❛ESCUCHAR CONVERSACIONES PRIVADAS ES DE MALA EDUCACIÓN ❜
DRACO MALFOY SE HABÍA RECORRIDO EL TREN CINCO VECES. SE HABÍA MARCHADO DEL COMPARTIMENTO DE SLYTHERIN CON LA EXCUSA DE QUE DEBÍA PATRULLAR POR LOS PASILLOS, PERO LA VERDAD ES QUE ESTABA BUSCANDO A VENUS. La muchacha no había aparecido en la reunión de prefectos, y aunque Draco se había jurado alejarse de ella, necesitaba verla. O por lo menos saber que estaba bien.
Había recibido sus cartas, pero se había obligado a no responderle. Cinco cartas exactamente fueron las que le envió, en cada una de ellas la muchacha le decía que estaba bien que Andrómeda y Remus la trataban demasiado bien, y que le echaba de menos. Eso solo hacia que el corazón de Draco doliera más.
Draco guardaba esas cartas como si fueron un tesoro, su bien más preciado. Porque sabía que hasta que todo aquello no terminara no sería bueno que lo vieran cerca de ella.
Estaba a punto de volver al compartimento con sus amigos cuando lo escucho. Era una risa suave que él conocía mejor que nada en este mundo. Se acercó a la puerta del compartimento más cercano y allí la vio.
Su pelo estaba un poco más largo y un poco más rubio. Su piel seguía estando tan bronceada como siempre, y sus ojos estaban apagados, pero todavía se podía apreciar un ápice de burla. Sonreía hacia la persona que tenía a su lado, y parecía relajada. Draco apretó los puños al ver que se trataba de Ron Weasley.
—Entonces, ¿cómo ha ido tu verano? —preguntó Ron a Venus.
—No ha estado mal —contesto de forma suave Venus—. Andrómeda se ha portado muy bien conmigo, no cualquiera acepta a una desconocida en su casa sin pedir nada a cambio.
—Las buenas personas lo hacen.
—Ron, esas personas no existen —dijo Venus con una sonrisa triste—, y las pocas que sigue habiendo, los demás se aprovechan de ellos.
—No creo que tú te hayas aprovechado de Andrómeda —comentó Ron—, no eres mala persona Vee.
—No estoy tan segura de ello.
Draco se acercó un poco más a la puerta, Venus y Ron se habían quedado en silencio.
—Mamá me dijo que podías venir en Navidad si quieres. Le caíste bastante bien —Ron fue el primero en romper el silencio.
—Molly es una gran mujer, se lo agradezco. Pero no quiero ser una molestia, no creo que pasé nada si me quedó en Hogwarts a pasar las fiestas.
—Tú nunca molestarías, Vee. A mamá le encantas, además está deseando que le hagas esas galletas de avena de nuevo.
—Lo pensaré —aseguró Venus—, ¿cómo está Hermione?
—Como siempre, ya sabes cómo es —dijo Ron encogiéndose de hombros—, me contó que te envió una carta.
—Así es. No quise gritarle —dijo Venus un poco avergonzada de su comportamiento—, actúe de una forma horrible con ella. No tenía la culpa. De hecho, ninguno de ustedes la tenía. Ni siquiera Harry.
—¿Sigues creyendo en él?
—Nunca deje de hacerlo —Venus se apoyó en el asiento y miró por la ventana—, Harry es el único que puede acabar con él.
—¿Por qué?
—¿Porque qué?
—¿Por qué crees ciegamente en él?
—He vivido rodeada de mortífagos toda mi vida. He visto con mis propios ojos como su oscuridad puede corromper a las personas. He perdido tanto que me niego a creer que una persona tan poderosa pueda traernos algún bien —Venus se pasó la lengua por el labio inferior—. Nada de esto debería ocurrir, nadie debería sentirse en peligro por provenir de alguien no mágico. Nadie debería sentirse avergonzado de su propia familia. No debería haber disputas familiares por tener creencias diferentes, no se debería marginar a alguien por lo que es. No se debería obligar a alguien a obedecer a cumplir órdenes de un loco. No sé qué podrá hacer Harry para derrotarlo, pero sé que se ha enfrentado a él más de una vez, y ha sobrevivido en cada una de ellas. Ya ha hecho más que la mayoría de los magos. Sé que necesitará ayuda, y ahí es donde todos tendremos que ayudar. Olvidándonos de las casas, olvidándonos de nuestras procedencia.
