No querría despertar de otra...

By EFAlvarez

16.6K 636 66

Jean de Belleville era una pirata arrogante, fría de corazón, y más ruda que varios hombres juntos. Bebía com... More

Despertar en sus brazos
Volveré
Sabor a mar
Prisión
Ejecución

Hornigold

1.4K 85 9
By EFAlvarez

Jean soltó un quejido de dolor, logrando apenas abrir los ojos.

Un techo de madera estaba sobre ella, y el bamboleo suave del piso le indicó que estaba en un barco. Poco le costó darse cuenta que estaba en una cama, y extrañamente, no encadenada. La sed la estaba matando.

- Eh, quietecita, Jeancita.

Jean abrió los ojos de par en par, y buscó aquella voz masculina que tanto conocía. Hizo una mueca de dolor al sentir un dolor punzante en su zona abdominal, por fin notando los trozos de sábanas blancas fuertemente amarrados a su torso. Su respiración se agitó, cuando sintió una mano cálida y callosa sobre su hombro.

-Dije, quieta, joder. Sigues siendo igual de testaruda después de tanto tiempo, ¿eh?

La capitana intentó replicar, pero la garganta le ardía terriblemente, a lo que comprendió que había tragado agua de mar. No podría hablar mucho. Incluso le dolía respirar con la terrible herida que le atravesaba el abdomen de lado a lado. Ni siquera sabía cómo había logrado sobrevivir. Por los pelos, seguramente. Como todo en su vida.

- Callate, asqueroso.

El hombre se sentó en un banco a su lado. Él era el típico pirata, quizá más cruel que la mayoría. Pero había sido, y es, un buen amigo de la francesa. Los ojos celestes le miraron con diversión, y los labios se curvaron en una sonrisa sagáz y truculenta.

-Mira cómo le hablas al que te salvó el pellejo, guarrita.-Se estaba remangando la gabardina azul y roja para servirle agua fresca en un vaso de madera, cuando notó la mirada inquisidora de De Belleville.- Ya, ya. Ya te explico. Toma agua, cálmate, y hablaremos.

Jean respondió con un bufido mal disimulado.

-¡Deja de gruñir, que ya sé que eres perra! -Rió, cuando la mujer le arrebató el vaso de las manos. Se rascó la mandíbula mal afeitada, y luego apoyó el peso de su cuerpo contra la mesa de luz, cruzando las largas piernas. El inglés era realmente alto, como lo eran casi todos los anglosajones. Aunque él siempre afirmaba ser el más alto. Y el más guapo. Y el mejor capitán pirata. Era un egocéntrico. Pero a Jean le caía bien. Quizás era porque ella también era así.

-Eres un idiota. -Graznó la otra, al haber por fin terminado el vaso completo de un sorbo.- M-Maldita sea... Sólo dime que mi nave está bien, Ben.

Entonces, casi por milagro de Dios, Benjamin Hornigold decidió adoptar una postura seria.

-Está muy dañada. Las velas quemadas, y el casco tiene varios agujeros. -Se enderezó, y alargó las piernas, por debajo de la cama en donde descanaba la de ojos dorados.- Pero tiene arreglo.

Jean se recostó, algo más tranquila, y cerró los ojos.

-Ben... No sé cómo agradecerte esto, yo... -Su voz parecía estrangulada, mientras intentaba darse la vuelta en la cama. Hornigold negó con la cabeza, y suspirando evitó con una mano que la francesa siguera moviédose. Ya de por si era difícil que sobreviviera. Pero la vida del pirata era así. Vives al borde, todos y cada uno de los días. Puedes morir por una espada, como por una ola o un tifón. Eras exepcional si llegabas a la cuarentena.

-No tienes nada qué agradecer. Hay suficiente oro en tus arcas como para reparar diez veces el daño que está hecho. -Iba a seguir con la explicación, pero supo por los ojos de Jean que ella quería saber otra cosa muy distinta a ello.- Mi flota hundió la francesa. No hubo sobrevivientes.

De Belleville sonrió de oreja a oreja, pero aún no se sentía satisfecha.

-¿Y... Mi primer oficial? -Logró preguntar.

-Muerto. -Esto le cayó como un balde de agua fría a Jean, pero de alguna manera se lo esperaba. Eso de que te corten la arteria femoral y te lancen al mar es malo para la salud. Usualmente.- Lo siento mucho, Jeanne.

