Caelum ~ {Nomin/Markhyuck}

By ZaiJam

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โ€ขSegunda parte de Inferum. Huye y sigue escapando del infierno que el mismo se ha creado. Portada preciosa cr... More

Inferum
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24: Entre el cielo y el infierno, parte 1
25: Entre el cielo y el infierno, parte 2
Eternum

21. DongHyuck

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By ZaiJam



Para mí las decisiones siempre fueron un tema complicado. Tenía borrosos recuerdos de mi infancia, pero algunos eran tan claros que seguían haciéndome temblar de la nada. Por ejemplo, recuerdo la vez en que mi padre me hizo esperar toda una noche en el pórtico de la casa, y eso que vivíamos en una granja lejana a la ciudad. Aun puedo sentir la misma sensación de espanto que mi yo de cinco años sintió.

Si tuviese que elegir un momento en que comencé a ser un niño, definitivamente elegiría el día en que la abuela me encontró. Antes de ese día, no sabía que un niño jugaba, reía y debía de ser cuidado como un pequeño tesoro brillando en la oscuridad.

Ella era una señora que apenas podía caminar diez metros antes de que las rodillas se le pusieran endebles y las piernas se le aflojasen dolorosamente. Era una anciana solitaria y piadosa, una mujer de casi setenta años que me acogió como si no fuese un niño escapando de una pesadilla.

Claro que mis padres no me buscaron. ¡Ja! Debió ser un alivio para ellos que su monstruoso hijo defectuoso hubiese huido entre los matorrales, pasando la cerca electrificada sin rumbo que seguir. De seguro caminaron un par de hectáreas antes de hacerse a la idea de que había muerto o había sido devorado por una gran serpiente.

No los culpé. Preferí no hacerlo, de nada me serviría tener rencor acumulado en mi corazón hacia esas desagradables personas. Sabía lo que eran, sabía que varias veces mi madre tuvo la idea de que cortarme la cabeza como a las gallinas sería una buena forma de deshacerse de mí. Pero también sabía que para ellos fui una abominación, un bicho raro que balbuceaba sobre colores en las personas e hilos invisibles que nos unían igual a una gigantesca telaraña. Así que no los culpé, no podía culpar a alguien por su ignorancia.

Obviamente me llevó años no entrar en pánico en cada oportunidad que alguien me preguntaba sobre mis lazos sanguíneos, ¿Qué podía decir? algo cómo "Fui criado por estúpidos granjeros que no sabían escribir y creían que estaba poseído por el chupa cabras", eso me hubiese traído más preguntas o miradas de lástima.

Aunque pensándolo bien ese hubiese sido un buen resumen de mi infancia.

-Hyuck, ¿Podemos hablar un momento?- la sutil voz de Renjun flotó demasiado cerca. Los recuerdos de mis padres se esfumaron en un parpadeo, ni siquiera sabía porqué comencé a pensar en esos días, pero ahora el hilo se había perdido.

-¿Sucedió algo?

Tenía un tazón sobre la mesada de la cocina, yo estaba degustando la insípida sangre animal que Irene me obligaba a digerir, no podía compararse en nada a la de un humano, y si bien matar un pobre conejito me hacía sentir como una bestia inhumana, yo lo prefería antes de tener que volver a cazar. Bueno, quizás no lo prefería, pero esta sería mi última cena como uno del clan...

Vaya, no hay forma de hacer que eso suene menos siniestro.

-Eh... ¿Podemos ir a otro lado?- Renjun titubeó al decir las siguientes palabras-. Es a-algo que tal vez no pueda ser escuchado, por lo menos no todavía.

Dudé, el revoltijo en mi estómago me hizo alejar el tazón y ponerme de pie.

-Vamos- dije, tanteando el gabinete abierto de donde había sacado el recipiente, lo cerré para salir de la cocina, sabiendo que Renjun me seguiría-. ¿Quieres acompañarme a pasear a mi lindo Amei?

-Si... Eso estaría bien.

Escuchaba el revolotear de las pequeñas alas de los cardenales que se paseaban por entre las copas de los árboles. Un pequeño banco de piedra había sido puesto desde antes de que los vampiros habitasen la gran casona, eso fue lo que Irene me dijo cuándo le preguntó sobre el agradable jardín.

Los ladridos de Amei resonaron como un eco perdiéndose entre los árboles. Silbé una tonada que reconocería al instante, entonces su fría nariz golpeó contra mi mano haciéndome saber que estaba a mi lado.

-¿Ya lo decidiste?

Mis ojos se cerraron, no importaba que no pudiese ver el sol directamente, aun así este impactaba contra mi rostro molestándome levemente, pero lo suficiente para tener que cerrarlos.

