Broken Hearts |HS|

By ENightWalker

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Cuando él se fue de su vida dejando las cosas rotas, ella aprendió a sanar. Cuando volvió a aparecer, nadie s... More

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By ENightWalker

N/A: Antes de leer este capítulo, me gustaría que leyeran el anterior, ya que edité la parte final porque sentí que no cerré bien esa parte. Lamento eso, haré lo posible para que no vuelva a pasar:)

Cuando acepté casarme con Harry, no estaba consciente de lo que realmente significaba aquello. De verdad debo casarme con él. Llevaré su apellido en menos tiempo del que creo y, no es hasta ahora, que estoy frente a una lujosa tienda de vestidos para novia, que la realidad cae como un enorme balde de agua helada.

Voy a casarme.

Con Harry.

Y no porque realmente lo ame.

O él a mí.

Además, su novia está aquí. Lista para ayudarme a escoger un vestido para mi boda con su novio.

La oración está mal. Debería estar mal.

La vida es un chiste. Uno en el que ti elijes reírte o no. Pero a veces, el chiste es tan malo, que es imposible encontrarle el humor.

—¿Entramos? —pregunta Charlotte.

Debido a que me siento incapaz de articular, aunque sea un monosílabo, asiento con la cabeza.

Apenas al entrar, una chica nos recibe. Va vestida completamente de negro y no puedo evitar recordar aquel programa en el que muchas futuras novias elegían sus vestidos, las cuales a veces tenían exigencias ridículas y chicas como la que está enfrente de mí se encargaban de buscar su vestido perfecto. Mi mamá y yo solíamos verlo por las tardes, mientras esperábamos a papá para la cena. Ella decía que, cuando mi día de escoger un vestido llegara, estaría ahí para darme los mejores consejos porque me conocía mejor que nadie. Sin embargo, en su lugar, se encuentra una chica que conoce mi nombre, quizá también mi edad y nada más.

—Bienvenidas. ¿Tiene cita? —pregunta en dirección a Charlotte con una radiante sonrisa en el rostro.

Charlotte gira ligeramente su cabeza para verme, por lo que me apresuro a responder por ella—: Sí. Nos están esperando.

—Oh, ya veo. ¿Podrías decirme el nombre de quien las espera? Iré a buscarlos —habla y noto como no se ha dirigido hacia mi de la misma forma que lo hizo con Charlotte. Al mismo tiempo me escanea de pies a cabeza con un gesto de desprecio que no puedo ignorar.

De inmediato me percato de que me mira de esa forma porque mi ropa no es la mejor. Vengo con mi vestimenta que utilizo en el trabajo y, aunque no está en mal estado ni sucia, parece que no es lo que la gente aquí suele utilizar, pues a diferencia de mí, Charlotte luce como una modelo.

—En realidad, podemos ir nosotras, no es ningún problema —interfiere la morena.

—Solo puede ir una persona. Podría ir usted, mientras que su acompañante espera aquí.

—¡No! Iremos las dos o ninguna.

—Lamento que no será posible.

—Me llamo Grace Steel —irrumpo—. Podrías verificar que tengo una cita y que están esperando por mí.

La chica me mira de reojo, murmura un asentamiento y desaparece detrás del mostrador. Charlotte observa sus uñas mientras espera y yo me limito a juguetear con el anillo.

Luego de unos instantes que me parecieron eternos, ella regresa y vuelve con un tono más arrogante que el anterior—: No estás, puedes sacar una cita para dentro de un mes.

—¿Un mes? —cuestiona Charlotte.

—Es lo que hay, es una tienda muy concurrida. —Alza los hombros, deshaciéndose del problema.

—¡Ella es la novia, inepta! ¡¿Crees que tiene el tiempo para esperar solo porque tú no eres lo suficientemente competente para buscar su cita en la base de datos?!

Estoy por protestar, pero una voz chillona entra en escena. Hannah.

—¡Grace, querida! ¿Sucede algo? ¿Por qué no entras?

—La señorita dice que no tengo cita, a pesar de que le he dado mi nombre y de que mi amiga le ha dicho que soy la novia. Creo que me quedaré sin vestido gracias a ella —reprocho, con ligera venganza como motivo.

La chica frente a nosotras ya no luce segura. Ese gesto arrogante y superior ahora ha sido reemplazado por uno tímido, temeroso y luce pequeña.

—L-lo lamento, señora Styles. No encontré su cita y...

—Cállate —la interrumpe—. Dios, qué molesto es oír las excusas de simples empleados como tú. Dejarás pasar a Grace y a su amiga o perderás tu trabajo.

