desnudArte | Albalia

By cuestiondepiel

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Natalia Lacunza es la modelo perfecta. Alba Reche es una fotógrafa peculiar experta en desnudar a las modelos... More

Prólogo
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Epílogo

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By cuestiondepiel

Natalia pensó lo del desnudo, le dio muchísimas vueltas en los siguientes días. Trataba de imaginarse la situación, cómo se sentiría al enfrentarse en bolas a la cámara de Alba Reche, también desnuda.

La modelo nunca había hecho ese tipo de fotos, ni se había planteado nada similar en ningún momento de su carrera. Era una línea que siempre le había dado pudor traspasar.

Al entrar la rubia en la ecuación las cosas cambiaban, pero no por eso la decisión se le antojaba más sencilla. Eran muchos factores los que cruzaban su mente.

Aparte del momento de la verdad, que ya de por sí le inquietaba, no sabía si estaría cómoda con que el resto del mundo acabara teniendo a su disposición algo tan íntimo.

No era el hecho de mostrar sutilmente su desnudez lo que le preocupaba, sino que entraran en la intimidad que supondría ese momento entre las dos.

Se imaginaba en el set desierto y algo desangelado en el que solían trabajar y no lo veía nada claro.

Es demasiado frío para algo tan especial.

Una llamada entrante de la rubia, que últimamente formaba parte indispensable de su rutina diaria, interrumpió sus pensamientos.

- Hola, Nat – le sonrió con la voz, si eso era posible.

- Hola, Albi.

- ¿Qué tal el día? ¿Te están tratando bien en Berlín? – se interesó.

- Uf, estoy reventada. No sé ni cuantas horas hemos estado entre reuniones, pruebas de todo lo imaginable… Y con el madrugón para pillar el avión, no había maquillaje suficiente para tapar mis ojeras – le contó.

- Encima yo te entretuve ayer hablando por teléfono hasta las tantas. Ahora me siento culpable – se mordió el labio, aunque Natalia no podía verlo.

- Yo me dejé entretener, así que de culpable nada – corrigió la modelo.

- Igualmente, hoy sí que te voy a dejar descansar, si quieres hablamos mañana.

- No. Hablamos ahora, que no me has contado nada de tu día.

- Pues ha sido tranquilito, he estado eligiendo y editando mínimamente las fotos de la sesión que tuve en Los Angeles con el actor ese americano que se ha hecho tan famoso.

- ¿Ese que me contaste que era imbécil y que casi te vas del set?

- Ese, a mí no me vacila nadie – advirtió.

- Y si te vacilan, que se atengan a las consecuencias - rio la morena-. ¿Entonces, el resultado, te gusta?

- A ver, he conseguido que transmita algo, así que lo considero un buen trabajo. Y a Noemí, que fue la que me obligó, también se lo parece.

- ¿Noemí te obligó?

- Bueno, a ver si te piensas que perseguirte como una acosadora todo este tiempo me iba a salir gratis…

- ¿Le tienes que decir que sí a todo porque te dio el capricho de ser mi sombra?

- Efectivamente. Es un precio que pago encantada, al final parece que vale la pena.

- ¿Parece? – cuestionó, solo para oírselo decir.

- La vale, Nat – le aseguró, recibiendo un suspiro al otro lado de la línea.

- Alba, he estado pensando…

- ¿Pensando en qué? – frunció el ceño.

- En la última sesión de A Oscuras.

- ¿Y has decidido algo?

- En realidad, no. He estado imaginando como sería.

- Pues como siempre, tú y yo, pero con menos ropa.

- Cuando nos imagino a ti y a mí con menos ropa…

- Un momento – interrumpió-. ¿Nos imaginas así habitualmente o solo para esto? Me interesa mucho hablar de esto.

- Solo para esto - recalcó-. Bueno, eso es mentira, pero ahora mismo es con fines relativos a A Oscuras. No me líes.

