Entre Orquídeas y Secretos ✓

By Gimenabazante

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La vida para Mikhail Gurevich había perdido el encanto hacía muchos años, cuando había sido desprovisto de al... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 27
Epílogo

Capitulo 26

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By Gimenabazante

El viaje fue largo y extenuante, cuando finalmente llegaron a Essex fueron directamente a la casa de Ethan. Cuando bajaron del carruaje en la puerta, Mikhail ayudó a bajar a su esposa y miró la puerta. Se acercó un paso y abrió los brazos a sus hermana que corría a el. 

  Alzó su menudo cuerpo con cariño. 

— ¡Oh Mikha! — Svetlana sollozo. — Te extrañe muchísimo, temí tanto por ti..  — Le dijo en ruso. 

— Nunca más. — Prometió y le dio un beso en la frente. 

Ella lo abrazó feliz. Larissa le dio un suave abrazo y su hija le sonrió y le tiró un beso que le derritió el corazón. 

Cuando vio a Ilya sintió que todo volvía a su lugar, le dio un suave abrazo. 

— Estoy muy contento de verte bien amigo mío. — Le dijo él en ruso. 

— Gracias a usted. — Le contestó Ilya. 

 Cuando entraron a la casa todo estaba preparado para almorzar. Alexander se disculpó y se marchó a su casa después de las gracias de la familia.

  Después de la comida se sentó en el sillón y observó a su esposa hablar y reír con su hermana, Ethan y Lara participaban en la conversación con alegría. 

  El miro a la niña que se sentó a su lado, sus ojos azules lo miraban inocentes. 

— Tienes sueño. — Le dijo en ruso. 

— Estoy un poco cansado, sí. ¿Como te diste cuenta? — Preguntó el. 

— Mamá dice que cuando los ojos se cierran solos es hora de dormir. 

— Ya veo. 

 Victoria se levantó. 

— Será mejor que volvamos a casa. 

 Él se levantó y miró el salón. 

— Muchas gracias por todo. 

— Bienvenido a la familia. — Le dijo Lara con una sonrisa amable. 

— Yo me quedaré aquí hoy si no te molesta. — Dijo su hermana. 

— ¿Por qué? — Preguntó en ruso. 

— Es que la señora Lara me invitó a quedarme, vendrá Oksana también. 

— Entiendo. Te espero en la noche. 

 Su hermana asintió. 

  Cuando subió al carruaje y las puertas se cerraron tomo a Victoria y la sentó en sus piernas. 

— Déjame abrazarte. 

 Aspiro su dulce perfume y le acarició el rostro con adoración. 

— He soñado con tu hermoso rostro todo el tiempo que estuvimos separados… — Le dio un Suave beso. — Pero mis sueños no te han hecho justicia. 

 Victoria lo beso enamorada. 

— Tus ojos océano me han dado fuerza para seguir. Y ahora que lo noto tienes pequeños puntos negros en el azul de tus ojos. 

Mikha besó sus párpados, su nariz, mejillas, olió el perfume en su cuello. 

— Te amo, te amo tan intensamente… te necesito tanto como respirar. 

— Creí que te había perdido. — ella le acarició el rostro y enterró las manos en su cabello. 

 Durante el resto del viaje no hubo palabras, solo besos cargados de amor y pasión. 

Cuando bajaron él observó su casa y suspiró satisfecho. 

— Supongo que Ilya estará ocupado arreglando la casa. 

— No quiero saber nada ahora. Lo único que quiero es subir esas escaleras y estar contigo. — Le dijo ansioso.  

 Al llegar Ilya ya tenía el baño preparado, mientras él se bañaba y afeitaba ella estaba en la habitación de al lado haciendo lo mismo. Mientras terminaba de arreglarse el entró a la habitación. 


  Víctoria suspiro al verlo afeitado y su cabello húmedo, sus pies estaban descalzos y su camisa a medio abrochar. 

 Ella sonrió y lo tomo de la mano acercándose. Al entrar a la habitación Mikhail la abrazo por la cintura, apoyando la barbilla en su hombro. Ella se dirigió a la cama y él la tomó de la mano y la llevó a la chaise Lounge. Se sentó y la sentó en sus piernas, miró la ventana con la primer cortina corrida, la cortina blanca oscilaba dejando pasar la luz del sol de la tarde. Ella se acostó en su pecho. 

— Cuando me dijeron que estabas muerto… — Victoria sintió que su corazón latía fuerte. — Creí que se había acabado el mundo. Que mis flores habían sido arrancadas. 