Ella se hace un lado y balbucea una disculpa. Charlotte y yo nos acercamos a Hannah. Al pasar a su lado, no puedo evitar sentir, aunque sea un poco de satisfacción y de victoria. Después de todo, relacionarte con familias bien posicionadas puede tener sus ventajas...

—Ya hemos perdido bastante tiempo con ella, vamos Grace, hay que buscar el vestido perfecto —alardea Hannah—. Por cierto, ¿quién es tu preciosa amiga?

—Charlotte Higgins, señora Styles. Amiga de la universidad —recito, recordando la relación que Harry inventó entre ella y yo.

—Un placer —saluda Charlotte acompañado de un cordial gesto que Hannah corresponde.

—¿Vas a casarte? —Hannah observa el anillo que la morena utiliza.

Durante unos momentos, hago todo mi esfuerzo para esconder los repentinos nervios que me han asaltado. Intento disiparlos recordándome a mí misma que ella no sabe absolutamente nada sobre la relación de Charlotte y Harry y que mucho menos sabe que ese anillo se lo dio su hijo.

—¡Oh, no, no, no! Mi novio decidió sellar una promesa con un anillo.

—Me alegra saber que todavía hay parejas jóvenes fieles a sus promesas —expresa la señora. Tiene una mano sobre su pecho y la otra sostiene la mano de Charlotte para apreciar el anillo. Irónico—. Bien, basta de charlas, Grace debe empezar su búsqueda.

Ambas asentimos y comenzamos a caminar detrás de Hannah, quien no deja de parlotear sobre los hermosos vestidos que hay aquí, la tradición familiar de que cada novia viene a esta tienda y, por supuesto, lo caros que son.




Hemos pasado las últimas horas entre gasa, tul, organza y demás tipos de telas que no puedo recordar. El color blanco, mármol e incluso beige ha comenzado a cansarme la vista. Hannah, Gemma, Charlotte y las demás chicas —familiares de los Styles— han ayudado con mi búsqueda que parece interminable. De igual forma, dos mujeres con esa vestimenta negra han venido a intentar ayudarme, pero han fracasado. Hannah culpa los nervios y mi indecisión, pero la verdad es que no encuentro un vestido porque no quiero casarme. Porque nunca fui esa chica que soñara con su boda, no al menos desde la primera vez que sentí el dolor por amor. Desde entonces, boté esas pocas ilusiones que surgieron y ahora, estoy aquí, en medio de la inmensidad de tonalidades blancas, teniendo que elegir uno, aunque sea al azar.

Antes de llegar a este lugar, cuando estábamos en el auto de Harry, él me informó que el señor McCarthy se había ofrecido a pagar el vestido. Dijo, también, que como él forma parte de la «pequeña» mentira y sabía que yo no contaba con el dinero, quería ayudar. Es, de la misma forma, la razón por la que no puedo elegir. No me siento con el derecho de gastar dinero que no es mío y que no me corresponde usar.

—Grace, no podemos estar todo el día aquí —medio susurra Charlotte—. Tienes que parecer segura de esto, ¿realmente crees que hay una futura novia incapaz de elegir su vestido?

—Quizá las novias que son forzadas.

—Tu no fuiste forzada, nena —habla, con un tono tranquilo—. Harry ni nadie te obligó, tu misma lo buscaste y ofreciste tu ayuda. Al final, los dos salen ganando. —Charlotte remueve algunos vestidos que se encuentran colgados y los observa, deliberando cuál elegir, mientras que yo la miro incrédula, pero ella me ignora—. Bien, eres muy delgada, así que creo que te quedaría mejor un vestido con una falda sencilla, de lo contrario vas a perderte entre tantas capas —explica.

—¿Cómo es que puedes ayudarme? Voy a casarme con tu novio —susurro y veo a los lados, verificando que no haya nadie cerca—. ¿No sientes miedo? ¿Inseguridad?

—Un poco, sí. Pero hace no mucho caí en cuenta de que debo confiar en él. ¿Qué es una relación sin confianza? Creo en él, lo ayudo en lo que puedo.

—¿Pero por qué? ¿Por qué no te casaste con él en lugar de buscar a otra persona?

Al escucharme, detiene su búsqueda y todo su cuerpo se tensa. Al igual que Harry, mueve su lengua ligeramente dentro de su boca, con los labios cerrados. Quizá busca las palabras correctas o quizá se está absteniendo de no soltarlas en montón.

—No es de tu incumbencia —masculla—. Por el bien de todos, detén tus preguntas.

