Without You |Hyunin Omegavers...

By StreetEmpty

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❝No tomes mi mano si la vas a soltar❞ ↪pareja principal: Hyunin ↪Historia completamente de mi autoría. ↪Esta... More

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By StreetEmpty

Hwang Hyunjin se consideraba a sí mismo como un Alfa que no seguía los malditos estereotipos de la sociedad. Era un alfa, pero nada de él lo hacía sentirse como uno. Incluso, muchas veces había llegado a odiarse solamente por ser un Alfa.

De pequeño siempre pensó que sería algún Beta o incluso un omega por su personalidad. Él era tímido, callado y muchas veces asustadizo. Tenía miedo a todo lo de su alrededor, a las críticas, insultos y golpes. Nunca se imaginó siendo un Alfa, que según los estereotipos tenía que ser alguien fuerte y dominante.

Había crecido los primeros años de su vida, como cualquier niño, siendo completamente feliz, con una familia perfecta, que lo cuidaban y adoraban ¿Quién iba a rechazar una vida tan perfecta como aquella? Él no tenía por qué preocuparse, su familia era normal en todo lo que cabía. Su padre era un Alfa con carácter fuerte, sin embargo, daba todo por su familia, demasiado amoroso y hogareño, Hyunjin lo admiraba demasiado y soñaba con algún día convertirse en alguien como su padre, sin importar si se convertía en un omega o en un Beta.

Su madre, una linda omega, dulce y cariñosa. Hyunjin pensaba que no existía alguien más hermosa y amorosa que su madre, ella siempre se preocupaba por él y lo trataba como si fuese el Rey de sus vidas.

Porque lo era.

Cuando conoció a Yang Jeongin a la edad de cinco años, él realmente confirmó que su vida era perfecta, cualquier fácilmente podría envidiarlo. Tenía familia perfecta y un mejor amigo que lo adoraba, que no lo dejaba solo y lo apoyaba en todo.

Jeongin era demasiado lindo, cualquiera lo que viese, pensaban en él como alguien tierno, sin embargo, era alguien muy fuerte e inteligente, que nunca se dejaba dañar por alguien.

Pero, tal vez se debía a que, nunca aprendemos a apreciar todo lo bueno que nos da la vida y terminamos arruinándolo todo o simplemente, porque los huracanes nunca son esperados y mucho menos bienvenidos.

Porque su vida perfecta se desmoronó como un castillo de arena, cuando apenas estaba cumpliendo nueve años, justo el día de su cumpleaños.

Su padre enfermó gravemente hasta llevarlo a la muerte.

Su padre nunca quiso decirles que estaba enfermo y a pesar de que, en algún momento, Hyunjin empezó a preguntarse porque su padre había empezado a utilizar supresores para ocultar su aroma, nunca le tomó mucha importancia pensando que probablemente lo hacía porque sí, sin razón alguna.

¿Conoces la sensación de comer tu postre favorito, pero comerlo rápidamente sin siquiera disfrutar de su sabor? El arrepentimiento que llega luego por comerlo tan deprisa sin siquiera haberlo disfrutado como deseabas.

Así se sentía Hyunjin.

Amaba a su padre, pero se sentía tan malditamente culpable por no disfrutar muchos momentos a su lado, por no valorarlo cuando lo tenía con él, porque pensaba que él siempre estaría a su lado. Porque, se suponía que su padre lo vería crecer, lo ayudaría cuando se presentara ya fuese como omega, Beta o Alfa. Se suponía que su padre le daría consejos cuando le gustara alguien y lo vería sonreír por toda su vida.

Se sentía vacío, como si una parte de su corazón hubiese sido arrancada para irse con su padre.

Solía pasar los días en el despacho de su padre, leyendo los diarios que había dejado, de los cuales solo él conocía la existencia. Le gustaba ver la letra tan pulcra de su padre, le gustaba leer sus pensamientos y creencias. El olor de su padre se sentía fuerte en aquel lugar y aunque dolía malditamente, al menos se sentía un poco mejor, un poco más cerca de él, a pesar de que ya no estaba físicamente.

Jeongin solía acompañarlo todas las tardes, leían algunos libros juntos y la compañía del chico hacía menos dolorosa la partida de su padre. Por la noche solía ir a la habitación de su madre, la cual no salía de aquel lugar, estaba sumida en una depresión desgarradora.

