Etérrano

By Riblast

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Etérrano es una novela de fantasía y aventuras con toques de shōnen y RPG. Cuenta la historia de Winger, un... More

Prólogo
I: La llegada de Winger
II: Una bella capa roja
III: La clave está en la confianza
IV: ¡La embestida de Entalión!
V: Una chica muy ardiente
VI: Duelo de hermanos
VII: Esos ojos de zorro
VIII: Aflicciones de un corazón roto
IX: ¡Winger contra Rowen!
X: El secreto de Rupel
XI: La confabulación
XII: Camino a Dédam
XIII: La llegada del aventurero
XIV: Noticias desde Catalsia
XV: El santuario del bosque
XVI: La mansión de Gasky
XVIII: El castillo de Ruhi
XIX: Los trucos de la bruja
XX: Profecías
XXI: ¡En las garras del dragón!
XXII: No pierdas las esperanzas
XXIII: ¡Abre los ojos!
XXIV: La misteriosa villa Tanguy
XXV: El conde Milau de Párima
XXVI: ¿Qué trama el conde Milau?
XXVII: Última noche en la mansión de Gasky
XXVIII: Allí donde todo empezó
XXIX: Después de tantos años
XXX: Regreso a ciudad Doovati
XXXI: Una visita a la Academia
XXXII: El aniversario del rey Dolpan
XXXIII: Carrera Desesperada
XXXIV: Conflictos, sospechas y dudas
XXXV: La tumba de Maldoror
XXXVI: El verdadero enemigo
XXXVII: Batalla en el palacio de Pillón
XXXVIII: ¡La única salida: la luz de la Exorción!
XXXIX: Lluvia gris del día después
XL: La elección de Winger
Palabras finales
Capítulo Extra I: La ruta de las máscaras
Capítulo Extra II: Guerrero de Riblast

XVII: Punto de reflexión

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By Riblast

Winger despertó temprano al día siguiente. Sus heridas estaban un poco mejor, aunque todavía sentía alguna molestia. Miró a Demián, quien roncaba a su lado, y decidió dejarlo seguir durmiendo. Bajó al hall de entrada, desde donde se escuchaban ruidos provenientes de la cocina, por lo que hacia allí se dirigió.

Soria y Gluomo estaban preparando un abundante desayuno.

—Buenos días —saludó a los cocineros.

—¡Buen día, Winger!

—Buenos días, señor.

—¿Cómo están tus heridas? —Soria se acercó a revisarlo.

—Un poco mejor, gracias.

—¿Demián aún duerme?

—Sí, eso creo.

—¿Y... Mikán?

Winger notó que su prima se sonrojaba al hacer esa pregunta.

«No puede ser más evidente», pensó.

—No lo sé, Soria. No compartimos la misma habitación.

—Ah... —musitó ella, un tanto decepcionada.

—¿Y Gasky?

—El señor se ha levantado muy temprano esta mañana y se ha encerrado en su laboratorio —dijo Gluomo mientras volteaba unos huevos en la sartén.

—¿Laboratorio? —Esa palabra capturó la curiosidad de Winger.

—Es así como el señor llama a su cuarto de estudios en la azotea —explicó el plásmido—. Se trata de una habitación llena de artefactos extraños. Yo entiendo que el señor Gasky es un historiador y no un inventor, pero él insiste en que sus experimentos son con la imaginación y por eso llama a ese cuarto "laboratorio". Muy extraño...

Winger y Soria rieron por los comentarios de Gluomo.

De pronto se oyeron unos pasos apresurados que bajaban corriendo desde el primer piso. Momentos después, Demián entraba estrepitosamente en la cocina, paseando la mirada por los que allí se encontraban, como asegurándose de que todo estuviese en orden.

—Hola —saludó distraídamente.

Pero Winger comprendió que su amigo se encontraba preocupado por Soria, quien podría haber estado a solas con el "peligroso" Gluomo, o con el no menos "acechante" Mikán.

El aventurero se apoyó contra la pared y se puso a observar al plásmido, que iba y venía preparando varias cosas a la vez.

—Siempre cocinas, ¿eh?

—Todos los días, señor Demián. Disfruto mucho sirviendo al señor Gasky.

—¡Y no sabes cuántos platillos conoce! —comentó Soria—. Ayer estuvimos todo el día hablando con Gluomo y Mikán mientras ustedes dormían. ¡Son personas muy interesantes!

