No quiero el final

By Viam29

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Tarde o temprano todo llega a su fin y, aunque no lo queramos, no hay nada que hacer contra eso. More

SINOPSIS
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 3

CAPÍTULO 2

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By Viam29


Capítulo 2

Definitivamente 1922 era una película de terror. ¡Estaba llena de ratas!

Ratas.

Ratas.

Ratas.

No aguanté más y tuve que salir del auditorio, recibiendo varias maldiciones por hacerles el favor de taparles la vista directa hacia las ratas.

— Qué asco. — dije en voz alta haciendo arcadas cuando ya estuve fuera del auditorio.

— ¿Tan mala estaba la película? —preguntó una voz masculina.

Levanté mi cabeza y vi a Noé sentado en una de las bancas que estaba a un costado de la puerta del auditorio. Genial, ahí estaba él, con su chaqueta negra como los chicos malos de las películas, los protagonistas que siempre hacen babear a la protagonista. Y estaba yo, habiendo hecho una arcada sonora que pudo haberme hecho vomitar.

— Hay ratas.

— Sí, supuse que era por eso... entonces, ¿tan grande es tu repulsión a las ratas?

— Poquito. — mentí intentando sonar casual.

Poquito, claro. Según yo, se trataba de una fobia. No podía ver películas con ratas, de hecho, ratatouille de había convertido en una tortura... casi no tenía nada contra Mickey Mouse... el punto es que mientras más real es la representación animada de una rata, peor es mi asco. Y cuando veía una rata o me daban arcadas o me daban ganas de llorar, siempre sintiendo que necesitaba rascarme todo mi cuerpo. Mi fobia llegaba a tal punto que en la universidad evitaba los lugares donde vi ratas o donde me dijeron que las habían visto.

"Pero hay ratas en todo el mundo" dirán los expertos en ratas, pero mejor permanecer ignorante ante eso, responderé yo.

— Que suerte que es poquito, porque hace un rato vi una rata por la puerta de entrada al edificio.

Genial, si no podía evitar la puerta iba a parecer una tonta corriendo desesperadamente para atravesar la puerta.

— Ah... es bueno saberlo. — él se rio y cerró su libro. Claro, el intelectual. — ¿Tú no vas a entrar a ver? Está lleno, pero supongo que encuentras un lugar.

— Ya está avanzada y tenía que encontrarme con alguien antes de entrar, pero al parecer se le hizo tarde.

— Bueno, solo te estás perdiendo de ratas.

— Si... oye, lamento haberte quitado tu turno en la supervisión, si quieres puedo ayudarte leyendo y ver si se me ocurre algo, no es que diga que te falte algo, pero quizá puedo ayudarte con cualquier cosa.

— Gracias, lo haré.

No lo iba a hacer. El que leyeran los casos incluía comentarios como "yo hubiera preguntado..." "yo hubiera hecho..." "¿qué piensas que significa lo que hizo?", y con cualquiera de esos comentarios me quedaba muda porque me sentía mal de no haberlo pensado.

Nos quedamos en silencio, de esos silencios en los que esperas que la otra persona hable o haga un comentario y como ambos esperan no pasa nada.

— Qué difícil es el caso que estás llevando. — comenté para dejar de sentirme incómoda. — Debe ser difícil no implicarse.

— Lo es, me da mucha pena la señora. Está en las últimas y las enfermeras dicen que no va a durar mucho más tiempo y por eso Silvia no quiere recibir a sus familiares, no quiere despedirse, pero está sufriendo mucho.

Muchas veces el trabajo bien hecho con pacientes con cáncer significaba que tu paciente fallecería porque le ayudaste a soltar eso que tenía encima y que le seguía reteniendo y dejando que sufra. Era cruel, sin mencionar difícil perder a un paciente a quien habías conocido... por eso agradecía no estar en un sector en el que los pacientes estaban internados, sino estar en uno donde solo iban para consultas "fáciles".

— Debe ser difícil. — repetí sin saber qué más decir.

— Sí. Pero siempre es bueno hacerse supervisar...

— ¿Incluso con Molty? Ella me da miedo.

— Sí, a todos nos da miedo, pero si te destroza aprendes.

— Aprendes a no meter la pata, dirás.

— Exacto... bueno, parece que no vendrá la persona con la que tengo que encontrarme... ¿te vas en bus? ¿Quieres que te acompañe?

Claro que quería, pero no tenía más temas de conversación y no quería parecer aburrida... o muy forzada. Hay una delgada línea entre ser aburrida y verse desesperada por no serlo, y estaba segura que yo podía pasar esa línea una y otra vez, aunque quisiera evitarlo. Y mis intentos para evitarlo serían los que me condenen a hacerlo.