Agradablemente sentí el aire relajante. Era una de las cosas que más extrañaba de ser humano... esa sensación de caminar en invierno, con la piel de gallina y el vapor escapándose de mis labios. Como una tortura placentera.

-Tengo mis dudas- respondí, porque era cierto-. Es raro, si me hubieses hecho esa pregunta el día en que desperté no habría dudado de mi respuesta, sería un ¡Si! Con seguridad. Ahora... Dudo, te quiero, los quiero, y temo que dejen de quererme una vez que-

-¡Cómo puedes pensar eso!- no sabía que la voz de Renjun pudiese ser tan aguda hasta que lo sentí gritar en mi oído. Amei ladró en protesta, Renjun le hizo callar y me golpeó en el brazo con tanta ligereza que apenas fue un roce de sus dedos en mi abrigo de lana-. Eres mi amigo ¿Entiendes? A-antes solo... antes solo tenía a Jeno, es decir, sé que tengo a los demás, pero es difícil para mí volcar mis sentimientos. Aunque seas un anciano con nietos y dentadura postiza, aunque te olvides de mí, yo seguiré queriéndote como un amigo preciado.

Sonaba tan afligido y desesperado que no dudé en rodear sus escuálidos hombros con mi brazo. Nuestras cabezas se juntaron, mientras Amei apoyó la suya en mi rodilla desprotegida por los cortos short que usaba, una de las ventajas de no sentir el crudo frío en este día, al parecer, demasiado soleado.

-Eres una ternurita ¿Lo sabías?- sonreí con fuerza.

Ren empujó mi costado y bufó enfadado. -Agh, odio la cursilería, no me hagas repetirlo.

-¿Así que querías hablar en privado para confesarme cuanto me quieres?

-¿De verdad crees que planeé decirte esas cosas empalagosas? Ja, se nota que llevamos menos de una década viviendo juntos.

Y tal vez no llegaríamos a vivir juntos más de un año...

Pensarlo me hacía una persona triste. Quería quedarme con ellos, ser un humano que pudiese estar rodeado de los seres que, a pesar de ser unos destripadores, estafadores y fríamente calculadores, me trataron como si fuese parte de una familia. Además, ¿Dónde iría después de esto? Pero no necesité pensar en una respuesta, ya que en el momento en que comencé a meditarlo con pánico, Renjun dijo lo que estaba guardando.

-Vivamos juntos.

-¿Tomaste sangre en mal estado?

-Bien, eso acaba de ofenderme. Y no, estoy con mis cinco sentidos en perfectas condiciones, solo te ofrezco un trato, no solo por ti... Es también algo que necesito por mí.

-Ren, ¿Está todo bien?- rocé sus dedos, apretándolos con fuerza-. ¿Es por... Jeno?

-En cierto punto tiene que ver con él, pero lo hago por mí. N-necesito estar lejos por un tiempo, quizás uno muy largo.

-¿Quieres contarme sobre eso?

Rió amargamente.

-Debería contártelo desde el principio para que puedas entenderlo.

-Buen, tenemos mucho tiempo, como una eternidad diría yo.

Suspiró con fuerza, creí que me insultaría por preguntarlo, hasta que comenzó a hablar.

-Me vendieron cuando tenía doce años, Jen es el único que sabe sobre esto-susurró tomando una larga respiración-. A mi padre le ofrecieron un trato, una bolsa de arroz por uno de sus hijos. Éramos seis hermanos, todos muriendo por el hambre y la enfermedad, él me eligió para el trueque. Y por un tiempo estuvo bien...

...Serví a una familia que me dejaba dormir tres horas antes de tener que cuidar a los hijos menores y limpiar la casa. Me arrojaban un pedazo de pan duro y hacían la vista gorda cuando me descubrían robando agua del pozo. Aunque no lo creas, esa era una mejor vida de la que me esperaría en manos de mi padre. Agradecía al cielo no dormir bajo la lluvia ni ser tomado para los burdeles como otros chiquillos desamparados.

Pero entonces la señora enfermó. Era un matrimonio con cuatro hijos, yo cuidaba a los dos menores, una niña muda y un bebé de apenas cinco meses. Tres de los hijos fueron enviados al campo con otra familia, el señor se marchó poco después, así que me quedé al cuidado de la señora y del pequeño bebé que no podía alejarse de su madre.

Ambos sabíamos que tanto el pequeño como yo enfermaríamos si nos quedábamos allí, pero no tuve corazón para abandonarles. Ella tosía sangre, vomitaba los pedazos sin digerir de la carne putrefacta que eran las únicas sobras en la despensa. Fue horrible, fue como ver a una mujer hermosa convertirse en un cadáver día tras día.