Era extraño que le llamaran por su nombre verdadero, ya que "Jean" era sólo un apodo. Después de todo, "Jean" era la versión masculina del suyo propio. Hacía referencia a su caracter pesado y altanero, poco femenino.

Ella asintió, y sonrió levemente cuando sintió la mano del otro posarse en su antebrazo de forma protectora. Ni el ni ella eran personas que se encontraran muy a gusto con el contacto fisico, pero estaba bien en momentos difíciles como estos. Era un apoyo silencioso y cálido. Jean se alegró de tener a una persona de tal confianza como Benjamin. ¿Qué sería de ella sin él?

- Te voy a llevar a casa. -Parecía más una orden que una opción.- Con tu noviecito, el señor "No-Tengo-Expresión-Facial".

Casi no logró esquivar el vaso que volaba en dirección a su cabeza. Las risas se escucharon hasta la cubierta, y los tripulantes sólo lograron preguntarse qué estarían haciendo los capitanes en los cuartos. Pero no preguntarían nada. Todos sabían lo violentos que podían ser ambos.

--------------------------------------------------------------------------------------

Fueron solo horas hasta que llegaron a Nassau. The Benjamin, el barco insignia de Hornigold, no había tenido problemas en acarrear La Dame Sanglante hasta la isla pirata, donde tendría a lugar su reparación.

Jean no había dejado de pensar en Connor, ni tampoco en su misión. Hornigold le había aclarado que su contrato de asesinato pasaría a manos del Kenway rubio, y que se negaba a transportarla tan lejos sin antes llevarla a un médico. En fin; Un estrés para la francesa, sumado a que apenas si podría moverse sin aullar de dolor, cosa que no dejó de hacer mientras dos tripulantes la transportaban en una sábana hasta la casa de un curandero.

La curación en si fue bastante fácil y rápida, mas no indolora. La de ojos dorados no dejó de soltar improperios en francés en todo momento, mientras las risas de Ben se escuchaban por detrás. El curandero le explicó a ambos que no había de qué preocuparse; La bala había cruzado la parte baja de su abdomen limpiamente y seguramente ahora estaría flotando en el mar. No había ningún órgano dañado, o sino ya estaría muerta. Por lo que ambos capitanes piratas sonrieron, Hornigold jovial, y la francesa exahusta y con ojeras rojas bajo los ojos.

Viviría para volver a ver a Connor. Viviría para volver a aterrorizar a los navegantes con su bandera negra. Viviría para volver a emborracharse con sus compañeros de piratería. Sólo hacía falta superar esa etapa de dolor, y nada mas. Jean había superado peores obstáculos, y se sabía de antemano una mujer fuerte. Una mala hierba es difícil de erradicar, y vaya que De Belleville era una.

Hornigold mismo fue quien se prestó para devolver a Jean a América. Puso a su primer oficial como capitán de La Dame, y dejó a la francesa una vez más en su propia habitación.

Jean siempre había pensado que Benjamin era extremadamente desordenado, pero en ese momento al menos la cama estaba hecha cuando la pusieron de vuelta en ella. Durmió casi todo el camino, aunque si muy incómoda. La herida escocía y picaba. Eso significaba que estaba sanando, pero eso no quitaba que fuera extremadamente molesto. El único que la visitaba era Ben, y para traerle comida y agua, cosa por la que Jeanne siempre se quejaba; Quería ron. Y aunque el médico dijo que no podía tomar alcohol, Hornigold hacía la vista gorda de a veces y le traía una botella a la capitana amiga. Los dos eran igual de testarudos. E igual de viciosos.

Al llegar a puerto, Jean ya podía pararse y caminar un poco sola. Era doloroso, mas no imposible. Se estaba terminando de calzar las botas cuando Benjamin entró en la habitación.

-¿Lista, puta barata? -Puso los brazos en jarras- Hemos rentado un carruaje para que te lleve a la Hacienda.

Por la puerta abierta detrás de hornigold pasaron un par de tripulantes con un pobre hombre en traje amordazado y atado de pies y manos.

-Si, claro... -La capitana alzó una ceja.- "Rentado"

-Bueno, eh, que no pude controlar a mis chicos.

-Claro, "controlar a tus chicos"

-Está bien, ¡maldita sea! Es que me gustaron las botas del conductor.