Hyunjin solía decirle lo mucho que la amaba y que no la dejaría sola, porque sabía que su madre necesitaba el apoyo de alguien y si era de él, sería mucho mejor. No quería perderla a ella también, él no lo soportaría, era demasiado débil.

Y luego de unos meses, su madre había podido salir de aquella espantosa depresión, poco a poco iba saliendo y mejorando. Hyunjin estaba feliz de ver a su madre mejorar, porque le había dolido demasiado verla a punto de morir a la falta de su Alfa, del amor de su vida, Hyunjin pensaba que aquello sería solo el principio para que su vida volviese a ser la misma de antes.

Pero, ya nada podría volver a ser lo mismo.

Empezando por el hecho de que había perdido a su padre y él jamás volvería. Luego, teniendo en cuenta de que su madre ya no era aquella mujer cariñosa y amable, ni siquiera con él. Solía gritarle muy seguido y cuando lo miraba, no paraba de insultarlo diciéndole que era idéntico a su padre y le daba asco.

Hyunjin no lo entendía.

Se suponía que su madre amaba a su padre, entonces ¿Por qué le reprendía el parecerse a él? Recordaba que, cuando su padre seguía con ellos, ella solía alabarlo y decirle que lo amaba demasiado, especialmente porque se parecía a su padre.

Sin siquiera imaginarlo, su autoestima bajaba cada vez que recibía un insulto por parte de su madre. Se estaba volviendo muy sensible y llorón. Lloraba todas las noches, pidiendo nuevamente por su padre, porque todo volviese a ser como era antes, cuando él era feliz.

Deseaba su vida de vuelta. Quería y anhelaba que todo fuese un sueño, una broma de mal gusto.

Y todo empeoró aún más cuando un día luego de volver de la Escuela, su madre le había presentado a aquel hombre, el hombre más espeluznante que Hyunjin había visto en toda su vida, alguien con una mirada tan fría como la Antártida. Alguien que, al solo verlo, Hyunjin supo que los problemas jamás habían sido suficientes en su vida, que probablemente él jamás podría volver a ser feliz.

Y había intuido bien. Porque cuando luego de unos meses, aquel hombre se había ido a vivir junto a ellos, todo se había vuelto una completa pesadilla.

A sus once años, Hyunjin había empezado a recibir agresión física por aquel hombre y agresión psicológica por parte de su madre. No había ni un tan solo día en el que no recibiera alguna paliza y él solamente se quedaba callado, soportando cada maldito golpe, para luego irse al despacho de su padre y encerrarse hasta quedarse dormido.

Porque al menos su madre había tenido la decencia de mantener aquel lugar intacto, siendo Hyunjin el único que tenía la llave de aquella habitación. Se refugiaba en aquel lugar que le daba la calma que necesitaba, se refugiaba junto a Jeongin, porque al menos él le recordaba a la época en la que había sido tan feliz.

Porque Jeongin le daba la calma y paz que tanto necesitaba.

Jeongin contrario a su apariencia frágil, era alguien demasiado fuerte, era quien lo acompañaba y defendía de todos aquellos que lo catalogaban como alguien débil. Todos en el Instituto solían burlarse de él diciéndole que probablemente sería un omega débil, sensible y sumiso, sin embargo, Jeongin siempre estaba ahí para defenderlo y decirle que olvidara todas esas palabras hirientes.

Y él mismo lo estaba creyendo de esa manera. Él no podría ser un Alfa, porque jamás podría defender a un omega, jamás sería capaz de llamar la atención de nadie, porque era alguien repugnante.

Él era débil, su cuerpo era frágil, él no tenía fuerza y jamás sería alguien capaz de dar o recibir amor de alguien.

Sin embargo, Jeongin le daba amor, le recordaba que no debía dejarse llevar por todos aquellos comentarios, por todos aquellos golpes, Jeongin era quien lo mantenía un poco estable. Adoraba al chico, dentro de sí, él único que existía para él era Yang Jeongin, el único que podría hacer cambiar sus pensamientos e ideología, el único que tenía tanto poder sobre él.

Dentro de tanto desastre que era su vida, Jeongin era quien daba la estabilidad a su vida, manteniendo un equilibrio casi perfecto. Porque no importaba cuan horrible hubiese sido su vida, con solo mirar a Jeongin, todo parecía iluminarse entre tanta oscuridad.