Para cuando el cabello comenzó a caer de igual manera que sus uñas, supe que el final estaba cerca. Y me llevé al niño conmigo, no podía quedarme allí, no podía arriesgarme a que el pobre bebé muriese de igual forma... Así que intenté salvarnos, creo que fue en ese momento donde mi alma comenzó a oscurecerse, yo abandoné a una mujer enferma, le prohibí morir junto a lo único que le quedaba, pero sigo rezando cada día por ella...

-Oh Ren, lo lamento tanto- murmuré al escuchar su voz quebrarse. Tan afligido y amargado, me costaba entender todo por lo que había pasado. Simplemente apreté más fuerte su mano-. No tienes que seguir hablando si te cuesta contarlo, entiendo tus motivos.

Una floja risa afloró desde el fondo de su reseca garganta.

-Me hace bien decirlo, hacía mucho tiempo no contaba toda la historia. Pregúntale a cualquiera dentro de esa casa, te dirán que soy en quien menos confían, ¿Sabes por qué es eso? Porque detesto con el alma que otros dependan de mí, pero Jeno fue quién me rescató...

Sin él yo hubiese muerto en un callejón preso de una enfermedad que te deja como un cadáver. Me aferré tanto al sentimiento que él me dio, tanto lo hice, que olvidé lo que era depender de mí mismo, olvidé lo que era querer seguir adelante por mí mismo. Olvidé lo que era quererme sin quererle. Necesito recuperar eso.

-Entonces ¿Quieres vivir conmigo? ¿Solos?

-Sí. Podemos cuidarnos mutuamente y reabriremos la tienda de tu abuela, aunque no es necesario que trabajemos, todos tenemos acciones invertidas que nos facilitan el dinero, pero será divertido trabajar como lo haría cualquier humano estúpido.

-¡Hey!

-Lo siento, la costumbre. Además, prometo no llevar la comida a casa- hubo diversión en esa frase. Sonreí también, porque mi interior burbujeó ante la idea de tener alguien con quién vivir-. Puedes pensarlo, me iré de todas formas, pero sería agradable que vinieses conmigo.

-Lo pensaré... Y Ren, ¿Puedo preguntarte algo?

-Lo que quieras futuro humano idiota.

Evité contestar eso.

-Es sobre Jeno... ¿Cómo supiste que querías ser un vampiro? ¿Cómo elegiste quedarte con él?

Cuando ya no puedes ver, solo te quedan cuatro sentidos que utilizar. El tacto me permitía saber que las manos de Renjun estaban heladas, como las de un muerto, igual que las mías. Por el gusto aun sentía el regusto de la sangre, como tocar un aro de metal con la punta de la lengua. El olfato me ayudaba a imaginarme como se veía el lugar que nos rodeaba, desde la difusa línea de los arboles hasta sol que nos alumbraba el rostro.

Y la audición, el sentido al que me aferraba más que a ningún otro, me dejó entrever la forma en que su voz tembló al contarme parte de su historia, también me permitió descubrir que su forma de ser no era un capricho, era un escudo, uno detrás del cual se refugiaba para no volver a sentir esa misma sensación de dejadez y dolor. Entonces Renjun dijo:

-¡Ja! Es una pregunta difícil de contestar, no porque no sepa la respuesta, sino que nunca la he puesto en palabras.

-Puedes intentarlo, si quieres. Soy bueno escuchando.

Amei ladró alejándose de nosotros, como si nos hiciese entender que prefería darnos nuestro propio espacio.

-No creo que entiendas lo que es sentir tanta culpa y dolor que te es imposible respirar... Espero que nunca lo sientas... me refiero a la culpa, debe de ser la peor de las emociones humanas, sobre todo cuando se entrecruza con el odio.

Creí que no seguiría hablando, pero me equivoqué, y otra vez Renjun prosiguió.

-No existían inyecciones ni medicinas para gente como yo. Cargué a ese bebé en mis brazos por menos de un día antes de notar que no dudaría mucho tiempo. Tarde o temprano moriría contra mi pecho. Y fui malo, fui estúpido, ¡Debí arrastrarme en el piso frente al señor y rogarle que se llevase al niño, debí saber que enfermaría como su madre, debí dejarle morir en sus brazos en vez de los míos! P-pero yo quería salvarlo...

Su pequeña mano ya no podía aferrarse a mi dedo, ni siquiera tenía fuerzas para llorar, debía de estar tan hambriento, adolorido y perdido buscando con desespero el olor de su madre. Yo le arrebaté todo eso. Tal vez interrumpí el destino, tal vez él debió morir con ella. Y si yo enfermaba rápido, joder, él enfermaba segundo a segundo, deteriorándose en mis brazos.

