El destino que no soñé

By Javiwiwi

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Finalista de The Wattys 2021. Camile está segura de que no puede ser más feliz de lo que es ahora. Camile ti... More

Antes de leer
Reparto
00
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08
Capítulo 09
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52F
Epílogo

Capítulo 49

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By Javiwiwi

Camile fijó su mirada en la mía para saber cómo reaccionaba, pero no tuve una expresión demasiado clara. Sólo me quedé a la espera de lo que iba a decir Samantha, pese a que no me gustara. Necesitaba ser fuerte, sobre todo con todo lo que estaba ocurriendo.

—Creo que ese bebé no es tuyo, Jared... —comentó y a mí se me apretó el estómago. Fijé mi mirada en la de ella, fruncí el ceño confundido, casi como si me estuviese jugando una broma.

—¿Qué dices?

—Que Emma te mintió todo este tiempo —dijo rápidamente.

Camile se encontraba completamente en silencio, sólo siendo espectadora de la escena.

—¿Por qué? ¿Dices que...

—Nate estuvo con ella semanas antes de que supiera que estaba embarazada —confesó y algo se rompió dentro de mi cerebro.

—Me estas jodiendo...

—Nate me lo contó hace poco, le dije enseguida que te lo dijera, pero no se atrevía. Hace un par de horas me dijo que estaba esperando que le respondieras unos mensajes...

—¿Y por qué no ha venido contigo? —pregunté con cierta molestia en el cuerpo —Puto cobarde —escupí.

—Él está muy afectado con todo esto, Jared —lo defendió —Sobre todo porque está muy enamorado de Emma y ella niega completamente haberse acostado con él.

—No puedo creerlo —resoplé.

De pronto, me estaba sintiendo como un imbécil ¿Cómo me había engañado tan fácilmente? ¿Cómo había sido capaz de decirme que ese hijo era mío cuando en realidad sabía que había estado con mi mejor amigo? ¿Cómo es que mi mejor amigo no había podido liberarme de ese dolor diciéndome toda la verdad? Comenzó a dolerme la cabeza, me sentí algo mareado y tuve que afirmarme del respaldo del sofá para mantener el equilibrio. Sentí que debía aclarar las cosas de inmediato, de ir a enfrentar a Nate y a Emma. Ella no podía jugar con algo como eso, menos cuando su familia y mi padre se habían ilusionado con esa idea. La verdad era que yo todavía no me había podido acostumbrar a la idea de que iba a tener un hijo o una hija, pero iba a hacerme cargo e iba a entregarle todo mi amor incondicional a esa criatura ¿Qué esperaba? ¿Jamás decirme la verdad? ¿o que yo estuviese completamente enamorado de mi hijo o hija para lanzarme en la cara que yo no era el padre de ese bebé?

Vi a Camile ponerse de pie y luego regresar con un vaso con agua, bebí un poco y ella se quedó a mi lado asegurándose de que estaba bien.

—Necesito hablar con ambos —comenté.

—Primero debes tranquilizarte —oí la voz de Camile.

—No puedo —la observé a los ojos y el nudo se posó en mi garganta —¿Cómo puede hacerme pasar por un idiota así? ¿Acaso no sabe por toda la mierda que estoy pasando para que venga y haga una cosa como esta?

—Creo que Camile tiene razón —intervino Samantha —, puedo prepararte un té de hierbas, en serio, luego podrás hablar con Nate y Emma.

—Necesito que sea ahora, mientras más rápido salga de esta mierda, mejor.

Londres había escogido la peor bienvenida.

—De acuerdo —oí la voz calmosa de Camile —, pero iremos contigo.

Negué rápidamente con mi cabeza.

—Puede ponerse peor...

—No importa, no te dejaré solo en esto Jared.

Camile parecía la única persona consciente de todo lo que me pasaba, de todo el dolor que tenía en el cuerpo y que intentaba retener a toda costa por no quebrarme y terminar en un bar de mala muerte borracho y sin motivos para levantarme. Sin ella probablemente ya hubiese preferido lanzarme del Golden Gate.

—Está bien —accedí.

Vi que Camile caminó por el pasillo hacia la habitación por un abrigo y alguna chaqueta para mí. Samantha se quedó en la sala junto a mí y yo cogí el móvil para marcarle a Nate, él tardó un poco hasta que finalmente me contestó.

¿Hola?

—Nate —dije y Samantha de inmediato levantó su mirada para chocar con la mía —¿Puedes estar en veinte minutos en el departamento de Emma?

Primero necesito que hablemos.

