Capitulo 16 - Mátame, mi amor.
Daniel decidió ir al hospital a charlar con Alma cara a cara sobre el tema. Lo había pensado mucho porque él siempre era muy indeciso en esos temas que eran muy delicados. No tendría que preocuparse porque Alma tenía novio pero él no quería que piense cosas indebidas.
-Alma, ¿podemos hablar? –pregunto un poco tímido.
-Si, ¿de que? –preguntó Alma con una falsa sonrisa que aun ella no entendía porque le costaba tanto sonreír frente a él.
-Sobre lo que pasó hace un rato aquí con Frida, ella no tuvo que tratarte así.
-Tranquilo, no pasa nada. Todo está olvidado, ¿ok?
-¿Así tan fácil? No estabas molesta entonces…
-No Dany –dijo hipócritamente. Puso su mano sobre el hombro derecho de Daniel- me molesté por como me tomó por sorpresa Frida nada más –sonrió.
-¿En serio?
-Si –dijo asintiendo con la cabeza.
-Bueno, ¿Cómo está Tomás?
-Eh… -Alma esperaba que insistiera en hablar del tema pero al ver que no lo hizo sintió algo extraño pero trató de no darle importancia- está mejor por el ultimo parte medico.
-Ah… que bueno… -se quedaron callados durante unos minutos que para ambos parecieron eternos.
-¿Sabes que paso con el profesor Carlos?
-Surgió un problema en su casa y tuvo que viajar de vuelta. Según dicen vendrá una profesora al parecer esta muy buena por lo que hablan los chicos –sonrió pícaramente.
-Ay… hombres… -dijo Alma blanqueando los ojos.
-Ya quiero que llegue…
-¿Para hacer lo mismo que con Frida? –Alma no entendió como le salió eso.
-Entonces no estabas tan tranquila con lo que pasó.
-Sólo bromeaba… -estuvo seria por unos instantes luego rió tratando de que Daniel le creyera pero fue inútil.
-¿Sabes que eres muy mala mintiendo?
-¿Qué dices? No estaba mintiendo. Bah, quiero decir…
-No aclares que oscureces. –dijo él haciéndose el indiferente a cualquier comentario después del suyo logrando que Alma se molestase.
-Eres un estúpido… mejor me voy a ver como está mi novio –dijo demostrando orgullo para que Daniel se ponga celoso. Ni ella misma entendía sus propias actitudes antes Daniel, solo nacían de la ¿nada?
Alma caminó hasta la puerta de la habitación de Tomás cuando se abrió violentamente golpeando a Alma en el rostro. La puerta abría hacia adentro pero Tomás la había descolocado y cayó sobre Alma. Daniel corrió a socorrer a Alma, como ya lo había hecho en varias oportunidades. Daniel ni había llegado a levantar la puerta cuando Tomás lo tomó y lo lanzó por los aires con una fuerza inhumana dejándolo totalmente desvanecido en el suelo a varios metros de donde estaba Alma en las mismas condiciones o peores.
Daniel despertó y vio hacia la habitación donde estaba internado Tomás y la puerta derribada pero Alma no se encontraba debajo de la misma. Daniel se levantó como pudo y camino con mucha dificultad hacia la habitación. Cuando logró ver en su interior vio a un enfermero agonizando en el piso, tenia una herida importante en la parte del abdomen, se estaba desangrando. Apenas lo vio a Daniel se alteró y alzaba una mano como pidiendo ayuda. Se acercó al hombre herido y que logró pronunciar algunas palabras.
-Se… se la… lle… -escupió sangre y continuo- …gre, se la llevó –Daniel intentaba buscar a alguien que ayude al enfermero pero no había nadie a su alrededor ni por los pasillos. En ese momento sonó su teléfono.
-¿Hola? –respondió al teléfono con dificultad.