- No te lío - rio-. ¿Qué conclusiones has sacado, a ver?

- Pues… que el set me parece muy frío para algo tan íntimo. Una pared y un taburete… No me veo.

- Vale, ¿estarías más cómoda si fuera más acogedor?

- Creo que sí.

- De eso me puedo ocupar.

- V-vale… También me da cosa que el mundo vaya a ver cómo reacciono al mirarte... Al verte sin nada.

- ¿Te da más cosa eso que el hecho de que te vean el culo?

- Muchísima más. Es todavía más íntimo – admitió.

- Y más nuestro – le dio la razón la fotógrafa, tras pensarlo.

- Y más nuestro.

Se hizo un silencio entre las dos, que Alba no tardó en interpretar como inusualmente incómodo.

- Igual es mejor dejarlo. Hacemos otra cosa - propuso.

- ¿Y te quedas sin desnudo en un proyecto que va precisamente sobre desnudarse?

- Ya estamos desnudas, Nat. Era por darle un final más literal, nada más.

- ¿No te importa?

- A mí lo que me importa, a estas alturas, es que estemos cómodas y que disfrutemos.

- Ya, pero… - dudó la modelo, pues sabía de la importancia que tenía para la rubia el proyecto y todo el tiempo invertido en él.

- Pero nada. No pensaba que me iba a pasar nunca, y cualquiera que me oiga pensará que me he vuelto loca… pero la foto perfecta y el reconocimiento profesional de este proyecto, no me valen de nada si es a costa de ti.

Natalia no tuvo valor, ni palabras, para replicar absolutamente nada.




A petición de la modelo, que se había acabado decidiendo la noche anterior a la sesión, Alba preparó el set para el último A Oscuras, con desnudo incluido.

Ya que lo hacemos, lo hacemos bien. Ya que hemos explorado los límites, lo haremos hasta las últimas consecuencias.

Con este argumento llegó la morena al edificio de Vogue. Y frenó en seco, flipando, cuando entró al set de siempre.

No se parecía en nada al set de siempre.

El minimalista estudio oscuro se había convertido en un espacio de lo más acogedor. Había alfombras de pelito, telas decorando las paredes, una cama repleta de cojines y un sofá tipo chester cubierto parcialmente por una manta.

También estaba Alba, retirando una serie de velas apagadas a toda velocidad. De hecho, casi se le caen de las manos al escuchar entrar a la morena.

- Hola, Albi – saludó Natalia, acercándose a la rubia con una sonrisita.

- Hola, Nat – la miró con cierta timidez.

- ¿Y todo esto?

- Ya, no tiene sentido. Es ridículo. En mi mente me parecía una buena idea, pero…

Natalia la interrumpió con un beso, en cuanto llegó hasta ella.

Alba desocupó sus manos para acariciarle la nuca, mientras la morena tenía las manos posadas en sus mejillas.

- No sabía que venía a una cita romántica. ¿Has traído champán y fresas también? – bromeó rozando su nariz con la de la otra.

- Ay, Nat, esto no es buena idea. Creo que lo mejor es no hacerlo – sentenció.

- ¿Por qué?

- Porque tú no lo has hecho nunca y esto no deja de ser un estudio de fotografía, aunque lo disfrace. No es el lugar…

- Quiero hacerlo. Precisamente porque no lo he hecho nunca. Me siento bien si lo hago contigo. ¿Y el lugar? – miró a su alrededor-. Albi esto es la hostia.

- Te veo muy segura.

- Lo estoy. Y tú deberías estarlo también.

- Había pensado en otro tema… - insistió.

- No quiero otro tema – le aseguró, más que decidida.

- Nat…

- Vamos a hacerlo, Alba. Está decidido – repitió, interrumpiendo su réplica.

- Está bien – alzó las manos Alba, en señal de rendición.

- ¿Puedo elegir la música?