—Ya lo sé todo —contesté tajante —¿Puedes o no? Necesito aclarar esta mierda ahora y con ambos.

De acuerdo —comentó no muy convencido de que esa era una buena idea —, ahí estaré.

—Y no le digas a Emma que vamos.

¿Estás bien?

Respiré hondo ante su pregunta ¿Qué esperaba que le dijera?

—Nos vemos allá —colgué.

Camile me facilitó una chaqueta, me la coloqué y saqué las llaves de la camioneta, la cual se encontraba en el estacionamiento del edificio de Camile desde el día en que había decidido irme a Portland con ella. Los tres bajamos en el ascensor en completo silencio, mi cabeza estaba jugándome una mala pasada, sólo podía imaginar estupideces y sentía que apenas Emma o Nate hablaran iba a estallar e iba a mandar todo a la mierda sin siquiera escucharlos.

—¿Quieres que conduzca yo? —oí la voz de Camile.

—No, estoy bien —contesté para calmarla, pero la verdad es que no me encontraba bien, pero esperaba que conducir me relajara un poco.

Samantha se metió al asiento trasero y Camile de copiloto, la vi enganchar su cinturón de seguridad y apenas tuve puesto el mío pisé el acelerador para dirigirme al departamento que ahora sólo le pertenecía a Emma. No hablamos en todo el camino, pero cuando comenzamos a acercarnos al lugar, noté que Camile estaba jugando con sus dedos de manera nerviosa, me relamí los labios como por décima vez, pues sentía la garganta seca además de los labios.

—Todo estará bien ¿no? —oí la voz tímida de Camile.

Desvié mi mirada hacia la de ella por unos segundos.

—Espero que sí.

Aparqué el auto y respiré hondo antes de bajarme.

—¿Quieres que te acompañe? —me preguntó.

—Si —respondí con honestidad. Necesitaba que estuviese ahí sí sentía que todo iba a caerse encima de mi cabeza. Al menos ella era mi pilar, quien me mantenía con fuerza cuando sentía que me faltaba la respiración.

—Los esperaré aquí —comentó Samantha.

Camile y yo estuvimos de acuerdo, pues no queríamos que se formara otro conflicto entre Nate y Samantha por no haber esperado a que él me dijera la verdad. Ambos nos bajamos de la camioneta dejándole las llaves a su amiga por si necesitaba algo.

Le cogí la mano a Camile con fuerza mientras caminábamos hasta la recepción, saludé al conserje quien ya me conocía y no me detuvo en la entrada para hacerme preguntas, suponía que ya era alguien de confianza y que no necesitaba permiso para subir. Apenas marqué el número de piso sentí un revoltijo en el estómago que sólo lo había sentido cuando vi a mi madre en el burdel junto a Gareth Philips.

—Todo estará bien —oí la voz de Camile. La miré, ella apoyó sus manos en mi pecho y me sonrió con tranquilidad, besó suavemente mis labios y sentí que el oxígeno me llegó al cerebro.

Metí la llave al picaporte, lo giré y de inmediato la puerta se abrió, caminé lentamente para entrar y noté que todo se encontraba tal cual el último día que había estado ahí. Incluso nuestras fotografías seguían esparcidas por los muebles y paredes. Respiré hondo armándome de valor para enfrentarla. Sus pasos se hicieron presentes en el pasillo, hasta que finalmente la vi: estaba usando una camiseta un poco más grande que su cuerpo ocultando que debajo de ella ya comenzaba a notársele su embarazo. Apenas hizo contacto visual conmigo sus ojos brillaron, pero cuando chocó con mi mano entrelazada con la Camile, sentí que el fuego invadió su cuerpo.

—¿Qué hace ella aquí? —soltó controlando el tono de su voz.

Camile se quedó en completo silencio observándola.

—¿Llegó Nate? —pregunté y ella abrió un poco más sus ojos.

—¿Por qué tendría que llegar?

Iba a responderle, pero el timbre sonó. Rápidamente abrí la puerta y entró Nate por ahí. Sus ojos oscuros hicieron contacto con los míos y luego observó a Emma frente a él. Nunca había notado a Emma tan asustada, retrocedió algunos pasos y respiró hondo tratando de mantener la calma.

—¿Qué ocurre? —preguntó con confusión.

—¿De verdad no tienes nada que decirme, Emma?

—No —frunció el ceño con exageración.

—¿Hasta cuándo piensas reírte de mí? —solté la mano de Camile y me acerqué un poco a Emma.

