Maltratada por un profesor

By wildsweetnesss

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Y es que jamás habrá algo peor, que ser maltratada por un profesor. _______________________________ Novela. T... More

Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo extra. (Narra Tad).
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo extra. (Narra Aaron).
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31. (Capítulo final)
Epílogo.
Agradecimientos:
NUEVA NOVELA

Capítulo 3.

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By wildsweetnesss

Aaron me espera a la salida del colegio, mirándome con una de sus sonrisas amplias de siempre. Parece que no hubiera dormido por un mes entero; sus ojos me observan por encima de unas notables ojeras, y su pálido rostro hace un gran esfuerzo por sonreírme. Me alegra saber que ha venido sólo para estar un rato conmigo, pero reconocer que lo ha hecho enfermo, de pronto, hace que me sienta enteramente culpable.

- ¡Qué bueno verte, preciosa! -Me saluda, agarrando mis cosas para llevarlas por su cuenta. Trato de impedírselo, aferrándome a mis pertenencias por un instante. Pero Aaron, que es fuerte incluso estando enfermo, consigue arrebatármelas sin haberse esforzado para hacerlo.

- No debiste tomarte la molestia de venir por mí, Aaron. Realmente no te ves bien.

- ¡Tonterías! -Protesta, divertido-. No hay nada que me impida venir al colegio por ti. Ni siquiera un resfriado de fin de semana, que por cierto, no será suficiente para negarme ir a la fiesta de esta noche.

Mientras caminamos, pienso en lo diferentes que somos Aaron y yo. Él es un chico atractivo, alto, y musculoso. Su cabello es una extraña mezcla entre rubio con castaño, y posee unos ojos color verde que intimidan. Además es popular; muchas chicas van babeando tras él, pero Aaron parece ni siquiera distinguirlas. Está todo el tiempo cuidando de mí, tanto así que ni siquiera se preocupa por tener una cita con alguna de las muchas chicas que enumera su lista de pretendientes.

Quizá sea mi mejor amigo, pero hay miles de razones por las que aún sigo preguntándome por qué se preocupa tanto por mí.

- ¿Ha sucedido algo nuevo durante las clases hoy, hermosa? -Pregunta, y es tan acertado que tengo que aclararme la garganta para soltar algo audible.

- Hay un nuevo profesor de inglés -Él abre los ojos de golpe, y puedo jurar que hace su mayor esfuerzo por no perder el control. Yo también hago lo mismo, impidiéndome recordar al nuevo profesor mientras me sujetaba el brazo al final de la clase y me decía que no era invisible para él.

- ¿Cambiaron al viejo Patterson?-Me pregunta, aunque simplemente lo hace para creérselo él mismo-. ¿Cómo pueden? ¡Ese viejo me hacía pasar la materia y yo nunca hice algo en su clase! ¡Haré que lo traigan de regreso! ¡Haré una recolecta de firmas para la causa!

- No lo sé. Este nuevo profesor parece ser agradable para todos.

- ¿También es un viejo olvidadizo como el señor Patterson?

- Tiene veintidós años -Le informo a modo de respuesta, mientras cruzamos la calle y empezamos a caminar por el parque.

- ¿Veintidós? ¡Pero es demasiado joven!

- Y además es el hijo del rector.

- ¿Del rector? -Grita, deteniéndose en la mitad de la acera-. ¿Por casualidad es Tad Abernathy?

Trato de recordar su nombre, y luego asiento con la cabeza.

- Creo que ni con un millón de firmas haríamos que lo echaran. El rector está demasiado orgulloso de su hijo, sería incapaz de negarle lo que quiere -Dice, tan desilusionado como yo-. Bueno, creo que me estoy tomando las cosas a la ligera. Aún no lo he conocido, puede que sea un tipo agradable -Hace una pequeña pausa, y luego me mira-. Es un tipo agradable, ¿verdad?

Recuerdo su sonrisa, su mirada profunda, y su ánimo increíble. Tal vez sea un tipo agradable, pero el simple hecho de que me haya distinguido aun a pesar de lo poco visible que soy, no me da una completa seguridad de ello.

- No lo sé; es como todos los profesores en su primer día -Sacudo mis brazos y él los observa, sólo de ese modo consigo apartar su vista de mi rostro para que no note el dolor que me invade al tener que mentirle.

Aaron clava sus ojos verdes en mí, con esa mirada intimidante que espera por una verdadera respuesta saliendo de mis labios. Pienso que ha descubierto mi mentira, pero en vez de soltarle la verdad como normalmente lo haría con esa mirada, me quedo callada y rígida, tal cual lo haría si se tratase de mi padre y no de mi mejor amigo.

- Tu abrigo -Masculla finalmente, y entonces descubro que lo que le preocupa resulta mucho más peligroso que si hubiera descubierto mi mentira-. ¿Qué tratas de ocultarme, Ellie?

