Cuando te enamores de mí.

By angel1810

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Cuando Liana termina la preparatoria, sus padres deciden regalarle un viaje a cualquier parte del mundo. Sus... More

Sinopsis
Prólogo.
CAPÍTULO 1: Sobredosis de belleza
CAPÍTULO 2: Un mes con Theo (Editado)
CAPÍTULO 4: Cuidando de Liana
CAPÍTULO 5: El muelle
CAPÍTULO 6: "Coricella" (Editado)
CAPÍTULO 7: Limoncello (Editado)
CAPÍTULO 8: Lista mental (Editado)
CAPÍTULO 9: Tócame
CAPÍTULO 10: El acantilado (Nuevo)
CAPÍTULO 11: Primo
CAPÍTULO 12: El robo
CAPÍTULO 13: Políticamente correcto.
CAPÍTULO 14: El silencio
CAPÍTULO 15: Brazos definidos
CAPÍTULO 16: La nueva niñera
CAPÍTULO 17: Fogata I
CAPÍTULO 18: Transparente
CAPÍTULO 19: Favor
CAPÍTULO 20: Alma
CAPÍTULO 21: La sesión
CAPITULO 22: No se lo digas
CAPÍTULO 23: El trabajo
CAPÍTULO 24: Gracias, Liana
CAPÍTULO 25: Hogar
CAPÍTULO 26: La bañera
CAPÍTULO 27: Trato hecho.
CAPÍTULO 28: Zángano
CAPÍTULO 29: El primero de muchos
CAPÍTULO 30: "Lovely"
Capítulo 31: Noche de helado I
CAPÍTULO 32: Tacones
CAPÍTULO 33: Lo que tú desees
Capítulo 34: Reglas
CAPÍTULO 35: Libertad
CAPÍTULO 36: Estrellas
CAPÍTULO 37: Tratos rotos
Capítulo 38: Desde Charlotte
Capítulo 39: La verdad

CAPÍTULO 3: Una simple explicación

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By angel1810


Una simple explicación

Ella quita con una mano las sábanas que cubren su cuerpo y descubro que se trata de una de las chicas que saludó en el restaurante. La reconozco por la falda larga y el pequeño top que está usando. No puedo ver su rostro, pero sé que es rubia. Ella sostiene un momento la cabeza, pero luego la deja caer sobre la cama. Uno segundos después, ya no se mueve. Parece que se ha vuelto a quedar dormida.

Cierro la puerta y cuando lo hago, experimento una extraña sensación de vacío en mi pecho. Es su novia o alguien con quien tiene una "estrecha" relación de confianza.

¿A quién engañamos?

Debo llamar a Zoe, solo ella puede decirme qué clase de relación pueden tener este par.

—¡Tigger!

No, el apodo ahora no.

Camino de regreso al comedor, encuentro a Theo con una jarra de jugo. Me mira sonriente y me invita a tomar asiento. Lo hago y coloco los codos sobre la mesa, sosteniendo mi mentón entre mis manos. Miro hacia en frente sin decir una sola palabra mientras Theo sirve dos vasos llenos de jugo.

—Estás muy callada.

Suspiro.

—No, solo que mi saliva es sagrada, ¿sabes? No quiero gastarla ahora.

Theo sonríe, pero yo no puedo hacer lo mismo.

Vamos, Liana, no seas estúpida. No debes sentirme mal porque Theo tenga novia y ella esté durmiendo en su habitación. Has venido a Procida a pasar unas lindas vacaciones, no a sentirte mal por ese tipo de romanticismos.

¿Romanticismos?

Pero si a mi no me interesa Theo.

Solo habrá que verlo.

Lo miro.

Es hermoso.

Carajo.

Tomo el vaso de jugo y bebo un poco el contenido. No sabe mal, así que lo tomo en un solo trago.

—Tus maletas no han llegado. Creo que fue mala idea dejarlas en un auto.

—No tardarán — digo seria.

Luego, me coloco de pie y camino hacia el sofá. Me desplomo sobre este. Mis piernas cuelgan de uno los brazos del mueble.