Entonces se convirtió en piel fría y ojos secos como los de esos muñecos terroríficos. Sus dedos dejaron mi pulgar y la manta blanca en que le llevaba se empapó de la sangre que corrió desde sus ojos, nariz y boca. Me odié, lo sigo haciendo cada vez que pienso en ello.

¡Sabía que yo también moriría, que no mejoraría durmiendo en las calles! Pero me mantuve rezando que la lluvia no cayese desde el cielo... mientras el resto de la población pedía que el agua les empapase. Debo de haber sido una terrible persona en mi vida pasada, porque la lluvia comenzó justo cuando mi cabello comenzó a caer y mis manos temblaron incesantemente.

Y apareció él.

Era un hombre apuesto y parecía casi intocable, pero allí estaba, con la camisa pulcra y los ojos de un rojo tan intenso que podría haberlo confundido con el mismísimo demonio. Por un segundo creí que lo era, pero luego percibí el hambre con que me miró. Y mis pobres piernas se arrastraron como pudieron hacia él. Había un festival ese día en la ciudad, los malditos cerdos de la política venían de todas partes para tomar mujeres, así que nadie nos notaría en ese callejón oscuro. Le rogué que lo hiciese, que me ayudase a terminar con esto... al principio solo quería morir.

Pero él era tan poderoso ante mis ojos enfermos... el deseo por vivir reapareció en mi de repente... creí tontamente que la culpa se iría si me convertía en un monstruo. Eso no sucedió, la culpa solo aumentó. Así que no quería a nadie cerca, pero no podía estar solo, no lo soportaría. Jeno tuvo razón desde el principio, nosotros no estábamos destinados como él parece estarlo con ese estúpido lobo, pero nosotros nos tuvimos el uno al otro por demasiado tiempo, hasta el punto de que lo único en mi roto corazón... fue él.

-Ren...

-La culpa es una forma horrorosa de preservar el pasado, una vez que te sientas culpable nunca podrás escapar de ese momento. Puedes dejar de odiar, incluso dejar de amar... pero la culpa... es una maldición que se mantendrá contigo hasta el final.

Quería decirle que él no había sido el culpable, que esa emoción no debió quedarse con él. Pero no serviría de nada, si alguna vez decidía perdonarse, lo haría por su cuenta.

-¡DongHyuck!

Reconocí la voz al instante. La delgada mano de RenJun me soltó y fue sustituida por la de Hyuna. Hacía un tiempo que no la veía, según los demás era debido a eso que ellos llamaban vitae, lo que según había entendido era una especie de lazo que solo algunos vampiros llegaban a formar con un humano, y esto solo sucedía si el humano lo aceptaba. A esos humanos se les denominaba slave.

Varias veces me llegué a preguntar si algo como eso podría ser lo que a Jeno le sucedía con Jaemin, pero ni siquiera Irene me dio una respuesta certera. Ella dijo que si las relaciones entre vampiros y humanos eran complicadas, no quería ni imaginarse lo que sería estar con un pulgoso lobo.

No entendí porqué motivo Hyuna se acercó a mí de esa manera, ella era agradable pero distante. Casi siempre nos hacía juntarnos en la sala a todos juntos para informarnos sobre lo que sucedía en el exterior. Por ejemplo, nos decía si existía riesgo de ser cazados o la situación en la que estaban los bares para que pudiésemos ir a alimentarnos.

Justo ahora, convocó a una reunión. Pero no fue como las anteriores, ya que esta vez, fui yo el tema de la discusión.

-Cómo saben, nuestro pequeño brujo dejará de ser uno de nosotros cuando él así lo decida- dijo, sus tacones resonaron por las maderas. Siempre que me imaginaba a Hyuna solo podía pensar en una especie de reina, igual a esas de los cuentos de hadas.

Me convertí en una masa de nervios ocupando un lugar en la sala. No podía verles, pero igual a ese tonto sueño en mi adolescencia donde me encontraba desnudo frente a mil personas observándome, yo podía sentir sus miradas quemándome por todas partes. Demoré mucho en poder concentrarme para oír la voz de Hyuna.

-Nosotros no abandonamos a los nuestros- dijo, luego suspiró-, eres parte de la familia y lo serás sin importar lo que seas o cómo seas, porque la familia no abandona ni olvida. Nosotros estaremos siempre para protegerte.

-Si- concedió Irene-. Tal vez no es lo que quieres, pero esta sigue siendo tu casa tanto como la nuestra.

-Si quieres quedarte, nosotros te lo agradeceríamos... Es agradable tenerte, pequeño brujito- Hyuna rodó mis hombros y pellizcó mi mejilla-. Lo decimos de verdad, Hyuck.