Noté que a ella se le llenaron los ojos de lágrimas, caminó hacia el sofá y se apoyó en él.

—¡¿No ves que Nate está mintiendo?! —chilló.

Nate rodó los ojos con cansancio, como si ya hubiesen tenido muchas veces la misma conversación.

—Ya termina con esto, Emma —oí la voz de Nate —. Se acabó, Jared ya sabe la verdad y es hora de que asumas lo que ocurrió.

—¡No! —gritó con fuerza —¡Yo jamás me acosté contigo!

—¿Cuándo esperabas decírmelo? —intervine. —No puedo más con tu manipulación, Emma. Ya basta.

—Me dejaste sola en el altar Jared ¿cómo eres capaz de venir a mi casa para culparme de algo que jamás hice? No me acosté con Nate, jamás me acostaría con tu mejor amigo —comentó muy convencida de que esa era la verdad.

—¿Cómo puedes mentir así, Emma? —la miró Nate con dolor en su mirada —Estuvimos juntos hace unas semanas y luego confesaste que estás embarazada. Incluso confesaste que no te habías acostado con Jared hace mucho más...

—Eso es cierto... —bajé la voz.

—Me dijiste que siempre me habías querido más que a Jared, que siempre fui la mejor opción ¿Y ahora eres capaz de mentir así?

—¿Por qué yo diría esas cosas cuando estoy destrozada por Jared? —lo observó Emma. —Estoy enamorada de él y ya es hora de que entiendas eso, Nate. Deja de inventar cosas para separarnos.

—No puedo creerlo —comentó Nate soltando una risa falsa y cansada, luego me observó a los ojos —. Estoy diciendo la verdad. No fui capaz de decírtelo antes porque sentí que toda nuestra amistad de años iba a irse a la mierda, pero ya está, Jared... Pasó y no lo voy a negar más.

—Quiero un examen de ADN —solté y Emma frunció el ceño como si la hubiese ofendido.

—No es cierto que estás pidiéndome eso...

—De hecho, lo estoy haciendo justo ahora —contesté.

—Yo no soy como tú, Jared —soltó ella con rencor en su mirada —. Tú fuiste el que me engañó con ella —señaló a Camile con desdén —, tú me rompiste el corazón y me dejaste abandonada por otra mujer, pero yo no soy como tú. Jamás podría entrometerme con otro hombre, menos con Nate...

—¡Ya basta! —exploté —Te has reído en mi puta cara todas estas semanas, me manipulaste, me utilizaste a tu antojo hasta que me presionaste para tenerme frente a ti en el maldito altar en donde no quería estar, pero me cansé ¿oíste? Me cansé y quiero un maldito examen de ADN.

—Yo también —comentó Nate —. Y voy a luchar por él, aunque sea lo último que haga.

—¿Por qué me hacen pasar por esto? —sollozó Emma. —Jamás jugaría con una cosa así.

De pronto me estaba sintiendo muy confundido ¿Por qué estaba negándose tan rotundamente a esa posibilidad? ¿Y si estaba equivocándome y el de la mentira era Nate? Me quedé muy quieto en donde estaba observándolos intercaladamente, vulnerable y sintiéndome completamente expuesto.

—Sólo necesito saber la maldita verdad —comenté en un tono bajo, lo que hizo que ambos me observaran. Tenía un nudo en la garganta, pero quería mantenerme con la cabeza en alto.

—Nunca te he mentido, Jared —oí la voz de Nate.

—¡Nate ya basta!

—Siempre te he dicho las cosas que me molestan e incluso te he jodido todo con mis opiniones crudas. Sigues siendo mi hermano, a pesar de todo y no podría jugar con una cosa así, sobre todo cuando sé lo tan ilusionado que estaba Cedric con esta noticia.

—¡Pero si será su abuelo, maldita sea! —chilló Emma.

Fue en ese momento en donde caí en cuenta de que Nate jamás me había mentido. Siempre había sido transparente conmigo, me había dicho las cosas que no le gustaban de mí y las malas decisiones que tomaba. Me había confesado, a pesar de todo, que siempre le gustó Emma y que se hizo a un lado para que yo estuviese con ella. Caí en cuenta de que Nate no podía estar mintiendo, pues en tres años jamás intervino en mi relación con Emma y siempre hizo todo para que fuéramos felices. Organizó cumpleaños, nos organizó aniversarios y también escuchó nuestros problemas sin aconsejarnos que nos separáramos. Escuchó a Emma sin aprovecharse de ella nunca y me aconsejó a mí que no fuera un imbécil con ella sólo para protegerla.

