CURSED LINEAGE ยซthe witcherยป

By a-andromeda

178K 17.9K 21.1K

๐•ฎ๐–š๐–—๐–˜๐–Š๐–‰ ๐•ท๐–Ž๐–“๐–Š๐–†๐–Œ๐–Š | LINAJE MALDITO ยซ๐˜ข๐˜ฎ๐˜ข๐˜ณ ๐˜ญ๐˜ฐ ๐˜ฒ๐˜ถ๐˜ฆ ๐˜ฏ... More

CURSED LINEAGE
I
II
III
IV
V
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV
XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL
XLI
XLII
XLIII
XLIV
XLV
XLVI
รREA GRรFICA
CONร“CELOS
AGRADECIMIENTOS

VI

5.9K 696 690
By a-andromeda

"Tomamos
el camino pantanoso
para llegar a las nubes."
—Matsuo Basho.






¿Dónde estaba Pierstom cuando más lo necesitaba?

Eso fue justo lo que pensó Margery en cuanto salió del salón del trono, dejando atrás a los reyes. La princesa entendía por qué estaba sucediendo todo eso ahora: ya existía la posibilidad de que ella fuera alguien que valía la pena casar, para así poder formar alianzas; solo que no esperaba que dicha relación proviniera de un reino sobre el cual sabía que nada bueno podría llegar a ofrecer. El mismo rey Eustace se lo acababa de demostrar, con su actitud altanera para con los demás, los egocéntricos gestos de su estatus de sangre real y desinteresada posición hacia las necesidades de su gente.

Margery no era ciega, reconocía aquella mirada sucia en los ojos de ese monarca. Aquel hombre no deseaba una esposa o una reina, solo quería poseer a una mujer que él considerara lo suficientemente hermosa para poder permanecer a su lado. Que no le cuestionara sus decisiones y lo acompañara todas las noches, sin poner resistencia. Una muñeca para un fin: poder y herederos.

Ella prácticamente sentía el impulso de llorar, si es que su cerrada garganta era la señal justa para ello, sin embargo todavía estaba bajo la mirada de demasiadas personas de La Corte. Mostrar ese tipo de debilidad no parte de quien debía ser. Ni siquiera quería creer que sus padres en verdad la traicionarían de esa manera, casándola con un hombre que era claro que no tenía un buen sentido de cultura, pertenencia o un mínimo respeto hacia todo lo demás, persona y cosa por igual.

Enderezando sus hombros en cuanto cruzó las puertas dobles que fueron abiertas en su camino, divisó de inmediato a Geralt y a Cirilla. Estaban esperándola, justo como ella le había sugerido al brujo cuando salió de las caballerizas. Trató de mantener una expresión firme y neutra en su rostro, pero le faltó el aire en el momento en que sus orbes se encontraron con los ámbares del hombre. No era un buen momento para empezar a ser paranoica, sin embargo podía jurar que Geralt lograba ver a través de la fachada que ella estaba tratando de mantener en ese instante.

Sintiéndose asaltada de un segundo a otro, no dudó en desviar su mirada hacia la jovencita, la cual no parecía poder controlar sus maravillosos ojos curiosos. Aquello le pareció hermoso. La despreocupación e interés de querer conocer sus alrededores a través de esas dos ventanas brillantes; todo lo contrario a lo que Margery hizo o quiso volver a hacer alguna vez.

—¿Estás lista, Cirilla? —Preguntó la princesa, en cuanto estuvo cerca al dúo.

En cuanto la niña escuchó su voz, no dudó en saludarla como era debido, pero a la mujer le pareció innecesario, aunque se quedó callada. Se debía respetar el protocolo, sobre todo cuando tantos nobles se estaban paseando por los pasillos ese día, y no parecían tener planeado desviar sus ojos de la su princesa enganchada en conversación con Geralt de Rivia y su hija.

Cirilla asintió con cierta emoción en su joven rostro, por lo que sacó una suave sonrisa a la pelirroja.

—Su majestad —la llamó Sarai.

En cuanto la princesa se volvió a mirar a su sirvienta, la rubia se acercó y volvió a hablar:

»El rey Eustace desea cenar con la familia real esta noche —le anunció.

Antes de que Margery pudiera pensar o analizar sus palabras, estas salieron disparadas de sus labios, entre dientes.

—Preferiría tomar veneno antes de sentarme en una mesa con ese hombre.

