El viento sopla fuerte, generando un murmullo, anunciando que está aquí. Es aire frío, del que eriza la piel. Las nubes se mueven, a diferencia de otros días en los que parecen bolas de algodón fijas en el inmenso cielo. Naranja y rojo son los encargados de darle vida. El sol comienza a despedirse, yendo a descansar luego de un día más de proporcionar calor.
Mis ojos están fijos en los ligeros rayos que escapan de entre las nubes mientras que mis piernas hacen que el columpio en el que estoy sentada rechine con el movimiento. Un par de ojos cafés me miran, analizando a detalle mi rostro, como si no me percatara de ello, provocando que un ligero rubor les dé color a mis mejillas.
—¿Está todo bien? —la voz de Tom llega a mis oídos, pero no me permito verlo. No me siento capaz de hacerlo.
La realidad es que, aunque nada está mal, las cosas tampoco van bien. Besé a Harry. Harry tiene novia. Su novia estaba ahí. Yo también tengo algo con alguien. Ese alguien está a mi lado, sin saber lo que pasó. La culpa me carcome, pero ¿cómo puedo decirle a mi chico que besé a mi exnovio sin romper su corazón?
Sin que pueda detenerlo, mi mente viaja a aquella noche. A aquel recuerdo de sentir los labios de Harry contra los míos. Cuando me besó, casi puedo jurar que olvidé la forma de respirar. Luego, cuando empezaron a moverse y cuando sentí que encajaban tan bien como la última vez que lo besé, mi corazón golpeaba fuerte en mi pecho y temía que todo mundo pudiera escucharlo. Durante esos instantes, quería todo y nada al mismo tiempo. Quería que se quitara y de la misma forma quería que siguiera. Quería que durara más tiempo y también quería que se terminara ya.
Cuando nos separamos, el tiempo volvió a tomar su curso y caí en cuenta de lo que había sucedido. Todos aplaudían, el grupo de amigos de Harry era el más exaltado. Al buscar a Charlotte, ella ya no estaba y sé que debo pedirle disculpas aun cuando no fui yo quien besó a su novio.
Al finalizar la reunión, Harry me dejó en casa. Por supuesto que él no habló del tema y yo no insistí en hacerlo, porque quizá las cosas irán mejor si pretendemos que nada de eso sucedió. Quizá es mejor olvidarlo.
Sin embargo, no ha sido nada fácil. He pensado en aquello más veces de las que me gustaría, le he dado tantas vueltas al asunto, he buscado las palabras correctas para contarle a Tom lo que sucedió y ninguna vez las he encontrado. Tal vez es mejor que quede como un secreto.
Una mentira piadosa. No hay nada de malo en ello.
—Está todo bien —hablo luego de un silencio que pareció eterno y me armo de valor para verlo.
Los hombros de Tom se relajan y un suspiro de alivio escapa de entre sus labios. Después, una bonita sonrisa los estira, haciendo que se vea más atractivo de lo normal.
Su mano viaja hacia una de mis mejillas y las ahueca, mientras que su pulgar me regala pequeñas caricias. Yo, en un intento de corresponder su gesto de cariño, coloco mi mano sobre la suya y apoyo mi cabeza. Cierro los ojos y me dejo llevar por el momento, disfrutando la brisa que sopla y el toque de Tom.
—Te extrañé mucho, Grace. ¿Lo sabías?
—También te extrañé mucho, Tom.
Y no miento. El sentimiento es sincero. Lo necesitaba. Lo necesito. Debo aferrarme a algo firme antes de embarcarme por completo en la locura que ya comencé.
—Quiero disculparme por lo que pasó la última vez que nos vimos... Sé que no debí decir aquello. Sé que todo eso lo haces por tu mamá y por ti.
—Está bien, Tom. Entiendo, quizá también estaría nerviosa si tu exnovia vuelve a aparecer en tu vida.
—No deberías, ninguna chica se compara a ti.
Su sonrisa se ensancha más y no puedo evitar que esta se contagie a mi rostro. De pronto, me siento más ligera y eso se lo agradezco al chico que se encuentra frente a mí, porque sé que esto lo provoca él. Un revoloteo comienza a adueñarse de mi estómago, pero casi de inmediato es sustituido por una sensación enfermiza al notar que Tom ha puesto su mirada sobre mi mano y su gesto ha cambiado.
Estoy consciente de lo que está viendo y maldigo mentalmente a Harry y sobre todo a mí por haber hecho caso a la petición del chico y dejarme el anillo.
—¿Te lo dio él? —su mano abandona mi rostro y toma la mía. Sus ojos están fijos sobre el pequeño objeto que se encuentra alrededor de mi dedo anular.
—Sí. Supongo que es parte del papel de ser su prometida —explico.
—¿Puedo? —pregunta antes de quitar el anillo de su lugar. Asiento y con sumo cuidado, lo retira.
Hago mi mayor esfuerzo para relajarme y que los nervios me abandonen. Después de todo, confío en que Tom no hará algo contra Harry o contra mí persona. Él no es así.
—Es bonito —habla mientras que admira a detalle la piedra que se encuentra en el centro del anillo—. Luce como si hubieran pagado mucho por él. ¿Crees que Harry lo haya elegido?
