desnudArte | Albalia

By cuestiondepiel

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Natalia Lacunza es la modelo perfecta. Alba Reche es una fotógrafa peculiar experta en desnudar a las modelos... More

Prólogo
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Epílogo

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By cuestiondepiel

Natalia revisaba el calendario que Sabela le acababa de pasar y sus ojos viajaron rápidamente a un evento marcado en rojo: A Oscuras - Alba Reche.

Era en las oficinas de Vogue y no tenía hora de finalización. Le preguntó a su representante, que le indicó que la fotógrafa le había informado que eso dependía de la sesión y que, si se excedían de las tres horas, las cobraría extras y a precio de oro.

Mínimo tres horas a solas con Alba Reche sin límites.

Natalia no pudo evitar imaginar en su mente cómo se desarrollaría la sesión.

Estaba segura que habría mucho de la tensión de la primera que compartieron, pero a la vez, ya se conocían lo suficiente como para que intervinieran ciertos matices.

A Oscuras.

Sonaba turbio, íntimo, excitante.

También sonaba a meterse en la boca del lobo por voluntad propia.

Sabela le envió otro mensaje para informarle de que las únicas indicaciones que había dado la fotógrafa era que asistiera con ropa negra y sin maquillaje.

El negro es tu color.

Natalia podía rememorar con todo lujo de detalles el repaso que le dedicó Alba cuando piropeó su conjunto de lencería cara en la sesión para Victoria's Secret.

Se dirigió nerviosa perdida hacia el set que le indicaron en la entrada.

Debería haber dicho que no.

Puedo entrar, decir que cancelo, y volverme a mi casa.

Tengo la cláusula.

Alba no había salido a recibirla, apostaba que estaría esperándola escondida en una esquina de la sala para hacerle fotos desde que pusiera un pie dentro.

En efecto, escuchó el disparo de la cámara nada más entrar al estudio, minimalista pero oscuro.

Alba llevaba un vestido negro ligero, a conjunto con la camiseta de manga larga y pantalones del mismo color que vestía Natalia.

La única claridad era la de los focos de luz dispuestos apuntando hacia una de las paredes.

- Hola, Natalia. Gracias por venir - le sonrió la fotógrafa.

- Hola. De nada - correspondió la otra, sintiéndose tan observada como la primera vez.

Tengo la sartén por el mango. No pasa nada.

- ¿Qué música te gusta? - le preguntó la rubia, dirigiéndose a su portátil que, junto al resto de equipamiento, estaba en una mesita.

Empieza el interrogatorio. ¿Por qué necesitará siempre saber tantas cosas?

- Depende de para qué - dudó Natalia, acercándose a la posición de la fotógrafa, como si tuviera un imán.

- Para este momento - evidenció Alba, abriendo los brazos.

- No sé qué es lo que tienes preparado...

- Ya, pero ahora mismo. ¿Qué música?

- ¿De verdad es tan importante?

Alba rodó los ojos.

Inspiró y expiró para no soltar una bordería de las suyas.

- Sí, es importante.

Es importante porque me muero de curiosidad por saber qué música escuchas, Natalia Lacunza. Eso dice mucho de las personas.

Un silencio y tensión que se cortaba con un cuchillo.

- La temática de hoy es la verdad, por si te sirve como pista.

- La verdad... Pues si te soy totalmente sincera, a este momento le pega, como mínimo, la banda sonora de Psicosis - Natalia soltó una risita.

Alba negó con la cabeza, puso un playlist de jazz clásico y rodeó la mesa para enfrentarse a ella de cerca.

- ¿Tanto miedo me tienes?

Natalia sintió que la atravesaba con la mirada y se quedó sin reacción, perdida en esos pozos de oro con música exquisita de fondo. Se le erizó la piel.

Se aclaró la garganta y parpadeó para salir del trance.

- N-No. No, solo es... expectación - tardó unos segundos en dar con la palabra adecuada.

La verdad no te la digo, pero es por mi supervivencia.

En defensa propia.

- Eso es bueno, Natalia. Generar expectación es de las cosas que más me gustan.