—Dudo que Mikán sea una persona tan interesante —murmuró el aventurero con fastidio—. Y también dudo que puedas llamar "persona" a Gluomo.

Y dicho esto, abandonó la cocina.

—————

A Winger le inquietaba un poco la actitud hostil que Demián mostraba desde el día anterior. Después de todo, si a él había intentado rebanarlo con la espada de Blásteroy por el amor de Soria, lo menos que podía hacer con Mikán era provocarlo y buscar pleito. Sabía que hablar con su amigo era lo más conveniente para todos, pero era necesario esperar el momento indicado para hacerlo. De lo contrario, sería lo mismo que hablar con un muro...

—Tiene una personalidad bastante beligerante —opinó Mikán.

—No te imaginas cuánto —coincidió Winger con un suspiro de resignación.

Los dos jóvenes se hallaban conversando al aire libre. La plataforma sobre la que se asentaba la mansión de Gasky era lisa y amplia, de modo que podían desplazarse por allí con soltura. Soria y Gluomo también habían salido a aprovechar el sol de la tarde, y se estaban ocupando de las macetas con plantas que el plásmido cuidaba con mucho esmero, siempre con Demián vigilándolos de cerca. Winger agradeció ese rato a solas con Mikán, pues había algo que desde el día anterior ansiaba preguntarle.

—Dime, Mikán, ¿cómo se encuentra Jessio?

—Ocupado, como de costumbre. Más aún con todo este asunto. Pero él está bien.

—Es bueno saberlo...

En realidad, otra era la pregunta que Winger no se atrevía a plasmar en palabras...

—Quieres saber si él sigue enfadado contigo, ¿verdad?

Asombrado por la sagacidad del joven prodigio, Winger asintió con la cabeza.

—Escucha, tienes que comprender que la reacción general ante lo que sucedió fue de espanto y estupor. Por supuesto que en ese primer momento todos en ciudad Doovati sentimos un gran odio...

Ciertas fibras íntimas crujieron en el alma de Winger cuando escuchó eso. No pudo evitar imaginarse las miradas llenas de odio de sus amigos. Y de Rupel...

—¿Sabes? Él me ha hablado mucho acerca de ti.

Winger levantó la vista.

—¿Lo dices en serio?

—En varias ocasiones —asintió Mikán con una sonrisa—. Durante nuestras reuniones de estudio había comenzado a nombrar a un aprendiz del nivel inicial que se diferenciaba de los demás. Ese muchacho llamado Winger aprendía hechizos con suma facilidad y había dado un excelente espectáculo en el Combate de Exhibición de este año. Incluso llegó a decirme que estabas hecho de la misma madera que yo. —Le hizo un guiño y se echó a reír.

—¡Vamos! No creo que sea para tanto —Winger se esforzaba por restarse méritos.

—Jessio es un gran hombre.  No se trata solo de su vasta experiencia como mago, sino que además es una persona benevolente. Realmente puedo decir que es todo un maestro. Por eso estoy seguro que no guarda ningún rencor hacia ti, Winger.

Al fin, las palabras que el joven de la capa roja tanto había aguardado oír. Aclarado ese tema, los condiscípulos continuaron charlando distendidamente durante el resto de la tarde. Winger halló en Mikán a una persona admirable, y se alegró de tenerlo de su lado en una situación como la que los había reunido en aquella lejana región.

—————

Gasky no salió de su laboratorio en todo el día. Gluomo les comentó que el historiador solía pasar mucho tiempo en su sala de estudios, pero no era muy frecuente que lo hiciera de esa forma tan hermética. Al parecer, el viejo Gasky se estaba tomando el asunto del complot en Catalsia muy en serio.

Llegó la hora de la cena y por fin hubo novedades. Winger y Mikán se encontraban en el comedor cuando el anciano hizo su aparición.

—Buen día, chicos. O tal vez debería decir buenas noches —les sonrió y fue a sentarse junto a ellos—. Winger, ¿sabes por qué Demián también está en la cocina?

—Supongo que tendrá mucha hambre —mintió Winger. En realidad, Demián seguía vigilando de cerca al plásmido.

—Pues que se prepare para saborear el delicioso guiso energizante de Gluomo. Es una de sus especialidades.

—Por cierto, señor Gasky, ¿hace cuánto que Gluomo vive con usted? —Mikán aprovechó la oportunidad para indagar.

