❛SOLO DOS NIÑOS❜
DRACO RESPIRADA CON DIFICULTAD MIENTRAS SE PASABA LAS MANOS POR EL PELO DE FORMA DESESPERADA.
Los gritos de Venus le estaban rompiendo el alma, sentía que se iba a volver loco.
—Por favor —suplicó entre sollozos a nadie en general—, haz que pare.
Los cuatro adultos en la sala tuvieron diferentes reacciones
Narcissa no fue capaz de mirar a su hijo, y Lucius simplemente prefirió no decir nada.
—Ella estará bien, querido —hablo Bellatrix de forma tranquila.
Parecía que estaba disfrutando de los gritos de la chica, al igual que Ella que sonreía genuinamente.
Draco apretó sus dientes con fuerza, haciendo que rechinaran. Por supuesto que no iba a estar bien; era imposible que alguna vez ella estuviera bien con aquello.
Y todo era su culpa.
Esa era la frase que su subconsciente le repetía una y otra vez en su mente de Draco, no debería haber dejado que Venus interviniera. Si no lo hubiera hecho ella ahora estaría a salvo con Lupin.
La puerta del comedor se abrió de repente y por ella entró Felix Rosier con un semblante serio, demasiado para tratarse de él.
Los meses huyendo se habían hecho notar en el hombre que se veía diez años más viejo de lo que era, con esa poblada barba y esas arrugas alrededor de sus ojos.
—¿Qué le están haciendo a mi sobrina? —espetó mirando hacia Ella Rosier que sonrió de forma brillante hacia su cuñado.
—Está recibiendo la marca, Felix —dijo con emoción tomándolo por los hombros como si le estuviera dando una buena noticia—. Está haciendo honor a su apellido por fin.
—¿Honor? —dijo con recelo Felix dando un paso lejos de ella—. Lo dejé muy claro en la última reunión Ella, Venus no debía recibir la marca.
—Soy su madre, puedo decidir sobre ella.
—¿Con qué derecho te haces llamar nuestra madre? —Draco levantó la vista soltando un jadeo cuando Ares Rosier ingresó a la estancia.
Tan demacrado como su padre, su paso por Azkaban había hecho mucha mella también sobre el joven. Sin embargo, ese porte de familia noble seguía estando en él como algo impreso de nacimiento. Incluso con esas grandes ojeras y tan escuálido que se asemejaba casi a un esqueleto, Ares Rosier continuaba poseyendo ese aire aristócrata y elegante que solía caracterizar a las familias de sangre pura.
—Ares, querido —dijo con una sonrisa.
Ella acercó su mano para tocar la mejilla de Ares. Este se apartó de forma brusca y miró con asco a su progenitora.
—No me toques —siseó con rencor—. Te dijimos que te alejarás de ella.
—La pequeña Venus quería esto, ella solo está confundida...
—¡Venus nunca quería servir al Señor Oscuro! —gritó enfadado encarando a su madre—. Ella nunca caería tan baja.
Ella Rosier rio se una forma irónica.
—¿Acaso te arrepientes de ser fiel a tu señor, Ares? —dijo pasando su dedo por la barbilla del chico. Sonrió de forma ladina—. Te has vuelto tan débil como la asquerosa de tu hermana.
—No hables así de ella —escupió con frialdad—. De lo único de lo que me arrepiento es de no haberte matado cuando tuve oportunidad. Voy a parar esto ahora mismo.
Ares pretendió avanzar hacia la biblioteca donde Voldemort se encontraba con Venus, pero Ella se lo impidió.
—Crucio —dijo con aburrimiento apuntando hacia su primogénito.
Ares cayó de rodillas al suelo.
Narcissa tomó la mano de Lucius propiciándole un fuerte apretón, completamente anonadada. Sabía de buen grado como era Ella, había compartido casa durante algunos años, pero ver con sus propios ojos como dañaba a su hijo, era algo que, aunque sabía que ya había ocurrido, no esperaba estar presente.
Ares no se había esperado que lo atacara, sin embargo, de su boca no se escapó ni un solo lamento.