La molestia en el tono de su voz fue demasiado clara, detalle que no solo impresionó a las dos rubias, sino que pareció divertir de alguna manera al brujo de Rivia, quien alzó una ceja. La expresión fue sutil, sin embargo representaba una gran diferencia en comparación con sus típicos rasgos endurecidos.

A pesar de que las palabras de Margery no habían sido del todo horribles, no eran en realidad algo que una princesa debería expresar, más que para sus adentros. Siempre había tenido claro que quizá no le agradaría tanto su futuro esposo, pero habían líneas que no quería desdibujar ni pasar por alto, solo para contentar a los demás. Si algún día llegaba ser la esposa de Eustace, no quería dejar que ese hombre borrara sus principios como persona y como mujer con poder de lograr algún cambio.

Todavía tenía la esperanza de guardar un poco de su energía para el futuro, si es que la maldición se rompía y sobrevivía. Dejar de vivir bajo esa sombra más la de sus padres, pues no esperaba tener que rebajarse a la del actual pretendiente de su mano.

—¿Rey Eustace de Alysion? —Preguntó el hombre de cabellos platinados, a lo que la pelirroja asintió —. Tengo entendido que hace algunos años estuvieron en guerra contra su gente.

—Es una suerte y un atrevimiento que haya llegado al interior de Mercibova sin ningún problema —comentó la princesa, sin molestarse en ocultar su disgusto.

—La ambición controla los mayores deseos de accionar del hombre —dijo Geralt. Su voz era profunda e impasible —. Sin embargo dudo mucho que el rey Eliastor acepte la propuesta del monarca de Alysion. Tendría mucho que perder si lo hace —terminó de hablar, teniendo su mirada fija en el rostro de Margery.

En verdad que no quería leer más allá de lo que estaban hablando, ni darle un segundo sentido a las palabras que el brujo había dicho, pero de todas formas, a la princesa le costaba de alguna manera. El tratar de ahondar su vista y pensamiento más allá de lo que el hombre dejaba mostrar, sería tarea ardua sin ninguna duda, pero la curiosidad y los rebotes que daba su corazón en su pecho, le insistían que no desistiera de ello.

Sabía que con lo que él había dicho, existía la posibilidad de que hablara directamente sobre ella, así como podría involucrar las dos naciones sin problema.

Tal vez sería atrevido, pero quería arriesgarse. Jugar con las palabras era una de sus acciones más explotadas, quizá ahora le serían de ayuda para conocer un poco más a cierto hombre.

—¿Qué hay de los otros tipos de ambiciones? —Preguntó, sin desviar su mirada del brujo.

—Diría que hay que estar muy mal de la cabeza como para querer perseguirlas —contestó él.

—Entonces no vale la pena tener deseos si no se espera obtenerlos en algún momento de la vida —habló Margery de inmediato.

Nuevamente le había llegado esa sensación de tener el corazón en la boca. Y la mirada ámbar sobre ella no le colaboraba en lo absoluto.

—No todos los deseos son los correctos.

—Quizás. Dependería las razones y los contextos —terminó la princesa, entrecerrando un poco los ojos, pero una suave curva parecía estar presente en los labios de ambos.

Era demasiado difícil leer la coraza de un hombre que se encargaba de tenerla reforzada una y otra vez, a todas horas del día, pero consideraba ese momento como un pequeño logro.
De todas maneras, varias preguntas se seguían arremolinando en su cabeza, una detrás de otra, haciendo sentir su interior ansioso. ¿Cómo sería encontrarlo con la guardia baja? ¿Diría en verdad lo que creía u optaría por hablar lo que le pedían? Ese parecía ser un misterio para otro momento, pues sin poder evitarlo volvió a tierra, recordando que estaba en un lugar bastante público.

Dedicándole a Geralt una suave sonrisa de cortesía más clara, volvió sus ojos hacia los de Cirilla, quien había estado observando con curiosidad la interacción de ambos. Pero como la jovencita no hizo ningún comentario o mueca al respecto, Margery se relajó y le sonrió de una manera más abierta, más amistosa.

—Espero te diviertas con nosotras —dijo, antes de cuadrar sus guantes e indicarle el camino a la rubia.