Sonreí al oír el cariño en esas palabras. Al sentir los pequeños hilos casi imaginarios que nos unieron en el momento en el que me aceptaron como parte de su familia. Y, aunque una parte de mí ardió por el deseo de quedarme, de nunca dejar de ser parte de esto, otra parte gritó que lo correcto en este momento era aceptar que ya no pertenecería como antes.

Yo tenía que seguir mi propia vida.

-Estoy verdaderamente agradecido- murmuré. Mis ojos buscaron la sombra más pequeña en la sala, Renjun se encontraba sentado en lo que supuse sería el bordillo de la ventana-. Vendré a visitarlos y ustedes pueden hacer lo mismo... además, alguien accedió a vivir conmigo, así que no tienen que preocuparse.

Y tan pronto como pronuncié esas últimas palabras, una sombra un poco más grande se interpuso en mi camino. Mark tomó mi mano y me levantó con tanta fuerza que de haber sido un simple mortal podría haberme arrancado el brazo.

-Ven conmigo- dijo.

Yo le seguí.

Le seguí hasta el frío exterior. Hasta que mis pies se enterraron en la tierra humedecida por la reciente llovizna del anochecer. No se detuvo y no me dejó detenerme. En silencio avanzamos sin saber hacia dónde ir, entonces comprendí que no se detendría hasta estar preparado para hablar.

Pero el algo más me hizo detenerme. Yo tropecé, mi pie izquierdo se torció y mi rodilla tocó el suelo. El picor me atravesó la carne y la sangre coagulada corrió por mi pantalón.

-Joder- Mark susurró.

-Sí, joder... Agh.

Le escuché arrodillarse a mi lado y subir con lentitud la tela del jean que se pegaba a lo que supuse era un feo raspón.

-Lo lamento- dijo, sus dedos tocaron justo sobre la herida y siseé debido a la rara sensación vertiginosa-. N-no sé lo que estoy haciendo.

Dolió. El hecho de que a él le doliese... me dolió a mí también. Quise sonreírle, pero los labios vibraron antes de formar una cruda línea en mi boca.

-Sebes que no es una despedida, ¿Verdad?- cuando sus dedos se alejaron, me tensé, y con ese extraño sentimiento volví a preguntar, aunque esta vez con menos seguridad- ¿Verdad?

Gruñó. Él malditamente gruñó casi desesperado.

Sus pisadas se alejaron, entonces me levanté esforzándome para no volver a caer.

-Mark... ¿Estás enojado conmigo? - No obtuve una respuesta, incluso temí que me hubiese abandonando en ese lugar- ¡Eres increíble, como puedes estar enojado conmigo por esto...!

-¡Dame solo un momento!- exclamó, su respiración volvió a acercarse, acelerado, casi emanando nervios por los poros de su cuerpo, dijo- Déjame hablar. No estoy enojado, yo... No puedo hacerte algo como esto.

¿A qué te refieres?

-P-pero...

Rozó tiernamente mi mejilla. Sus dedos eran suaves al deslizarse por mi rostro, descansando un poco de tiempo en mi cuello y volviendo a estancarse en los costados de mi rostro. Incluso su pulgar presionó un instante contra mis labios y luego la caricia se detuvo.

-¿Crees que quiero alejarme de ti?- susurró, tan cerca de mi rostro que sentí su aliento contra mi nariz-. ¿Pero qué sucederá cuando quieras una cita en un restaurante? O cuando quieras presentarles tu novio a tus amigos, ¿Qué sucederá cuando crezcas y yo siga siendo un imbécil que no puede madurar como le gustaría?

-Yo... no lo sé...

No lo sabía. Si fuese un cuento de hadas donde el amor lo puede todo, yo no dudaría en quedarme por la eternidad de esta deprimente forma, porque después de todo, "vivieron felices y comieron perdices para siempre" era como terminaban todos los cuentos de hadas. Ja, ojalá la vida fuese así de sencilla.

-Exacto. Tú mismo lo dijiste, esta vida no es la que quieres- se le cortó la voz, mientras mi corazón nunca estuvo tan muerto en mi pecho-. Lamento con lo que me queda de alma no poder darte la vida que mereces. Solo quiero, s-solo espero que seas feliz.

-¡Espera, no...!

Sus brazos me abrazaron con fuerza y mis palabras murieron en su hombro.

-Sabes que siempre te estaré cuidando, ¿Lo sabes?

Lentamente me aferré a su ropa y asentí sin poder volver a hablar. Esto no es lo que yo quería, esto no era lo que sucedería...

-Mark-

-Tengo algo para ti- se alejó un par de centímetros, y luego me tomó de la mano hasta dejar una pequeña cosilla fría en mi palma.

Las yemas de mis dedos rozaron el pequeño frasquillo en forma de gota. Tragué saliva al sentir el poder que emanaba de aquella cosa.

Apreté con fuerza la cura. Y sonreí como pude.