—Ella basta —dijo Felix sin apartar sus ojos de sus zapatos. Su mandíbula temblaba debido a la furia—. Ella —volvió a repetir, pero no hizo caso—. Ella, por favor —Draco vislumbró como los orbes claros de Felix centelleaban con enfado—. ¡He dicho que basta!
Ella Rosier bajó la varita con lentitud y miró a Felix con asombro, nunca se había atrevido a cuestionarla hasta ahora.
—¿Te has ablandado con los años tú también, Felix? —habló con burla la mujer, pero con cierto atisbo de desdén—. Creí que la culpa de que mis hijos fueran unos debiluchos era por ese colegio de traidores, y no por ti, querido.
Felix se dispuso a hablar, harto del comportamiento mezquino que la mujer había tenido durante tanto tiempo.
Pero entonces los gritos de la sala cesaron.
El silencio reinó la mansión Malfoy, y solo las leves respiraciones, un tanto agitadas, de los presentes rellenaban el fatigoso ambiente.
En la habitación de al lado, se podía apreciar el leve zigzagueo de un cuerpo arrastrarse por el frio suelo que era acompañado de un sonido áspero y desagradable que causaban unas uñas al rozarse contra el piso.
Draco se levantó de la fina silla, sus ojos estaban clavados en la manija de bronce que lentamente se doblaba hacia abajo.
La puerta del comedor se abrió mostrando al Señor Oscuro con una sonrisa de satisfacción y orgullo por el trabajo cometido.
—Ya está lista —hablo con voz fría y pastosa.
Pero Draco solo podía prestar atención el débil cuerpo de su novia que descansaba en el frío suelo completamente inerte, derrotado.
—No te preocupes Draco —dijo siguiendo su mirada hasta Venus—. Ella solo está descansando —se giró hacia Lucius y Felix antes de hablar—. Ahora caballeros me gustaría tener una charla con vosotros, Ares, tú también puedes venir.
Los tres hombres avanzaron sin rechistar siguiendo al Señor Tenebroso por los pasillos de la Mansión Malfoy.
Ares que no se había movido ni un centímetro completamente centrado en su pequeña hermana, reaccionó cuando Felix carraspeo.
Dedicó una profunda mirada hacia Draco, la cual no supo interpretar.
Ella y Bellatrix no tardaron en seguirlos como si fueran dos perritos persiguiendo a su amo, esperando alguna caricia de su parte. Draco se preguntó como una madre podía sentirse tan indiferente cuando su hija estaba en el suelo inconsciente.
Tan pronto como el señor Tenebroso desapareció, Draco corrió desesperado hacia la vulnerable chica que soltaba pequeños balbuceos adoloridos sin sentido alguno.
Le apartó el pelo del rostro con sumo cuidado como si su cara fuera de marfil, los ojos de Venus estaban cerrados, pero aún se podía apreciar el sendero de lágrimas que habían caído minutos atrás por sus sonrojadas mejillas.
—¿Qué te han hecho, amor? —susurro con culpa Draco abrazando su cuerpo. La acerco hacia él, sintiendo el tenue pero persistente golpeteo de su corazón. Ese martilleo le hizo sentir demasiado aliviado—. Perdóname, Rosy, perdóname.
Narcissa veía todo desde el marco de la puerta apoyada sobre él, se mordía el labio con fuerza para evitar llorar.
Eran solos dos niños.
—Deberías subirla a tu habitación —Draco ni siquiera se giró para mirar a su madre cuando esta habló, ella no tenía la culpa, pero si hablaba terminaría pagando su enfado con ella. Narcissa por un momento pensó que había hablado demasiado bajo pero el asentimiento de Draco le propiciaba con su cabeza le indicó que le prestaba atención—, allí estará más cómoda.
Como si Venus no pesara nada, la alzó en sus brazos. Igual que el día que Venus se rompió el tobillo a principios de año.
Cuan diferente eran ahora las cosas.
Ya no habría más quidditch, ni más horas de runas antiguas para saltarse. No compartirían más notas en mitad de pociones, o comerían a escondidas en historia de la magia.
No se besarían a escondidos en algún pasillo, y no reirían a carcajadas cuando Venus insultara a Merlín cuando se equivocara escribiendo mientras hacían los deberes.
