No sé qué somos

laurita95dl

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April es una chica de 17 años, que disfruta del verano antes de su último año de instituto. Ella como toda ad... Еще

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capitulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capitulo 50
Capítulo 51
Epílogo

Capítulo 5

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laurita95dl

Durante los días posteriores Liam y yo habíamos seguido quedando. Casi diariamente. 

Ir al cine, pasear por los alrededores de la ciudad, comer en algún restaurante hasta que no pudiésemos más... ese tipo de cosas tan casuales que se suele hacer cuando comienzas a conocer a alguien. Entre nosotros dos había una especie de atracción que nos hacía querer vernos a cada momento, era algo que aun no había podido experimentar con otra persona pero que con Liam podía sentirla cada vez más fuerte.

Aparcó su jeep frente a mi casa y apagó el motor.

-¿Vas a invitarme a entrar? - dijo Liam con voz coqueta -.

Mordí mi labio inferior por un segundo antes de decir alguna palabra.

-De acuerdo – asentí - ¿Por qué no? Mis padres están en casa así que puedes entretenerte con ellos en el salón. ¿Cuál es tu fuerte, ayudar a mi padre en la cocina con su última receta culinaria o mejor comentar con todo lujo de detalles el reality de la semana con mi madre?

Él se río y me desabrochó el cinturón de seguridad. Se giró para abrir su puerta haciendo un gesto de que aceptaba mi invitación.

-¡Espera! ¿en serio? - en mi tono de voz podía notarse el pánico que sentía -.

¿Esta loco? Ni en sueños voy a dejar que conozca a mis padres. Aun es pronto para que mi padre lo asustara. Ni si quiera él llevaba calzado cómodo para correr a la otra punta del estado si mi padre le daba por amenazarlo con sacar un arma. Un arma que por cierto no tenemos en casa... así que tendría que innovar y usar cualquier utensilio de cocina. 

No quería imaginar que cara pondría Liam si papa le mostrara la batidora con actitud amenazante. 

-¡Liam, ven aquí! - dije rápidamente – creo que es un poco pronto para conocer a mis padres.

Torció una sonrisa mirándome con los ojos muy abiertos, pareciendo incrédulo.

-¿No crees que eso es un poco incoherente? - se encogió de hombros – tu ya has conocido a los míos.

Puse los ojos en blanco y asentí.

-En mi defensa diré que tus padres no amenazarían con colgarte de los tobillos si alguna vez me hicieses algo – sonreí – y eso es lo mínimo que te diría mi padre.

-Suena aterrador – dijo pensativo -.

-Soy su única hija – entrecerré los ojos -.

Su mano se movió de nuevo hacia la puerta y la cerro de un portazo.

-Bien, lo dejaremos por esta noche entonces – me sonrió con timidez -.

Solté una carcajada.

-Miedica -Bromeé intentando que no notase el alivio en mi voz-.

Me incline sobre él, tal y como había echo en días anteriores, y presioné mis labios sobre los suyos una vez más. Liam llevó su mano a mi cabello haciendo que mi cuerpo quemara y vibrase de la emoción contenida.

Aun no sabía como este chico era capaz de estar haciéndome esto a mi, como podía haber llegado a mi vida como una refrescante tormenta de verano. Pero lo que más me dolía pensar era que si también acabaría disipándose de mi vida poco a poco, como suelen hacer todas las tormentas. 

¿Terminaría su recuerdo dejando en mi vida nubes grises? O por el contrario mi cielo se mantendría despejado al recordarlo, a la espera de la próxima tormenta que me sorprenda.

-Entonces.... - me preguntó esperanzado - ¿Mañana por la noche?.

Asentí con la cabeza sonriéndole mientras salté de su jeep. Prácticamente corrí por el camino de graba que llevaba a mi casa. Me giré cuando llegue a la puerta para despedirlo con la mano antes de entrar a mi casa.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro cuando llegué a la cocina, donde estaba mi madre leyendo una revista distraídamente.

