❛ EL PREFECTO DE SLYTHERIN ❜
VENUS ABRAZABA CON FUERZA A SU TÍO FELIZ. ESTABAN A PUNTO DE IRSE A HOGWARTS, E IBAN A DEJAR A SU TÍO COMPLETAMENTE SOLO. Ninguno de los dos hermanos Rosier sabía que podía ocurrirle estando a solas con su madre, la cual había estado visitando la casa más de lo debido.
—Nos veremos en Navidad, Vee —se carcajeó levemente Feliz, separándose de su sobrina.
—Te extrañaré —dijo con una sonrisa.
—Y yo a vosotros, la casa va a estar muy silenciosa —dijo acariciando su cabeza con ternura.
Venus volvió a abrazarlo con fuerza, no quería separarse de él, dejarlo completamente solo sin que nadie este ahí para impedir que haga algo.
—Prométeme que no dejarás que se meta dentro de ti —susurro Venus.
—Prometo que no haré ninguna locura —habló de la misma forma. Volvieron a separarse un poco más tristes esta vez—, ahora ve a demostrar quienes somos los Rosier. No sabes cuan orgulloso estoy de que seas prefecta.
Venus sonrió complacida al escuchar sus palabras.
—¿Sabes ya quién es el otro prefecto?
—Le pregunté a Theo, pero sabe tanto como yo, y Draco no ha contestado mi última carta —contestó encogiéndose de hombros
Ares apareció en ese momento, había llevado los baúles dentro del tren, y estos debían estar a buen recaudo en el compartimentos de Slytherin.
—Bien, esto es la despedida —dijo Feliz mirando a sus sobrinos—. Os quiero mucho chicos, disfrutad de este año. Sobre todo, tú, Ares, el último año de escuela es el más importante.
—Dices eso todo los años, tío Feliz —comentó Ares rodando los ojos.
—Vuestra educación es importante —contradijo su tío mirándolo con seriedad—. Además, tienes que ir pensando que quieres hacer cuando termines.
—De hecho, ya lo he pensado —Ares se rascó la nuca nervioso—. Me gustaría ser magizoologista.
Ni Venus, ni Feliz parecían sorprendidos ante la respuesta del chico. Todos sabían que Ares tenía una fuerte debilidad por las criaturas mágicas, y que se dedicará a eso no era más que una confirmación a tal hecho.
—¡Eso es fantástico, Ars! —exclamó su hermana al saber la decisión de su hermano.
Feliz lo miraba con mucho orgullo. Durante mucho años Feliz había trabajado junto a Charlie Weasley, ambos cuidaban de dragones en Rumania. Pero cuando Ares entró a Hogwarts, llegó a la conclusión que debía buscar un trabajo que le permitiera estar más con su sobrina. Desde entonces trabaja en el Ministerio, en el departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas. No había duda de que su sobrino había adquirido el amor por las criaturas por su parte.
—Estoy muy feliz de que hayas encontrado lo que te gusta, Ares. Muy orgulloso —dijo colocando su mano en el hombro de Ares que lo miraba con un brillo de emoción en los ojos.
El tren emitió un pitido indicando que estaba a punto de cerrar las puertas.
—Portaos bien, y abrid bien los ojos —dijo de forma seria—. No sabemos en quien podemos confiar, y quien podría traicionarnos.
Ambos chicos asintieron sin decir nada, compartieron un último abrazo con su tío, y se montaron el Expreso de Hogwarts. No se separaron de la ventana hasta que el tren comenzó a moverse, y Feliz Rosier desapareció de su vista.
—Tengo que ir al compartimento de prefectos —dijo Venus mirando a su hermano—. Dile a Lizzie que me guarde un sitio.
Ares asintió, y sin más que decir, Venus comenzó a alejarse de su hermano a paso lento. No tenía mucho ánimo de acudir a esa dichosa reunión, pero era su deber, y no pensaba dejar mal a su familia, ni mucho menos a su casa por su estúpida manía de no soportar a nadie.
Llegó al compartimento con cara seria, los prefectos y premios anuales del resto de casas ya estaban allí. Hablaban de forma animada entre ellos, por la cabeza de Venus ni siquiera pasó la idea de acercarse e integrarse en la conversación. No conocía a esa gente, tal vez había compartido alguna clase con ellos durante los últimos años, pero eso no significaba que fueran amigos ni mucho menos.
Se apoyo en una de las paredes del compartimento, observaba a los demás alumnos con los brazos cruzados. A veces se preguntaba qué pasaría si fuera menos desconfiada, si fuera como el resto de los chicos de su edad que hablaban abiertamente con cualquier persona, confiándole secretos. Hizo una mueca al pensar que eso era una locura.