No habría más noches de escapadas a las cocinas con sus amigos, no habría más Liz, más Blaise, ni más Theo.
Ahora solo podían obedecer porque su vida dependía de ello.
Cerró la puerta de habitación detrás de si y depositó con suma suavidad a Venus sobre las sábanas blancas. Se sentó junto a ella y tomó su mano, la cual se llevó a los labios y dejó un beso.
En la misma mano donde ahora descansaba el brillante anillo que había pertenecido por largas generaciones a la familia Malfoy.
Lo acarició lentamente recordando todas esas promesas que había sobre él.
—Estaremos a salvo, Rosy. Te lo juro.
Eran solos dos niños en un horrible mundo que solo querían amar.
[...]
Venus despertó con un terrible dolor de cabeza.
En realidad, le dolía todo el cuerpo como si troll de las mazmorras que se había escapado en segundo año le hubiera aplastado con su enorme culo.
Tenía recuerdos fugaces de lo que había ocurrido, pero ninguno claro.
Intentó moverse, pero algo aferrado a su mano izquierda le impedía girarse.
Decidió abrir sus ojos, lo cual resultó más difícil de lo que pensó que sería. Había una fuerte luz que entraba por la ventana que iluminaba toda la estancia, pero que hacía que Venus entrecerrara los ojos con fatiga.
Tardó unos segundos en acostumbrarse al ambiente, y en el momento que su visión se aclaró tuvo claro algo: No se encontraba en su habitación, ni mucho menos en Hogwarts.
El olor fuerte a fragancia varonil que desprendían las sabanas delataba su procedencia.
Sin duda se encontraba en el dormitorio de Draco.
Lo que Venus no entendía, era como ella había llegado a la Mansión Malfoy.
Giro su cabeza hacia la derecha buscando al muchacho, solo encontró la puerta semiabierta del baño y una mesita de noche que se encontraba decorada con un porta retratos donde una Venus sonriente de, tal vez, doce años sonreía hacia la cámara mientras intentaba hacer que Draco también sonriera.
Giro su rostro de nuevo y lo que se encontró provocó que soltará un profundo jadeo que despertó a la persona que estaba a su lado sentada.
Ares Rosier se movió con incomodidad en la silla de madera del escritorio de Draco, se pasó la mano por los ojos intentando desperezarse sin percatarse de que Venus había despertado.
—Ares —susurro en un hilo de voz.
El chico apartó sus manos de sus ojos lentamente, y sin poder evitarlo sonrió hacia Venus.
—Hey Vee —sonaba tan casual que no parecía que llevasen casi seis meses si verse.
Un sollozo involuntario se escapó de los labios de Venus que a pesar de todo el dolor que sentía no dudo en abalanzarse sobre su hermano.
Ares la apretó contra su cuerpo con cariño, y suspiró tranquilo al tener a su hermanita con él de nuevo. Venus aspiraba con fuerza el aroma de su jersey, a pesar de todo ese tiempo seguía oliendo a madera.
Ares olía a hogar.
—Estas bien —balbuceaba Venus—, estas bien.
—Ahora sí —dijo Ares separándose del pequeño cuerpo de Venus para cogerle de ambas mejillas.
Las acarició con adoración porque no había ni una sola persona en la Tierra que amarra tanto a Venus como Ares, aunque quizás Draco podría hacerle la competencia.
—¿Cómo te sientes? —preguntó con cuidado cuando la muchacha dejó de llorar.
—Me duele todo el cuerpo, ¿qué haces aquí? ¿Por qué no estoy en Hogwarts? —preguntó enseguida Venus.
La sonrisa de Ares cayó, y se pasó la lengua por los labios.
—No, lo recuerdas, ¿cierto?
Entonces Venus quiso volver a dormir.
No podía ser cierto, Dumbledore no podía estar muerto.
Snape no podía ser un asesino.
—Dime que solo ha sido un mal sueño, Ares —pidió Venus compungida—. Dime que no es cierto.
—No sabes lo que desearía decirte eso, pequeña —susurró Ares trangando con dificultad.
Venus miraba con miedo a Ares con su mandíbula temblando con pánico.
