desnudArte | Albalia

By cuestiondepiel

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Natalia Lacunza es la modelo perfecta. Alba Reche es una fotógrafa peculiar experta en desnudar a las modelos... More

Prólogo
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Epílogo

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By cuestiondepiel

Fotógrafa y modelo se encontraron cara a cara en el portal de la rubia.

Natalia sostenía los dos cascos de la moto en sus brazos, mientras observaba cómo Alba se acercaba.

Es guapísima.

La rubia pensó lo mismo, al repasar con su habitual intensidad el outfit de la morena.

La chaqueta de cuero le queda como a nadie.

Se saludaron sin tocarse, presas de los nervios. Un tímido murmullo de “holas", ojos brillantes y sonrisas comedidas.

La morena ayudó con el casco a la otra, quien luego se mostró decidida a aferrarse a su cintura durante el trayecto.

- No es que me dé miedo, es solo que no me fío – le confesó en un semáforo.

- ¿De mí? Haces bien, Alba Reche – bromeó la modelo, contribuyendo a destensar el ambiente mediante pequeños piques durante el trayecto.

Natalia aparcó la moto cerca del restaurante elegido, ayudó a Alba a bajar e hizo lo propio. Guardaron los cascos y anduvieron un par de calles.

- Es aquí, los mejores platos vegetarianos de la ciudad – informó la morena.

- ¡No me lo puedo creer! ¡Es mi restaurante favorito de Madrid! El top uno, de verdad, vengo siempre – flipó la fotógrafa.

Dado que había sido Alba la que había propuesto cenar, había dejado en manos de la modelo escoger sitio, aunque le había chivado sus particularidades a la hora de la comida.

- ¿Entonces, he acertado? – sonrió Natalia.

- De lleno. Vamos para dentro, te enseñaré mi mesa favorita.

- No, no, la voy a adivinar – la frenó.

Ambas entraron, pidieron mesa para dos y la modelo fue directa a la del ventanal que daba a la calle más concurrida.

- Eres fotógrafa, te encanta observar. Obviamente, esta es tu mesa favorita.

- Obviamente – asintió, tomando asiento.

La camarera se acercó a tomar nota de la bebida y les tendió sendas cartas.

- ¿Eres de las que pide siempre lo mismo o vas cambiando? – preguntó Natalia, mirándola por encima del menú.

- Siempre lo mismo, a ver si aciertas el qué.

- Mmm… - la morena miraba la carta y a Alba alternativamente, con una seriedad que hizo reír a la rubia-. Tienes pinta de que te guste la verdura, pero algo elaborado y vistoso… Así con colores, estético… Una simple ensalada, ni de coña.

Alba se mordía la sonrisa para no dar pistas, le parecía interesante cómo con la escasa información que tenía oficialmente de ella, podía llegar a intuir cosas con cierto nivel de acierto.

- ¿Y bien? ¿Cuál es tu apuesta? Se agota el tiempo – señaló con la cabeza a la camarera, pendiente de ellas, aunque le hizo un gesto con la mano.

Esto va para largo.

- Venga, ratatouille de verduritas. Bonito, sofisticado, pero respetando la esencia del producto… Te pega – se decidió.

- ¿Es tu respuesta final? – alzó una ceja y la morena analizó su mirada con el ceño fruncido, en señal de concentración.

- Sí – asintió súper segura.

- Pues te equivocas.

Natalia bufó, lamentándose.

- ¿Y cuál es, a ver?

- La sopa.

- Venga ya, Alba. ¡Nadie pide sopa!

- Yo sí. Y la de aquí es la más rica de la capital, además.

- Va a ser verdad que eres especialita…

Alba rodó los ojos.

- Verás como yo sí que acierto lo que vas a pedir tú.

- Difícil – se hizo la chula la modelo.

- No pareces para nada de las típicas que viven obsesionadas con la comida, así que lo aburrido y detox lo descartamos.

Natalia sonrió, disfrutando de saber las impresiones que tenía sobre ella.

- Ajá…

- ¿Eso es que voy bien o mal?

- Ajá…

- No pongas esa cara de modelo sin expresión, que me pone enferma – pidió la fotógrafa, la morena carcajeó.

- Perdón, perdón. Venga, que tengo hambre – la apremió, guiñándole un ojo.

- No eres vegetariana, eso me lo has dicho. Entonces, los que coméis carne siempre tenéis curiosidad por saber si notáis la diferencia cuando hay la versión vegana. Así que estoy entre la hamburguesa y los tacos. Mmm… creo que tacos. Menos típico. ¿He acertado?

- No, para nada – dijo rapidísimo.

- Claro que he acertado, mírame a los ojos – atrapó su mentón con la mano.

- Bueno, vale, tú ganas – alzó las manos en señal de rendición.

- ¿Y qué gano?

Silencio.

Silencio que la camarera interpretó como su turno para tomarles nota, interrumpiendo el momento.

Hicieron su pedido y continuaron hablando de banalidades hasta que llegaron los platos.

- ¿Está bueno?

- Buenísimo, parece carne de verdad – Natalia examinaba el interior del taco con tanta atención que hizo sonreír a la rubia-. Es verdad que siempre me sorprenden estas cosas. ¿Es que cómo lo hacen?