—Tendrás que luchar contra tu propia familia.
—Ares no luchara esta guerra, cuando logré sacarlo de Azkaban lo mandaré con Andrómeda. Ella velara por él.
—¿Qué pasa con tu tío y con tu madre?
—Mi madre dejó de importarme hace mucho, ya lo sabes —Venus guardó silencio unos segundos—, y mi tío nunca le fue fiel del todo. Abrirá los ojos tarde o temprano.
—¿Qué pasa con Malfoy? —Venus se tenso mientras Draco se acercó aún más para escuchar su respuesta.
—Draco sabrá que hacer cuando llegue el momento —dijo a Venus sin querer levantar la mirada de sus manos—, él sabrá elegir.
—No deberíamos estar viviendo esta mierda.
—Pero lo estamos haciendo, y debemos hacerlo no solo por nosotros, sino por todos los que vendrán.
—Veo que el verano te ha inspirado.
—Estaba aburrida, y Remus me ha prestado su biblioteca. No he leído tanto en mi vida.
—Vas a superar a Hermione como sigas así, Rosy.
Draco apretó los puños, ¿cómo se atrevía a llamarla así?
—No me llames así, Ron —la voz de Venus se había vuelto fría.
—Perdón.
Un silencio invadió de nuevo el compartimento mientras Draco celebraba interiormente que Venus no le permitiera a esa estúpida comadreja que la llamase así.
—Creo que debería volver, seguro que Liz se estará preguntando donde estoy —vio como Venus se levantó, supo que era el momento de marcharse.
Había dado un par de pasos cuando se chocó contra alguien, estaba a punto de insultar a la otra persona cuando se percató que era Blaise.
—¿Sabes que escuchar conversaciones privadas es de mala educación? —dijo con burla el moreno.
Draco se sonrojó levemente.
—No sé de qué hablas —se defendió inútilmente el rubio, sus mejillas le delataban.
—Ya claro —repuso Blaise.
La puerta del compartimento donde estaba Venus se abrió de golpe asustando a Draco, Blaise soltó una carcajada cuando vio salir a Venus y a Ron Weasley de él.
—¿Qué hacéis en mitad del pasillo? —cuestionó Venus mirando hacia los dos chicos confundida.
Draco sintió una punzada en el pecho al notar que Venus rehuía su mirada. Solo pudo suspirar, tenía lo que se merecía.
—Acabo de llegar de una merienda elegante con el nuevo profesor de Artes Oscuras —comentó Blaise con sarcasmo—. Ha sido un coñazo, ha estado hablando durante una eternidad. No me he enterado de nada.
—Esperemos que este dure más que lo anteriores —comentó Venus con burla, se giró hacia Ron que parecía un poco incómodo—. Nos vemos luego, Ron.
—Adiós, Vee —Draco quiso golpear al pelirrojo al ver como miraba a la ojimiel.
Pero ella no pareció notarlo ya que cogió del brazo a Blaise y se dirigieron al compartimento de Slytherin dejando atrás a Draco.
—Deberías dejar de intentar alejarla —comento Ron—. Sabes también como yo que no funcionará.
—¿Quién te crees que eres para decirme que hacer, asquerosa comadreja? —escupió enfadado Draco.
—Solo es un consejo, Malfoy. Lo que hagas o dejes de hacer me importa muy poco. Si te alejas de Venus mejor para mí, estará más segura si tu culo de Mortífago está lejos de ella.
—Por una vez estamos de acercó en algo Weasley —dijo Draco apretando los dientes—. Mientras más lejos esté de Venus mejor.