Alba le hizo un buen repaso sin cortarse ni un pelo y la modelo se mordió el labio, pues no sabía si había acertado con la vestimenta.

- ¿Voy bien? Sabela me ha dicho que tenía que venir de negro, pero no me dio detalles, así que...

- Es perfecto. Quiero centrarme sobre todo en primeros planos y expresiones. Cuando se trata de la verdad, la ropa es lo de menos. Sobra.

Sobra.

Natalia se quedó callada, tensa de nuevo.

- He preparado la iluminación con la idea de que sea la justa para crear un ambiente íntimo pero natural, me gustaría que los verdaderos focos de luz fueran tus ojos.

- ¿Cómo?

- Sí, quiero captar lo que dicen, que la mirada sea la protagonista - Alba disparó el flash sin previo aviso, captando su confusión-. ¿Empezamos?

- ¿Me siento? - señaló la morena la silla negra bajo el foco.

- Sí. Déjate llevar, ¿vale? Conecta conmigo. Yo voy a hacer lo mismo. Hay que sacarle todo el partido a nuestra... - buscó la palabra- química.

Natalia asintió, tragó saliva, cruzó y descruzó las piernas, cambió la posición de sus manos. Alba estaba muy cerca y ella demasiado nerviosa.

- Si no te estás un poco quieta, no voy a poder hacerte fotos - puso la rubia su mano en la rodilla de la otra.

El contacto frenó automáticamente cualquier movimiento. Quemó.

- Perdón - murmuró la modelo, tratando de concentrarse.

O dejo de hacer el ridículo, o me levanto, me voy, y a la mierda el proyecto.

Alba retiró su mano lentamente, en una suave caricia y sin romper contacto visual, excepto para tomar alguna que otra instantánea.

- Te noto muy tensa, recuerda que estamos en igualdad de condiciones.

- Lo sé, pero me cuesta estar a solas contigo, sinceramente - se humedeció el labio inferior Natalia.

- ¿Te puedo pedir un favor? - murmuró Alba.

- ¿Un favor?

- Sí.

- Depende - se encogió de hombros-. ¿De qué se trata?

- Si me paso, ¿me puedes avisar?

- ¿Si te pasas? - frunció el ceño, sin entender nada.

- Si me paso de... especialita, llamémoslo así. No quiero hacerte sentir mal en ningún momento, y lo estoy intentando controlar, pero a veces no me doy cuenta - bajó la mirada.

- Te avisaré - le regaló una media sonrisa.

¿Quién es esta persona y qué ha hecho con Alba Reche?

No seré yo quien me queje.

- ¿Empezamos? - repitió.

- Empezamos - asentió Natalia con decisión.

Alba se recreó en captar sus ojos, su expresión genuina, sus nervios, su intranquilidad, su curiosidad, sus ganas y sus miedos.

Su verdad, a través del objetivo.

Disfrutaba fotografiando sus matices como la que más. Como quien observa sin cansarse su obra de arte favorita.

Como si no le hubiese hecho fotos mil veces.

Mecida por el jazz que salía de los altavoces, se perdía en cada mota de color de sus ojos, en sus facciones perfectas, en el lunar bajo sus labios.

Dejó caer la cámara, que quedó colgando de su cuello, y se acercó, estudiándola minuciosamente en busca de cosas nuevas que captar.

Alba enredó los dedos en su pelo y se lo despeinó un poco. Era suave, más que agradable al tacto, así que la fotógrafa se mantuvo ahí un poco más de lo necesario.

Natalia cerró los ojos instintivamente.

La rubia fue rápida en disparar su flash de nuevo.

- Dime una canción que te de paz, o mejor, tu canción favorita - la voz de Alba salió algo más ronca de lo normal, por llevar unos minutos en silencio.

- Only de RY X, es un poco intensa - contestó Natalia sin pensarlo, mostrándole la mano con dicho título tatuado.

Alba activó la reproducción de ese tema en bucle.