Pero si es un bebé, pensó la rubia.

- Magia y creatividad, Natalia – se encogió de hombros.

- ¿Está rica tu sopa? – hizo una mueca.

- No te atrevas a burlarte de mi sopa, es un manjar de los dioses.

- Vale, vale.

Comieron entre bromas, curiosidades, experiencias dentro de la industria y fuera de ellas. La conversación fluía, sin tensiones, sin silencios incómodos.

Demasiado a gusto estamos, para lo que ha costado llegar hasta aquí.

- ¿Siempre quisiste ser fotógrafa?

- Siempre. Mis padres me compraron mi primera cámara de usar y tirar a los seis años y fui la más feliz del mundo.

- ¡Qué mona!

- A ellos no se lo parecí tanto - rio-. Cuando revelamos las fotos del primer carrete, se dieron cuenta de que había sacado más de veinte a una florecilla de nuestro jardín. Me dijeron que había gastado todas las fotos innecesariamente y yo no lo entendí…

- Para ti todas eran diferentes.

- Exacto, necesité captar cada matiz, cada vez que la iluminación del sol era distinta… Demasiado para una niña tan pequeña. Y ya cuando empecé a sacarle fotos a mi hermana… ¡gastaba el carrete entero en primeros planos!

- Toda una vocación, entonces.

- Sí, desde entonces vivo en la búsqueda de la foto perfecta… ¿Y tú?

- A mí me flipaba ponerme la ropa de todo el mundo, crear looks imposibles, caminar pasillo para adelante y para atrás con muñecos sentaditos que me miraban… Y luego crecí y, de repente, medía uno ochenta. No tuve mucho que pensar.

Para el postre compartieron una tarta de zanahoria entre las dos.

- Esto… yo quería pedirte perdón de nuevo – se puso seria la rubia, con la mirada fija en el plato.

- ¿De nuevo?

- Sí – la miró-. Por cómo jugué contigo las primeras veces, lo siento muchísimo y me arrepiento aún más. Estoy demasiado acostumbrada a trabajar poniendo el fin por encima de los medios y no sé medir. Me obsesiona captar el fondo de las personas, diferenciarme, ir más allá… y no pienso en que puedo hacer daño. Pero está claro que sí lo hago. Así que lo siento mucho, de verdad.

- No te voy a negar que lo que consigues sacar es oro puro, ya lo sabes, y de ahí viene todo el reconocimiento pero…

- Las formas son muy discutibles, lo sé – terminó la frase-. Ya ves que estoy tratando de cambiar eso y obtener la foto perfecta igualmente sin joder a nadie.

- Tienes talento de sobra para no tener que usar tus malas artes… ¿Te puedo preguntar algo?

- Claro – tragó saliva Alba, tensa de repente.

- En la primera sesión que tuvimos, cuando cerré los ojos y desapareciste, ¿era todo parte del juego?

- Me costó toda mi fuerza de voluntad separarme. Y fui mucho más allá de lo que suelo ir. A mi conciencia siempre le digo que fue para conseguir mi propósito pero, siendo honesta, hubo mucho instinto. Siempre ha estado ahí, entre nosotras.

La modelo llevó a la fotógrafa hasta su casa. Ambas bajaron de la moto y caminaron hasta el portal.

- Gracias por traerme… y por la cena. Me lo he pasado muy bien – empezó la despedida Alba, con las llaves entre las manos.

- Yo también me lo he pasado muy bien conociéndote un poco más. Eres una especialita interesante, ahora que puedo entrever que muy en el fondo tienes escrúpulos y hasta sensibilidad. ¿Tendrás también corazón? – bromeó, rascándose la barbilla.

- Habrá que descubrirlo – siguió el rollo la fotógrafa-. Tú eres mucho más que una modelo perfecta. Muchísimo más.

- Me alegra saberlo – le regaló una sonrisa.

- ¿Me vas a dar mi premio? – se envalentonó Alba.

- ¿Qué premio?

- He acertado lo que ibas a pedir, tendré que ganar algo… - alzó las cejas.

- Mmm… - se acercó y posó la mano en su cintura-. Has ganado un beso.

- ¿En serio? – rio la fotógrafa.

- ¿No lo quieres? – la soltó y dio un paso atrás-. Pues nada, me v…

Alba tiró de su cinturón y la atrajo hacia ella para cobrarse su recompensa.

Un juego de lenguas encantadas de conocerse por segunda vez. Un baile de tirones de labio, pausas, miradas intensas y saliva compartida.

Se separaron, ambas jadeando y con las frentes pegadas. Abrieron los ojos.

- Buenas noches, Alba. Que descanses – le regaló la modelo un último pico, antes de dar un paso atrás.

- Natalia…

- ¿Qué?

- No sé si ha quedado suficientemente claro, pero quiero que sepas que voy a valorar todo aquello que quieras darme y las puertas que quieras abrirme. Y te admiro mucho por tener la valentía de exponerte ante alguien como yo. Prometo cuidarla.

- ¿Mi valentía?

- Sí. Y devolvértela con la mía, si me dejas.

- Me gusta el trato – le regaló Natalia una última sonrisa antes de marcharse.

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