desnudArte | Albalia

By cuestiondepiel

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Natalia Lacunza es la modelo perfecta. Alba Reche es una fotógrafa peculiar experta en desnudar a las modelos... More

Prólogo
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Epílogo

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By cuestiondepiel

Natalia se encendió un cigarro nada más salir del edificio.

¿Qué coño he hecho?

Repasaba la conversación en su mente e intentaba encontrar el momento exacto en el que sus muros se habían derribado y las ganas de saberla expuesta habían podido más que sus ansias de autoprotección.

Condujo su moto hacia casa de María casi inconscientemente. Necesitaba con urgencia su opinión.

- ¿Que le has dicho que sí? – flipó en colores la tatuadora.

- Sí, Mari… - se mordió el labio, insegura-. La he liado, ¿no?

- Yo creo que has hecho lo que tenías que hacer. Es un proyecto increíble a nivel profesional, perdértelo sería una pena.

- En eso estamos de acuerdo. Pero lo de trabajar con Alba…

- Tú eres mucho más fuerte de lo que te piensas. Una fotógrafa genia y especialita no va a poder contigo, Wonka – le aseguró.

- ¿Tú crees?

- Sí, además lo estás haciendo genial últimamente con lo de la cláusula. Uf, va a ser increíble, las mejores fotos de la historia – vaticinó.

- Pero en la última sesión no me expuse. Y la fachada no me sirve para este proyecto, obviamente. Me da miedo dejarme llevar y caer de nuevo – confesó la modelo.

- Pero estás dispuesta a hacerlo.

- Sí - suspiró-. Ella lo va a hacer también, se ha comprometido.

- ¿Ella? – frunció el ceño la Mari.

- Sí. Le he dicho como me sentí las otras veces y que no quería desnudarme y ella me ha ofrecido hacer lo mismo.

- Por eso has aceptado – adivinó la rubia-. No porque te interese el proyecto.

- Me interesa el proyecto - corrigió-. Es la hostia. Pero no habría dicho que sí, sino me hubiera propuesto desarmarse y estar en las mismas condiciones. No sabes cómo me lo dijo… Es que no he podido decir que no.

- Me lo puedo imaginar, aunque tú estabas muy segura de hacerle la cruz para siempre. Ha tenido que ser muy convincente para hacerte cambiar de opinión en un momento.

- Más que convincente era otra cosa. Necesidad.

- ¿Necesidad? ¿Esa loca? – flipó.

- Sí, te lo juro. Mari, sé que es un sinsentido, pero en el fondo hay algo entre las dos, por más que ella haga como que todo es parte del juego de la foto perfecta… Alba lo sabe. En el fondo, le pica la curiosidad tanto como a mí.

- Algo hay, la química es innegable – le dio la razón-. ¿Pero y eso de que no querías crear lazos emocionales, no querías sufrir y blablabla? Te ha tratado fatal.

- Ya lo sé, pero es que no lo puedo evitar. Siento que detrás de su coraza… Ay, mira, no sé. Dejémoslo en que soy imbécil. Con lo bien que lo estaba haciendo ignorándola las últimas veces, voy y me meto en este lío – se tapó la cara con las manos.

- Cuando la cabeza y el corazón dicen cosas opuestas es jodido, ¿eh?

- No sabes cuánto. Voy a intentar ir con cuidado, pero la verdad es que me muero por poner a prueba sus instintos, igual que hizo ella con los míos… Todo es demasiado intenso, soy una contradicción con patas – se lamentó.

- Tienes un corazón masoquista.

- Eso parece. Pero si lo vuelvo a pasar mal, aunque sea un momento, rescindo el contrato. Lo he negociado. De hecho, podría decir que no ahora mismo.

- ¿Ahora mismo? – alzó las cejas la Mari.

- ¿Crees que debería? Igual ya me he arrepentido – se mordió el labio de nuevo.

Al final me voy a hacer sangre.

- No, Nat. Oye, no te rayes ahora, antes de empezar – trató de darle algo de seguridad-. Tú pruebas, y si ves que no…

- Ejecuto la cláusula y rescindo – terminó la frase con decisión.

- ¿No será mi amiga la reina de la letra pequeña? – trató de bromear la tatuadora.

- Toda precaución es poca, viendo que soy kamikaze.

- ¿Y para el resto de sesiones, fuera del proyecto? ¿Cómo lo vais a hacer?

- Prefiero seguir manteniendo las distancias. A Oscuras va a ser como la excepción a la regla. No quiero darle tanto poder. No se lo merece, tiene que ganárselo, en todo caso.

- Haces bien, que no se te suba a la chepa. Ay, Natinat – le revolvió el pelo-. ¿Te acordarás de mí cuando salgan esas fotos y tengas que irte a vivir a Nueva York o donde sea que vivan las supermodelos más top?

- Siempre, rubia – se besó el tatuaje que ambas compartían, un pequeño fuego en la cara interna del brazo.



