desnudArte | Albalia

By cuestiondepiel

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Natalia Lacunza es la modelo perfecta. Alba Reche es una fotógrafa peculiar experta en desnudar a las modelos... More

Prólogo
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Epílogo

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By cuestiondepiel

La próxima sesión en la que Alba y Natalia iban a trabajar juntas era de nuevo para Vogue, aunque esta vez participaban varias modelos.

Natalia estaba entusiasmadísima porque era un shooting que pintaba demasiado bien, pero por otra parte estaba inquieta por la nueva situación entre la fotógrafa y ella.

¿Qué situación? Una difícil de definir. El limbo de después de los primeros besos, ese en el que no hay reglas establecidas y se va de puntillas.

Como cuando se entra a una casa nueva y da pánico tocar o mover algo, por si se rompe.

Y más en el caso de ellas dos, que venían de una situación tan compleja y convulsa.

Esa prudencia se reflejaba tanto en los mensajes que habían intercambiado esos días, como en el momento de volverse a encontrar, rodeadas de decenas de profesionales.

Nada más llegar, la morena pasó por maquillaje, peluquería y vestuario. Allí coincidió con el resto de modelos, conocía a alguna que otra de vista y le parecieron muy majas.

- Este rollito vintage te queda genial – le dijo Greta, una actriz que también participaba en la sesión.

Natalia ni la escuchó, pues la fotógrafa hacía su entrada en el estudio en sudadera ancha arremangada y cómodos tejanos.

En cuanto Alba localizó a su morena favorita sonrió en grande. Y esta le devolvió la sonrisa, justo antes de girarse para prestare atención a la modelo que reclamaba su atención.

- Perdona, Greta, ¿qué decías?

- Nada, nada. Menudo privilegio de fotógrafa tenemos hoy, ¿eh?

- La verdad es que sí – estuvo más que de acuerdo.

- Tú ya has trabajado con ella, ¿verdad?

- Sí, Alba es una pasada.

- A mí me dijeron que había mal rollito entre vosotras – intervino Lucía, otra de las modelos.

- Eso es mentira, ya sabes cómo es la industria – disimuló Natalia.

- Vi tu primera sesión con ella… Sales espectacular, aunque bueno, tampoco es muy difícil – halagó con picardía, la morena sonrió con cierta timidez.

- Muchas gracias, Lucía.

Fueron varias horas de sesión, pues la idea era muy concreta y tenía que salir perfecta. Al ser tantas, eran necesarias más repeticiones, más parones, más todo.

Alba daba órdenes con la firmeza de siempre, sacando lo mejor de cada una. Siempre con las palabras justas, exudando control.

Natalia sentía que se derretía. Aunque estuviera rodeada de mujeres preciosas, solo tenía ojos y atención para ella.

- Natalia, más contacto visual con Lucía, porfa. Que salga bien el perfil.

En otras palabras, deja de mirarme tanto que me vas a gastar. Y se va a dar cuenta todo el mundo.

Lucía, encantadísima con la atención recibida, le dedicó a la modelo las más entregadas miradas.

- Me miras ahora a mí, Lucía.

Quítale los ojos de encima a mi morena.

Natalia alzó las cejas hacia ella, disimuladamente.

¿Estás celosita?

Alba le devolvió una mirada todo lo fulminante y seria que pudo.

Ni de coña.

Todo el equipo se reunió en torno a los monitores para ver el resultado, un buen rato después. Unos fotones marca Reche que iban a encantar a la revista.

La modelo abandonó el estudio con sus compañeras.

- Ha sido una sesión genial – apuntó Greta.

- La verdad es que sí, nos hemos compenetrado a la perfección, ¿verdad, Natalia? – comentó Lucía.

- Eh, sí, sí. Muy bien todo.

- Deberíamos darnos los teléfonos todas y… - propuso.

La morena miró el reloj, había quedado con Alba y no quería llegar tarde bajo ningún concepto.

- Perdonad chicas, yo me tengo que ir – se escabulló con una sonrisa de disculpas.

Natalia esperó a la fotógrafa en la puerta del aparcamiento del edificio. Había elegido no usar su moto y aceptar el coche que le ponía Vogue para recogerla de su casa, ya que Alba le había dicho que ella elegiría el sitio y sería la chófer.

El claxon de un coche rojo le hizo saber quién la esperaba dentro.

- Hola – murmuró Natalia, abriendo la puerta del copiloto y acomodándose en su asiento.

- Hola – le sonrió la conductora.

La morena no sabía si saludarla o no saludarla. Y, en caso de hacerlo, ¿un pico, un beso en la mejilla, un apretón de rodilla porque estaba conduciendo?

Alba se preguntaba exactamente lo mismo.

Un coche que también quería salir del edificio desechó cualquier idea, pues la rubia tuvo que arrancar rápido para quitarse de en medio.

- ¿A dónde vamos?

- Sorpresa – se hizo la interesante la fotógrafa.

