[𝐁𝐫𝐢𝐠𝐡𝐭𝐞𝐬𝐭 𝐬𝐦𝐢𝐥�...

By mystfull

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(...) • Cuando la noche se asoma, Bokuto se transforma en un búho. Sólo dura hasta el amanecer, y debe manten... More

𝐀𝐜𝐥𝐚𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬.
OO1. 𝐇𝐨𝐨𝐭 𝐡𝐨𝐨𝐭.
OO3. 𝐀𝐪𝐮𝐞𝐥 𝐛𝐮𝐡𝐨.
OO4. 𝐀𝐪𝐮𝐞𝐥 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐨.
OO5. 𝐆𝐚𝐭𝐨 𝐍𝐞𝐠𝐫𝐨.
OO6. 𝐌𝐚𝐬 𝐠𝐚𝐭𝐨𝐬 𝐲 𝐛𝐮𝐡𝐨𝐬 (𝟏/𝟐).
OO7. 𝐌𝐚𝐬 𝐠𝐚𝐭𝐨𝐬 𝐲 𝐛𝐮𝐡𝐨𝐬 (𝟐/𝟐)
OO8. 𝐁𝐨𝐤𝐮𝐭𝐨-𝐬𝐚𝐧, ¿𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐬?
OO9. 𝐄𝐥 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐩𝐞𝐫𝐝𝐢𝐦𝐨𝐬. (1/3)
O1O. El tiempo que tuvimos. (2/3)
O11. El tiempo que nos pertenece. (3/3)

OO2. 𝐎𝐲𝐚 𝐨𝐲𝐚.

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By mystfull

(...)

Las clases acabaron, y fuiste fue hacia el gimnasio como siempre. Esta vez llegaste más pronto para poder hablar con tu senpai acerca de lo que quería que le contase. Viste que la puerta estaba abierta, así que asomaste tu cabeza levemente sin querer llamar la atención.

Allí se encontraba el capitán del equipo, practicando sus remates. La intensidad con la que golpeaba el balón te causaba escalofríos. Decidiste armarte de valor y deslizaste la puerta lentamente, caminando sutilmente hacia tu banquillo de siempre, sin querer llamar la atención del mayor.

Al soltar tus cosas con cuidado, te diste la vuelta y observaste al albino recoger el balón. Sin querer mantuviste mucho contacto visual. Bokuto esbozó una sonrisa brillante para luego acercarse a ti corriendo.

―¡Hey hey hey! ¡Buenas tardes, ___!―exclamó emocionado―.

―Buenas tardes, Bokuto-san―sonreíste amable―¿Me vas a contar ya lo que querías decirme o no?―te cruzaste de brazos.

―¡Oh sí!―sus ojos se iluminaron―Aún estás interesada, ¿eh?―bromeó mientras se sentaba a tu lado.

―Bueno, parecía ser importante...―murmuraste―.

Bokuto se tumbó, posando su cabeza en tus piernas semi-desnudas, no pudiste evitar sentirte nerviosa ante tal acto. Todo lo que implicase que aquel chico tan musculoso y confidente mantuviese contacto con tu frágil cuerpo te causaba nerviosismo. 

―Bueno... sé que sonará muy cruel―te miró―¡Pero vas a tener que esperar hasta la noche para saberlo! Estoy un poco cansado...―susurró en un tono bastante alto como para poder llamarlo 'susurro'.

Suspiraste rendida. Parecía que te estaba dando más intriga descubrir que quería.

―Está bien...―le miraste por unos segundos, viendo como empezaba a cerrar los ojos exhausto. No parecía haber dormido mucho la última noche, no se notaban ojeras ni nada por el estilo. Su expresión facial lo decía de por sí.

―¿Puedo echarme una siesta...?―parecía que el albino había leído tu mente―.

―Tranquilo, Bokuto-san. Puedes descansar por hoy...―sonreíste compadecida de como el mayor se encontraba ahora acurrucado alrededor de tu cuerpo―.

Agarraste la chaqueta del albino y se la pusiste por encima, te levantaste con sumo cuidado de no despertarlo y posaste su cabeza ahora en tu estómago, inclinándolo un poco hacia arriba. Obviamente pesaba, pero por esto mismo te apoyaste contra la pared y lo dejaste descansar extendido en el banco.

(Por si no lo visualizan, están de lado en el banco que está pegado a la pared).

Konoha y Akaashi entraron al cabo del rato, confusos porque la puerta estaba ya abierta y porque no veían a nadie. Akaashi miró a su izquierda y encontró la escena. Agarró levemente el brazo de Konoha y señaló lo que sucedía.

―Este chico...―negó con la cabeza―luego dice que ninguna chica se preocupa por él...―.

Saludaste a Konoha extendiendo uno de tus brazos. Éste se acercó.

―Si quiere dormir aquí va a haber mucho ruido. Es mejor que lo lleves a otra parte―te explicó tu senpai.

―¿Y a dónde lo llevo?―susurraste.

Konoha señaló el almacén donde guardaban todos los materiales de deporte.