Desaparecer de la vista de las damas de compañía de su madre y los embajadores de Alysion, incluso evitar al rey mismo por el resto del día, había sido bastante fácil. Margery conocía todos los pasillos del palacio de memoria, incluso los menos concurridos. Así que cuando ella no deseaba ser encontrada pronto, hacía uso de su ventaja para tener momentos tranquilos para sí.

Formar una nueva y pequeña amistad con la hija de Geralt había sido un tanto sencillo. Casi le recordaba a esos tiempos antes de la maldición, cuando no tenía nada que temer. Le recordaba mucho a sus momentos compartidos con su hermano o con los hijos e hijas de las cocineras, cuando no importaba nada más que descubrir quién era el más rápido, el mejor escalando los árboles o el que durara más tiempo sin ser encontrado. Las pequeñas cosas que lograban iluminar el mundo de los niños.

Era demasiado obvio que a Cirilla le traían sin cuidado los temas que rondaban en La Corte, incluso siendo ella misma, junto al bardo y al brujo, uno de ellos y los más discutidos. Pero ni una pregunta sobre aquello salió de los labios de la rubia. Era considerada, educada, curiosa y bastante inteligente. Tenía tantas cosas por delante para lograr...

Le parecía extraño, de cierta manera, que una jovencita como ella terminara al lado de Geralt de Rivia. No porque dudara de las capacidades de él como el protector y tutor de la niña, sino por la vida llena de peligros en la que estaba envuelto.

—¡He perdido mi toque! —Dramatizó Sarai, desinflándose sobre la silla en la que estaba sentada —. Solía irme mejor que esto.

Ante la voz de su amiga y ayudanta, Margery llevó su vista hacia la mesa en la que estaba situada. Frente a la mujer estaba Cirilla, recogiendo con una sonrisa las cartas para empezar otra ronda.

—Me han enseñado algunos trucos.

—Algo me decía que yo no debía siquiera intentarlo —habló la princesa riendo.

Eso y la cercanía, se recordó a sí misma.

—Podrías intentarlo —el brillo juguetón en los ojos de Ciri, fueron casi toda la invitación que Margery necesitó.

—Tengo el presentimiento de que solo deseas agregarme a la lista de personas a las que les has ganado...

La niña rio con diversión.

—Tal vez.

Antes de que otra palabra pudiera ser intercambiada, las puertas de entrada a la biblioteca se abrieron de par en par.

Ante la inesperada interrupción, Margery se levantó de su lugar, seguida de Sarai, mientras que la más joven solo se enderezó en su sitio y alzó el mentón, queriendo alcanzar a vislumbrar algo de lo que estaba sucediendo. En pocos segundos, el príncipe se presentó en el espacio, seguido de varias personas, las cuales parecían cargar cuadros cubiertos. Por último, un sirviente ingresó cargando varios pergaminos.

—¡Por aquí, caballeros! —Anunció Tom, mientras que los demás seguían sus instrucciones.

Poco a poco, cada cuadro cubierto por una fina tela, fue siendo depositado sobre el suelo, en contra de la pared de trabajada piedra para que quedaran de manera vertical. El hombre que llevaba sus manos ocupadas, prosiguió a dejar los documentos sobre una de las tantas mesas de la biblioteca. Pronto, el lugar volvió a estar desocupado, quedándose solamente las tres mujeres y Pierstom.

—¿Qué es todo esto? —Preguntó la princesa.

Sin esperar la inmediata respuesta de su hermano, decidió descubrir los cuadros. En cuanto varios rostros femeninos y desconocidos aparecieron ante ella, frunció el ceño.

—Tal vez necesite ayuda en elegir a mi próxima esposa —respondió el castaño, encogiéndose de hombros. Pronto sus ojos azules fueron a parar sobre la mesa en la que Cirilla y Sarai estaban jugando.

»¿Esas son mis cartas?

—Nuestras, Tom —le recordó su hermana —. Además estaban empolvadas y siendo víctimas de polillas —explicó, encogiéndose de hombros—. Por cierto, te presento a Cirilla, nuestra invitada el día de hoy.

La rubia le sonrió a Tom, antes de levantarse y hacer una reverencia.

—Qué bueno saber que aquí hay alguien a quien le gustan los buenos juegos —halagó Tom guiñándole un ojo, provocando otra sonrisa en la joven.