- Dime que a comer sí, me muero de hambre – hizo la morena un pucherito.

- Vamos a comer a un sitio sorpresa.

- Mucho mejor así. ¿Puedo poner música?

- Solo si es de una playlist tuya.

- ¿Por qué?

- Porque me sirve para conocerte más.

Quiero saberlo todo de ella.

- Chica lista. A ver, qué tengo por aquí. ¿Te gusta Angèle?

- ¿Quién?

- ¿No sabes quién es? Ya no me gustas.

Alba casi pega un frenazo, pero trató de reaccionar con agilidad.

- ¿Quieres que de la vuelta y cancelamos el plan, si ya no te gusto?

- No, ahora quiero que conozcas a Angèle y te acuerdes de mí para siempre. ¿Hablas francés?

- No, ¿por?

- No sé, te pegaba. Escucha y flipa – le dio play al disco entero.

- Jo, me da pena llegar ya. Me gusta mucho – afirmó Alba un rato después, mientras buscaban sitio para aparcar.

- Misión cumplida – celebró.

Anduvieron un poquito antes de llegar a un local enano que, según el cartel, servía comida peruana vegana.

- Ahora vas a flipar tú – avisó Alba-. ¿Te gusta la comida peruana?

- Me encanta toda la comida.

- Pues la versión vegana de esto… No te vas a creer que no lleven ni carne, ni pescado, ni nada. Es más, premio si aciertas los ingredientes que los sustituyen – propuso Alba mientras esperaban los platos, que había pedido ella directamente.

- Eso es trampa, los ingredientes veganos tienen nombres rarísimos. Hay que hacer un máster para sabérselos…

- Bueno, te dejaré hacer alguna trampa – se encogió de hombros la fotógrafa-. La verdad es que a mí también me interesa que ganes.

Fue lo que dijo, pero también la forma en que lo dijo. Con su voz rasgadita y esos ojos de gata.

Quiere que me de algo.

- ¿Te interesa que gane?

- Mucho, Natalia.

- Nat está bien – corrigió.

- ¿Sí? – achinó los ojos Alba, tratando de asegurarse.

En la cabeza de ambas resonaba con fuerza aquella vez que la rubia usó el apodo con propósitos totalmente desacertados.

La fotógrafa se arrepentía muchísimo, no se reconocía en sus recuerdos.

Esa ya no soy yo. Ni lo voy a ser nunca más.

Natalia lo vio en sus ojos, sin necesidad de que lo pusiera en palabras.

- Seguro. El nombre completo solo si te enfadas conmigo. En el fondo, es una gran estrategia para adivinar cuando se viene mal rollito.

- Tu mente – hizo como que le explotaba el cerebro y luego soltó una carcajada que a Natalia le sonó a pura fantasía y no pudo evitar replicar.

Que no deje de reírse así, pensaron las dos.

- Venga, primera prueba. No mires. Yo te doy.

- ¿Cuándo hemos acordado que no podía mirar? – refunfuñó, pero cerró los ojos.

- Ahora mismo. Es ceviche, ¿vale? Obviamente, el pescado no es pescado.

- Gracias, Alba – ironizó, la rubia le pellizcó un moflete.

- Voy, ¿eh? Abre la boca.

Estuvieron jugando entre risas, aciertos, fracasos absolutos y muchos movimientos torpes. Natalia acabó con la cara manchada, pero una sonrisa que se le salía de la cara.

- Hala, hemos gastado todas las servilletas.

- Es que la puntería del avioncito… Regular – se burló Natalia-. ¿Sigo manchada?

- Un poquito. El chocolate, que no quiere abandonar tu cara – se lo limpió con el pulgar.

- Por algo será.

- Porque es preciosa.

Natalia boqueó como un pez fuera del agua, ante el inesperado piropo.

- ¿Vamos? – la instó Alba, disfrutando de su shock con una sonrisa de satisfacción.

- Vamos, vamos. ¿Buscamos una terracita y tomamos un café? Hace una tarde increíble.

- Claro.

Yo tampoco quería soltarte tan rápido.

- La sesión ha sido una pasada. ¿Has visto a las otras modelos? O sea, nivelazo, y yo ahí en medio.

- Donde te mereces estar – evidenció la rubia, dando un sorbo a su cortado.

- Está yendo todo tan bien últimamente que ni me lo creo.

- Y eso es lo bonito. Eres genuina, lo puede ver todo el mundo, por eso te va bien.

- Y tú una genia, eso también lo puede ver todo el mundo. Lucía me ha preguntado si había mal rollo entre nosotras. Que se dice, se comenta…

- ¿Y tú que le has dicho?

- Me he hecho la loca. Espero que haya colado.

- Bueno, luego en la sesión se le habrán ido las dudas.

- ¿Por qué lo dices?

- Porque no dejabas de mirarme – alzó una ceja.

