Okay, no estaba lista para esa información. Su aturdida mente pudo procesar como su madre dejaba un vaso con té frente a ella; para luego dejarla sola.
¿Ella e Itachi? ¿Juntos? ¡Que buena broma! Jaha... ¿Su padre bromeando? Eso era menos posible que lo anterior.
Sabía a la perfección las costumbres de su Clan, además de lo incestuoso de esta. Conocía a varias personas del Clan a las que se les había emparejado con su hermano, o hermana. Pero, aquellos eran un caso distinto; los habían criado como futuros esposos, no como hermanos.
Suspiro.
Necesitaba algo de aire fresco.
Tomó un sorbo de aquel caliente líquido, levantándose, y acercándose a la gran puertaventana. Abrió con tranquilidad el postigo, sintiendo como la suave y refrescante brisa chocaba contra su pálida piel.
Admiro el cielo nocturno, colocando su pie en el marco de esta; tomando impulso, saliendo así de aquella residencia.
Camino por los despejados pastos del territorio Uchiha, llegando hasta un gran árbol; que poseía varias ramas. Trepo audaz mente, llegando así hasta una rama gruesa, que estaba a una gran altura del suelo. Se sentó en la rama, haciendo que sus piernas colgasen, balanceándolas suavemente.
Cerró suavemente los ojos, disfrutando de aquella agradable brisa.
Sus cortos y finos cabellos castaños se mecían al son del viento, dándole una refrescante sensación.
Soltó un suspiro, dando espacio a sus alborotados pensamientos de hacer presencia.
Acababan de decirle que se casaría con su amado hermano mayor, en busca de descendencia. Ya tenía la respuesta al extraño comportamiento de Itachi. Ahora que lo analizaba, aquello se podría considerar "suerte". Su Hermano era un prodigio; atractivo, habilidoso, y con una preciosa personalidad. Ella podría estar hasta feliz, y lo estaria, si no fuera por un pequeño detalle: estaba enamorada.
Repentinamente, sintió una presencia junto a ella.
Aun con los ojos cerrados, murmuró el nombre de la persona cerca de ella.
—Óbito...— La joven abrió lentamente sus decepcionados ojos.
—Hola hermosa, ¿que te pasa?— Su aire alegre cambió a uno confundido. Aquella chica siempre lo recibia con una sonrisa en su rostro, con varias bromas y chistes, pero en ese momento tenía un aura negativo.
—Hah, nada muy importante, supongo.— DIjo con un toque de ironía.
—Vamos, cuéntame.— Se acerco aun mas a la chica, sentándose junto a ella, pasando uno de sus tonificados brazos por el hombro de la joven; atrayéndola hacia él, abrazándola con cariño.—¿Ya me dirás que te pasa?—
Lo miro, soltando un leve bufido; seguido de una media sonrisa. Óbito era como su mejor amigo, madre, y hermano a la vez. Correspondió la acción, abrazando el torso del chico.
—Adivina.— Soltó una leve risa, restregando su rostro en el pecho del joven. —Al parecer me casare; con nada más ni nada menos que con Itachi.—
Aquella repentina información tomó por sorpresa al chico, aunque rápidamente la estrechó contra sí mismo, con suavidad, sobando suavemente su espalda. Era consciente de los sentimientos románticos que la castaña tenía hacia Shisui.
—Vaya... Y yo que venía a darte buenas noticias.— Intentaría alegrarla, era lo único en lo que era excelente.
—¿Hmn? ¿Que es?— Demostró cierta curiosidad.
—Ahora adivina tu.— Intentó aguantarse su comentario, lo cual fue en vano. —Bueno, si insistes en que te lo diga. Rin acepto ser mi novia.—
Aquello la sorprendió, alegrandola. El pelinegro llevaba años tras Rin, y esta, al fin, había correspondido sus sentimientos.
—¡Enhorabuena! ¡Al fin consigues novia, a tus veintisiete años!— Amaba como Óbito podía cambiar su humor en cuestión de minutos. Ahora estaba sumamente feliz por su amigo, no pudiendo esconder su sonrisa.
—¡Oye! Eso dolió...— Hizo una dramática mueca, totalmente ofendida. Seguidamente, soltó una risa; había conseguido distraer a su menor.
Siguieron charlando de temas triviales, acompañados de varias risas. La castaña habló hasta agotarse, sintiendo como lentamente un pesado sueño la invadía.