SAGA LUX III | Los colores de...

By Kath_B_Carlton

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La vida de Timaeus ha estado siempre llena de color, literalmente hablando. En el momento en que en su vida... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 27
¡Regresamos!
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31

Capítulo 26

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By Kath_B_Carlton

Timaeus

Reviso el retrovisor una vez más, no me lo estoy imaginando, ese auto nos está siguiendo y cada vez se encuentra más amenazadoramente cerca.

No es la primera vez que me siguen. Paparazzis lo han hecho por años, pero esta vez en desfinitiva no era una de esas. El auto en cuestión avanza temerariamente por los autos y cada vez se encuentra más cerca de nosotros. Esto me preocupa.

Tras pedirle a Maya que se comunique con Danielle, trato de mantener mi concentración en frente y mirar de reojo por el retrovisor, solo tengo una cosa en mente y es llevarnos a ambos a salvo.

Veo a Maya colocar su teléfono en medio de ambos y ponerlo en alta voz.

En ese momento escucho un estruendo parecido al de una pequeña explosión. Miro nuevamente por el retrovisor y alcanzo a ver un brazo salir desde la ventana del copiloto del auto que nos viene siguiendo, en su mano hay algo, pero no logro distinguir qué es o quizás solo sea mi estúpido cerebro negándose a aceptar lo que creo que es. Hay un segundo estruendo, pero esta vez se impacta en alguna parte de la camioneta.

¡Mierda! En este momento agradezco haberle hecho caso al cabezota de Apolo y comprar un auto blindado. Alguien no solo quiere alcanzarnos, buscan hacernos daño, solo no sé hasta qué punto.

Timbra una... dos veces... Danielle joder contesta de una maldita vez.

Como si hubiera escuchado mis pensamientos responde.

—¿Qué sucede? —pregunta de inmediato.

—Esto... —Maya se encuentra muy nerviosa al borde del pánico, puedo verlo en su rostro.

—Dan, alguien nos está siguiendo prácticamente desde que salimos de la Torre Black, pensé que sería algún reportero, pero tiene una manera de acercarse muy temeraria así que creo que puede ser algo más... además creo que han disparado hacia nosotros...

Maya contiene un grito ahogado al comenzar a entender lo que estoy diciendo. Esto es de terror.

Se escuchan algunos ruidos por el teléfono como si estuviera moviéndose.

—¡Mierda! ¿Tienes encendido tu GPS?

—Sí.

Se escucha claramente como comienza a teclear como posesa.

—Me he conectado remotamente a tu auto. Estoy programando una nueva ruta que debe aparecer... ahora —Tal como lo dice la navegación de mi auto comienza a guiarnos—. Yo salí poco después de ustedes estoy a un poco más de dos kilómetros de distancia, quiero que sigan mis instrucciones.

»Primero que nada, Maya. Necesito que te serenes. —Suena en calma, pero firme—. De momento quiero que te des vuelta e intentes describirme el auto que los sigue, si puedes ver la placa necesito que me lo digas.

Maya me mira asustada e intento de infundirle un poco de confianza al apretarle con delicadeza el brazo. Por un momento no estoy del todo seguro si lo hago por ella o para mi mismo.

—No consigo ver con claridad la matrícula, pero es un auto color azul oscuro Dodge.

—Perfecto, cariño. Ahora asegúrate de que tu cinturón este bien sujeto porque necesito que Timaeus aceleres.

Concentro mi mirada en la autopista acelerando a un ritmo constante para lo levantar sospechas. Ni de quien nos persigue ni de la policía, lo último que necesitamos en este momento es que la policía nos detenga.

—Bien, ahora toma la siguiente salida a la derecha. —Miro de reojo el mapa del GPS, pero hay ningún camino en el mapa.

—Dan, pero no hay ninguna salida.

—Confía en mí, Tim.

No era la respuesta que esperaba, pero tampoco es que tuviera una mejor opción.

Sostengo el volante con fuerza mientras lo giro para cambiar de carril, escucho a Danielle teclear. Reviso una vez más el retrovisor y veo que hemos ganado un poco de distancia con el auto que nos persigue, pero también están acelerando.

—Trav, necesito que abras la puerta Este, ¡ahora! —La escucho decir—. Tim mantente atento en menos de un kilometro verás un camino a tu derecha, pero necesito que aceleres lo que más puedas.

¿Cuántas probabilidades hay de qué algo salga mal al curvar a alta velocidad?

Muchas, demasiadas, más de las que estoy dispuesto a admitir. Porque si lo hago, reconocería que es una muy mala idea, pero la decisión está en hacer una maniobra estúpidamente arriesgada o seguir siendo perseguidos por un desconocido sin saber en qué pueda terminar. La verdad es que no sé cual de las dos es peor.