—Si mi memoria no falla, ya son quince años.

—¡Quince años! Vaya, entonces creo que no habrá ningún problema con él... —Demasiado tarde Winger se dio cuenta que esas palabras se le habían escapado en voz alta.

—Así que se trataba de eso. —Gasky lo miró con expresión inquisitiva.

—Sí, lo siento señor —se disculpó Winger—. No es que desconfiemos de usted, pero...

—Pero los plásmidos son seres traicioneros —intervino Mikán a su favor—. ¿Nunca ha temido dormir con una criatura así merodeando por su casa? Quiero decir, ¡los plásmidos muertos ni siquiera duermen!

—Muchachos, créanme, soy el primero en extremar las precauciones cuando algo me preocupa. Pero en el caso de Gluomo no hay nada que temer. Además, les confesaré algo —agregó con voz de secreto—: estoy llevando a cabo un pequeño experimento con él...

Justo entonces entraron Soria, Gluomo y Demián. El aventurero cargaba con la enorme cacerola, haciendo un gran esfuerzo para mantener el equilibrio y no quemarse.

—Gluomo, muchas gracias por la cena.

—Por nada, señor. La preparamos con la señorita Soria, ella merece el crédito. Y también el señor Demián, quien se ofreció muy gentilmente a ayudarnos.

—Estúpido globo... —masculló el aventurero mientras dejaba el guiso sobre la mesa con brusquedad.

Gasky dirigió una mirada cómplice a Winger y Mikán, quienes rieron por lo bajo.

—Entonces muchas gracias a ustedes también, Soria y Demián.

—¡Fue un placer! —exclamó la muchacha, ubicándose con discreción junto a Mikán—. Ya verán qué delicioso ha quedado todo.

—Yo mismo he probado el guiso para asegurarme que no esté envenenado —le susurró Demián a Winger mientras se sentaba a su lado.

—Espero que así sea, señorita —dijo Gluomo—. Y con el debido permiso de todos, me retiro. Que tengan buen provecho.

Soria miró al plásmido con un poco de lástima mientras abandonaba el comedor.

—¿Por qué él no come con nosotros?

—Por el mismo motivo que prefiere que lo llame "mi mayordomo" —se limitó a responder Gasky, encogiéndose de hombros.

Las cucharas se pusieron en movimiento y todos se dedicaron a saborear el potente guisado rojo de Gluomo.

—¿Qué tal han pasado la tarde, chicos? —preguntó el dueño de la mansión cuando dio a su lengua un merecido descanso de los condimentos picantes.

—Muy bien, señor —respondió Winger.

Mikán y Soria también asintieron, mientras que Demián se limitó a seguir comiendo.

—Tiene una casa muy bonita, señor Gasky.

—Muchas gracias, Soria. En parte ha sido la herencia de mi amado padre. Pero supongo que también es el fruto ganado con el esfuerzo de toda una vida de trabajo.

—Es un sitio muy extraño el que escogió para instalarse —comentó Demián con el mismo tono filoso que venía caracterizándolo los últimos días.

—Eso es cierto. —Esta vez Winger debió coincidir con su amigo—. Casi perdemos la vida en el camino hasta aquí. ¿Por qué eligió este lugar?

—Verán, cuando uno llega a esta edad, muchas personas solicitan tus consejos...

—Entonces lo hace para no ser molestado —se adelantó Mikán.

—En cierta forma, tienes razón —asintió Gasky—. En realidad, he dedicado los últimos veinte años de mi vida al estudio de un tema que considero muy importante.

—¡Eso es mucho tiempo! —se asombró Soria.

—Debe ser un estudio muy serio —opinó Mikán.

—Sin duda que lo es —volvió a asentir el anciano—. Y es por eso que vivo en un lugar así, para que solo la gente que en verdad necesite mis consejos decida buscarme.

—Y no cualquier chimpancé que no sepa ponerse las botas.

El comentario de Demián hizo reír a Soria.

—Tú los has dicho —sonrió Gasky, levantando una copa a su salud.

—¿Y se puede saber qué está estudiando? —preguntó Winger con curiosidad.

—Diría que es un tema por demás interesante. Lamentablemente, la charla sería larga y hoy no contamos con ese tiempo. Mañana tendremos que levantarnos muy temprano.