—¿No te importa perder toda tu ropa? —me cuestiona Theo. Aún sigue sentado en la silla del comedor.

Miro mis uñas, como si me importara muy poco lo que acaba de decir.

—Dije que seguro no tardarán.

—¿Qué ocurre? ¿Estás enfadada conmigo?

—Claro que no, ¿por qué habría de estarlo? Solo estoy cansada por el viaje.

—Pues ve a descansar a mi habitación.

¿Y dormir con tu novia? No gracias. Sobre esa cama, nunca. Dios sabe qué cosas habrán hecho ahí.

—No, aquí estoy bien.

—Anda, descansarás mejor.

—He dicho que no.

Theo inclina la cabeza hacia atrás y emite un bufido.

Liana, ser una mujer madura no está saliendo como querías.

Dile la verdad.

Pero sutilmente...

—Hay una tipa en tu habitación.

Ah sí, exactamente así.

—¿Tipa?

Me arrepiento al instante de haber dicho eso.

—Hay una mujer durmiendo en tu habitación — miro hacia el techo, mis mejillas empiezan a sentirse calientes—. Creo que puede incomodarle mi presencia — tomo un cojín y lo coloco en mi cabeza—. Dormiré aquí, además este sofá es muy cómodo y  calentito — finjo estar roncando.

Como los ronquidos de papá, esos siempre se oyen creíbles.

El gato ronrón.

Y la locomotora descompuesta.

Esos son infaltables.

Y el silbido al final, un clásico.

Con ahogamiento incluido, la cerecita.

—Liana...

Escucho la voz de Theo. Me acomodo de costado y finjo seguir durmiendo.

—Estoy muy cansada, ¿por qué no vas a dormir con tu novia?

—¿Hablas cuando duermes?

—Solo cuando me interrumpen, shhh, ya iba a soñar con Jacob Elordi.

Theo quita el cojín de mi cara. Trato de taparme, pero finalmente giro y abro solo un ojo.

—¿Así es como tratas a tu invitada? —cuestiono, ofendida.

Verlo desde arriba es aún mejor que verlo frente a frente.

¿Puedo robarme tus pestañas, Theo?

—Dijiste que alguien está en mi habitación.

—Sí, una rubia.

Él asiente un par de veces y luego se tapa los labios para contener una risa.

¿Se está burlando de mí?

—Vale, ¿y por eso no quieres dormir en mi cama?

—¿Debería querer dormir con una desconocida?

Theo camina hacia el pasillo, mientras lo hace me acomodo en el sofá y vuelvo a sentarme. Lo veo ingresar a su habitación y cerrar la puerta.

Genial, esto va de mal a peor.

Miro hacia la ventana y decido apoyarme en los bordes de esta. Me concentro en ver la estrecha calle bajo de mí. Al fondo de esta, se ve un pequeño parque y mucho más allá los reflejos del sol cayendo sobre el mar. Me concentro en esa imagen un buen tiempo hasta que escucho los pasos de alguien tras de mí. Giro y encuentro a Theo junto a una rubia de cabello ensortijado muy largo, tanto que le cubre los pechos y parte de abdomen. Su cara es un poco alargada, tiene ojos verdes y un lunar arriba de la boca. Es muy bonita.

—Oh, por Dios — dice ella al verme—. ¿Ella es tu hermanita menor, Theo?

—Ehmmm... —murmura.

La rubia se acerca a mí con una gran sonrisa, me toma por sorpresa cuando me atrae hacia ella para darme un abrazo fuerte. Me quedo inmóvil y sin saber qué decir.

—Mi nombre es Korina, soy amiga de tu hermano. Bueno, de hecho soy su vecina y amiga. 

—Theo no es mi hermano, es...

—Es mi prima — interviene Theo.

Iba a decir "un estúpido".

Ella gira hacia Theo para asentir y luego vuelve hacia mí. Me aprietas las mejillas y luego toca mi cabello.

—Eres tan linda, pareces una muñeca de porcelana, ¿cómo te llamas?

—Liana — respondo seca.