Escucho mi nombre saliendo de sus labios, y sólo me permito tragar en seco para no demostrar el dolor que eso me provoca. Aaron jamás me llama por mi nombre, y cada vez que lo hace reconozco perfectamente que está enfadado conmigo.

- No te oculto nada, Aaron -Hago un intento por responder, pero se me atascan las palabras y sueno como si me estuviera quedando muda.

- ¿Entonces has decidido usar un abrigo cuando estamos a más de 30 grados de temperatura? -Escupe, acercándose y tomándome del hombro con cuidado-. No soy estúpido como los demás, Ellie, lo sabes muy bien. Es él, ¿verdad? ¿Te ha vuelto a lastimar?

- No. Son las heridas de hace dos semanas -No vale la pena seguir mintiendo, así que se lo suelto todo, sin guardarme nada-. Mi padre aún no está en casa, Aaron. Quizá regrese dentro de dos semanas más; todavía no es La semana del mes.

La semana del mes son los siete días más horrorosos en casa. Para esa semana, mi padre regresa a casa y las cosas cambian con tan solo oírlo respirar. Por lo general, mi padre está fuera de la ciudad; a veces más tiempo para permitirnos a mi hermano menor y a mí estar tranquilos sin su presencia por un mes completo, otros meses, regresa antes de lo anticipado y se queda por dos semanas o tres.

Aaron es la única persona que conoce el horror que vivo en La semana del mes. Me ha visto llorar, me ha visto herida físicamente, e incluso me ha oído gritar. Nunca ha visto a mi padre en acción, pero lo ha oído a través de las paredes, cuando me llama por el apodo que usaba mi madre para mí; justo en ese momento, tanto Aaron como yo sabemos que lo que se viene no será bueno.

Su casa queda junto a la mía, y jamás estuve tan feliz de que fuera así. Algunas veces, cuando mi padre no nos deja dinero para comprar las cosas, su madre prepara comida para mi hermano y para mí, e incluso me deja dormir en la habitación para huéspedes en los momentos más terribles de La semana del mes. Sólo he dormido una vez en casa de Aaron, y desde entonces juré no volver a hacerlo por el resto de mis días.

- Déjame ver tus heridas -Pide Aaron, tan repentino que no alcanzo a procesarlo.

- Aaron, no creo que...

- ¡Déjame ver tus heridas, Ellie! -Esta vez me exige a gritos y me obligo a no temer ante su reacción.

Me quito el abrigo, dejando a la vista una variedad de moretones y heridas en mis brazos. Tengo otras marcas esparcidas por mi cuerpo, pero están ocultas bajo mi uniforme escolar, y no creo que Aaron sea capaz de desnudarme para permitírselas ver.

- No puedo creer que le permitas todo esto -Su mirada viaja por cada una de mis heridas, y sus ojos verdes se opacan por la furia.

- Es mi padre -Digo, como si eso fuera suficiente para aceptar tanto maltrato.

- Eso no tiene nada que ver. Podrías ir a la policía y enseñar tus moretones. ¡Lo dejarían pudriéndose en la cárcel como se lo merece!

- ¡No puedo hacer semejante cosa, Aaron! -No recuerdo en qué momento hemos empezado a gritarnos el uno al otro, pero agradezco que nuestros alrededores estén tan solitarios como para permitirnos escuchar el eco de mi voz.

- ¿No? ¿Y es que quieres pasar el resto de tus días sufriendo por un imbécil como él? -Me mira a través de sus ojos verde oscuro-. ¿Qué rayos es lo que te impide denunciarlo, Ellie?

La respuesta se catapulta en mi mente, picando mis ojos para que las lágrimas se amontonen tras ellos.

Hay muchas razones por las que aún no he denunciado a mi padre por todas las cosas malas que nos ha hecho a mi hermano y a mí. Aaron conoce la mayoría de ellas, pero no conoce la principal, aquella que me tiene verdaderamente atada a mi padre a pesar de todo el daño que me genera. Y quizá nunca la conozca, porque yo jamás le permitiré saber la espantosa verdad de mis pesadillas.

Cierro los ojos y me impido llorar, no ahora, y no frente a Aaron.

- Tengo que llegar a casa, mi hermano me espera -Murmuro, haciendo mi mayor esfuerzo por no perder la voz.

Aaron suelta un suspiro de frustración, y me deja frente a mi casa en completo silencio. Tomo mis cosas, preparándome para entrar disparada a mi casa, hasta que su mano sujeta mi brazo y me impide seguir con mi camino.

- Esto no se acaba aquí, Ellie -Me advierte, mirándome dolido-. Sé que me has mentido, y me debes una explicación por la que no consideras un tipo agradable al nuevo profesor de inglés.

Él me mira, exigiendo una respuesta con sus ojos. Pero yo huyo, antes de que pueda enterarse de la incomodidad que me genera la inoportuna aparición del profesor Abernathy.

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