Alba, por su parte, llevaba anotando ideas en su portátil toda la tarde, inspirándose en las fotos de Natalia que tenía en la carpeta donde guardaba las joyas de la corona.

Y también en las que su amiga Julia Medina le había enviado, sin ella pedírselas.

“Entonces, la sesión, ¿bien?”

“¿Bien? Una pasada, Alba. Es majísima y un bombón, sacarle fotos es una gozada"

“Mira, un adelanto en exclusiva"

“Son geniales, Juls"

“A ver, no son como las tuyas pero… Ha sido muy guay. Nos hemos reído un montón, además”

“¿Sí?”

“Ya sabes como soy yo y Nat no se queda atrás"

“Pero, bueno, tú deberías saberlo más que yo, que no paras de tener sesiones con ella"

Alba no le había contado a Julia detalles de su tensa relación con la modelo y, por lo que intuía, Natalia tampoco.

Decidió dejarlo así.

“Claro, siempre es un placer hacerle fotos"

La fotógrafa examinaba la sesión de la pelinegra en bikini, fijándose en todos los detalles.

Trataba de imaginar el contexto, el tono del shooting, el tipo de indicaciones que había usado Julia para guiarla.

Su nivel de complicidad.

Analizaba las miradas a cámara, la pose, la relajación.

Las fotos, preciosas, eran opuestas a las que ella le sacaba.

Había algunas que incluso llegaba a envidiar un poquito.

Aquellas en las que Natalia salía súper natural, en su salsa, sin rastro de tensión. Cómoda en los diseños que le quedaban uno más impresionante que otro.

Alba juraría que esos trajes de baño estaban hechos a medida.

Es que es guapísima.

- ¿Me estás escuchando, Alba?

- Sí, claro – mintió, dedicándole una sonrisa a su chica, tumbada al otro lado del sofá.

Mimi se incorporó y se acercó a la posición de Alba para confirmar qué era lo que la tenía tan distraída.

- La modelo perfecta otra vez, ¡qué sorpresa! – ironizó con un bufido.

- Bebé…

- Bebé, no – la cortó.

- Oye, solo estoy documentándome para las próximas sesiones.

- Documentándote – chasqueó la lengua-. ¿Me tendré que teñir de morena para que me hagas caso? ¿Quieres que me tatúe tu nombre en una teta también? Creo que me falta tinta para resultarte interesante.

- Mimi, no digas tonterías.

- ¿Tonterías? ¿Es mentira que estás todo el rato con esa chica en la cabeza?

- Me ha confirmado que va a participar en el proyecto – se justificó.

- Y cuando te decía que no, porque te decía que no. Y cuando te odia, porque te odia. Y cuando salen sus fotos, porque salen sus fotos. Y cuando…

- Basta – se cansó de escuchar la fotógrafa.

No quería oírlo, más bien.

- Basta, tú – le dijo Mimi muy seria y las señaló a las dos-. Alba, ¿tú crees que esto es una pareja?

- Ay, ¿en serio? – resopló y miró de nuevo a la pantalla, ocupada por un primer plano de Natalia, debido al zoom.

Mimi le cerró el portátil con brusquedad.

- No estás, Alba – le reprochó.

- Tengo mucho trabajo, cariño. Un trabajo que me apasiona, ya lo sabes.

- Y pocas ganas de estar conmigo. Dilo claro, joder – se indignó.

- Yo sí que tengo ganas de estar contigo.

- ¿Ah, sí?

Sí. Me gusta estar con ella, saber que me espera en casa, compartir sofá y cama, cocinar juntas, contarle mi día y que me cuente el suyo...

Me gusta.

Quiero esto para mi vida.

La quiero.

- Mimi, yo te quiero.

Lo dijo totalmente convencida.

Lo dijo y, tal como salió de su boca, le sonó mal.

Le sonó a mentira.

A autoengaño.

Sacudió esas conclusiones de su cabeza.

Su novia esbozaba una sonrisa triste.

- Yo también. Y me parte el corazón ver que te alejas de mí y no poder hacer nada. Y me asusta. No quiero, bajo ningún concepto, manchar lo que tenemos – trató de rebajar el tono.

- No estoy manchando nada. Ni es mi intención hacerlo.

No he hecho nada malo, eso es un hecho.

- ¿De verdad? – frunció el ceño su chica-. Si no lo ves, es que igual en realidad ya te has alejado del todo.


- Mimi, no. Eso no es verdad. No es verdad – le acarició la cara, conectando con sus ojos brillosos.

No es verdad. No es verdad. No es verdad.

- No me mires así – le pidió Mimi.

- ¿Así cómo?

- Como si nada hubiera cambiado entre nosotras.

El portazo con el que su chica desapareció del salón retumbó en la cabeza de Alba, desordenándole todavía más las ideas.

Suspiró y enterró la cabeza entre sus piernas.

Se hizo un ovillo en una esquina del sofá.

No es verdad, ¿no?

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