Observé los ojos claros de Emma que seguían fijamente en los míos queriendo meterse en mi piel, pero lamentablemente conocía hace muchísimos más años a Nate y siempre habíamos enfrentado situaciones difíciles juntos y aunque nuestra amistad flaqueó este año, seguía siendo mi hermano.

—Es hora de que me digas la verdad ¿de acuerdo? —comenté controlando el tono de mi voz. Ella comprendió que hablaba completamente en serio, respiró hondo y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas, apoyó sus manos en su estómago y...

—Fue idea de Tara —lloró.

Arrugué el entrecejo.

—¿Qué?

—Ella... ella estaba de acuerdo en que tú y yo no debíamos separarnos —sollozó —. Y planeó todo para que Nate y yo quedáramos solos...

—¿Qué demonios pasa por sus cabezas? —Intervino Nate con prepotencia.

—Dijo que sería buena idea, que con un bebé en camino jamás querrías separarte de mí —me observó a los ojos —Y yo estaba... estoy muy desesperada por no perderte.

Sentí que el enojo estaba justo en mi cerebro ¿Por qué Tara seguía moviendo sus piezas de mierda? ¿Por qué pensaba que podía manejar todas las situaciones a su antojo creyendo que yo era un simple peón? Respiré hondo, intentando no comenzar a insultar a todo lo que se movía, apreté mis puños y bajé la mirada al suelo.

—No puedo creer lo que estás diciendo, Emma —comentó Nate con un tono desilusionado. Alcé la vista para mirarlo y realmente así se veía, vulnerable y decepcionado. Camile se encontraba detrás de mí y ni idea de qué expresión tenía en el rostro, pero todo esto estaba volviéndose demasiado asqueroso ante mis ojos.

—Lo lamento tanto... —sollozó Emma —Siento mucha vergüenza por lo que hice, pero sólo quería recuperar a Jared.

—Entonces dime, Emma —continué, la observé a los ojos y ella se quedó quieta en donde estaba —¿Definitivamente es de Nate?

Ella asintió lentamente.

—Es muy probable, pero...

—Igual te harás un examen de ADN —zanjó mi amigo.

—Lo haré —aseguró ella.

—Y vas a ir conmigo —continuó él —porque si ya mentiste con una cosa así, puedo estar seguro de que lo harás otra vez.

Nate se removió incómodo, nos observó a Camile y a mí y por última vez miró a Emma frente a él. Sentí que él incluso estaba peor que yo porque, además, él se encontraba enamorado de Emma y ella no estaba reparando en no dañarlo, de hecho, no le interesaba cómo se sentía mi amigo. Él no merecía una cosa así, merecía muchísimo más.

—Es todo, me largo —soltó él.

Se formó un silencio sepulcral entre nosotros, Nate giró sobre sus pies y salió del departamento con un rostro que sólo indicaba que se encontraba muy dolido con toda la situación.

Apenas quedamos los tres en el departamento, no supe qué más decirle a Emma, así que decidí muy rápidamente que también debíamos salir del departamento, pero Emma no tardó en seguir hablando...

—¿Estás feliz? —preguntó, pero se dirigió directamente hacia Camile quien se encontraba prácticamente escondida detrás de mí —¿Estás feliz de haberme quitado al amor de mi vida?

Camile no le respondió, sólo se quedó mirándola con un poco de lástima, pero no esa lástima pedante, sino una empática, una que indicaba que realmente estaba entendiendo el sufrimiento de Emma. Es por eso, creo, que Camile no le respondió, sólo desvió su mirada hacia la mía.

—Iré a la camioneta... —comentó y yo asentí.

La vi salir del departamento dejándome a solas con una destrozada Emma.

—Nunca pensé que mi vida terminaría de esta manera —oí su voz quebradiza.

—Tu vida todavía no ha terminado.

—¿Aún no te das cuenta que sin ti mi vida no tiene ningún sentido?

—Ahora lo tendrá, Emma.

Ella puso sus manos en su estómago y respiró hondo, luego se acercó lentamente hacia mí.

—Estaba convencida de que el amor de tu vida era yo.

—No creo que sea buena idea pensar eso ahora ni menos victimizarte —comenté con frialdad, ella retrocedió un poco —. Sé que te engañé, pero cuando llegó el momento te dije que estaba enamorado de otra persona, ¿Pero hacerme esto? ¿Decirme que estás embarazada de mí cuando en realidad te habías acostado con mi mejor amigo?

—Siempre pensé que era una mala idea, pero Tara fue muy insistente...