Hago presión en el acelerador y de inmediato siento el remezón por la velocidad, trato de mantener mi mente concentrada en el momento que vea el camino. Unos segundos más tarde veo una puerta abrirse en medio de la espesa vegetación del costado. Me sorprendo, pero no tengo tiempo para pensar en ello. Giro el volante con violencia y por un segundo siento pánico al sentir el jalón de la camioneta hacia un lado. Cuando siento las llantas del lado derecho tocar el pavimento soy capaz de respirar de nuevo y tomar el control de la camioneta.

Maya tiene los ojos abiertos como platos y respira superficialmente, está aterrada. Parece que estuviera a punto de tener un ataque y no me sorprendería para nada.

Reduzco la velocidad hasta que el auto se detiene, observo en el retrovisor que la puerta por la que entramos acaba de cerrarse. Estamos a salvo, en contra de todo pronóstico, estamos a salvo.

—¿Chicos, están bien? —pregunta Danielle por el teléfono que había olvidado por completo.

—Vivos, sí. Bien, no estoy tan seguro —respondo en un intento inútil por quitarle un poco de peso al asunto.

—Si puedes lloriquear estás bien. Sigan de frente por el sendero hasta que lleguen a la casa. Deberían verla en un par de minutos. Nos vemos ahí. —Dicho esto cuelga.

Compartimos una mirada extraña con Maya. ¿A dónde nos ha traído, Danielle? El lugar ya es bastante sospechoso de por sí, por suerte confiamos en ella.

Seguimos por el camino durante poco más de un minuto cuando diviso una mansión, porque definitivamente no es algo a lo que yo llamaría una casa. Es, probablemente, más grande que nuestra casa y eso ya es palabras mayores. Es completamente de vidrio y sin embargo, no se puede ver nada a través de ella, solo se refleja el exterior. Algo extravagante para mi gusto, pero eso no le quita lo imponente. Un poco antes que lleguemos veo el auto de Danielle estacionarse frente de la puerta. Veo a su chofer bajar a abrirle, ella desciende del auto y espera hasta que aparcamos junto a ella.

En cuanto apago el auto puedo respirar tranquilo, me giro para comprobar el estado de Maya, y por suerte el color a regresado a su rostro, pero logro darme cuenta de que tiembla un poco. La adrenalina inicial está comenzando a desaparecer y eso está provocando que su cuerpo entre en shock. Estiro mi brazo para tomar la chamarra que siempre tengo en el auto por si acaso, la tomo y bajo del auto. Danielle asiente con la cabeza mientras rodeo el auto hasta el asiento del copiloto. Abro la puerta y Maya me mira aún nerviosa. La rodeo con mis brazos y coloco mi chamarra encima de sus hombros. Ella esconde su rostro en mi pecho durante unos segundos, hasta que la escucho tomar una profunda respiración y levantar su rostro hacia a mí.

Mis manos pican por tocarla, acabamos de pasar algo de locos y aún así en este mi cuerpo solo reacciona a ella, a su cercanía. Acaricio su mejilla con el dorso de mi mano para aliviar en una pequeña medida el cúmulo de sentimientos encontrados que tengo en el pecho en este instante. Por ahora solo puedo elevar una oración al cielo en agradecimiento de que pude traerla a salvo y pedir porque Dios me ayude a poder protegerla siempre.

Alejando esos pensamientos de mi cabeza, me retiro un poco para poder permitirle bajar y avanzamos hasta donde Danielle nos espera.

Al estar a su altura ella palmea mi hombro.

—Lo hiciste muy bien, Tim. —Pasa su mirada a Maya—. Tú también, eres muy fuerte, cariño. Eso te ayudará toda tu vida —le dice acariciando su mejilla—. Bueno, esta es una situación un tanto extraña, pero quiero darles la bienvenida a nuestra casa.

Nos guía hasta la puerta. Esta se abre y un extrañado Travis nos mira.

—Pasen chicos, ya me contarán qué sucedió.

Al entrar lo primero que me llena los sentidos es el delicioso aroma de galletas de vainilla. Necesito controlarme para no gemir del gusto. Amo las galletas de vainilla como pocas cosas en este mundo y aunque puede considerarse un gusto un tanto infantil, no puedo renunciar a ellas y mucho menos si se tratan de galletas caseras.

—Parece que llegamos justo a tiempo —exclama Danielle dejando su bolso en el sofá del salón.

No es hasta que Danielle ha hablado que mi mente regresa a su lugar y aprovecho para darle un ojo a la casa. Es un lugar muy espacioso con juguetes por doquier. Imagino que toda la casa es el campo de juegos de los hijos de Danielle y Travis.

Una mujer mayor se asoma de la cocina abierta y nos mira curiosa.

—Abuela Jo, déjame presentarte a Timaeus y a Maya, trabajan conmigo en la empresa.

Ella aplaude y sonríe contenta.

—¡Qué maravilla! No saben el gusto que me da conocerlos, estos chicos me tienen escondida como a un secreto sucio —se queja.