— No importa de dónde venimos… — Murmuró él mirando el ocaso. — Una semilla puede germinar lejos del árbol ¿Verdad? Puede extender sus raíces en donde está cuidado y a la luz del sol. — Mikha la tomó de las mejillas y la miró. — Tu eres mi sol Victoria, tú eres la luz que bañan mis raíces, me has cuidado y has hecho que mis raíces se extiendan. Este es mi hogar, contigo, en tus brazos. 

 La besó largamente, de manera lenta, tierna, hasta que se convirtió en pasión. Sus diestras manos le habían desabrochado el vestido mientras le hablaba, desató su corsé mientras la besaba. Ella le quitó la camisa y pasó las manos con delicadeza por su pecho, los moretones que tenía estaban violáceos, ella lo miró preocupada. 

— No importa. — Murmuró besándole el hombro. — Más tarde, ocúpate más tarde. 

— No puedo aquí. 

 Mikhail le quitó el vestido, se paró y se desnudó con su ayuda, cuando ella se dirigía a la cama él la tomó de la mano y volvió a sentarse en el sillón. 

— Si puedes, yo te ayudaré. 

 Sentir su entrepierna caliente en sus muslos lo excitaba aún más, pasó la mano por su húmeda entrada y lubricar la entrada. Cuando él entró en ella suspiró profundamente, tomó su pierna izquierda y la mantuvo alzada, apoyó la espalda en los almohadones y la miró. Pasó la mano libre con adoración por su vientre y subió a sus pechos que acarició con ternura. 

— Muévete. — Susurró mirándola. 

 Ella comenzó un suave vaivén con sus pequeñas manos en su pecho, la vio hermosa, perfecta con los ojos cerrados, la cabeza hacía atrás y la luz del sol bañando esa blanca e inmaculada piel. Sus manos se deleitaban al tocarla, su piel emanaba su fragancia que flotaba envolviendolos en una nube de pasión. Se acercó y la abrazo. 

— Te amo. — Le dijo mientras la besaba. 

 Beso sus pechos, su cuello y la abrazo mientras llegaban ambos al éxtasis. 

 Victoria apoyó el oído en su pecho, sus latidos acelerados la hicieron suspirar. Aún unidos el bajo las piernas y la alzó

— Ahora sí podemos ir a la cama. — Le dijo besándola profundamente. 


Victoria se despertó con un suave golpe en la puerta. Al abrir los ojos notó que ya era noche cerrada. Se puso la bata y abrió la puerta un poco. 

  Ilya la encontró encantadora con sus cabellos desordenados y sus ojos pesados por el sueño. 

— Disculpe que la despierte, le he preparado en la habitación de al lado una mesa con algunas cosas, para cuando tengan hambre. 

— Gracias Ilya. ¿Sveta? 

— Ya está descansado señora. Buenas noches. 

— Buenas noches. 

 Ella cerró la puerta y lo miró. Estaba acostado boca abajo, la cara de costado y los labios entreabiertos, sus manos con las palmas hacia arriba. Se quitó la bata y se acercó despacio, rodeó la cama y se subió encima, apoyó la cabeza en sus omóplatos y entrelazo sus dedos flácidos. Él seguía dormido sin que siquiera le pesara su cuerpo, Levantó las manos por sus brazos y comenzó a besar sus cicatrices siguiendo las intrincadas líneas que se interponían una a otra. Rasco sus costados y le dio suaves mordisco de amor. Cuando sus manos bajaron a sus muslos él apoyó los codos en la cama, ella se subió encima, apoyó la barbilla en su hombro y pasó las manos por su pecho que quedaba a su alcance. 

  Mikhail se dio vuelta y la abrazo mientras ella investigaba con sus manos por su pecho. La dejó hacer y sonrió cuando ella comenzó a bajar hacía su vientre. Cerró los ojos al sentir el calor de su boca en su pene, la miró y se deleitó con ella mientras le daba placer. Dio un jadeo ahogado cuando ella se esforzó por meterlo todo llegando hasta la garganta. La alzó por las axilas hasta llegar a sus pechos y se deleitó con su risa. Cuando estuvo dentro de ella pasó las manos por su espalda hasta enterrar ambas manos en su pelo y besarla con pasión.  


Victoria estaba con los brazos abiertos apoyada en la cama, sus ojos cerrados y con una sonrisa en su cara disfrutando de sus besos suaves y caricias lentas. Se rió cuando él le dio un mordisco en el costado debajo del pecho derecho. 

— Me dejarás marca. — Lo quitó dándole un suave empujón. 

— Déjame. Debo recuperar tiempo perdido. — Susurró subiendo y acostándose entre el valle de sus pechos. — Además es tu culpa, por tu olor. 

 Ella sonrió. 