- Me gusta lo que transmites con los ojos cerrados. Vamos a hacer unas cuantas así, si te parece bien. No los abras hasta que te lo diga.

Ni de coña.

La modelo hizo todo lo contrario, mirándola con los ojos como platos.

- No te asustes, prometo no ser mala - le aseguró con una mirada que Natalia no supo descifrar.

- ¿Mala en qué sentido? - frunció el ceño, desconfiada.

- En ningún sentido. Además, tenemos carta blanca, ¿no?

- Sí, pero...

- ¿Te importaría cerrar los ojos, Natalia?

- ¿Y si no quiero? - alzó una ceja, desafiante.

- No los cierres - se encogió de hombros-. Voy a aceptar lo que quieras darme.

La morena dudó unos segundos, evaluando la situación, y finalmente obedeció.

Escuchó el disparador varias veces y pegó un saltito al notar un dedo de la fotógrafa recorriendo su mano, que tenía apoyada en sus rodillas.

Está repasando el tatuaje de la canción. No pasa nada, es solo un dedo encima de una mano.

Respira.

Alba se recreó en esa tinta, mientras sacaba fotos a cada cambio en su cara, a la tensión de dientes apretados, al movimiento tragando saliva. A su expresión más relajada, cuando se acostumbró al contacto.

Subió el dedo por su brazo, por encima de la camiseta, poco a poco.

Alba se relamió, observando cada detalle de sus reacciones instintivas.

Esta mujer es todo un espectáculo.

Cuando el contacto tocó piel de nuevo, ya en su cuello, la morena abrió los ojos. La fotógrafa capturó esa expresión.

La foto perfecta.

- No tenías que abrirlos aún - susurró, como si hablar más alto fuera a romper el vínculo, la magia.

- Tengo carta blanca, en el fondo puedo hacer lo que quiera.

Natalia le dedicó una mirada decidida y atrapó su dedo con los suyos, envalentonada.

Alba se saltó una respiración inconscientemente.

Sólo te ha rozado un dedo.

La fotógrafa dio un pasito para atrás, liberando el tibio agarre que las unía.

¿Se ha cagado? ¿Qué ha sido eso, Alba Reche?

- Eh... Vamos a hacer algunas fotos de...

La fotógrafa se quedó callada al ver que Natalia atrapaba de nuevo su mano, para acariciar el dorso de la misma con sus dedos, mientras negaba con la cabeza.

No te vas a escapar. No vale. Dijimos que nos desnudábamos las dos.

Alba sintió sus ojos, más oscuros que nunca, taladrándola e instintivamente los buscó con la mirada, encontrándose con una intimidad abrumadora.

Carraspeó para aclararse la voz y seguir hablando para poder romper cuanto antes esa tensión.

- Vamos a hacer algunas de cuerpo entero. Juega con la silla, ¿vale?

Y suéltame, por favor. El cosquilleo me está matando. Y lo peor es que quiero más.

Natalia, tras mucho pensar, alargando el momento y los nervios de la rubia, decidió hacerle caso. Aunque no tuviera porqué hacerlo.

Liberó su mano, giró la silla y subió una de sus piernas encima del asiento.

Alba tomó unas cuantas fotos y chasqueó la lengua, poco satisfecha con el resultado.

- Espera - buscó música acorde a lo que quería estimular, probó el encuadre antes de apartarse la cámara de la cara para darle indicaciones-. Muévete con un rollo algo así como felino... Una gata negra.

¿Qué se supone que es moverse como una gata negra?

Natalia simplemente se dejó fluir, la fotógrafa fue guiando sus movimientos casi en susurros. Firmes pero íntimos, si esa combinación era posible.

- Genial, ahora gírate un poco hacia mí. Revuélvete el pelo y sube un poco la cara.

- ¿Así?

La rubia se acercó para ser ella misma la que tirara de su mentón, con delicadeza. La miró. Muchísimo.

Es una obra de arte. Qué boca...

Natalia la igualó en intensidad y se mordió el labio de nuevo, al sentir la mirada dorada de la fotógrafa justo en ese punto.

El tiempo pareció pararse.