Siempre he sabido la verdad. Hay personas, momentos, sentimientos y lugares que se llevan un pedazo de tu alma. Solo me bastó un último roce de nuestros dedos para saber que a él le terminaría entregando una de esas partes, quizás la parte más grande de mi corazón.

Solo duré un segundo antes de saber que ese momento, en el que nuestros sentidos se perdieron en el otro, se quedaría enajenado en el tiempo.

Mis labios tocaron los suyos una última vez, entonces el insípido gusto de la cura picó en mi lengua hasta pasar por mi garganta.

Las sombras dejaron de serme notorias y los hilos que unen a las personas volvieron ante mis ojos, luego, solo caí en un profundo sueño entre los brazos de Mark.



<<🌙>>

Jeno

Cuando entré en esa vieja casa, me encontré con un pequeño lobo cobrizo y tembloroso debajo de la mesa. La gran luna llena se asomaba brillante por entre las cortinas de las ventanas. La tenue luz hacía destellar los asustados ojos dorados de Jaemin.

Suspiré y caí rendido de rodillas al suelo. Un gruñido me dio la señal de que no me reconocería con facilidad, pero en cuanto mis brazos se abrieron sus orejas de crisparon y, con las patas delanteras, amasó igual a un gatito la tela blanca de... ¿mi camisa?

Me gruñó arrastrándose en su escondite, como si solo estuviese buscando protegerse, o proteger algo.

Había hecho girones mi pobre camisa con sus garras que no dejaban la tela en paz.

-Hey lobito, solo soy yo- susurré. Poniendo mis manos en el aire para demostrarle que no había de que temer. No había interactuado mucho con la parte animal de Jaemin, pero supuse que era difícil para él mantener sus sentidos bajo control mientras era dominado por la luna.

Sonreí bobamente, enternecido por la forma en que ladeó la cabeza y olisqueó el aire, moviendo mínimamente la humedecida nariz. Entonces gimoteó saliendo poco a poco de debajo de la mesa. Seguía temblando incluso cuando una de sus pesadas patas se posó sobre mi muslo flexionado.

Lentamente acerqué los dedos hacia su cabeza, y su hocico se movió en la dirección de mi mano incitándome a acariciarle. Un enorme cachorro moviendo la peluda cola y lloriqueando por más caricias, eso fue en lo que Jaemin se transformó.

No sabía cuánto duraría en esta forma, apenas sabía cosas sobre los cambia formas, pero Jaemin nunca me había mostrado esta parte suya tan de cerca. Estaba sencillamente fascinado.

Desde la forma en que parecía acortar la distancia entre nuestros cuerpos, pegándose a mis piernas, hasta la manera en que aceptaba mis caricias, todo sobre él me tenía rebosando de una calidez desconocida, una que no conocí hasta el día en que pude tenerle entre mis brazos. Incluso en vida, nunca fui capaz de estar tan apegado a una persona que no fuese mi propia familia... Oh.

Solo entonces lo entendí. Jaemin se había convertido en algo más, tal vez desde el momento en que le vi supe que sería de esta manera, pero solo ahora la realización me golpeaba de cerca. Jaemin era mi familia.

Cuando soplé en su oído reaccionó como el cachorro que mi hermano una vez trajo a la casa.

Aquel perro ni siquiera me pertenecía, pero cada noche se escabullía hacia mi lado y vigilaba como un guardián la entrada. Jaemin me recordó a ese pequeño animal indefenso.

Pero entonces, todo rastro de lo que alguna vez fue un majestuoso lobo comenzó a desaparecer para transformarse en el mismo muchacho joven que conocía. Se retorció y lloriqueó por el dolor que sus huesos al reacomodarse le causó, luego, volvió a ser Jaemin entre mis brazos.

Desnudo y tiritando de frío se aferró a mi ropa. Si había una cosa que realmente lamentaba de ser un monstruo sin sangre caliente circulando en mis venas, era que no podía darle el calor que quisiera.

Lo levanté despacio, besándole la pequeña nariz y dejando que comenzase a dormirse contra mi pecho.

No logré encender las luces cuando lo intenté, por lo que caminé cuidadosamente hacia la cama y le deposité de la misma manera sobre la amarillenta frazada. Se removió entre sollozos, me senté en la esquina del colchón, justo a su lado, mientras acariciaba sus mechones que se pegaban a la sudorosa piel de su frente.

-Shh, ¿Duele mucho?

-Hgmm...

Encendí la única vela que encontré entre los cajones de la casa. Coloqué el pequeño farol encima de la mesa de luz y me recosté a su lado, atrayéndole por la cintura, pegando mi nariz a su nuca y susurrando la única canción que conocía. Mejor dicho, tarareé esa melodía. Y poco a poco, Jaemin comenzó a quedarse dormido.