-¿Estas bien? - me preguntó ella con los ojos muy abiertos -.

Sabía lo que estaba viendo: mis mejillas encendidas por el rubor tras la despedida con Liam.

Esbocé una sonrisa y le di un beso.

-Buenas noches mama, te quiero – le dije antes de subir la escalera dando pequeños saltos -.

Esta tormenta llamada Liam podría terminar destrozándome, de eso estaba totalmente segura.

Pero mientras tanto iba a bailar bajo la lluvia.

...

Durante el transcurso de un par de semanas y media volví a ver a Liam cada noche, excepto los viernes y sábados porque él trabajaba en el club donde lo conocí. En esos días íbamos a almorzar a su casa, la que por suerte había limpiado a fondo después de que lo obligase. Honestamente hasta ahora, habían sido los mejores días de mi vida. Cada cita en la que me había llevado había sido diferente. Sin dejar de lado las citas tradicionales como un maratón de mis películas favoritas. Me había presentado a sus amigos en una fiesta; y por suerte todos resultaron ser muy agradables y fáciles de tratar.

Me llevó a un partido de fútbol, donde pude ver como se metía por completo en la piel de los jugadores y vivía el partido intensamente, minuto a minuto. Intentó enseñarme a batear, pero personalmente creo que esa fue sólo una excusa para envolver sus brazos alrededor de mí cintura mientras me enseñaba a batear correctamente; aunque lo cierto es que no le dije que yo ya sabía hacerlo. Una noche dimos un paseo en la playa; pero la mejor noche con diferencia fue cuando fuimos al mirador de la ciudad, la radio puesta en alguna emisora de música cursi mientras bailábamos bajo las estrellas. Esa fue la última noche y fue al mismo tiempo tan cliché y tan romántico que me dieron ganas de llorar. 

Liam era increíble.

Ese día era martes por lo que debía pasar a recogerme en cualquier momento. No me había complicado mucho a la hora de elegir que quería ponerme. Había elegido una falda vaquera corta y un top negro, me asegure de coger una chaqueta ya que últimamente los cambios de temperatura se hacían cada vez más notorios.

Suspire. Ese día estaba extrañamente nerviosa al mismo tiempo que ansiosa. 

Aquel era el día. 

Definitivamente yo nos había hecho esperar a ambos el tiempo suficiente. Cada vez que Liam me besaba, mi cuerpo necesitaba más y más de él, por lo que sabía que esa era la noche definitiva. Nuestra noche.

Cuando oí como el coche se detenía frente a mi casa, salí casi a la carrera hacia él antes de que incluso apagase completamente el motor del coche.

-¡Hola tu! - coqueteé mientras subía en el lado del pasajero-.

Observe feliz como sus pupilas se dilataban mientras me miraba.

-April, estas... - tragó saliva – será mejor que me ponga en marcha, no quiero arriesgarme a besarte como si no hubiese un mañana frente a la casa de tus padres.

Un rubor se esparció por mi rostro mientras me acomodaba en el asiento.

-Eso ha sido una bonita manera de decir hola —me burlé -.

Él sonrió tímidamente.

-Tienes razón, lo siento. Hola, preciosa —se corrigió, inclinándose para besarme -.

Rodeé su cuello con mis manos en lo y le devolví el beso. Él emitió un pequeño gemido desde el fondo de su garganta que solo sirvió para erizarme la piel.

-Entonces, ¿a dónde vamos esta noche? -preguntó mientras se alejaba de mí -.

Me encogí de hombros.

-¿Comida asiática para llevar? - murmuré -.

Frunció el ceño, puso el coche en marcha.

-¿Comida para llevar? eso no es muy romántico -dijo dudoso - ¿Dónde vamos a comer? ¿En el parque o algo así?.

- No -Sonreí -.

Me miró esperando que continuase.

-Solo conduce hasta allí, y ya vamos viendo – dije con la vista fija en la carretera -.