Alba pasó un dedo por el labio inferior de la modelo y tiró de él para liberarlo de esos dientes imperfectamente perfectos que lo retenían. Repasó su boca con la mirada, sin si quiera pararse a pensar en lo que estaba haciendo.

La respiración de Natalia se aceleró aun más. Tuvo la necesidad de hacer algo ella.

Mover ficha.

Buscó el dedo índice de la rubia, que se había quedado justo bajo sus labios y lo atrapó brevemente entre sus dientes.

Un simple, suave y lento mordisco en la yema del dedo índice de la fotógrafa, mientras sus ojos mantenían contacto visual total.

Alba se estremeció, sintió su piel erizarse y retiró la mano como si quemara.

- No... no hagas eso - pidió con un hilo de voz la fotógrafa.

- ¿Por qué?

- Porque... porque no - bajó la mirada al suelo.

- Pensaba que tenía carta blanca.

- Natalia...

- ¿Qué?

La modelo se levantó de la silla.

Alba fue todavía más consciente entonces de su imponente altura y de la cercanía entre sus cuerpos.

Natalia se dio cuenta de su desconcierto, de sus nervios.

Ahora es ella la que parece un animalillo asustado. Igualdad de condiciones.

Natalia dio un paso más, solo cabía la cámara entre las dos.

Respiraron a compás, Alba cerró los ojos para dejar de sentir el magnetismo.

Esto es demasiado.

Inspiró y expiró, pero contuvo la respiración de golpe al notar un solitario dedo en su cuello.

Su primer instinto fue apartarse, como siempre. Pero recordó la carta blanca.

¿Te dejarás tocar?

No podía escabullirse.

Y muy en el fondo, ni siquiera sabía si quería escabullirse.

O sí lo sé.

Claro que lo sé.

Se mordió el labio, concentrándose en mantenerse impasible.

No abrió los ojos, pues temía encontrarse con la mirada abrasadora y genuina de la modelo.

Natalia, en cambio, deseó disponer de su propia cámara para captar el rostro de la rubia.

Se recreó en los lunares de su cuello, dibujando la línea imaginaria que los unía.

- Me encantan tus lunares - se atrevió a confesar en un susurro-. Los he querido tocar desde la primera vez que los vi.

La rubia abrió los ojos, no supo qué responder. Simplemente recuperó la cámara y tomó una instantánea de la especie de adoración que teñía ahora sus ojos.

- ¿Seguimos? - pidió, casi rogó.

- Sí - concedió Natalia, tras un silencio eterno.

La modelo volvió a tomar posición en la silla.

Cuando Alba se puso de nuevo tras el objetivo, la mirada de Natalia había cambiado. A una más confiada, con más fuerza y menos inseguridad.

Le gustó también captar ese matiz.

Cuántas cosas distintas pueden decir esos ojos.

Un poco más de tres horas después del inicio, Alba dio por terminada esa primera sesión.

- En las siguientes iremos profundizando, probando cosas e improvisando un poco más. Esta ha sido un poco como la base de todo...

No llego viva a la última, pensó la modelo.

Aunque, bueno, igual ella tampoco.

- Es un proyectazo, Alba. Me alegro de haber aceptado.

- Yo también me alegro de eso. Le pasaré a Sabela un adelanto de las fotos, para que vayas viendo resultados.

- Perfecto.

- Y gracias - dijo Alba tras un silencio entre las dos-. Gracias otra vez. Por aceptar, por tu valentía, por el voto de confianza que sé que no merezco... Gracias, Natalia.

- De nada - murmuró.

Había tensión y dudas respecto a la despedida. Fue Natalia, finalmente, la que se acercó a plantar un largo beso en su mejilla, aprovechando para apoyar una mano en su cintura mientras tanto.

A Alba la electricidad le recorrió todo el cuerpo.

Nunca había sentido esto.

- Adiós, Alba.

- Adiós, Natalia - reaccionó unos segundos más tarde, cuando la morena ya se dirigía hacia la puerta.

Es inevitable. No hay opción.

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