De forma inconsciente se lleva la mano al ante brazo izquierdo.
—Venus, no.... —pero la muchacha no obedeció.
Levantó lentamente la manga del suerte, que posiblemente fuera de Draco, para encontrarse con su peor pesadilla.
La marca tenebrosa la saludaba con diversión.
Podía sentir como la serpiente negra que impregnaba su piel se burlaba de ella.
—Intente evitarlo, Venus. Te lo juro de verdad —dijo Ares observando a su hermana con culpa—, pero llegué demasiado tarde...
Venus miraba con repulsión la marca de su brazo, y una única lágrima resbaló por su ojo haciendo un recorrido por su pálida mejilla hasta su magullado mentón.
La lágrima termino mojando levemente la sábana quedándose impresa durante unos segundos y desapareciendo tiempo después.
—No pasa nada —dijo Venus volviendo a tapar su brazo y mirar hacia el frente.
Sonrió de forma tensa, intentando creer que solo era su imaginación que esa horrible marca no había sido tatuada con fuego en su brazo.
—Soy el peor hermano mayor del universo, ¿cierto? —preguntó con una sonrisa ladina intentado aligerar el ambiente sacando una sonrisa en Venus, pero lo que causo fue todo lo contrario.
La realidad fue como si le hubieran lanzado sobre la cabeza un vaso de agua fría, la conversación con Dumbledore se hizo presente en su cabeza. Y en ese momento con Ares mirándola confundido comenzó a llorar de nuevo.
Tal vez por culpa, por dolor, por confusión quizás.
—¿Qué ocurre, Venus? —preguntó Ares afligido al ver a su hermana sollozando—. ¿Te duele la marca? Puedo llamar al tío Felix, él sabrá qué hacer.
Pero la chica lo tomó por la muñeca para que no se marchara.
—Lo siento —susurraba sin mirarlo—. Lo siento tanto.
—¿Por qué dices eso? En todo caso debería disculparme yo por no haber cuidado lo suficiente de ti, eres mi hermanita y es mi deber.... —Venus sollozo aún más fuerte al escuchar la palabra hermana.
Draco, que había estado escuchando toda la conversación desde fuera decidió entrar, se suponía que nadie debía saber esa información.
Podían llamarle metiche, pero estaba preocupado por ella.
—Rosy no —advirtió el rubio.
—Tiene que saberlo, no puedo más con esto —suplicó entre lágrimas. El rubio suspiró y solo pudo sentarse al otro lado de la cama, en una señal de apoyo.
—Espero que no me vayas a decir que estas embarazada porque ni siquiera te he dado el visto bueno para que te cases con mi hermana —Ares había hablado nerviosamente.
No le gustaban los momentos tensos, y siempre terminaba soltando comentarios que no veían al caso.
—Creo eso sería más fácil de explicar. Aunque parte del problema está ahí —murmuró en un hilo de voz Venus mientras alzaba la vista para observar a su hermano—. Que realmente no sé si lo somos.
Draco entrelazó sus dedos, y rezó porque la reacción de Ares no fuera desmesurada.
—¿Qué...qué estás diciendo Venus? —tartamudeó el moreno confundido.
Venus observó a Ares con cuidado, se tomó varios segundos para respirar profundamente y con intenso dolor volvió hablar, dispuesta una vez más a contar la verdad:
—Evan y Ella Rosier no son mis verdaderos padres.
Sabía que a partir de ese momento todo cambiaria para ella.
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𝐅𝐈𝐍 𝐃𝐄𝐋
𝐒𝐄𝐆𝐔𝐍𝐃𝐎 𝐀𝐂𝐓𝐎
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Estoy ✨gritando✨
Sinceramente creo que ya teníais una idea sobre esto, pero no todo es lo que parece.
Antes de nada
¡¡¡¡¡ FELIZ NAVIDAD !!!!!
Espero que tengáis un maravilloso día, siempre con cuidado, y que disfrutéis de estos días con vuestros seres queridos.
Lo segundo, mañana subiré el prólogo del tercer acto, y el día 31 publicaré el primer capitulo de la primera parte del último acto.
OS SUPER AMO.
Cuidaos mucho.
🖤