Mientras que Sarai volvió a tomar posición para empezar otra ronda de cartas con Cirilla, Pierstom se acercó a su hermana, la cual había vuelto a pegar su mirada sobre los cuadros de pinturas. El príncipe conocía esa mirada en ella. Se veía disgustada, enojada, y parecía tener muchas cosas para decir, sin embargo se las estaba guardando.

Sintiendo la mirada de Tom sobre sí, decidió volver a verlo de nuevo. Sabía que no la presionaría, pero primero quería escoger mejores palabras, antes de que algo en verdad terrible saliera de sus labios.

—¿Ya las observaste? —Inquirió con suavidad.

—No estoy lo suficientemente embriagado —contestó en un suspiro.

Antes de que Margery pudiera decir algo más, el príncipe hizo justo lo que estaba deseando hacer desde que se enteró de la llegada de las pinturas. Servirse una copa de vino para relajar su cuerpo y su cabeza, pues esa parecía ser la mejor opción y la más cercana por el momento. Necesitaba alcohol y a su hermana para afrontar lo que debía.

»Además ninguna será más bella que mi querida Sarai —finalizó dándole un deseoso trago a su copa, para después ofrecerla en brindis hacia la nombrada, con una atractiva sonrisa ladeada.

—Es una verdadera lástima que lo nuestro no será posible jamás —dijo la mujer con cierta burla, que pronto cambió en cuanto la jovencita mostró su juego —. ¡No puede ser!

—Creí que habías dicho que tú me enseñarías algunos trucos, no al revés —bromeó Cirilla riendo.

—¿Sabes qué? Estaba en modo ensayo, pero ahora esto ha pasado a ser algo más serio —declaró Sarai.

—Bueno, eso fue doloroso —masculló el hombre alzando una ceja, al terminar siendo ignorado.

—Al menos tienes la oportunidad de elegir —se quejó Margery sin despegar sus ojos de los retratos —. Además, ¿quién pintó esto? Creo que es imposible que alguien tenga la nariz tan torcida o unos ojos de sapo.

Esa era la primera señal de molestia en Margery.

—Qué bueno que el artista queda fuera de mis opciones matrimoniales —habló Tom con cierto sarcasmo

El príncipe se volvió hacia le mesa donde estaba la botella del vino que tomaba. Volvió a reabastecer su copa, pero también agregó una segunda.

—¿Ya revisaste los pergaminos?

—Como dije —suspiró el príncipe, ofreciéndole con cuidado una de las bebidas que sostenía —. Todavía no hay suficiente alcohol en mi cuerpo como para sentarme a hacer todo esto.

Apenas recibió la bebida en sus manos, la princesa no dudó en hacer lo mismo que su hermano y tomó un largo trago del líquido. Parecía que el disgusto por la situación solo se agrandaba en su interior.
Primero se enteraba que más pronto que tarde, estaría comprometida con un hombre que era en verdad terrible, que Pierstom estaba enamorado de alguien más, una persona totalmente desconocida para ella y, que de igual manera, él tenía que escoger la mujer con la que se casaría. Tal parecía que la suerte no tenía intenciones de estar del lado de ninguno de los dos.

De todas formas encontraba cierto consuelo de tener la oportunidad de elegir con quién compartir el resto de sus días; detalle y derecho que no le fue dado. No se sentía capaz de hacer ojos ciegos ante un matrimonio sin amor, pues por más que se quitara la vista, su corazón seguiría presente, latiendo cada vez menos con el paso de los años y la ausencia de lo que alguna vez deseó.

Dando media vuelta, Margery se acercó a la mesa donde estaban los documentos, cada uno indicando un reino y un nombre femenino. Después de leer por encima la información de unos pergaminos, us ojos de inmediato fueron a parar sobre el cuadro de una joven. En la imagen se apreciaban unos cabellos rizados y negros, con ojos igual de oscuros. La postura de la mujer era firme, decidida, con su mentón en alto.

La princesa Janeatte.

—¿Qué opinas de ella? —Preguntó la pelirroja, señalando el cuadro correspondiente —. Su reino limita con el océano, eso quiere decir que podría haber más alianzas y recursos más allá del continente —señaló, a pesar de sentirse pesada al hablar sobre esos asuntos.

—Esa será la mejor historia de amor de todos los tiempo: recursos y alianzas políticas —analizó Tom asintiendo, pero su tono fue claramente irónico —. ¡Baladas serán escritas sobre esta maravillosa unión!