Charlotte toma un vestido y después, me toma de la muñeca y me arrastra en dirección a lo que parece ser los vestidores. En el camino, encontramos a una de las mujeres habían intentado buscar algo para mí y Charlotte le pide ayuda y después, me introducen en un enorme vestidor.

La mujer tarda un tiempo en enfundarme en el vestido. Este es precioso, es de un color mármol, lo que ayuda a que no luzca más pálida. Las mangas están hechas de un delicado encaje, que se envuelve también en el pecho y espalda. La parte de arriba se ciñe a mi torso, tiene un escote discreto y deja al descubierto mis hombros, mientras que la falda cae con gracia y alejada de mis piernas. Es ligeramente más larga de la parte de atrás, creando una pequeña cola.

—Ya está —anuncia la mujer—. ¿Te gusta?

—Es precioso.

—¿Quieres que llame a tu amiga? —pregunta y yo asiento.

Charlotte entra de inmediato y al verme, una sonrisa se dibuja en su rostro.

—Nunca fallo, siempre luces más que bien —dice, con tono triunfante—. Pero falta algo... ¿Podría buscar un velo?

La mujer asiente y sale del vestidor, lista para buscar lo que Charlotte ha pedido. Ella se acerca a mí y suelta el moño en donde se encontraba todo mi cabello, provocando que este caiga por todos lados, desordenado e imitando a un nido de pájaros debido a los nudos.

Tarda unos instantes en terminar de ponerlo todo en su lugar y, como comienza a ser costumbre de ella, logra que mi cabello alborotado se vea bien.

—Grace, hay cosas que prefiero callar. Y no porque me avergüence de ello, si no porque sé que las personas no se lo toman bien y a veces se alejan de mí. Incluso cuando yo no soy la responsable de ello.

Estoy por abrir la boca para que salgan más preguntas, pero de pronto entra Hannah, gritándole a todo mundo y luciendo asqueada, mientras que Gemma intenta tranquilizarla.

—¡Mamá, basta! ¡Nos estás dejando en ridículo! ¡Mira a Grace, luce preciosa, hazlo por ella!

—¡No! —exclama—. Nos iremos de este lugar y buscaremos en otro sitio, no volveré aquí.

—¿Por qué? ¿Solo porque dos mujeres vinieron a buscar sus vestidos para su boda?

—¡Sí! ¿No te parece suficiente? Es un asco, una aberración y esta maldita tienda no debería permitirlo. ¡Vámonos, Grace, quítate eso ahora!

Miro la escena sin entender qué es lo que está sucediendo. Gemma discute con su mamá mientras ella suelta a diestra y siniestra insultos para las mujeres. Mientras ella sigue enojada y su hija sigue en contra de su postura, observo a Charlotte, quien observa perpleja el escándalo. Una de sus manos se ha aferrado al vestido y noto como cada vez más su agarre se aprieta más.

Y de pronto, lo entiendo. Hannah está aterrorizada de que una pareja de mujeres va a casarse y vinieron a buscar sus vestidos. Gemma está en contra de su mamá y Charlotte luce afectada por ello.

—¡Déjenos solas para que Grace pueda cambiarse, maldita sea! —grita Charlotte.

El bullicio se ha detenido, Hannah mira asombrada a la chica frente a mí y de inmediato sale del lugar, no sin antes decir que nos esperara afuera y repetir que buscaremos en otro lugar, que no me desilusione.

Charlotte me ayuda a deshacerme del vestido y mientras ella lo pone todo en su lugar, yo vuelvo a vestirme con mi ropa de trabajo. No se necesita ser un genio para notar que la chica ha cambiado de humor y que, parece ser, que la discusión le ha afectado más de lo que debería.

Cuando dejamos todo como estaba, cuelga el vestido en el perchero dentro del vestidor y sale del lugar. Yo la sigo, a unos pasos detrás de ella. Se ve furiosa y, al mismo tiempo, triste.

Ambas abandonamos el establecimiento. Al salir, lo primero que vemos es a Hannah hablando por teléfono y todas las mujeres que la acompañaban. Gemma tiene un gesto avergonzado en el rostro y al verme, se acerca de inmediato.

—Lamento mucho eso, mi mamá es tan... cerrada.

—Ya lo creo —murmuro.

De un momento a otro, recuerdo lo que Charlotte me dijo aquella vez en su casa, antes de conocer a la familia de Harry.

«—No conozco a la familia de Harry, pero sé que es... algo extraña.»


Foto del posible vestido de Grace:





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