Pero, ¿cómo decirle que no? La verdad es que sí quería que me acompañara, no me gustaba caminar sola hasta la parada, y menos si me había olvidado los audífonos en algún lugar. Y quería que me acompañara porque así pasa en las películas, ¿verdad? Él la acompaña a ella y surgen chispas y en menos de lo que uno espera ya son pareja...

Creo que voy a tener que hablar con mi psicólogo sobre lo mucho que me implico en los romances de las películas y los libros.

— Claro, si no tienes nada más que hacer.

— Lo siento, lo siento, lo siento. — dijo una chica corriendo hacia donde nosotros estábamos sentados. Supuse que era la persona que Noé estaba esperando. Era otra chica de la carrera, ya la había visto en algunas materias, pero nunca hablé con ella de algo que no fuera el tema del trabajo en grupo. — Se me hizo tarde y no me di cuenta.

— No te preocupes, Olivia me estaba contando la película para no perdérmela. Olivia, ella es Ruby.

— Hola, sí, te he visto en algunos grupos de interconductual, ¿verdad? — la chica se acercó a darme un beso en la mejilla, algo que era muy raro para mí pues no ando repartiendo besos a extraños... o invadiendo su zona de privacidad.

— Ehh... sí... hola.

— Lo siento, estaba muy concentrada con una tarea y me olvidé poner la alarma. ¿Podemos ir a un café a hablar?

¿Por qué las personas hacen eso frente a otras? Eso de hablarse como si no estuvieras allí. Lo último que sabía de estos dos era que eran pareja, pero tampoco es como que estuviera muy al pendiente de la vida amorosa de Noé. Como dije antes, intentaba enfocarme únicamente en mis cosas y no pensar en chicos. Pero tampoco era difícil ignorar cuando los veía caminando juntos.

— Le dije a Olivia que la acompañaría al bus para que no se fuera sola.

— No hay problema, puedo irme sola.

— No, no creo que retrasar nuestra charla unos minutos más haga la diferencia, ¿verdad, Ruby? — los dos la miramos y ella sonrió, pero era esa sonrisa incómoda que no puedes ocultar y que es muy notoria.

— Claro, vamos.

Si ya me parecía incómodo tener que ir solo con él por no saber que hablar, con Ruby la escena era mucho peor. No es necesario ser una experta en relaciones para darse cuenta de que entre ellos dos había tensión, y no solo la tensión por tenerme allí, sino que había algo más. Y mi gusto por el chisme estaba empezando a hacer funcionar mi cerebro para armar un diálogo en el que descubra qué estaba pasando entre ellos dos, pero sin meter la pata.

Y es que era algo obvio lo que estaba pasando entre ellos dos. Cuando compartía mis materias con ellos porque coincidíamos en los mismos grupos, los veía como una pareja muy unida. Tan unida que siempre estaban en el mismo grupo de trabajo, en el mismo grupo de exposición, en las mismas prácticas en instituciones, en los almuerzos, en los recesos, etc. Prácticamente todos creíamos que al terminar la universidad ellos se iban a ir a vivir juntos, a casarse, a lo que sea. Pero justo en ese momento no parecían una de esas parejas, parecía la pareja que está a punto de divorciarse, pero que no quieren decirle a su hija (en este caso ese papel me corresponde a mí) y no quieren que se note que algo está mal.

— Eh... ¿y ya están a punto de terminar la universidad? —pregunté, intentando que mi pregunta fuera casual.

Qué estúpida eres, Liv, están en tu nivel, obviamente ya van a terminar.

Ruby soltó una risita, pero no respondió.

— Solo este semestre más de internado y ya, después a enfrentar el desempleo. — respondió Noé.

— ¿Tú vas a ser desempleado? Lo dudo, supongo que ya te deben estar llegando ofertas, eres muy bueno en tu trabajo... digo, eso es lo que dicen.

Noé se rio, de esas risas espontáneas que no pretenden ser de otro tipo, de esas risas que uno quisiera tener frecuentemente sin sonar como si fuera un "oink".

— Quién sabe lo que pasará en el futuro. ¿Tú ya sabes qué harás?

— Estoy trabajando en mi tesis... pero no me parece que esté del todo bien.

— ¿Por qué? Si es cierto lo que dicen de ti, seguro ya está terminada y lista para presentarla.

— ¿Lo que dicen de mí?

— ¿Ese es tu bus? — preguntó Ruby señalando un bus que estaba a lo lejos y que era difícil ver si era el número que me correspondía. — ¿Vamos a esperar que se suba?