Ambos se quedaron en silencio. Y al no tener más que decir Ron comenzó a alejarse.
—Weasley —volvió a llamarlo Draco, el pelirrojo se giró para encararlo—, ¿es verdad que está bien?
—Ha estado un poco deprimida —confesó—, pero sobrevivirá.
—¿Cuidarás de ella cuando todo explote?
—Lo haré —contestó el pelirrojo de inmediato.
Draco asintió un poco cabizbajos.
—No dejes que se vaya al bando equivocado, Weasley. Ella nunca se perdonaría si llegara convertirse en eso —Draco habló con tanto asco de los mortífagos que Ron se sorprendió.
El pelirrojo solo pudo asentir y observar cómo Draco se marchaba por el pasillo del tren a paso lento. Ron creía que esa había sido la primera vez que había tenido una conversación normal con Malfoy, y algo le dijo que no sería la última.
Cuando Draco llegó al compartimento de Slytherin vio a Venus junto a Liz y Theo sentados en un lugar a parte. Suspiro de forma cansada y ocupo el sitio a lado de Pansy quien le dedicó una sonrisa comprensiva, ella entendía por lo que estaba pasando. Frente a él estaba Blaise, que jugueteaba con uno de sus anillos.
Era el anillo de la familia Zabini, era algo habitual en las familias de sangre pura. Cuando cumplía los 12 se les entregaba un anillo con el emblema de la familia. Pasaba de padres a hijos y era algo de suma importancia.
Draco lo había portado por casi cinco años, pero ahora el anillo descansaba en la persona que él más a amaba y esperaba que la promesa que significó aquel anillo siguiera preexistiendo.
Desvío sus ojos hacia Venus que hablaba con Liz de forma animada. Weasley tenía razón, no era la misma Venus que conocían. Sus ojos estaban apagados y aunque había una sonrisa en su rostro, se podía apreciar que en cierta forma era un poco forzada.
Sus ojos se encontraron en un momento, sin si quiera percatarse, Draco se perdió en sus preciosos ojos mieles. Le recordaba a la arena de la playa, a la playa de Brighton específicamente. Aún recordaba ese catorce de febrero como si fuera ayer. Recordaba la risa de Venus y su figura corriendo por la playa bajo la luz del sol.
Recordaba esa imagen como si fuera una obra de arte, porque así era como Draco concebía a Venus. Venus era arte en todos los sentidos que una persona pudiera imaginar.
Draco quiso borrar todo el dolor que se visualizaba en sus ojos, pero por más que quisiera no podía traspasar ciertos límites que él mismo había impuesto. No cuando la marca que portaba en su brazo pesaba con tanta responsabilidad. Una responsabilidad que no le correspondía pero que había asumido por el bien de su familia, y por el de Venus.
Venus apartó la mirada sin aguantarlo más, la apartó porque no quería ponerse a llorar. Simplemente porque ella no lloraba, o por los menos ya no lo hacía. No lloraba desde que Ares fue encarcelado, no lloraba desde que su tío tuvo que esconderse para no terminar en Azkaban. No lloraba desde que Draco le dio la espalda sin darle ninguna explicación. No lloraba desde que decidió que debía dejar de comportarse como una niña pequeña asustada, debía comportarse como una adulta. Una adulta sin sentimientos que debía ser responsable de sus actos.
—Cuéntame, Blaise—pidió Draco intentando alejar sus pensamientos de Venus—. ¿Qué quería Slughorn?
—Sólo trataba de ganarse el favor de algunas personas bien relacionadas — contestó Blaise—. Aunque no ha encontrado muchas.
—¿A quién más invitó? —inquirió Draco
—A McLaggen, de Gryffindor...
—Ya. Su tío es un pez gordo del ministerio.
—... a un tal Belby, de Ravenclaw...
—¿A ése? ¡Pero si es un mocoso! —intervino Pansy.
—...ya Longbottom, Potter y esa Weasley —terminó Zabini. Draco alzó una ceja burlón.
—¿Invitó a Longbottom?