Pero antes de perderse en lo profundo de un sueño, él volteo hacia mí acomodándose tan cerca que ya no podía diferenciar cuales extremidades me pertenecían.

La sensación cálida no abandonó mi pecho en toda la noche, incluso cuando el sol salió de entre los árboles y la cera se hubo derretido por completo, la preciada emoción de tenerle conmigo me consumió.

Jaemin entró en la cocina pocas horas después de que yo me hube levantado. Llevando cortos shorts claros y ese buzo con capucha demasiado grande para su cuerpo.

Me sonrió con cansancio, bostezando en protesta por haberse despertado y llevándose con los dedos la pereza acumulada en sus ojos, la misma que no le dejaba abrirlos del todo.

-¿Fui muy malo anoche?- preguntó, sus pies descalzos se arrastraron por el suelo. Estirando todo el cuerpo fue capaz de alcanzar una taza escondida al fondo del gabinete superior-. Estaba asustado... Yukhei se f-fue y... creí que no vendrías.

Aguanté las ganas que tenía que arrancarle la cabeza a ese pulgoso lobo.

-Lamento no haber regresado un poco antes- murmuré, él asintió y el silencio entre nosotros regresó.

Respiré hondo, buscando la manera de no caer en la tentación de sus bonitas piernas desnudas. Y es que Jaemin tenía esta extraña dualidad en él, a simple vista podías darte cuenta de su dulzura, pero solo bastaba echarle un vistazo para encontrar al chico alto y atlético que en realidad era. Aunque el pequeño vientre escondido detrás de ese buzo estaba dándole incluso un aura más tierna de la que le era natural.

Y recordé su pregunta anterior.

-Hablando de anoche, incluso me mordiste, por un segundo creí que tendría que llamar al veterinario.

Me miró por sobre su hombro con una expresión entre cohibida y disconforme.

-¡Y-yo no haría tal cosa!- puso a hervir agua y entonces se percató de lo que yo tomaba-. No sabía que los vampiros disfrutaban del café.

-No lo hacemos- respondí-. Todas las comidas y bebidas saben insípidas para nosotros.

-Oh, ¿Entonces por qué...?

Me encogí de hombros. No tenía una respuesta certera que darle. Suponía que a veces me cansaba de ser algo que solo se alimenta de sangre, suponía que inconscientemente fingir desayunar como un ser humano me ayudaría a no caer en el pozo que cada vez veía más hondo y peligroso.

Preferí sonreír.

-¿Te sientes mejor?

Dejó de lado la taza para comenzar a sacar ingredientes de los armarios y un recipiente transparente tan grande que podría ser de la longitud de mi brazo anterior.

-Un poquito. Mis piernas siguen temblando y apenas puedo moverme sin que la cabeza me estalle, pero...

-¿Pero?

-Quiero las galletitas de mi mamá- cuando Jaemin comenzó a batir la mezcla en el recipiente, yo solo le observé desde la mesa-. Cuando John comenzó a trasmutar le dolía mucho, y yo tenía demasiado miedo así que mamá preparaba galletitas para ambos. Es raro, pero nos hacía sentir mejor.

Asentí, aunque él no pudiese verme.

Podía relacionarme con ese sentimiento que oscila entre la nostalgia y la añoranza.

Jaemin tarareó una canción de cuna, la masa se convirtió en una cosa redonda que golpeó contra la mesa, y buscó una botella de vidrio que Taeyong había dejado allí para amasar.

Los días en que podía observarle eran, quizás, los únicos días en que sentía que podría volver a respirar.

Había adquirido esta particular costumbre de sentirme muerto, a pesar de seguir en pie, a pesar de saber que mi muerte era un paradigma inexplicable para la compresión humana, yo seguía sintiéndome como un cadáver caminando a la luz del sol. Sin embargo, observarle me hacía sentir más vivo que nunca, incluso que antes de estar muerto en vida.

No sabría describirlo, ¿Los vivos se sentirían de la misma manera? Yo quería acercarme y estar pegado a su espalda por el resto del día, tal pensamiento me llevó a apretar la cucharilla en mi mano, solo me detuvo cuando el filo se clavó en un lado de mi palma hasta desgajar un poco de piel, como si fuese una delgada lámina.

Estar lo bastante cerca no era suficiente. Verle me calmaba, pero no detenía el impulso de tocarle a cada segundo. Tenía la suposición de que por fin mi cordura se había ido del todo, o que ser un vampiro no solo intensificaba las emociones oscuras, sino que también las referidas a Jaemin.