Un entusiasmo nervioso comenzó a burbujear en mi interior y lo cierto es que estaba empezando a acobardarme.

Liam condujo hasta el mismo lugar de comida para llevar donde fuimos hace dos noches. Mientras nuestro pedido estaba siendo preparado, me dio un pequeño besó en el cuello, haciéndome sonrojar. Finalmente, justo cuando estaba a punto de decir: al diablo con la comida, esta estuvo hecha. Liam cogió la bolsa que el camarero nos entregó y me llevó de vuelta al coche.

- Y ahora ¿a dónde? -preguntó de nuevo -.

-A tu apartamento - contesté, encogiéndome de hombros -.

Él me miro con los ojos muy abiertos, como si de repente me hubiesen salido 4 ojos más en el rostro.

-Pensé que podríamos ver una película en tu casa -Mentí -.

Asintió, frunciendo el ceño. Parecía que la idea no le gustaba del todo. Espera, ¿él no quiere dormir conmigo o algo así? ¿Entiende lo que estoy pidiendo, o piensa que solo quiero ver una película?

-¿No quieres? -pregunté intentando parecer despreocupada -.

Su rostro se suavizó instantáneamente.

-No es eso – suspiró - Solo desearía que me lo hubieras dicho antes así podría haber pagado a mis vecinos para que limpiaran.

Estallé en carcajadas, sacudiendo mi cabeza con diversión

-No me digas que tu casa vuelve a ser un estercolero – arrugué la nariz -.

-Mi casa es un desastre, April —Hizo una mueca y me miró, con sus ojos grises pidiendo disculpas-.

-Quizás deberías empezar a mantenerla un poco más limpia en caso de que tengas compañía -bromeé.- 

Después de un par de minutos, se detuvo en frente de su edificio. Salí del coche y caminé hasta donde me estaba esperando. Sus brazos envolvieron mi cintura firmemente mientras me besaba la parte posterior de mi cabeza. Mis nervios desaparecieron al recordar lo fácil que era estar en su compañía. Deslicé mis manos en sus bolsillos traseros y apreté su trasero de oro, como diría mi amiga Bonnie, suavemente mientras subíamos las escaleras hacia su apartamento.

Al entrar, me mordí la mejilla. No era tan terrible como esperaba, pero seguía siendo un desastre.

Me lanzó una mirada de disculpa y me observó mientras entraba al salón sentándome en el sillón y quitándome los zapatos.

Hablamos mientras comíamos y luego elegimos una película de la cartelera que ofrecía Netflix. Finalmente nos decidimos por Piratas del Caribe, la maldición de la perla negra y nos acomodamos en el sofá para verla. Me acurruqué junto a él, poniendo mis piernas sobre las suyas, casi parecía que estaba sentada en su regazo. Su mano descansaba sobre mi muslo, haciendo que todo mi cuerpo se mantuviese bastante inquieto. Apenas podía concentrarme en la película, y eso que era una de mis favoritas.

Alrededor de una hora después, giré mi cabeza y la deje caer sobre su hombro. Literalmente olía lo suficientemente bien como para ser comestible. No pude evitar presionar mis labios en su piel. Noté como me dio un leve apretón en el muslo, mientras contenía la respiración. Comencé a besar su cuello lentamente y a lo largo de la línea de su mandíbula.

Bien, ¡Es hora de hacer el primer movimiento, April!

Moví mis piernas y me levanté para terminar sentada a horcajadas sobre él mientras mis manos rodeaban su cuello. Sus ojos parecían arder en los míos haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera y mi corazón latiera frenéticamente en mi pecho. Movió sus manos y las colocó en la parte baja de mi espalda, empujándome ligeramente haciendo que mi pecho se acercase a él. Lo besé, adorando la suavidad de sus labios contra los míos.