La mueca se acentuó cuando Ron Weasley y Hermione Granger se acercaron a ella con intensión de entablar una conversación. No tenía exactamente una relación de amistad con esos dos chicos, les resultaba ciertamente muy molestos y le ponía de los nervios que tuvieran un don para atraer problemas. Pero no podía negar que de las personas que había en aquel compartimento eran la más aceptables.
—Hola Venus, ¿cómo te ha ido tu verano? —Hermione habló de forma educada y amable, a los ojos de Venus seguía siendo la misma chica impertinente que le había insultado en el tren en su primer año.
Venus se remojo el labio inferior mientras meditaba su respuesta con calma.
—Cansado —respondió tras unos segundos—, ¿y el vuestro?
La sonrisa de Ron incrementó al ver que Venus parecía interesada en seguir charlando, no estaba muy equivocado. Aunque no le gustase relacionarse con gente que no conocía, tampoco era una completa antisocial.
—Ajetreado —contestó de la misma forma el chico, Venus no pudo evitar que en su rostro apareciera una sonrisa sarcástica cuando Ron contesto de la misma forma que ella—. La verdad es que esperábamos que tú fueras la prefecta de Slytherin, ¿verdad Hermione?
La chica Gryffindor asintió repetidas veces con su cabeza.
—Tienes unas excelente notas, y eres de las pocas de tu casa que no se mete en problemas, Creo que era bastante obvió.
—Si no me meto en problemas es porque no me gusta involucrarme en asuntos ajenos, si ellos no se meten en los míos, yo no tengo porque meterme en los suyos —comentó Venus encogiéndose de hombros—. Tengo que decir que de ti me lo esperaba Granger, pero no puedo decir lo mismo de ti Weasley, no quiero que me malinterpretes, pero no eres de las personas más brillante de Gryffindor.
Ron se sonrojó levemente pero su sonrisa se mantuvo en su cara, aunque Venus no lo supiera tenía ese efecto que producía que la gente que había a su alrededor sonriera. O tal vez solo era el leve enamoramiento que tenía Ron con la muchacha desde segundo curso.
—No te preocupes, no eres la primera que me lo dice —dijo quitándole importancia—, no se lo esperaba ni mi propia madre.
Para sorpresa de los dos Gryffindor, Venus soltó una carcajada. La miraron sorprendida era la primera que la habían escuchado reírse de verdad por un comentario de ellos. No era una risa sarcástica o de burla como las que solía soltar cuando hablaba con alguien que no era de confianza. No, era una risa natural que hacía que se le achinaran los ojos y que se le marcaran dos hoyuelos en su rostro.
No duró más de un par de segundos, pero fue suficientes para que Ron se quedará como un bobo admirándola. ¿Cómo podía ser tan hermosa y ni siquiera darse cuenta? Esa pregunta se repetía en la mente de Ron una y otra vez. Muchos alumnos no se habían fijado más de una vez en la chica Rosier, la mayoría se espantaban al ver lo borde que podía llegar a ser Venus con ellos. Por eso no era de extrañar que no se le acercaran chicos de otras casas, que preferían a chicas de Hufflepuff y Gryffindor que, aunque fueran un poco tontas, les reían todas sus gracietas.
Pero Ron había visto mucho más allá de esa fachada suya de chica seria. Veía una chica inteligente y segura de sí misma, que tenía poco amigos pero que sabía que podía confiar en cada uno de ellos. Veía una chica que amaba a su hermano más que a nada en este mundo. Veía una chica que le gustaba ir a clase y atender, le gustaba las Artes Oscuras, y tenía una pequeña obsesión con el Quidditch. Era una chica tímida que le costaba relacionarse. Veía que era una chica que había tenido una infancia complicada, y que eso le había llevado a convertirse en lo que era ahora. Una persona desconfiada de los demás, que no permitía que nadie entrara en su corazón, y mucho menos que jugaran con ella.
—Seguro que tu madre estará orgullosa de ti, Ron —sonaba tan bien su nombre en sus labios pensaba Ron mirándola embobado.
—¿Sabes algo del otro prefecto, Venus? —preguntó Hermione mirando extrañada a su amigo pelirrojo.
Venus iba a contestar que sabía lo mismo que ellos, pero tenía unas leves sospechas de quién se podía tratar. Una voz fría y que arrastraba las palabras, habló detrás de ella.
—Yo soy el otro prefecto —a Venus no le hacía falta voltearse para saber de quién provenía esa voz. La conocía como la palma de su mano, pero aun así se giró para encarar a Draco Malfoy—. Hola Rosy.
Venus sonrió ampliamente, esa sonrisa que tanto le gustaba a Ron y que hacía unos momentos se la dedicaba a él, solo se centraba en una persona, Draco Malfoy.