—No lo creo. Tal vez fue su novia —alzo mis hombros en un desesperado intento por demostrar que, si Harry lo eligió o no, me trae sin cuidado.
—Espera, ¿qué? —su mirada abandona la sortija y ahora se posa sobre mí—. ¿Novia?
—Sí, novia.
—¿Pero qué demonios? Harry Styles tiene novia, ¿y se casará contigo? ¿Estás consiente de eso? —el tono de voz con el que habla demuestra que no esperaba aquello.
—Lo sé, lo estoy. Y estoy igual de confundida que tú, pero no puedo preguntarle solo porque sí.
—Grace, eres su prometida, tienes derecho a saberlo.
—No lo soy realmente. Ni siquiera somos amigos. Harry puede hacer lo que quiera y no tiene que rendirme cuentas, Tom.
Sin embargo, Tom tiene razón. Harry me debe una explicación si voy a estar más tiempo del que me gustaría a su lado, pretendiendo que lo amo y que vamos a casarnos para vivir juntos toda la vida y formar una bonita familia.
El silencio se apropia del ambiente. Lo único que evita que sea una calma total, es el murmullo de las risas de los niños y de algunos perros ladrando. Es un área concurrida, pues aquí puede hacerse un poco de todo.
—¿Al menos sabes cuánto tiempo durará su mentira?
La pregunta de Tom cae sobre mí como si de una bomba se tratase. Hice las cosas tan apresuradas que, a pesar de que desde hace unos días soy oficialmente la futura esposa de Harry, no sé durante cuánto tiempo estaré a su lado. Podrían ser años...
—N-no lo sé —balbuceo.
—Oh mierda, Grace.
—N-necesitaba el dinero. Necesito el dinero —me corrijo.
—Lo sé, amor —esta vez, la mano del chico se coloca sobre mi espalda, dando un pequeño masaje, en clara señal de consuelo.
Una voz femenina mencionando mi nombre interrumpe la conversación. Al alzar mi vista, me encuentro con Charlotte y, como si fuera costumbre de ella, su belleza la hace resaltar en el lugar. Sus rizos negros que forman una melena no se mueven con el aire, demostrando así, que un cabello como ese ni siquiera puede ser domado por el viento. Su piel morena hace una combinación bonita con el vestido amarillo que hace juego con su chaqueta negra.
—Hola, Charlotte —hablo y al mismo tiempo me pongo de pie.
—¿Podemos hablar?
—¿Ahora? Estoy algo ocupada —señalo a Tom y él le regala un saludo con la mano a la chica y ella lo corresponde.
—Será rápido —suplica.
—Ve, Grace —la voz del chico a mi lado llega a mis oídos.
Charlotte me mira, esperando a que me acerque a ella. Cuando lo hago, comienza a caminar. No es hasta que estoy a su lado que comienza a hablar—: Esto lo diré de amiga a amiga.
—¿Somos amigas? —cuestiono, intentando sonar amable, porque, después de todo, Charlotte es una chica que cualquiera desearía como amiga.
—Sí, eso creo —habla, más para sí misma—. Escucha, esto será rápido... Besaste a Harry.
—Él me besó —aclaro, porque tengo la necesidad de decirlo, ya que eso fue lo que pasó.
—Le correspondiste, Grace. Tienes la misma culpa que él.
—¿Qué?
—Lo hablé con Harry ya —de golpe, detiene su andar y yo la imito—. Me faltabas tú. Solo quiero dejar en claro que no importa lo que suceda, deben mantener su distancia.
—Díselo a él, tu novio fue quien lo hizo —espeto haciendo énfasis en que fue su pareja quien me besó. Temo no poder controlar la ira que comienza a surgir de mi ser—. ¿O qué querías que hiciera, Charlotte? ¿Evitar su beso y que todos lo notaran? —la chica no me responde, en su lugar, eleva sus hombros, restando importancia al asunto—. Pudiste evitarte todo eso si tu y él se hubieran comprometido, como la pareja que realmente son —escupo con coraje y de inmediato, sé que he empeorado la situación.
La lengua de Charlotte se mueve dentro de su boca y no puedo evitar recordar a Harry. Dicen que, cuando pasas mucho tiempo con una persona, empiezas a adoptar algunos de sus comportamientos. Quizá ellos ya han pasado juntos más tiempo del que creía.
El solo pensamiento hace que algo duela en mi pecho.
—Eso a ti no te importa, no te metas en nuestros asuntos —habla, sin perder la compostura.
«Nuestros».
La familiaridad con la que habla de Harry no debería incomodarme y, sin embargo, lo hace. Sé que ellos son novios y es más que obvio que se quieren. También sé que Charlotte tiene todo el derecho de hablar así de Harry porque es suyo.
—Solo quiero que recuerdes guardar tu distancia cada que estés con él.
Sin permitirme decir algo, la chica da media vuelta y dirige sus pasos retomando la dirección que hace un rato seguíamos. Me limito a verla, con un enorme nudo en la garganta —sin estar segura del porqué— y con sus palabras resonando en mi cabeza.
—¿Qué fue eso? —la voz de Tom provoca que me sobresalte.
—No lo sé.
Claro que lo sé.
Pero él no tiene que saberlo.