—¿Y cuál es el motivo? —quiso saber Soria.

—Pues les diré que ya he pensado en el plan adecuado para estas circunstancias.

La noticia alegró fue muy bien recibida por todos. Al parecer, las horas de espera habían valido la pena.

—¡Genial, dígalo de una vez! —lo apremió Demián con entusiasmo.

Gasky generó un poco más de suspenso antes de hablar.

—Muy bien, quiero que ahora pongan atención. Sepan que iré revelando los pasos de nuestro plan uno a uno. Tal vez al principio no le encuentren mucho sentido... ¡Tal vez ni siquiera al final se lo encuentren! Comprendo que esto pueda sonarles extraño. Pero, créanme, sé por qué lo hago.

Los cuatro jóvenes intercambiaron miradas de incógnita, pero continuaron escuchando sin replicar.

—Lo primero que les pediré que hagan es dirigirse hacia el monte Rui. El viaje les tomará un día y medio. Si todo sale bien, deberían estar de regreso al cabo de tres jornadas. En ese lugar se encuentra el castillo de la bruja Ruhi, una vieja amiga mía. Es una dama encantadora, aunque tal vez un poco excéntrica. —Gasky omitió explicar qué entendía exactamente por esa palabra—. Por otro lado, ella es una especialista en todo tipo de pociones mágicas. Y eso es lo que ustedes deberán ir a buscar...

—Una poción —contestó Mikán.

—Nómosis, para ser más precisos.

—¿Nómosis? ¿Y qué es eso? —quiso saber Winger.

—Es una sustancia muy particular que reacciona a la escritura humana. Digamos que es una especie de tinta mágica. Ruhi es una experta en la preparación de esa poción sumamente rara y de difícil elaboración. Ustedes recuerden decir que he sido yo quien los ha enviado. Así quizás nos la deje a un costo menor...

—Disculpe, señor Gasky —intervino Demián—. No es que me entrometa en sus asuntos monetarios, ¿pero no posee usted una gran fortuna? Tal vez podría hacernos un pequeño préstamo y así compraríamos esa cosa más fácilmente.

—Demián, si el problema fuera el dinero no solo se los prestaría, sino que les obsequiaría todo el que necesitaran. Pero Ruhi tiene una manera un poco... particular de llevar a cabo transacciones como esta. Y he aquí la fase uno de nuestro plan.

Winger y el resto se quedaron a la espera de más información, que nunca llegó. Gasky en verdad hablaba en serio al decirles que no revelaría todos los detalles desde el principio.

—Por último, solo me resta decirles que espero contar con la mejor voluntad y buena disposición por parte de todos ustedes. Quizás les cueste trabajar en equipo. —El anciano miró especialmente a Demián—, pero espero que no se rindan y que continúen hasta el final para ver los resultados. ¿De acuerdo?

—¡De acuerdo! —exclamaron los cuatro con fervor.

Por fin había llegado la hora de actuar.

—————

Winger salió a caminar por la plataforma a eso de la media noche. Tenía muchas cosas en qué pensar y sabía que no podría dormirse hasta sacar unas cuantas conclusiones.

«¿Qué estará haciendo Jessio en estos momentos?», se preguntaba, anhelando que su maestro estuviese allí.

¿Y Rupel? No había vuelto a tener noticias de la pelirroja, y lo más probable era que ella también lo creyera culpable.

«"Por supuesto que en ese primer momento todos en ciudad Doovati sentimos un gran odio..."», esas habían sido las palabras de Mikán.

—Mikán... —murmuró en voz alta.

En verdad sentía una gran curiosidad por descubrir qué tan bueno era el mejor aprendiz de la Academia. Esperaba poder verlo en acción a lo largo de ese viaje.

De pronto se percató de un sonido silbante que llegaba desde el contrafrente de la casa. Se acercó para ver de qué se trataba y se encontró con Demián, quien entrenaba con ímpetu en el manejo de su espada.

—Parece que no soy el único que no puede dormir.

Demián lo miró y continuó con su práctica de esgrima sin decir nada.

Winger se apoyó contra la pared y se puso a observarlo. Tal vez el aventurero no hablara, pero pudo imaginarse en quién estaba pensando: en el joven prodigio que había salido de la nada, y que con un par de comentarios ingeniosos había logrado lo que él no había podido: cautivar a Soria. En el fondo, Demián debía saber que esta vez no le bastaría con blandir la espada de Blásteroy para deshacerse de su contrincante, pues este sin dudas le ofrecería un duro combate. Winger sintió un poco de pena por su amigo.

