jeno y es más fácil para mí narrar con él. Se nos viene lo chido. <3 7U7

Probablemente abra un espacio de preguntas en Instagram por si a alguien no le quedó clara alguna parte del relato. Síganme, es scaretwoo

Les mando un abrazo de oso asfixiador. Cuídense y nos vemos prontito <3

Pd: les dejo un dibujito que me colgaron en tw. El panquisito me tiene así 🥺🥺🥺🥺🥺🥺❤️ nunca me habían hecho un dibujo, acaso he alcanzado la cúspide de la fama? Ahre nocierto

Usser: @ItsSahoriBros

Continue Reading

You'll Also Like

602K 65.7K 127
1era y 2da temporada ♥️ Sinopsis: En donde Jimin es un Omega mimado y Jungkook un Alfa amargado, los dos se casan por sus propias conveniencias. ⚠️...
147K 4.1K 30
﹝🐍﹞ ── Traducciones de historias sobre los Slytherin Boys
72.1K 4.3K 18
Chiara se muda a Madrid en busca de nuevas oportunidades para lanzar su carrera como artista. Violeta se dedica al periodismo musical, trabajando en...
155K 11.4K 81
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.