—¡Abuela! —replica Travis en un intento vano por reprenderla y su abuela le responde con una mirada severa.

—No me levantes la voz muchachito, que bien puedo darte collejas si me lo propongo. —Se vuelve a nosotros y su sonrisa reaparece como por arte de magia—. Pasen chicos, acabo de preparar galletas y estoy segura de que irán perfectas con un poco de leche.

Busco con la mirada a Danielle y ella solo se encoge de hombros y señala la cocina.

—Nadie hace esperar a la abuela Jo.



Luego de comer tantas galletas como para sentirme lleno, y vaya que esas son muchas galletas, la abuela Jo se lleva a Marnie y a Joe para que nosotros podamos conversar de lo sucedido.

Travis se cerciora de que nos encontremos solos antes de volver a sentarse en la mesa con nosotros.

—Bueno, ahora díganme ¿qué fue lo que sucedió? —pregunta Travis carente de su buen humor tan característico de él.

Veo como Maya se tensa a mi lado. Jo, la abuela de Travis había logrado que se relajara un poco e incluso que disfrutara de las extrañas historias de los niños. Sin embargo, la sola mención de lo sucedido la ha puesto en estado de alerta nuevamente y no puedo culparla. Quizás si ella no estuviera aquí yo abría terminado lloriqueando como un niño, pero en este momento siento que debo ser fuerte por los dos, que debo protegerla a toda costa.

—Alguien siguió a los chicos —comienza Danielle con tono calmado.

—¿Y eso no es lo que hacen siempre? —pregunta Travis sarcástico.

—Trav, esto es serio —lo reprende sin perder la calma—. No habría traído a los chicos de no tratarse de algo de vida o muerte. No solo los seguían, atentaron contra ellos, la camioneta de Timaeus tiene al menos dos impactos de bala.

Me di cuenta de inmediato que a Travis no le gustaba que estuviéramos ahí. No porque no le agradáramos ni nada por el estilo, sino porque el hecho de que conozcamos su residencia nos pone en más peligro a nosotros y a ellos.

—Vaya tienen suerte de haber salido de una sola pieza —comenta ahora más cómodo Travis—. Será mejor que eleve la seguridad de las entradas, quién sea que estaba detrás de ustedes no creo que vaya a quedarse tan tranquilo luego de que «mágicamente» —Dibuja las comillas con sus dedos—. Desaparecieran.

Travis sale dejándonos solos con Danielle. No puedo evitar observar algo nervioso a Maya, no ha dicho una sola palabra y temo que se encuentre en estado de shock.

—Tim. Necesito que pienses en quién quisiera hacerte daño. Es decir, este ataque no es al azar, alguien sabía dónde encontrarte y qué auto es el tuyo, es demasiado preciso como para pensar en que se trate de una mera casualidad.

—La única persona con la que te tenido algo parecido a un altercado es Sanders y Bradley.

Maya me mira de inmediato y coloco mi mano sobre la suya.

—Me las encontré esta mañana mientras buscaba departamento —explico.

—No sabía que pensaras mudarte pronto.

—Apenas lo decidí ayer. —Su mirada va de mí a Maya y asiente.

—Entiendo, también está lo sucedido con Thanos. Sin embargo, aunque es algo de lo que Bradley es perfectamente capaz, no es su estilo. Ella tiende a ser más directa en sus ataques. Ahora con lo que respecta a Sanders, no sabría decirte bien. Tengo la desgracia de conocer a su padre, un hombre detestable sin duda alguna, pero no conozco su modus operandi. Vas a tener que ser mucho más cuidadoso de ahora en adelante, al menos hasta que sepamos algo más.

Travis vuelve a la cocina en ese momento.

—No hay ningún movimiento extraño —nos informa tomando asiento—. Creo que lo mejor es que se queden aquí esta noche, hasta que tengamos un plan de acción.

—Pero no puedo dejar solo a Tom. —Escucho decir a Maya.

Una sonrisa aparece en los labios de Travis y asiente.

—Es verdad, por lo que llamaremos a Dray para que lo acompañe. Estoy seguro de que no será ninguna molestia —sentencia de tal manera que queda completamente claro que no acepta replica—. También llamaremos a Apolo y veremos qué tiene que decir al respecto, pero en lo que a mi respecta su seguridad y la de mi familia van primero y no pienso dejar nada al azar.

—Te dará un infarto por tratar de controlarlo todo —comenta Danielle mirándolo con desaprobación.

—Vamos, cariño. Todo aquello que yo no logro controlar lo haces tú. Somos un solo conjunto de imposibles. —Se acerca a ella y deposita un beso en su mejilla.

Por un segundo me hacen preguntarme qué es lo que se necesita para llegar a tener una relación como la de ellos dos. Es decir, ambos tienen el carácter especialmente difícil y aún así avanzan con tanta armonía que si no lo viera pensaría que es un cuento. Son capaces de leerse, de entenderse y apoyarse con una sola mirada.

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