Y cuando Jeongin había aparecido aquella tarde en la biblioteca del Instituto luciendo tan emocionado, luego de una semana completamente larga para él, una enorme sonrisa se formó al ver a su mejor amigo ahí.

—Hyunjin, Soy un omega —Fue lo primero que había dicho al estar frente a él.

Y todo su mundo se derrumbó por completo.

A pesar de que quería sentirse feliz con su mejor amigo, porque ya había presentado su primer celo y había confirmado que era un omega, no lograba sentirse alegre o emocionado, todo lo contrario.

Si Jeongin era un omega, cambiaba absolutamente todo.

Porque él estaba demasiado seguro de que también terminaría siendo un omega. No era bueno en los deportes, no tenía mucha fuerza y a pesar de que era muy alto, era sensible. Y aunque muchas veces le habían dicho que, las apariencias podrían engañar, él estaba seguro de que terminaría siendo un omega sumiso.

Él también sería omega.

Y dos omegas juntos eran mal vistos por la sociedad.

Los omegas siempre preferirían a un Alfa antes que a otro omega que no podría satisfacer sus necesidades. El alfa tenía la prioridad, porque podría cuidar a la perfección de un omega.

Aquel día y los siguientes habían sido una completa tortura y ni siquiera sabía a qué se debía aquella enorme tristeza al saber que Jeongin era un Omega. No sabía porque había empezado a sentirse aún más inseguro sabiendo que jamás podría estar con Jeongin.

Y ni siquiera entendía porque le dolía no estar con Jeongin.

Fue hasta que leyó uno de los diarios de su padre que se dio cuenta de que, probablemente él no miraba a Jeongin como un amigo.

Todo lo que describía su padre al relatar cómo se había enamorado de su esposa, todo lo que sentía estando al lado de ella.

Aquel remolino de emociones, aquellos nervios, aquella calidez, aquella necesidad de verlo todo el tiempo. Todo eso le hacía sentir Jeongin, junto al chico, podía ser el mismo sin temor a ser juzgado.

Jeongin era lo único que él no había perdido de toda aquella felicidad que había sentido en un entonces. Jeongin era quien lo mantenía de pie, su soporte, su felicidad, su mundo entero. Había sido el único que no lo había dejado a la deriva.

Se dio cuenta entonces, de que estaba irremediablemente enamorado de su mejor amigo. Sin importar las etiquetas, el dolor o lo mierda que fuese su vida, Yang Jeongin era su estabilidad y daría lo que fuese por no lastimarlo o decepcionarlo.

Fue entonces cuando ocurrió su primer celo, que se dio cuenta de que él, Hwang Hyunjin era un Alfa.

Un Alfa.

Yang Jeongin un omega.

La felicidad que sintió en aquellos momentos no se comparaba a nada de lo que había sentido antes. Él era un alfa y daría lo que fuese, incluso hasta su vida por proteger a Jeongin. Iba a tratar de dejar de ser aquel debilucho que era. Iba a dar lo mejor de sí mismo para ser un alfa que mereciera a Jeongin.

Iba a ser el mejor.

O al menos eso creyó por unas horas.

Cuando había ido a la habitación de su madre a pedirle ayuda, porque ni siquiera sabía lo que estaba ocurriendo con su cuerpo. Ella lo había encerrado en su habitación cuidándolo por primera vez en mucho tiempo. Se había encargado de llevarle agua y comida para que no se deshidratara y Hyunjin creía que su madre cariñosa estaba volviendo.

Pero aquello solo había sido por algunas horas, las mismas que había durado su primer celo.

—Hasta en eso eres parecido a tu padre —Había dicho su madre con una mueca en su rostro, denotando que aquello no le agradaba— Pensé que serías un omega, pero mírate —Lo señaló despectivamente— Eres un Alfa débil, ni siquiera puedo pensar que podrás satisfacer o defender a un omega. —Y aunque Hyunjin trató de no mostrar cuanto le había dolido aquello, el dolor en su mirada fue visible para la mujer, pero aquello no la detuvo— Eres débil, jamás podrás defender a un omega y a los omegas nos gusta un Alfa que pueda defendernos, no un débil como tú.

Aquello se había repetido constantemente en su cabeza. Su madre tenía razón, él jamás podría defender a Jeongin, porque incluso cuando estaban pequeños, Jeongin siempre había sido el que lo defendía, él siempre había sido el fuerte entre ellos.