Ella arruga la nariz mientras sonríe y luego camina hacia Theo. Coloca las manos en sus hombros y revuelve los rizos de la parte trasera de su cabeza.

—Me siento muy, muy cansada — dice, chocando su frente en el pecho de Theo—. Carlo me dio uno de sus tragos y esta vez me ha dado a muerte. Ni siquiera me di cuenta que no era mi apartamento, solo entré y me recosté en tu cama.

—No bebas las porquerías de Carlo.

—Sí, ya lo sé.

—Debes ir a tu apartamento.

Ella levanta la cabeza y luego roza con un dedo el labio de Theo.

—Me gusta más tu cama, es muy blandita.

Theo parece incomodarse.

—Vale, pero hoy no. Tengo a Liana en mi casa y ella debe descansar en mi cama.

—Yo puedo dormir en el sofá — digo, tratando de no sonar molesta.

Porque no lo estoy.

Este par de cochinos pueden hacer lo que quieran.

—Deja de ser tan linda, bebé — dice ella, arrugando otra vez la nariz.

¿Dejará de tratarme como a una niña? Porque estoy a punto de golpearla en la cara.

—No soy una bebé.

Desenreda los brazos del cuello de Theo y luego saca una cajetilla de cigarros del bolsillo de su falda. Lo enciende y cubre un poco con su mano la mecha para que no se apague. Cala un poco y luego exhala el humo con una sensualidad que no creo lograr jamás.

—Me agradas, Liana.

—A todos parezco agradarle desde que llegué a Procida, eres la segunda persona que me lo dice.

—¿Ah sí? ¿Y quién es la primera?

—Un turista guapo que conocí en el ferry.

Korina codea a Theo mientras sube una ceja y sonríe de oreja a oreja. Theo me mira fijamente, luce como mi padre cuando le pedía permiso para salir con Octavio.

—No te recomendaría un turista guapo, aquí esos son los peores, pero estás en una edad en la que el sexo, uffff —exhala otra vez—. Creo que tú y yo debemos hablar más seguido.

—Me parece que no — dice Theo.

Luego toma de un brazo a Korina y la lleva hacia la puerta.

—Hey, solo bromeaba. No voy a corromper a tu hermanita.

—No soy su hermanita —aclaro desde mi lugar.

—Bueno, pero son primos y es lo mismo, ¿no?

—Políticamente hablando — dice Theo.

—¿No es lo mismo? — cuestiona ella.

—No, no es lo mismo — respondemos Theo y yo al unísono.

Korina nos mira a ambos y luego aprieta los labios. Parece que algo acaba de molestarla.

—Antes de que me eches de tu casa — empieza a hablar ella, jugueteando con el cuello de Theo—. No olvides que hoy tenemos reunión con el club.

—No iré.

—¿Cómo que no irás? Habíamos planeado lo del muelle desde la semana pasada.

—Kori,luego hablamos de eso, ¿sí?

—¿Por qué no llevas a Liana?

Yo, que en todo momento fingí ojear una revista de Theo, simulo levantar la cabeza y no entender absolutamente nada de la conversación.

—Ni lo pienses, Liana — me advierte Theo.

¿Perdón?

¿Estás prohibiéndome algo, Theo Burckhardt?

—Oye, no conocía esa parte de ti — se queja la rubia—. Deja que la adolescente disfrute un poco. Quizás le podamos dar la iniciación al club.

—No — gruñe Theo.

—¿Iniciación? — cuestiono.

Theo mira hacia el techo y suelta un bufido.

—Hoy debes descansar, Liana.

—¿Eres su carcelero? — interviene Korina.

—Quiero ir — digo, firme—. Mejor dicho, iré.

Korina se muerde los labios y me señala.

—Así se habla, bebita.

Rovoleo los ojos.

—¿A qué hora debo estar ahí?

—El bailongo empezará a las diez, pero puedes ir antes para que conozcas a los chicos del club. Te va a gustar mucho —mira a Theo, se acerca a él y planta un beso suave en sus labios. Tengo que girarme para no ver lo siguiente que puede hacer.