—Tommy, el matrimonio es un acuerdo —dijo la princesa entre dientes.

—Regido por amor —contraatacó con terquedad.

Antes de que Margery tuviera respuesta ante las palabras de su hermano, las puertas de la biblioteca volvieron a abrirse. Se escucharon unos cuantos pasos, hasta que ante el grupo se presentaron Jaskier y Geralt. El último ya estaba vestido con su armadura, lo que provocó que Margery recordara que ya estaba anocheciendo, por lo tanto faltaba muy poco tiempo para que tuviera que reunirse con los reyes en una muy molesta cena.

Al menos Tom ya había terminado lo que fuera que su padre le hubiera encomendado y estaría presente, ofreciéndole ese tipo de apoyo que solo él sabía brindarle.

—Sus majestades —saludó el bardo.

—¡No! ¡Estás haciendo trampa! —Escucharon la queja de Cirilla, seguida de su risa.

—Antes solo estaba calentando —habló Sarai riendo también.

—¿Cómo es que todos se están divirtiendo más que yo? —Inquirió Jaskier, observando con un poco de incredulidad la interacción entre dos rubias.

—No te desanimes, ya tendrás tu dosis de diversión esta noche —le recordó Geralt a su amigo —. Princesa —la saludó con una pequeña inclinación de cabeza, para luego posar sus ojos sobre los de Tom —. Príncipe.

—Brujo, bardo —contestó Pierstom.

Margery por poco tiene ganas de darle un pequeño empujón, pues aquella manera de recibir a las personas no era del todo correcta. Respirando hondo y tomando un trago de vino, se contuvo por obvias razones y sonrió con amabilidad.

Sin decir otra palabra, Geralt caminó hasta posicionarse a un lado de Cirilla. Era un poco raro ver a alguien intimidante, con músculos abultados y armadura negra, al lado de una chiquilla rubia, delicada y tierna. De todas maneras el contraste era agradable, y daba un poco de ese visaje que Margery tanto quería descubrir de ese hombre.

—¿Estás bien? —Le preguntó Geralt a Cirilla, la cual apenas había notado su presencia.

—Bastante —contestó sonriendo —. Ojalá me hubieran dicho antes que habían personas más divertidas que ustedes dos.

—De seguro no quisiste incluirme en eso —intervino Jaskier poniendo sus brazos en jarras.

—Sí, hablo de ustedes dos —aclaró ella cruzándose de brazos con diversión.

Mientras que el bardo y Cirilla continuaron con su entretenida discusión, Margery volvió a suspirar y dirigió su mirada hacia los cuadros.
Todavía no podía dejar de darle vueltas al asunto. Su cabeza le repetía una y otra vez que así debían ser las cosas, que ni ella ni Piersom tenían oportunidad de estar con quien amaran y que los amaran devuelta. Sabía de sobra que era un pensamiento ingenuo, pero parecía ser demasiado repetitivo, quizás porque el rey Eustace era justamente todo lo que había querido evitar desde que supo esa misma mañana que pronto estaría comprometida.

Ahora Tom estaba a un paso de conocer a su futura esposa y tampoco tenía cabeza para hacerlo.

Era casi una tragedia que el destino les hubiera otorgado corazones sedientos de amor. Quizás era por la falta de éste en su lecho de infancia o simplemente porque tenían otra clase de maldición, aquella se les permitía sentir más profundo; mucho más.

—¿Esa es la princesa Janeatte? —Preguntó una persona a un lado de Margery.

La rápida presencia de alguien cerca de ella, sin que lo hubiera notado antes, provocó una pequeña corriente de sorpresa en su cuerpo. Le recordó a esa sensación como si la hubieran descubierto haciendo algo que no debía. Llevó sus ojos hacia el hombre a un lado suyo, con una expresión de un conejillo asustado, no porque le temiera, sino por la corta impresión de la sorpresa. Sus ojos pronto encontraron el perfil de Geralt, observando las pinturas en concentración.

—Sí —contestó Tom, acercándose —. Podría ser mi futura esposa, ya que su reino se puede extender más allá de la tierra —agregó torciendo los ojos.

—Hmm...

—¿Qué quiere decir con eso? —Cuestionó el príncipe frunciendo el ceño.

El brujo pareció dudar por un segundo, antes de soltar un suspiro y voltear a ver a Pierstom.