—Creo que eres lo suficientemente inteligente para tomar tus propias decisiones.

—No puedo hacerme cargo sola de esto... —comentó.

—No estarás sola, Emma. Si efectivamente Nate es el padre de ese bebé, créeme que será el mejor —aseguré —. Y en cierto modo agradezco que haya sido él, pues está completamente enamorado de ti —solté y ella frunció el ceño.

—Eso no es cierto, sólo es un puto capricho porque yo estaba enamorada de ti.

—No sigas dañándolo... —pedí.

—¿Qué hay de ti? —me enfrentó —¿Quién te pide a ti que no me sigas dañando a mí? ¿Qué no sigas siendo así de frío y que por ultimo vengas y me abraces? Ni siquiera te has puesto en mi lugar, Jared.

—¿Sabes quién fue el que siempre me decía que no te hiciera daño? ¿Qué no fuera un imbécil contigo? —ella ladeó su cabeza con confusión —Nate —solté y ella se sorprendió un poco —. Deja el capricho conmigo, Emma. Y acepta que lo de nosotros no pudo ser, que tarde o temprano nuestros caracteres iban a chocar e íbamos a terminar en esto...

—¿Qué hay de Camile? —sonrió con falsedad. La observé sin entender —Ella ha sido la que rompió todo.

—No —contesté de inmediato —, el que rompió todo fui yo. Ella sólo me quitó la venda de los ojos y me mostró la persona que realmente quiero ser.

—Lamento no haber sido esa chica.

—Debes entender, Emma, que a veces somos el viaje de las personas, pero no el destino.

—Me llevará tiempo —bajó la voz.

Guardé silencio por unos segundos y luego alcé la vista para mirarla.

—Debo irme —ella asintió levemente, miré por última vez el departamento y me largué.

Esperaba que esa fuera la última vez que estábamos uno frente a otro, sin embargo, si la vida volvía a juntarnos en algún momento para una cosa diferente, esperaba verla como la conocí: Sonriente, llena de colores a tono con sus ojos, exitosa, segura de sí y capaz de contar historias graciosas por las tardes.

Cuando salí del edificio noté que Nate se encontraba junto a Samantha y Camile conversando al costado de mi camioneta, me acerqué hacia ellos y a juzgar por cómo se veían, noté que Nate no estaba molesto con Samantha, sino que conversaban como si fueran amigos muy cercanos.

—¿Todo bien? —me preguntó Camile en cuanto llegué a su costado.

Asentí silencioso.

Nate hizo contacto visual conmigo por algunos segundos y luego desvió su mirada hacia Samantha.

—¿Vienes?

Ella lo dudó un poco.

—Iré por la tarde —le sonrió ella con dulzura —, es que Alex llegó a la ciudad hoy y quiere que nos juntemos los tres.

—De acuerdo —sonrió Nate —. Nos vemos.

Conocía a Nate como a la palma de mi mano, era muy honesto, pero también orgulloso. Si me había pedido disculpas dentro del departamento por lo que había hecho no iba a volver a pedírmelo una vez más para que nuestra relación amistosa se arreglara. Era mucho más probable que esperara que yo diera el primer paso para hablar acerca de nuestros problemas que él se acercara a mí de alguna u otra forma. Iba a hablar con él, pero ahora sentía que no era el momento, así que me despedí de él con un movimiento de cabeza y lo vi largarse hasta su auto, se subió en él y rápidamente se fue.

—Está bien, vámonos —les dije a ambas, ellas me siguieron y se subieron a la camioneta.

—Creo que deberías hablar con Nate... —oí la voz de Samantha desde el asiento trasero mientras salíamos del estacionamiento.

—Lo haré, pero sé que necesitamos un poco más de tiempo.

—Estaba muy afectado por la situación —opinó Camile —. Pensó que Emma jamás sería capaz de hacer algo como eso.

—Nadie creía que fuera capaz... —doblé en un semáforo.

Cuando Samantha iba a decir algo, vi una camioneta parecida a la mía venirse encima de nosotros, pero de manera directa, tanto así que quise acelerar para que no nos chocara, pero lo único que conseguí fue que chocara con la parte trasera de nosotros. Todo lo que sucedió a continuación lo sentí como si en realidad no estuviese pasando. De inmediato perdí el control del volante, las ruedas se deslizaron por la calle y un terror avasallador se apoderó de mi cuerpo. No fui capaz de controlar nada, sólo cerré los ojos con fuerza.

*** 

El fin está a sólo dos capítulos...

BESOPOS

XOXO

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