Trato de concentrar mi mente en otra cosa para no escuchar los soniditos de sus bocas besándose.

¿Esto no es una novia? Porque si no lo es, entonces, ¿qué es? ¿Es tu amiga con derechos? ¿Solo una chica que te besa y ya?

"Recuerda lo que hablamos", alcanzo a escuchar y luego el sonido de la puerta cerrándose.

Me mantengo de espaldas, con la vista fija en uno de los cuadros de la costa bordeada por el mar. Imaginando qué ropa sería la más adecuada para salir con el grupo de amigos de Theo. Odiando la idea de que...

¡Oh por Dios!

¡Las maletas!

—¡Las maletas!

—Ah, ahora sí te importan las maletas — dice Theo.

Él se dirige hacia la mesa, toma el par de vasos de jugo y luego camina a la cocina. Me voy tras de él con las manos juntas en un rezo de piedad.

—Por favor, por favor, Theo, debes hacer algo para que esas maletas aparezcan.

—He llamado dos veces al taxi y no contesta.

—¡Toda mi ropa está ahí! ¡Mi móvil!

—Mañana lo solucionaré, no te preocupes.

Abre el refrigerador y saca un pote de helado de yogurt.

—¿Mañana? Dios, no, no puedo ir en estas fachas a la fiesta.

—No es una fiesta de secundaria, Liana — dice de espaldas, mientras se sirve el helado en una copa—. No encontrarás al rey del baile, ni beberás ponche de fruta, tampoco bailarás con el chico más guapo de tu clase. 

—Lo sé, es por eso que quiero ir. No he venido a Procida para quedarme encerrada en cuatro paredes. He venido a disfrutar mis merecidas vacaciones.

Gira y apoya su cuerpo en la pequeña encimera. Hay una cuchara pendiendo de su boca. Se ve raro, pero tierno. Agito la cabeza y vuelvo a hablar.

—Theo, por favor.

Él quita la cuchara de su boca y la deje en la copa.

—Lo siento, no puedo llevarte en esas fachas.

—Eres tan estúpido — gruño.

—Uhhh — dice pasando por mi lado—. Eso sí es ser mala.

Lo sigo como un cachorro ansioso de comida.

—No vas a conseguir que me quede aquí esta noche. Iré contigo.

Theo se sienta en el sofá, enciende la televisión y finge ignorarme completamente.

—A menos que encuentres algo que usar, no te llevaré.

Hago una pequeña rabieta en mi lugar y camino hacia su habitación. Cierro la puerta de un tirón y me desplomo en su cama.

Es cierto, sí que es suave.

Pero huele al perfume de Korina.

Ughh.

Su habitación me agrada es pequeña y de paredes blancas y azules, hay muebles que parecen muy antiguos en color caoba y un pequeño librero. También un escritorio sobre el cual hay una cámara fotográfica profesional y muchas fotos impresas sobre este. Y como todo lo que hay en Procida, un bonito balcón.

Bien, Liana, no te distraigas.

Ahora debes de empezar que rayos vas a usar para ir a esa fiesta.

Me coloco de pie y me dirijo hacia su clóset. Hay muchas camisetas de colores y pantalones cortos. También zapatillas y un par de zapatos tipo mocasines.

Tamborileo con mis deseos sobre mis labios, tratando de pensar en qué me podría servir. Chasqueo los dedos cuando se me corre algo genial, tomo una camisa blanca y la tiendo sobre la cama. Luego voy por unas tijeras de uno de sus cajones y un hilo una aguja que encontré en pote sobre su escritorio.

¿Crees que vas a deternerme, Theito?

Solo espera y verás.

***

Siete de la noche,

A las dos de la tarde, Theo tocó la puerta de su habitación. Fingí estar dormida mientras sentía como ingresaba a la pieza. Cuando abrí los ojos, un plato de pasta con crema de queso y champiñones y un vaso de jugo de pera estaba en la mesa de su escritorio. No puedo negar que Theo es un buen cocinero.