- Puedes elegir lo que quieras.

- ¿Has visto cómo empezamos y cómo estamos terminando? – apuntó la modelo, mientras elegía playlist.

- ¿A qué te refieres?

- A que te tengo comiendo de mi mano. Yo a ti – le guiñó un ojo.

- Imbécil, no te confíes – le golpeó el hombro.

- ¿Algo de jazz? Bonito y elegante – propuso Natalia, alzando una ceja.

- Bonito y elegante – asintió la fotógrafa, dejando un beso en su hombro-. Has venido muy guapa tú, ¿no?

- No todos los días se desnuda una para Alba Reche – le guiñó un ojo-. Tú también estás muy guapa.

- No todos los días…

- No me copies el argumento – interrumpió.

- No te lo iba a copiar, listilla.

- Ah, entonces, dilo.

- No, ya no – se encogió de hombros.

- Eres mala, ¿eh?

- Eso ya lo sabías. No te hagas la sorprendida – dejó un pico en sus labios.

- Bueno, ¿qué? ¿Cómo hacemos esto? – dio una palmada en el aire la modelo.

- Estás histérica – adivinó la fotógrafa.

- Y tú también.

- Pues sí - admitió-. Normalmente, ahora te daría una batita y te irías al biombo a quitarte la ropa, pero es muy frío, así que mejor nos saltamos el protocolo.

- No has seguido un protocolo en tu vida, Reche.

- Oye… - tiró de su labio inferior con los dientes-. Voy a por la cámara.

Natalia aprovechó para hacerle un buen repaso. Se mordió el labio recordando aquella vez que la vio en ropa interior.

La anticipación le recorría todo el cuerpo.

- ¿Prefieres la cama, el sofá…?

- La cama – no dudó la modelo.

- Vale.

La fotógrafa ajustó las luces, dejó la cámara mínimamente a mano y se giró hacia Natalia.

- Ven – le tendió la mano, para que se acercara.

La morena entrelazó los dedos con los suyos y acabaron pegadas, frente a frente.

Alba se colgó del cuello de la más alta y la besó, con cierta lentitud, que se fue convirtiendo en intensidad cuando ambas lenguas entraron en contacto.

Las manos de Natalia se perdieron bajo la camiseta de la rubia y acariciaron su espalda.

La fotógrafa, entonces, hizo lo propio, colándose a la altura de los costados de la modelo.

Se separaron para respirar y abrieron los ojos, encendidos por la piel ardiente que las unía.

Las manos no dejaban de explorar el cuerpo de la otra en caricias y suaves arañazos, cada vez más necesitados.
Alba se lanzó al cuello de la morena, dejando allí unos cuantos besos húmedos que hicieron temblar todo su cuerpo.

- Alba… - gruñó Natalia, haciendo que la fotógrafa se alejara para mirarla.

- Nat, esto se nos va a ir de las manos…

- Lo sé – tiró de su mentón para besarla de nuevo-. Estamos jugando con fuego.

- Y nos estamos quemando – susurró contra su boca.

- Si nos desnudamos así, no vamos a llegar vivas a las fotos. No vamos a poder hacerlas.

- Que le den a las fotos – jadeó Alba, lamiendo el labio inferior de la otra.

Natalia volvió a adentrarse en esa boca hecha para el pecado, su sabor era adictivo.

Tras varios minutos de desenfreno, la morena puso un poco de distancia entre las dos.

- Creo que va a ser mejor seguir el protocolo.

- ¿El protocolo?

- Batín y biombo.

- ¿Eso quieres? – cuestionó.

- Es la única manera de hacer la sesión sin morir por combustión espontánea antes de empezarla – se encogió de hombros.

- ¿Seguro?

- Seguro, Albi. ¿Dónde está mi batín?

Tratando de rebajar la temperatura de sus cuerpos a base de sorbos de agua y desnudos por separado, ambas se prepararon para llevar a cabo el shooting.