Se alejó justo cuando me estaba sintiendo un poco fuera de control. Realizó un camino de besos en la base de mi cuello haciéndome cerrar los ojos y disfrutar de la sensación. Mientras sus manos se deslizaban por debajo de mi top, haciéndome cosquillas. Hundí mis dedos en su cabello. No me podía quedar quieta, quería más, pero no entraba en mis planes terminar haciéndolo en el sofá.

Sus ojos se elevaron para encontrarse con los míos, con una mirada de disculpa sobre su rostro.

-Me dejé llevar otra vez —murmuró -si te apetece puedo llevarte a casa si crees que..

Sacudí mi cabeza y agarré su mano.

-¿April? -me miró con ojos confundidos -.

Sonreí.

-Hablaremos después—Le di un pequeño tirón llevándolo hacia su habitación -.

Esperaba que fuese esa, ya que de todas maneras a parte del baño era la única otra puerta que había en el apartamento.

Gimió y me siguió, pareciendo ridículamente ansioso. Una vez que estábamos en la habitación, cerró la puerta detrás de nosotros.

Estrelló de nuevo sus labios con los míos, sin dejar de caminar hacia delante, haciéndome caminar hacia atrás a la cama. Terminamos tumbados sobre la cama, esta vez habíamos cambiado de posición y Liam estaba sobre mi. Mordisqueó el lóbulo de mi oreja.

-Realmente estoy loco por ti – susurró en mi oído -.

Me mordí el labio mientras me derretía por dentro.

Sus ojos se ampliaron, y una sonrisa apareció en la comisura de sus rosados labios llenos, volvió a estrellar sus labios con los míos de nuevo. El beso fue tan apasionado esta vez que no sé como no termine desmayada de tanta felicidad contenida.

Poco después de la experiencia más maravillosa de mi vida, yací con Liam sobre la cama. Me había besado y abrazado todo el tiempo, preocupado de que yo estuviese cómoda en casa momento. Había cerrado mis ojos satisfecha, envuelta en sus brazos y con la cabeza apoyada sobre su pecho. Me sentía tranquila y serena. Me sentía en casa.

-April – dijo Liam después de unos segundos en los que ambos estuvimos sin decir una palabra -.

-Hmm – murmuré -.

El soltó una risita.

-¿Estas dormida? - bromeó - ¿tan malo ha sido que necesitas dormir?

-Imbécil – le dije dándole un pellizco en la cadera -.

Su pecho vibro al compás de su risa.

-April – repitió – ahora tu y yo... somos ...

Levanté la cabeza de su pecho y me apoye sobre los codos para mirarlo mejor.

-¿Tu y yo? - esbocé una sonrisa -.

-Somos novios – dijo -.

Reprimí una sonrisa.

-No sé aun si eres digno de ese privilegió – me burlé – tengo que pensármelo.

Enarcó ambas cejas.

-Pensártelo – murmuró – así que solo pensabas acostarte conmigo y dejarme.

Sonreí.

-Tal vez – mentí -.

Liam entrecerró los ojos y me miró atentamente, antes de que me diese cuenta estaba sobre mi haciéndome cosquillas. No podía parar de reír, lo cierto es que era realmente sensible a las cosquillas.

-Para – dije con voz entrecortada – Liam.

-Ni hablar – reía él -.

Siguió haciéndome cosquilla por cada parte visible de mi cuerpo.

-¡Esta bien! - dije – me rindo, ya lo he pensado así que seré tu novia.

Liam paró de hacerme cosquillas y se alejó.

-¿Que dijiste? - preguntó con voz inocente -.

-Que te den – puse los ojos en blanco -.

-Entonces continuare – me guiñó un ojo acercándose a mi de nuevo para volver a hacerme cosquillas -.

-¡Saldré contigo, chico diabólico! - puse los brazos en alto en señal de rendición -.

Liam soltó una carcajada.

-No sé, creo que ahora soy yo el que no quiero – asintió él poniendo cruzando sus brazos -.

-Pero serás ....

Me lancé sobre él para que recibiese un ataque de cosquillas esta vez de mi parte.


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