Luego, me pasé toda la tarde cortando, cosiendo y arreglando mi vestido improvisado. Cuando finalmente me toca probármelo, me sorprendo de lo bello que me ha quedado.

Solo tengo una hora para alistarme, así que voy a su ducha, me tomo un baño y uso una de sus sábanas para secarme el cuerpo. Afortunadamente, encuentro un cepillo dental nuevo en su gaveta, por lo que asearme me resulta un éxito total.

En su habitación, me coloco el vestido con cuidado y luego peino mi cabello mojado. Decido dejarlo muy quieto tras mis hombros porque el escote que le hice a la prenda luce mucho mejor así. No tengo pendientes grandes que hagan juego, así que uso los mismo que he traído todo el día. Tampoco encuentro rímel, ni un lápiz labial para acentuar mis facciones, por lo que solo me queda confiar en la naturalidad de mis pecas y mis ojos grises.

Tomo una profunda respiración antes de salir, pero Theo abre la puerta antes de que yo pueda dar un paso más.

Su mirada no me recorre de pies a cabeza, pero sus labios están semiabiertos.

—Ya estoy lista — digo, con una enorme sonrisa—. No puedes negarte ahora.

Theo sonríe, me mira como si fuese un pequeño gatito moviendo la cola.

—Liana... — se queja.

—Dijiste que no podía ir en malas fachas, así que hice un vestido.

—¿Esa es mi camisa?

—Tú solo aprecia el arte — digo, para después dar un giro.

Theo aclara la garganta.

—No irás, Liana — dice, en un tono firme—. Está decidido, nos quedaremos aquí. No vas a convencerme de lo contrario. Estás muy... muy... — aclara la garganta—. bonita, pero no irás.

Me recuerda a mis padres.

A mi hermano mayor.

—¿Qué estás diciendo?

—Que no... — se acerca un paso más y yo inclino mi cuerpo un poco hacia atrás—. Irás. ¿Entendiste?

—Eres un idiota injusto.

—Esos chicos no tienen nada en común contigo. Vas a terminar aburriéndote. Te lo juro. ¿Por qué mejor no vemos una película? He comprado caramelos, helado y esas papas con queso que tanto te gustan — intenta tocar mi mejilla, pero yo quito mi rostro.

—No quiero.

—Eres una niña caprichosa.

—No he venido aquí para estar encerrada viendo películas. Menos un sábado por la noche.

Salgo de su habitación, Theo va tras de mí hacia la pequeña sala.

—Mi tía me encomendó la tarea de cuidarte y trato de cumplirlo.

Busco mi cámara fotográfica y la encuentro sobre la mesa de centro, la tomo y me dirijo hacia la puerta. Theo se coloca delante de mí.

—¿A dónde crees que vas?

—A la fiesta — respondo obvia.

—Ni siquiera sabes cómo llegar.

—Puedo pedir ayuda.

—Liana la gente no es tan buena como tú crees.

—¿Y cómo voy a saberlo si no me dejan vivir?

Lo veo resoplar y revolverse el cabello.

—Bien — dice, colocando las manos en sus caderas—. Vas a esperarme a que me duche y me cambie. Iremos juntos. No dejaré que salgas sola. Landon podría cortarme las bolas si te llega a pasar algo.

Gira y se dirige hacia su habitación.

Me quedo quieta cerca a la puerta. Furiosa e indignada, entendiendo que mis padres y Theo tienen una extraña alianza en contra de mis deseos. No sé qué clase de compromiso tiene él con ellos, pero no voy a dejar que arruinen mis vacaciones.

Tomo la manija de la puerta y salgo del departamento. Muy decidida a irme sola.

No soy una bebé, puedo llegar sana y salva sin necesidad de su compañía.

Ya no eres mi niñero, Theo. Hay una simple explicación para eso.

Ya no soy una niña.

***


CAPÍTULO ADELANTADO :3

TAL VEZ EL FIN DE SEMANA NO IBA A PODER SUBIRLO, ASÍ QUE LO DEJO POR AQUÍ.

MIL GRACIAS POR LEERME.

SON UN AMOR.

BLESSINGS.

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