- Vale, a ver, si de verdad queremos que esto salga bien hay que poner algunas normas – empezó Alba, cámara en mano, sin apartar los ojos de la seda negra que cubría la desnudez de la modelo.

- Miedo me das.

- Para estas sesiones, normalmente, monto prácticamente una coreografía. Y hay ciertos trucos, la modelo casi nunca está desnuda del todo. Hay mucha técnica y se necesita mucha concentración.

- Yo no sé si me voy a poder concentrar mucho, la verdad – admitió Natalia.

- Eso es lo que te iba a decir. Hay que conseguir un equilibrio entre esto irrefrenable que tenemos y la calidad técnica.

- Equilibrio – soltó una risita la modelo-. Tú y yo somos trapecistas, Albi.

- Por eso. Esto puede salir o excepcionalmente bien o tremendamente mal.

- Vamos a hacer una genialidad, no tengo ninguna duda – le aseguró Natalia, decidida-. Precisamente porque somos tú y yo.

- Mientras hagamos las fotos, intentemos tocarnos y besarnos con la mirada, sin contacto.

- Como la primera vez…

- En la teoría sí, en la práctica va a ser totalmente distinto.

- Eso espero.

- Nat, si vuelvo a tocar tu piel, no voy a ser capaz de despegarme – le fue totalmente sincera.

- Yo tampoco.

Se quedaron en silencio, mecidas por la música. En tensión, expectantes, impacientes.

Alba sacó unas cuantas fotos y dejó la cámara a un lado.

Se miraron a los ojos, muchísimo.

Finalmente, la fotógrafa llevó su mano al nudo que cerraba su batín de seda rosa.

Tiró del lazo con una lentitud que Natalia replicó, haciendo lo propio.

La tela se escurrió por sus cuerpos a la vez, acariciando cada curva, besando cada porción de piel que quedaba a la vista de la otra.

Se descubrieron a cámara lenta.

Ambas seguían el recorrido como si estuvieran presenciando algún fenómeno sobrenatural de belleza inigualable.

Una especie de ritual místico y mágico.

Tardaron unos largos segundos en cruzar miradas y, cuando lo hicieron, las dos se quedaron sin aliento.

Si la desnudez física les había puesto la piel de gallina y acelerado el corazón a todo lo que daba, la que los ojos se encargaban de reflejar las acababa de dejar fuera de juego.

La música de fondo ponía banda sonora al silencio que flotaba entre las dos, hasta que la fotógrafa consiguió encontrar palabras para romperlo.

- Nat, eres increíble - murmuró.

- Tú eres impresionante, Albi.

No dijeron nada más, realmente no hacía falta. Solo se admiraban, cómplices y estáticas.

No fue hasta el siguiente cambio de canción que la rubia se acordó de que tenía que sacar fotos.

Haciendo uso de toda su fuerza de voluntad, desvió la mirada de esa mujer mágica para buscar la cámara.

Aunque estaba convencida de que no necesitaba tomar ninguna instantánea para que esa imagen viviera para siempre en su memoria.

Antes de ponerse fotografiar su cuerpo para la sesión, Alba usó el objetivo para tratar de capturar de la manera más genuina posible lo que la mirada de Natalia le gritaba.

Eran tantas cosas, y otras tantas que la propia fotógrafa quería plasmar y reflejar en cómo la veía a través del visor, que de haber tenido carrete lo habría gastado entero solo en su expresión facial.

Cada pequeño matiz se le antojaba espectacularmente único. Por primera vez en su carrera, a Alba Reche le temblaba la mano al disparar el flash.

La rubia dejó caer la cámara y se mordió el labio, perdiéndose en esos ojos chocolate que le tenían la piel erizada.

Ambas suspiraron.

- ¿Empezamos? – preguntó finalmente la fotógrafa, señalando en dirección a la cama con la cabeza.

- Empezamos.

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