—¿Sabes? —comentó, como de paso—. Si yo tuviera que elegir un pretendiente para mi prima, ese serías tú.

—Gracias, Winger. —Demián continuaba lanzando enérgicas estocadas al aire—. Pero solo lo dices porque eres mi amigo. ¿Qué soy yo al lado del "señor perfecto"? Un bruto que solo sabe cazar animales.

—Pues yo no creo que eso sea tan cierto. Tú me has enseñado muchas cosas.

Demián siguió entrenando, sin contestar nada.

El pináculo sobre el que se asentaba la mansión de Gasky era muy elevado, y aún así las voces de los bosques circundantes llegaban hasta allí arriba con la claridad de un suave arrullo. La noche era fresca y Winger encontró muy agradable la suave brisa que le acariciaba el rostro.

—Tal vez no tenga mucho sentido que te pida esto. Pero me gustaría que trates de hacer las paces con Mikán durante este viaje. Él no es una mala persona, tienes que darle una oportunidad.

—No sé si podré hacer eso —dijo el aventurero mientras bloqueaba el golpe de un oponente invisible—. Sabes cómo soy con estas cosas. Sabes cómo soy con los asuntos de tu prima.

Y, claramente, Mikán no era un "asunto" cualquiera, pensó Winger.

—Solo digo que lo intentes. Hay más cosas en el mundo que una chica.

Entonces Demián se detuvo. Ese último comentario lo había alcanzado. Para alguien como él, que había recorrido tantos lugares y visto tantas cosas, el mundo era un sitio que invitaba a ser constantemente descubierto. Y siempre habría nuevos caminos para seguir. Esa era la vida de un auténtico aventurero.

—Creo que ya es suficiente entrenamiento por hoy —le sonrió Demián a su compañero—. Mejor vámonos a dormir. Mañana nos espera un largo viaje.

—————

Era una tardía hora de la madrugada, y una sombra se desplazaba por la casa. Los dormitorios del segundo piso no estaban siendo usados por nadie, por lo que allí encontraría un buen escondite. Tal vez el mayor inconveniente fuese ese plásmido, que al no dormir podía aparecerse por allí en cualquier instante. Pero él había actuado con prudencia y estaba completamente seguro de no haber sido visto u oído. Además, era preciso entregar el informe después de los últimos acontecimientos.

Ingresó en la última habitación del pasillo, cerró la puerta con llave y abrió la ventana. Hizo una pose de manos y susurró en voz baja:

¡Lenguaje Remoto!

Luego se puso a esperar.

Pasaron algunos minutos sin que, en apariencia, nada sucediera. Entonces un leve zumbido comenzó a oírse, y un punto luminoso se elevó por encima del borde de la plataforma. Se trataba de una esfera de cristal que irradiaba tonalidades opacas. El objeto sobrevoló los alrededores de la mansión y llegó hasta la ventana del segundo piso, donde Mikán aguardaba.

¿Y bien? —La voz de un anciano resonó distante dentro de la esfera.

—Todo marcha según lo planeado, señor. Ya me he ganado la confianza del grupo. Ni siquiera Gasky sospecha de mí.

Sabía que podíamos confiar en ti, Mikán.

—Gracias, maestro, no le fallaré. Solo hay uno de ellos a quien no le he caído bien, pero no hay por qué alarmarse. Es un salvaje sin cerebro, jamás sospechará nada.

Estoy seguro de que podrás encargarte de ese inconveniente. ¿Y qué hay del plan de Gasky? ¿Ha revelado algo ya?

—La primera fase consiste en ir en busca de una botella de nómosis al castillo de la bruja Ruhi. ¿Eso le dice algo?

A simple vista, eso no tiene relación con lo que estamos buscando. Pero debes estar atento, Mikán. Gasky siempre ha sido muy prudente. Ahora lo mejor será que escondas el Lenguaje Remoto. Vuelve a contactarme cuando te enteres del siguiente paso del plan.

—De acuerdo, señor.

Mikán hizo una nueva pose con sus manos. Respondiendo a la orden, la esfera luminosa se alejó hasta perderse en la lejanía, entre la frondosa oscuridad del bosque de Schutt.



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