-¡Daniel, ayúdame! ¡Tomás está loco! ¡Se está acercando con un cuchillo y Alma está en el living desmaya… -en ese momento le pareció oír un golpe como si fuera del teléfono de Frida que se cayó al suelo y escuchó los gritos agónicos de la muchacha hasta que todo quedó en un profundo silencio.
-¿Frida? ¡Frida! –gritó, colgó y miró al enfermero y ya estaba muerto. Entonces se marchó como pudo hacia la cabaña de él.
Daniel corría como podía porque al parecer tenía una pierna fracturada o descolocado algún hueso. Luego de media hora llegó a la cabaña, la puerta estaba abierta. Daniel se acercó y vio a Tomás sobre Alma mientras estaba abusando sexualmente de ella.
-Daniel… ayúdame –suplicaba Alma muy débilmente.
Esa escena le provocó repugnancia pero a la vez mucho odio hacia Tomás, ¿Cómo era capaz? Entonces se lanzo sobre él y la quitó de Alma dejándolo que cayera al suelo. Abrazó a Alma.
-Tranquila, Alma –Alma lloraba con la poca fuerza que tenia- ¡Daniel!
-¡Aléjate de ella, maldito! –le advirtió Daniel, protegiéndola con su cuerpo.
-¡¡Ella es mía!! –gritó con una voz que no era la de él.
-Tomás, cálmate… sólo me esta defendiendo. Tú no estás bien, mi amor.
-¡Yo quiero tener sexo contigo, eres mi novia! –gritó enfurecido.
-Pero en estos momentos, ¿crees que estoy bien como para que lo hagamos?
-¡Si! ¡Tú eres mi novia!
-Estás equivocado. Aunque sea tu novia tienes que respetarla y si ella no quiere, ¡NO QUIERE! –le gritó Daniel ya perdiendo los cabales. Tomás se lanzó sobre Daniel mordiéndolo de una manera horrible. Alma estaba horrorizada, salió como pudo del sofá y buscó algo con qué golpear a Tomás, era la única forma que ya no atacase a Daniel. Alma divisó el cuchillo al lado del cuerpo de Frida, lo tomó llorando, no quería matarlo pero era la única manera que ya no atacase a nadie más.
-¡¡¡¡Aaaaah!!! –gritó Alma clavándole el cuchillo en el cuello provocando la muerte instantánea de su novio. El cuerpo de Tomás cayó hacia ella, que se dejó caer y quedó con el cuerpo de Tomás en sus brazos y en suelo.
-Alma… -dijo sorprendido Daniel intentando levantarse para sacar el cuerpo sobre Alma.
Alma lo miraba como una niña llorando de una manera conmovedora. Daniel quitó el cuerpo de Tomás y Alma se lanzó sobre sus brazos. Daniel le destrozaba ver a Alma así, así que también dejó caer sus lágrimas.
-¡Lo maté! –gritaba horrorizada dejando caer el cuchilla con sangre de Tomás en sus manos y su ropa.
-Tranquila Alma… tuviste que hacerlo –intentaba consolar vanamente a Alma.
Cuando Tomás se movió tratando se agarrar a Alma por los pies, la tomaba con todas sus fuerzas. Sus ojos eran totalmente negros entonces, en esa mirada se dio cuenta que Tomás no era Tomás.
-¡Mátame, Alma! No se va a ir… -volvió a escuchar la voz de Tomás una vez más, cuando le insertó el cuchillo nuevamente atravesando la carne y lo dejó allí.
-¿Qué fue eso? –dijo Daniel sorprendido.
-¡Tomas! ¡Fue Tomás! Y lo maté… ¡Lo maté una vez más! –se cubría el rostro dejando que sus manos ahora se mojaran con sus lagrimas de dolor, de un abundante y desolado dolor que penetraba su cuerpo como el cuchillo en el cuerpo de Tomás.
-Eres valiente Alma –dijo Daniel aun impresionado.