—Supongo, porque Longbottom estaba allí —respondió Blaise con una mueca.
—¿Por qué iba a interesarle Longbottom? —preguntó Draco. Blaise se encogió de hombros—. A Potter, al maldito Potter, vale; es lógico que quisiera conocer al «Elegido» —se burló—, pero ¿a esa Weasley? ¿Qué tiene de especial?
—Muchos chicos están colados por ella —terció Pansy, observándolo de reojo a Blaise para ver su reacción—. Hasta tú la encuentras guapa, ¿no, Blaise? ¡Y todos sabemos lo exigente que eres!
—Yo jamás tocaría a una repugnante traidora a la sangre como ella, por muy guapa que fuese —replicó Blaise con frialdad, y Pansy sonrió satisfecha.
—Por lo visto, Slughorn tiene muy mal gusto. A lo mejor ya chochea. Es una lástima; mi padre siempre decía que en sus tiempos fue un gran mago, y él era uno de sus alumnos predilectos. Seguramente Slughorn no se ha enterado de que yo viajaba en el tren, porque si no...
—Yo no creo que te hubiese invitado —lo interrumpió Blaise—. Cuando llegué a la reunión, me preguntó por el padre de Theo. Se ve que eran viejos amigos, pero cuando se enteró de que lo habían pillado en el ministerio no pareció alegrarse, y Theo no fue invitado, ¿verdad? Me parece que a Slughorn no le interesan los mortífagos.
Draco frunció el ceño, sabía que eso iba con segundos.
—¿Y a mí qué me importa lo que le interesa? Al fin y al cabo, ¿quién es? Tan sólo un estúpido profesor —dijo rodando los ojos quitándole importancia, realmente le importaba—. Además, ni siquiera sé si el año que viene iré a Hogwarts —añadió—. ¿A mí qué más me da si le caigo bien o mal a un viejo gordo y estúpido?
Esas palabras llamaron la atención de Venus que apartó los ojos de su libro para mirar hacia la dirección del rubio. Blaise hizo contacto con ella, estaban igual de desconcertados.
—¿Qué quieres decir con que no sabes si irás a Hogwarts? —se alarmó Pansy.
—Nunca se sabe —replicó él, y esbozó una sonrisita picara—. Quizá me dedique a cosas más importantes e interesantes.
Venus tragó saliva de forma nerviosa y miró de nuevo hacia abajo, obligándose a no escuchar la conversación.
—¿Te refieres... a «él»?
—Mi madre quiere que acabe mi educación en Hogwarts —contestó Draco con un encogimiento de hombros—, pero francamente, tal como están las cosas, no creo que eso tenga tanta importancia. Si lo piensas un poco... Cuando el Señor Tenebroso se haga con el poder, ¿crees que se va a fijar en cuántos TIMOS y ÉXTASIS tiene cada uno? Pues claro que no. Lo que importará entonces será la clase de servicio que se le haya prestado o el grado de devoción demostrado.
—¿Y crees que tú podrás hacer algo por él? —repuso Blaise con tono mordaz al ver la mirada perdida de Venus—. Pero si sólo tienes dieciséis años y todavía no has terminado los estudios.
—¿No acabo de explicarlo? Sé que a él no le importará si he terminado los estudios o no. Quizá para hacer el trabajo que él quiera encomendarme no sea necesario tener ningún título —replicó Draco.
Blaise apartó la mirada de Draco para observar a Venus, pero cuando quiso fijarse ni ella ni Liz estaban ya allí.
—Ya se ve Hogwarts —anunció Draco, sacando a Blaise de sus pensamientos que miraba por el pasillo fijamente esperando ver a sus dos amigas—. Será mejor que vayamos poniéndonos las túnicas.
✨
I'm back bitches!!
He aprovechado este descanso y tengo bastante capítulos ya escritos que sé que vais amar.
Por cierto quiero agradecer a una personita maravillosa que ha recomendado mi historia en un vídeo de tik tok. Eres increíble.
¿Alguien quiere que le dedique el siguiente capítulo?🤩
Os amo
🖤