―No creo que haya otro sitio mejor―se encogió de hombros para luego entre él y el azabache arrastrar sin hacer mucho ruido el banquillo hasta dentro con los dos encima. ¿Acaso serían capaces de levantar al capitán y llevarlo hasta ahí? No. En absoluto. (Bueno y luego Akaashi anda agarrando a Bokuto con una sola mano, en fin-)

Acariciabas el pelo del albino con cariño. Realmente te habías enamorado de él, pero no te diste cuenta hasta hace unas semanas gracias a la mánager Yukie. Mánager que se encontraba en el hospital en estos momentos debido a una lesión grave. Al menos estabas tú, la segunda mánager, para sustituirla.

―Me pregunto cuándo podré decírtelo...―murmuraste mientras jugueteabas con su pelo.

No pudiste evitar quedarte dormida junto a él.

(...)

La puerta del almacén se abrió, dejando ver a Akaashi mirar cómo Bokuto y tú dormían. La luna se empezaba a asomar.

Por más que el azabache quisiera, no podía despertarte ahora. Ya era hora de que tuviera que marcharse porque ya iba anocheciendo. Así que cerró la puerta de un gran estruendo, para despertarte apropósito.

Abriste los ojos se golpe, tu corazón bailaba mareado dentro de tu cuerpo por escuchar semejante estruendo. Quisiste levantarte. Entonces notaste el peso de tu senpai encima tuya. Tu cara se ruborizó al instante.

¿Cuánto rato habían dormido? ¿Por qué era ya casi de noche? ¿Nadie les avisó?

Todas esas preguntas rondaban tu cabeza, empezaste a mover tus piernas de lado a lado causando algo similar a mecer a un bebé.

―Bokuto-san...―susurraste. Éste notó como se movía de lado a lado y como le llamabas así que abrió los ojos confuso.

―Hmngh..... ¿qué hora es...?―murmuró somnoliento.

―Ya es casi de noche, dormiste toda la tarde―le explicaste.

Al escuchar esto, se levantó de un brinco, te miró sorprendido para luego salir del almacén aún con el peso del sueño encima y agarró sus cosas rápidamente.

―¡Bokuto-san!―le llamaste saliendo lentamente del almacén. Por haber tenido al chico encima, tus piernas se habían dormido y ahora no respondían.

―¡Lo siento, lo siento!―ya estaba cargando con todas sus cosas en sus brazos―¡Iré a las duchas, es mejor que te vayas ya, es tarde!―exclamó nervioso.

―¿Eh? ¿¡Ducharte ahora?!―protestaste―¡Como entre el conserje nos va a regañar!―le recordaste.

Él sólo de dedicó a gruñir frustrado. 

―¡Aaaahg! Entonces ve a dejar las llaves por mí―te lanzó las llaves bruscamente, las tomaste sorprendida por su extraña actitud pero aun así le hiciste caso.

Fuiste a colgarlas en su sitio, al interior de la academia. Saliste y viste que de nuevo ya era de noche. Suspiraste, al menos tú vivías sola y no te importaba llegar tarde porque tampoco tenías nada que hacer.

Decidiste esperar a Bokuto por un rato. Pero recibiste un mensaje mientras mirabas tu móvil:

"no m epers etoy dychnadme".

Miraste curiosa el mensaje y simplemente decidiste responder con un "ok" e irte.

(...)

Ibas caminando ya que perdiste el bus a casa. Mirabas a tu alrededor a la gente pasar, otros que venían del trabajo y se iban a tomar algo a los bares... suspiraste dejando escapar otro día sin saber qué era lo que quería tu senpai de ti. Últimamente actuaba más raro que de costumbre desde que te acercaste más a él.

Estabas a 4 calles de tu casa. Al menos ya casi llegabas y tendrías que hacer algo rápido de cenar. De repente alzaste la mirada porque caminaba contemplando el suelo y tu cuerpo se congeló.

Ahí estaba aquel búho de ayer que te arañó el hombro.

Lo miraste con cierto temor, ¿cómo estaba ahí ahora? Retrocediste asustada, haciendo que el búho ululase. Parecía que te llamaba.

Te detuviste y lo miraste dudosa. ¿Acaso estaba un búho intentando hablarte?

El animal se posó en una de las vallas de piedra de un lado de aquella calle y te miró fijamente con sus ojos ámbar. Empezó a moverse lentamente hacia tu posición.

Mirabas atentamente todo lo que hacía, veías como se acercaba a ti y bajaba su cabeza. Te acercaste comprendiendo que quería que lo acariciases así que eso hiciste logrando que éste se relajase y dejase acariciar.

Su pelaje era muy suave y precioso, había que admitir que era un animal muy bello de por sí. Continuabas acariciándolo logrando que el animal moviese sus alas de lado a lado simbolizando su felicidad. Después de unos minutos así, te despediste de él y empezaste a caminar rumbo a tu hogar.

Pero el búho te seguía.

Parecía que estabas perdiendo la cabeza, pero el animal volaba por encima tuya lentamente como si te estuviese acompañando. Suspiraste sin saber que hacer y seguiste caminando hasta llegar a casa, en donde en la entrada el animal hizo una especie de reverencia y se fue revoloteando.

―Dios... esto ya empieza a perder el sentido―murmuraste.

(...)

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