- Ah, bueno, perdón, es que resulta que eras la que tenías la cámara en la mano y era una sesión de fotos y yo soy modelo... No sé, mi trabajo es mirar al objetivo – argumentó Natalia.

- Nat, por favor. Que ha sido muy obvio. Te he tenido que decir: mira a tu compañera, hay más gente en la sala – puntualizó la rubia entre risas.

- ¡No ha sido nada obvio! No mientas... Si no hubiese disimulado, sí que se habría dado cuenta todo el mundo, pero nadie me ha dicho nada después. De hecho, Lucía me ha tirado la caña descaradamente.

- ¡Cómo lo sabía!

- Te has puesto celosa.

- No me he puesto celosa.

- No te preocupes, ya te digo que no se ha dado cuenta nadie – le guiñó un ojo.

- ¿De qué se tendrían que haber dado cuenta? – buscó Alba en los ojos de la morena, instándola a poner en palabras eso etéreo que flotaba entre ellas.

Necesito escucharlo de su boca, lo que sea que crea que nos pasa.

- De que, inevitablemente, me encantas, Alba Reche.

La aludida sonrió.

- A mí también me encantas, Nat.

- ¿De verdad?

- Completamente en serio – se aseguró Alba de que lo viera claro y cristalino en sus ojos brillantes.

Se quedaron mirando, como siempre y como nunca a la vez. En la misma frecuencia.

- ¿Vas a querer tu premio? – habló finalmente Alba.

- Tres premios – corrigió la modelo-. He acertado tres.

- Dos y medio, que la última ha sido muy dudosa.

- Redondeamos a tres porque a la jueza la tengo en el bote – le guiñó un ojo.

- ¿En el bote? – se hizo la indignada-. Dos premios y da gracias.

- ¿Son besitos en el portal? – puso Natalia cara de gatito con botas.

- ¿Eso te gustaría? – se humedeció Alba el labio.

- Mucho – asintió.

La rubia no pudo evitar posar sus manos en la cara de Natalia y besar ese pucherito.

La modelo reaccionó rápido, atrapando los labios de Alba entre los suyos, para alargar el contacto.

- Este ha sido un bonus track, no cuenta – se justificó la fotógrafa.

No podía no besarte.

- No cuenta – concordó la otra, que se lanzó de nuevo a sus labios-. Y este tampoco.








Alba apagó el motor en frente del portal de la modelo. Natalia se desabrochó el cinturón.

- Quiero mis premios – pidió, poniendo morritos.

- ¿Sí? – se mordió el labio la rubia haciéndose la interesante, mientras se deshacía también de su cinturón.

Natalia asintió, clavándole la mirada. Alba llevó sus manos al cuello de la morena y esta hizo lo propio, pero posándolas en sus mejillas. Rozaron sus narices, se acariciaron, se olieron. Se acercaban, se rozaban, se alejaban.

Fue Alba la que terminó con el jueguecito, tirando del labio inferior de la modelo, para luego repasarlo con la lengua. Natalia afianzó más su agarre y atrapó su boca con la suya.

Otra vez el baile de lenguas, otra vez las ganas, las ansias, la pasión.

Les molestaba el cambio de marchas que las separaba, así que fue Natalia la que se abalanzó sobre el cuerpo de la rubia en la posición de conductora.
El culo de la modelo contra el claxon del coche, desencadenando un largo y molesto pito, les hizo estallar en carcajadas.

- ¡Qué vergüenza! Van a salir todos los vecinos y nos van a ver aquí devorándonos como adolescentes. ¿Cómo voy a volver a mirar a la cara a la Margarita?

Alba rio con ella y Natalia se bajó de encima, no era una posición nada cómoda para la fotógrafa.

- Pobre Margarita – le dio la razón.

- Ahora mismo iré a disculparme por el espectáculo.

- ¿Tiene que ser ahora mismo? Creo recordar que tu premio eran dos besos en el portal…

- ¿Y este contaba como uno? – celebró, mostrándole una hilera de dientes blancos y minúsculos.

- Según la jueza a la que supuestamente tienes en el bote, sí.

Natalia no desaprovechó ni un segundo. Se lanzó a su boca para compartir otro beso.

Besarla es como estar caminando por las nubes. No me quiero bajar.

- Gracias por la cita – murmuró cuando se separaron, minutos después.

- ¿Era una cita?

- ¿No era una cita? Vamos, Albi, ha habido tonteo, sonrisitas, miraditas, besitos en el portal… Te acabo de llamar Albi y no me has corregido… - enumeró.

- Vale, era una cita - aceptó-. Pero, para la próxima, vemos si revisamos los premios.

Necesito subir la apuesta contigo.

Doblarla.

- Iré pensando algo – le guiñó un ojo Natalia, antes de salir del coche.

Alba bajó la ventanilla y la retuvo antes de que se fuera para robarle un último beso.

- A mí siempre me gusta cuando vienen dos bonus track – le susurró al separarse.

- Lo tendré en cuenta.

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