Pero entonces lo noté. Me percaté del sonrojo en sus mejillas, y la forma en que se detenía a si mismo de mirarme cada pocos segundos. Tal vez solo estaba intimidado por mis ojos en su cuerpo, quizás le disgustaba. Y, sin embargo, cuando quise detenerme, la harina flotó en el aire y él se rió.

Jaemin realmente rió con ese polvo blanco en su nariz y ropa. Se volteó a mirarme. El cabello ondulado y algo largo, la sonrisa de un 100% mientras los ojos de pestañas largas le brillaban por el desastre que había causado, y sus manos a la altura de su pecho llenas de masa y harina.

Contuve mi propia risa.

Pero me levanté, olvidando el café aún caliente en la taza de porcelana. Caminé hacia él tomando una de sus manos y remangando el gran buzo, hice lo mismo con su brazo izquierdo mientras él comenzó a borrar poco a poco su sonrisa.

-Yo era un poco acosador contigo... ¿Eso no te da miedo?- murmuré, pasando mi dedo por su nariz hasta que la harina desapareciese.

El sonrojo se acentuó, y su voz sonó como un soplido silencioso.

-Siempre supe que estabas allí, me gustaba sentir tu aroma cerca, me hacía sentir protegido.

Fruncí el ceño.

-Mi aroma, hmm, no creo que sea muy agradable para un lobo... sangre y muerte, ya sabes.

-¡No hueles para nada de esa manera!- acercó su rostro hacia el mío, si tuviese la necesidad de respiras ya hubiese comenzando a hiperventilar. Y cerrando sus ojos acarició con la punta de la nariz el costado de mi cara, de la misma manera en que deslizó la línea de mi mandíbula-. Hueles a menta... y al olor que se percibe antes de una tormenta... me gusta demasiado.

Sacudió la cabeza alejándose de repente. Mordió su labio un par de segundos antes de pegar un pequeño saltito y volver a encargarse de la masa sobre la encimera de la cocina.

Me recosté a su lado, de brazos cruzados, observándole en silencio. Realmente era algo espeluznante la forma en que no podía alejarme.

El sol entrando por la pequeña rendija de la puerta hacía que su perfil fuese delineado por la luz del día, el polvo seguía flotando a su alrededor, los destellos se filtraban entre las ondulaciones de su cabello... y mi mente se perdió en esa escena.

-Eres lindo.

Jaemin dejó de hacer los moldes de galletas.

-¿Q-qué?

Tomé su rostro entre mis manos y me acerqué hacia él, hasta que nuestras narices de rozaron.

-Solo acabo de pensar en eso.

-¿Te parezco lindo?- cerró sus ojos despacio, y sujetó mi cintura con sus manos temblando.

Él siempre temblaba antes de un beso. Y cuando nuestros labios se tocaron, cuando me presioné más cerca hasta sentirle por completo, su boca se despegó y la mía se deslizó sobre la suya.

Y lo hubiese seguido besando, pero la puerta se abrió de golpe y mis ojos fueron lo suficientemente rápidos para captar la desesperación en Taeyong.

-Empaquen las cosas- dijo, caminando rumbo a las habitaciones y sacando de allí los bolsos con la ropa que le había traído a Jaemin-. ¡Muévanse, ahora!

Jaemin le miró asustado. Yo seguí al histérico vampiro hacia fuera de la casa, el auto estaba encendido, el motor rugía molesto. Taeyong guardaba los dos bolsos en el maletero cuando le detuve.

-¿¡Qué diablos está sucediendo!?- exclamé, dejando la mochila caer al suelo y obligándole a mirarme de frente.

-¡Se los diré en el auto!- miró hacia la casa, seguí su mirada para ver a Jaemin sostener su vientre mientras caminaba hacia nosotros cargando una caja de cartón-. No seas un idiota, ve a ayudarle. Confía en mí, Jeno.

-Taeyong.

-Es sobre su manada, por favor, no sé si tenemos tiempo.

🌙🌙🌙

Quedó ree aburrido, y sinceramente es el peor cap hasta ahora pero es muy necesario para que de paso al final del fic ♥️ si mis cálculos no fallan solo quedan dos o tres caps ahora 💗

Por favor, no me abandonen ahora 😂 ahh sueno como la novia tóxica jeje.

Han estado bien? Yo viviendo como vampiro

Intenté aclarar un poco de la historia de Renjun
Y estuve pensando en hacer una mini lista de canciones para el final ¿Qué les parece?

Consejo de la actu que nadie quiere pero me da igual:

No se me ocurrió nada así que inventé algo random; No esperen nada de nadie, no pasen la vida esperando una disculpa que quizás nunca llegue, eso solo causa rencor y tengo la creencia de que esa es la peor sensación. Y si quieren pedir perdón, no importa que tan tarde sea, háganlo si los hace sentir mejor.
♥️🧛🏻♥️

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