— ¿Tienes mi número para lo del caso? — me preguntó Noé. — Mejor dame el tuyo y te llamaré para que sepas cuál es mi número y cuando quieras ayuda me avisas.

Ruby no se veía feliz, se cruzó de brazos y se hizo un poco hacia atrás en lo que yo le dictaba mi número. Tenía mi celular en la mochila porque está bien ser tonta una vez para que se te caiga del bolsillo, y está bien ser tonta una segunda vez para que te lo roben de tus manos... pero una no puede ser tres veces tonta, por lo que me había comprometido conmigo misma a guardar el celular en la mochila cada vez que tomaba un bus. Sentí la vibración en mi espalda cuando él me llamó.

— Me avisas cuando llegues. — dijo él mientras el bus se estacionaba en la parada para recibir a sus nuevos pasajeros.

No pude evitar poner mi sonrisa boba cuando me despedía moviendo mi mano. Me dije a mi misma que no les vería por la ventana, pero no pude evitar hacerlo y ver que ya no me prestaban atención, sino que hablaban de algo que hacía que Noé moviera la cabeza en señal de negación.

Sí, algo no estaba bien entre ellos. Y claramente estaba mal antes de que yo estuviera allí.

— ¡Liv llegó! — gritó mi mamá cuando atravesé la puerta de mi casa. — ¡Amor, pide un deseo!

Mi mamá hacía esto cada vez que yo llegaba a casa y ellos seguían despiertos. Según ella, yo solo llegaba para dormir, por lo que cuando llegaba para cenar era una señal de milagro.

— ¿Está todo bien, hija? — preguntó mi papá desde la cocina. — ¿Te pasó algo?

Así de raro era que yo estuviera en casa "temprano", normalmente significaba que me había ido mal en algún examen, que estaba con mi periodo, o que estaba muy enferma para seguir con mi "vida nocturna".

— Todo está bien. — dije, dejando mi mochila en un sillón mientras me desparramaba. — ¿Qué hay de comer?

— Liv parece un bus, llega, se llena, y se va. — dijo mi mamá, acercándose con un vaso de agua. — ¿Segura que estás bien? Te ves un poco desgastada, ya te dije que no te debes exigir tanto, hakuna matata.

— ¿Qué dirían las demás personas si se enteraran que la filosofía de vida de esta familia está sacada de películas de Disney?

— Dirían que somos unas personas sabias. — respondió mi papá pasándome un plato de pizza y guiñándome un ojo. — Pizza casera, porque aquí tampoco consumimos chatarra.

— Puedo ir a comer a la mesa.

— No, no, nos da miedo que si das un paso más puedas deshacerte y tengamos que recoger los pedazos. Tú relájate, como dice siempre tu mamá.

Realmente era afortunada de tener estos padres, y esa era una de las razones por las que no busqué un departamento para vivir cerca de la universidad. Sino que prefería mi viaje de una hora y media para poder llegar a una casa donde tendría comida, y cama, y baño limpio. Siempre que veía a mis amigos o compañeros de clase hablar de sus departamentos independientes y de cómo ya eran adultos al hacerse cargo de sus cuentas de luz y agua, me decía a mí misma que mi decisión de quedarme en casa se debía a que necesitaba ahorrar para después tener un mejor departamento para mí sola. Pero lo cierto era que me daba miedo vivir sola, y me daba miedo alejarme de mis comodidades. Sabía y quería llegar a un punto en el que no tendría que seguir viviendo con mis padres, pero junto en este momento no quería hacerlo. Quería llegar a una casa donde no importaba el humor que tuviera encima, siempre habría alguien dispuesto a escuchar mis quejas, o a respetar mi silencio.

Mis papás no me decían que ya debía irme a buscar mi independencia, supongo que ellos tenían claro que yo no me quedaría allí de por vida.

— Respetamos tus momentos, — me dijo mi mamá cuando lloraba al explicarles que no quería que me ayudaran a pagar algo solo para que yo viva. — esta es tu casa, y lo será hasta que estés preparada para dar el siguiente paso.

— Liv, siempre has sido independiente, el que sigas durmiendo en este techo no te hace una mantenida. Tú te ocupas de tus gastos, tú te ocupas de lo que quieres y no quieres hacer, sabemos que hemos criado a una hija responsable.

Pero muchas veces no importaba lo que ellos me dijeran, no importaban sus palabras para hacerme sentir bien.

A veces me sentía una fracasada por no hacer las cosas del modo en el que los otros las estaban haciendo. A veces sentía que no podría llegar a donde ellos llegaron, que no era lo suficientemente buena como otros. 

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