Jamás sería un Alfa merecedor de Yang Jeongin.

Nadie le podría garantizar que Jeongin sintiera algo por él, de todos modos.

Aquel día, su inseguridad empezó a elevarse a niveles inimaginables. Estuvo toda la noche tratando de conciliar el sueño, pero todas aquellas voces en su cabeza no se callaban, hacían más bullicio que antes, diciéndole que él nunca sería suficiente para nadie, ni siquiera para Jeongin, recordándole lo miserable que era y lo solo que se encontraba.

Los siguientes días en los que se miraba al espejo, su reflejo le causaba nauseas ¿Era siquiera humano? Todo en él le causaba repulsión. No veía nada bueno en él, todo era malo, feo y horrible.

Sin siquiera saberlo, su amor propio se estaba perdiendo poco a poco, en un camino que sería difícil encontrar.

Su apariencia nunca le había importado, siempre había dejado todo aquello a un lado, porque no le importaba. Pero, en aquellos momentos, se sentía tan repugnante que no podría ni imaginarse como lo verían los demás.

Su cabello estaba largo y ni siquiera se molestaba en ordenar aquellos mechones rebeldes. En las vacaciones ni siquiera había visto a Jeongin porque el menor se había ido de viaje con su familia. Tal vez por aquella razón él había empeorado, tal vez se estaba volviendo demasiado dependiente a Jeongin.

Y lo comprobó cuando al ver a Jeongin, su corazón se volvió loco y prácticamente había corrido a abrazarlo.

El menor se quedó completamente estático en su lugar, sin decir absolutamente nada y aquello logró confundir al mayor.

¿Había hecho algo malo?

—¿Jeongin? —Había dicho aquella vez.

Aquello pareció funcionar, porque Jeongin dirigió sus ojos hacia el pelinegro, parecía demasiado aturdido, confundido y asombrado.

—¿T-Tú... eres... A-Alfa? —Preguntó.

Por alguna extraña razón sintió temor ¿Y si Jeongin ya no lo quería cerca de él por ser alfa? ¿Y si le empezaba a temer? Tuvo miedo de ser abandonado por la única persona que amaba tanto en aquellos momentos.

—Sí... —Dijo sintiéndose un poco temeroso de lo que podría decir el menor— Tuve mi primer celo en vacaciones. —Explicó.

—Pensé que serías omega —Dijo completamente sincero. Hyunjin asintió comprendiéndolo todo.

—Yo también lo pensaba. —Se encogió de hombros tratando de restarle importancia al asunto, aunque por dentro tenía mucho miedo.

—Tu olor... —Dijo el castaño, inhalando profundamente— Hueles a Menta, chocolate amargo, es... Agradable, casi adictivo. —Admitió para luego acercarse al mayor e inhalar profundamente el aroma del pelinegro— Es el aroma más agradable que he olido en algún alfa —Confesó.

Y Hyunjin no pudo evitar empezar a toser repentinamente ¿Por qué lo decía de aquella manera, sonriendo? ¿Qué tenía de agradable su olor? Solo era algo sin importancia. A él no le importaba, porque sabía que, de todos modos, ningún omega querría estar con alguien tan débil como él.

—No es de importancia —Dijo encogiéndose de hombros. Jeongin rápidamente negó.

—Claro que es de importancia ¿sabes cuantos omegas estarán detrás de ti desde ahora? —Preguntó con seriedad— Lo digo en serio, eres hermoso y tu aroma es agradable para cualquier omega. —Sonrió— Ahora que eres Alfa, podrás protegerme. —Dijo sin borrar aquella enorme y hermosa sonrisa.

Y sin saberlo, había creado aquel remolino de sensaciones en el —Ahora— Alfa, quien sonrió.

Tal vez, él solo necesitaba mejorar un poco para ser merecedor de Jeongin, o al menos defenderlo y dejar de ser aquel Alfa débil.

Los meses pasaban y pasaban, Hyunjin había empezado a hacer ejercicio y aquello le ayudaba a ser un poco más fuerte y soportar los golpes que le daba su padrastro. Lo que no podría controlar, eran los insultos de su madre, cada vez empeoraban más y más, hasta sentirse asfixiantes.

