Sábado por la mañana. Abby y los chicos tenían pensado ir a averiguar qué escondía el perro de tres cabezas debajo de él.
-Venga Abby, nos vamos a retrasar por tu culpa. -Se quejó el pelirrojo.
-Como no dejes de molestarme te tiro un hechizo Ronald Weasley. -Masculló la chica intentando terminar de cenar.
Dos personas idénticas se sentaron cada una a un lado de Abby, mientras la chica terminaba de cenar tranquilamente.
-Buenas preciosa, ¿nuestro hermano te está molestando? -Preguntó George.
-Si es así, podemos hacerle alguna broma por la noche. -Añadió su gemelo.
-Tranquilos, es un pesado, pero tenemos cosas que hacer. -Sonrió la chica.
-¿Podemos acompañar a estos renacuajos? Prometemos no hacer nada malo. -Dijo Fred levantando la mano en señal de paz.
-Lo sentimos. -Habló Abby mientras se levantaba. Ésta besó la mejilla de George. -Pero no podéis venir. Otro día mejor, ¿vale? -Terminó de hablar, después de ello besó la mejilla de Fred y se fue junto a Ron dejando a un gemelo con mejillas rojas como su pelo.
-¿Qué acaba de ocurrir, Freddie? -Miró a su hermano.
-No tengo ni la menor idea, George. Pero algo ha ocurrido, de eso estoy seguro. -Murmuró éste, aún sonrojado.
-Tienes las mejillas más rojas que el pelo, y eso ya es decir mucho. -Comentó el pelirrojo, soltando una carcajada de forma divertida.
-Cállate, por Merlín. -Murmuró Fred volviendo a su comida.
-Fred y Abby se besan debajo de un árbol. -Canturreó su gemelo, pinchando un trozo de lechuga en su tenedor. Fred solamente miró a su hermano de mala forma, para después soltar una carcajada junto a su hermano.