-No, soy una asesina… una maldita asesina –sus ultimas palabras se ahogaron en la mano de Daniel que cubrió los labios de Alma, no quería oír eso. No era cierto, ella no era una asesina.
-Alma, jamás vuelvas a pronunciar esa palabra –dijo llorando Daniel mientras la abrazaba fuerte. Quería cubrir todo su ser en sus brazos, quería separar ese dolor que tanto la hacia sufrir. Ambos se quedaron abrazados en medio de los cadáveres de Tomás y Frida. En una escena que quedaría grabada en la memoria de los dos como un recuerdo tatuado en su mente y en su corazón.
-¡Tomás, te amooo! –gritaba Alma como si Tomás fuera el aire- No, no quería matarte… no quería. Por Dios, ¿Qué he hecho? He matado a una parte de mi, he matado a un amor que estaba creciendo. Un amor que me hacia bien. Y ahora no lo recibiré, ¡¡por qué!! –continuaba con su duelo.
Daniel quería decirle que si recibirá amor, y más de lo que ella se imagina pero seria una falta de respeto, no era el momento oportuno.
Alma estaba tan sensible que lograba tocar su dolor, que estaba cerca de su pecho. Un dolor que la ahogada, que la inundaba y no la dejaba respirar. Veía como su gran amor se iba, se disolvía en el aire. Todo su alrededor era su dolor y ella.
Pasaron varias horas hasta que Alma se quedó dormida. Daniel no podía llamar a la policía porque iba a perder tiempo intentando hacerle que le crea lo que sucedió en verdad. Así intentó sacar los cuerpos con las pocas fuerzas que le quedaban. Una vez terminó, los había ocultado momentáneamente en el sótano. Luego tocaron la puerta mientras Daniel se estaba lavando las manos en el lavabo de la cocina. Logró escuchar quienes eran.
-Abran somos la policía federal, tenemos una orden judicial. Si no nos abren, entraremos por nuestra propia cuenta –Alma se había despertado unos minutos antes de que llegue la policía y le hacia señal a Daniel de que no le abra.
Daniel indicó a Alma que salga por la ventana de la cocina pero Alma no entendía, no lo iba a dejar solo.
-No te voy a dejar solo –le dijo en voz baja.
-Creo que no nos da otra opción que entrar por nuestra propia cuenta –advirtió uno de los policías.
-¿Qué hacemos? –preguntó Alma.
-Salgamos por la ventana –Corrieron hacia allí. Una vez Alma estaba fuera Daniel cerró la ventana. Alma se demostraba molesta por la acción de Daniel. Pero él le hacia señas de que huya y se alejó de la ventana. Dejando a Alma con ninguna otra opción que irse de allí.
Daniel le abrió la puerta a la policía.
-¿Qué estaba haciendo que no nos abría? –dijo con la mirada sospechosa.
-Estaba en el baño.
-Pero que inoportunos fuimos –dijo al parecer en un tono ironico.
-¿Qué se le ofrece?
-¿Su nombre?
-Daniel Greco.
-Bien, ¿usted conoce a un tal Tomás Ferro?
-Si, era… es un compañero mio –explicó Daniel.
-¿Era?
-Es, me corregí por si no escuchó bien.
-Bueno, un poco mas de respeto con la autoridad.
-Y lo mismo pido yo.
-En el único hospital del pueblo llamaron diciendo que un tal paciente Ferro había escapado y estaba en un estado muy nervioso e hirió a un enfermero que murió desangrado, ¿le es familiar lo que sucedió? –pregunto insinuante el oficial.
-Sí, yo estuve allí.
-Ah, entonces tendrá que acompañarnos a la comisaria para responder algunas preguntas
-¿Más?
-Sí, más preguntas.
Mientras metían a Daniel en la patrulla, Alma divisaba todo desde detrás de unos arbustos. Estaba pensando en cómo ayudar a Daniel pero no sabía cómo sin tener que exponerse pero si no se le ocurría algo tenía que hacer lo más razonable.