Estaba tratando de ser alguien merecedor de Jeongin. Aunque, luego de que, se presentara como un Alfa, muchos omegas lindos habían ido tras él, cualquier omega que lo oliese, quedaba en un completo hechizo.

Y debido a que muchos omegas iban detrás del Alfa Hwang Hyunjin, se había ganado el odio de muchos alfas que se sentían molestos y celosos por no recibir aquella atención.

A él no le interesaba nadie más que no fuese Yang Jeongin, los demás podían irse a la mierda.

Finalmente, cuando cumplió la mayoría de edad, buscó un trabajo para ahorrar e irse de aquel infierno de una vez por todas.

Ya no soportaba ni un tan solo día en aquel lugar. Lo único que lo mantenía atado, probablemente era el despacho de su padre, el cual se había vuelto un completo refugio, incluso cuando habían pasado tantos años.

Consiguió trabajo en un bar, por suerte, trabajaba en la tarde y terminaba el turno luego de seis horas, no salía muy tarde y la paga era muy buena. En aquel lugar, había conocido a Seo Changbin, un alfa misterioso, pero que era realmente agradable. En pocos meses, el chico se había vuelto un amigo más, el primer amigo que había hecho luego de tantos años.

Y entre tantas cosas que sucedían a medida crecían, cada vez tenía muy poco tiempo para ver a Jeongin. Ambos estaban ocupados en sus propios asuntos como para verse tan seguido como solían hacerlo y aquello causaba que el Lobo de Hyunjin se sintiera triste y débil, necesitando la presencia de aquel lindo omega cerca de él.

Sabía que él y su lobo estaban completamente encantados con Jeongin, el omega más lindo y dulce que había conocido en toda su vida.

Así que, había decidido hacer algo para cortejar al lindo omega, algo para merecerlo y tenerlo aún más cerca. Odiaba estar separado de Jeongin, extrañaba demasiado abrazarlo y sentir su delicioso aroma a lavanda y naranja.

Changbin quien conocía toda la situación, estaba dispuesto a ayudarlo a perder todo aquel temor y por fin confesar todo el amor que había tenido por muchos años hacia Jeongin.

Así que, ahí se encontraba, buscando una manera especial de decirle a Jeongin cuanto lo amaba, dejando a un lado todas aquellas malditas inseguridades que poseía.

—Quieres que sea algo romántico ¿Cierto? —Preguntó Seo tomando un poco de zumo de naranja. El alfa menor asintió— ¿Y si le llevas un regalo que le guste? ¿Una serenata? ¿Rosas? ¿Chocolates? O simplemente le expresas tus sentimientos, eso serviría mejor.

El alfa menor se quedó completamente pensativo.

—Sé que sería bueno expresar mis sentimientos, pero es muy difícil, Bin —Confesó. Seo asintió y soltó un suspiro para luego formar una sonrisa un tanto divertida.

—Puedes dejarle notas en su casillero, ya sabes, como un admirador secreto —Dijo con un tono divertido— He leído eso en muchos libros y siempre funciona.

—¡Eso es! —Exclamó el menor sonriendo.

Seo se alarmó y negó repetidas veces.

—Hyunjin, no... —Trató de decir, sin embargo, fue interrumpido por el menor.

—Es una grandiosa idea —Dijo sin siquiera escuchar lo que tenía que decirle el alfa mayor.

Eso funciona para arruinarlo todo. Quiso decir, pero ya era demasiado tarde, el chico prácticamente había corrido fuera de la cafetería de la Facultad.

Soltó un enorme suspiro dando un pequeño golpe en su frente.

Esperaba que todo saliera bien, sino se sentiría muy culpable por no haber detenido el desastre.

Hyunjin merecía ser feliz. 

◈ ━━━━━━━ ⸙ ━━━━━━━ ◈
Hola~

Por fin inicia :") no saben lo emocionada que estoy con la historia ♡

Sé que no es el mejor capítulo introductorio, pero espero que les haya gustado.

Con respecto a las actualizaciones, no habrá un día específico, lo haré cuando tenga el capítulo listo.

Por cierto, había dicho que haría una Guía Omegaverse y la empecé, pero me di cuenta de que, tendría muchos spoilers y decidí no subirla xd pero, si tienen alguna duda pueden preguntarme.

¿Qué piensan de Hyunjin hasta lo que se ha mostrado ahora?

Nos leemos pronto. ❤

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