De Belleville rodó los ojos mientras Ben le ofrecía su hombro para caminar. Ella reía entre dientes, mientras cojeaba.

-No maltrates mucho a ese pobre hombre, por favor. -Negó con la cabeza la francesa, aún con la risa a flor de piel. Unos tripulantes la ayudaron también a bajar por las escaleras, tomándola de las muñecas. El carro estaba aparcado en la calle justo después del muelle. Bejamin bajó de un salto y le ordenó a sus hombres que fueran a conseguir proviciones para el próximo viaje. Y ron. Mucho ron.

Se quedó allí, en silencio, observando a la mujer que había conocido prácticamente como una niña. Una niña sedienta de sangre y venganza. Los ojos dorados no habían cambiado prácticamente nada, pero ese brillo extraño y turbio de la locura había desaparecido.

-Has cambiado mucho este último tiempo, mujer. -Observó el otro, posando la mirada celeste en el agua, con los brazos cruzados.- El amor de ese indígena te está volviendo blanda.

- Pienso retirarme del negocio, Ben. -Musitó la otra, pasándose los dedos por el cabello café.- Tal vez tengas razón. Pero nada se ha sentido tan correcto en mi vida como esta decisión.

Se hizo en silencio otra vez. Jean se sentía algo mal consigo misma. Benjamin había sido prácticamente un maestro para ella al igual que Edward, pero Connor simplemente era su prioridad ahora. Luego de años de rencor y deseos homicidas algo bueno llegaba a su corazón. ¿Y cómo podría una negarse? Podría casarse otra vez. Podría olvidarse del conflicto con los franceses. Podría ser madre. Los tesoros y la venganza se hacían pequeñeces al lado de tales ideales.

Se sorprendió al sentir los brazos del inglés rodeándola. Sus ojos se abrieron de par en par, y titubeó unos momentos antes de devolver el gesto. Ninguno de los dos era especialmente cariñosos. Pero el momento lo pedía.

-Te voy a extrañar, maldita loca. -Fue lo único que se esuchó de la voz ronca de Hornigold. Jean no podía verlo, pero podía jurar que sus palabras eran verdad por la fuerza con la que se aferraba.

-Mon dieu, mon ami, no hables como si nunca más nos fueramos a ver. -La voz de Jean sonaba quebrada, e intentó difuminar aquella sensación hundiendo la nariz en el hombro del inglés. Olía a sudor, salitre y alcohol. Olía a hermandad y amistad incondicional. ¿De verdad podría dejar Nassau atrás, la isla que llamó hogar por tantos años por amor?

-Venos a ver algún día, Nassau siempre estará abierto de brazos para sus ovejas descarriadas. -Lentamente se desprendieron del abrazo, y aunque Jean se negó a separar la vista de él hasta llegar al carruaje, Hornigold ya había subido de vuelta a la borda. No miró atrás. El carruaje, siendo manejado por uno de los tripulantes partió apenas la francesa puso un pie en él. Pocas veces en su vida se había sentido tan perdida.

Cuando era pequeña, su objetivo era huir de los guardias para proteger a su hermano. Cuando fue adolescente, su objetivo había sido salir de París para conseguir dinero. Cuando adulta, su objetivo fue huír de Francia y vengar a su esposo y hermano. Ahora iba con Connor para... ¿Para qué? ¿Cual era el destino final?

Miró una última vez el The Benjamin.

Sería la última vez que lo vería.

Continue Reading

You'll Also Like

381K 31.1K 20
¿Cuánto esta bien entregarle al otro? ¿Con cuanto alguien se siente satisfecho? Dinero, fama, éxito.. O tal vez... ¿nuestra propia vida? Fiorella se...
1.1M 191K 160
4 volúmenes + 30 extras (+19) Autor: 상승대대 Fui poseído por el villano que muere mientras atormenta al protagonista en la novela Omegaverse. ¡Y eso jus...
83.7K 10.4K 23
Jungkook es echado de su casa junto a su pequeño hijo de apenas 1 año, su anterior Alfa tomó la decisión de correrlo al llevar a una nueva Omega a su...
43.6K 3K 13
Khun Nueng se retracta y convence a la dulce A-Nueng de irse con su madre. Cinco años después se reencuentran y ya nada es como antes. A-Nueng no es...