— Es por el perfume que hice. Una vez que conseguí el aroma deseado hice también jabones y emulsiones que solo yo uso. 

— ¿Me estas diciendo que haces tu propio perfume? 

— ¡Claro! — Le dijo poniendo los ojos en blanco. 

— ¿Que usas? — Mikha se sentó en la cama. 

— Flores. ¿Vamos a comer? Tengo hambre. — Se acercó al borde de la cama para bajarse. 

— ¿Que flores? — Preguntó curioso viéndola ponerse la bata. 

— Las de mi invernadero. — Murmuró mientras se iba a la habitación de al lado. 

— ¿Cuál usas? — Preguntó mientras la seguía. 

— ¿Te interesa ahora hacer perfumes? 

— No es eso. — Se sentó enfrente de la mesa que había en el centro de la habitación y la miró. — Es que jamás había conocido a alguien que creará un perfume, y tú olor es delicioso. 

— No es difícil si sabes equilibrar los olores, el olfato es un factor muy importante. — Mientras hablaba le servía las cosas que le gustaban en el plato. — También es importante pesar los ingredientes y el reposo. — Le tendió el plato y comenzó a servirse ella. — Yo uso más floral; pero he estado agregando algunos cítricos a algunas mezclas. 

— ¿Qué flores usas? 

— Dime algo que no sepa. — Corto ella. 

 Él suspiró y sonrió. 

— Quiero que pruebes algo. 

 Mikha acercó su silla y la miró. 

— Debes limpiar el paladar. Para eso debes tomar un trago de vodka frío. 

-— No creo que me guste… 

 Ella suspiró y tomó la copa que él le tendía. 

— Un trago normal, ni muy pequeño ni grande. 

 Ella sintió que su garganta quemaba, sus ojos se llenaron de lágrimas. 

— Es común. — Le dijo divertido. — Ahora prueba el caviar. 

 Ella lo probó y lo miró sorprendida. 

— Tiene un pequeño gusto a nuez. 

— Ahora debes volver a limpiar el paladar. 

 Cuando ella tomó otro trago de vodka él la besó largamente saboreando el alcohol en su boca. 

— Cuéntamelo. — Le dijo ella tomando sus mejillas con cariño. — Se que lo has evitado. 

 El suspiro y se apoyó en la silla. 

— Las cosas que hizo mi hermano han sido imperdonables. Cuando llegue a Rusia me entregaron como la parca. Me envió con una carta que decía que yo era la parca, que era el traidor que estaban buscando. Ahí comenzó todo de nuevo, aunque diferente. — Murmuró sumido en sus pensamientos, tomo un trago de vodka y continuo. — Comenzaron con el interrogatorio y les dije la verdad. Como no me creyeron… me golpearon un poco, para recordar. Creo que después de varias palizas realmente la duda germinó en Oleg, porque dejó de pegarle tanto y comenzó a hacerme preguntas, cuanto más preguntaba más nos sorprendíamos. El por mi sorpresa y yo por las cosas que había hecho mi hermano. 

— ¿Tan malo? 

— Espantoso. Se ha convertido en un ser horrible. Perdió el camino en algún punto, perder su familia no era una justificación válida. Su esposa lo había abandonado antes de morir a manos de traidores de la misma causa que él defendía. Hizo tantas cosas que ni siquiera quiero pensarlo. Ahora dije tú, ¿que paso después de que me vaya? 

— Quiso hacer que no pasaba nada, que era normal lo que pasaba. Lo más difícil fue tratar de que no mate a Svetlana, hasta le clave un tenedor. — Ella se carcajeó al recordarlo. — Hice que Svetlana escape a la semana de estar aquí. Como tenía la verja con candado ella tuvo que escalarla, fue difícil pero lo logró. Cuando finalmente logramos ser libres nos fuimos a Rusia a buscarte… el que había llegado tarde. 

— No quiero que volvamos a pensar eso. 

Cuando volvieron a acostarse en la cama el entraño sus manos y la miró. 

— Quiero tener un hijo. — Le dijo mirando su reacción. 

— Yo también…  pero no se si pueda… 

— Hemos pasado muchas cosas para creer que no puedes. —El la abrazo. — Y si no podemos no importa, la pasaremos bien intentándolo. 

 El la beso sensual. Después de eso no volvieron hablar por mucho tiempo. Mikhail aspiro su dulce perfume floral y sintió que su cuerpo reaccionaba a sus caricias dulces. Mas, quería mas de ella. Necesitaba la paz que encontraba en sus brazos, pues solo en ellos su mente se despejaba, su sufrimiento se desvanecía y nada tenia sentido más que ella y sus labios.  

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