—Todavía no se ha podido aclarar la manera en la que murió su anterior prometido —contestó con simpleza, como si las muertes sospechosas en la realeza fueran un tema cercano al clima del mes.

Aquella información pareció interesar a Tom, quien no dudó en dejar su copa, ahora vacía, sobre la mesa de mármol a un lado de la botella de vino a medio terminar. Luego volvió a mirar a Margery, para después reír y aplaudir con entusiasmo.

—Si ella terminará con mi desgracia, no veo nada malo en consolidar ese trato —opinó el príncipe con entretenimiento —. Acepto a la princesa Janeatte como mi futura esposa.

—¡Por supuesto que no! —Chilló Margery con el ceño fruncido. Solo le faltaba dar un zapatazo al suelo para terminar de declarar su negación.

Geralt de Rivia resopló con diversión, antes de aclararse la garganta y observar a los dos hermanos.
Le agradaba la manera en la que el príncipe Pierstom parecía sacar un lado más natural, mucho menos controlado de la princesa. Cuando pensaba en ella como una pequeña palomilla lista para batir sus alas a vuelo, sabía que no se equivocaba en realidad.

Siempre había encontrado atractiva a una mujer que trataba de probar su punto, sin embargo con Margery era diferente de alguna forma. Ella no trataba de probar algo, simplemente quería proteger a su hermano de precipitadas decisiones y acciones, aunque sospechaba que eso le causaba a ella bastantes dolores de cabeza.

Parpadeando varias veces seguidas, como si saliera de un pequeño trance, desvió sus ojos de las mejillas sonrosadas de la princesa y buscó con su mirada al bardo. De inmediato lo encontró a un lado de Cirilla, concentrado en el juego de cartas.

—Jaskier —llamó a su compañero —. Debemos partir ahora.

Aquello captó la atención de los demás presentes, quienes observaron al dúo acercarse ahora a las puertas dobles, para salir del lugar.

Antes de que pudiera controlar sus siguientes palabras y movimientos, Margery dio un paso hacia ellos, antes de detenerse y hablar.

—¿Puedo conversar un momento en privado con Geralt? —Consultó con suavidad.

Ante el asentimiento del hombre, la princesa comenzó a caminar hacia la salida. Al pasar a un lado de Jaskier, temió por un segundo que el hombre saltara fuera de su camino, pero al parecer estaba demasiado concentrado mirando algo más detrás de ella. Asegurándose a sí misma que probablemente sería Sarai, salió al pasillo, seguida del brujo de cabellos platinados, pasando por alto que su hermano había estado pendiente de todos los movimientos y palabras intercambiadas.

Sosteniendo todavía su copa entre sus manos enguantadas, dio unos cuantos pasos, antes de volverse hacia el hombre, quien esperaba con paciencia su reunión improvisada.

—Quería agradecerte por la información compartida sobre la princesa Janeatte —puntualizó en reconocimiento —. ¿Es verdad que cometió aquel crimen?

—No es algo que se pueda descubrir con facilidad —respondió Geralt —, menos en una Corte de realeza.

—¿Qué estás queriendo decir con eso? —Cuestionó Margery, entrecerrando un poco los ojos.

—Que los castillos guardan muchos secretos.

La princesa asintió, dándole la razón, pero no expresándola en palabras. Acarició con nerviosismo la copa de plata que sostenía en sus manos y decidió tomar un trago del vino. Aquel dulce amargo alcoholizado pasando por su garganta, le ayudó a relajar un poco los hombros.

Dando un pequeño asentimiento de cabeza en dirección al hombre, comenzó a caminar devuelta hacia la biblioteca, pero la voz de éste la detuvo en su trayecto.

»¿Eso era lo único de lo que querías hablar, princesa?

Margery frunció el ceño, no queriendo comprender la pregunta. Por el tono de voz usado, casi parecía como si la estuviera retando a hablar de una verdad que ella todavía desconocía.

Al voltear a ver al brujo, lo encontró todavía enfrentando el otro lado del pasillo, por lo que la ancha espalda masculina fue todo lo que la mujer pudo apreciar.

—Eh... sí... —Respondió, a pesar que aquello pareció más que todo una pregunta.

Si su madre hubiera estado presente para escuchar la manera en la que habló Margery, de seguro una larga lección de miradas y una audiencia en privado con la reina, sería lo siguiente en su día.

—Suenas preocupada —presionó el hombre.

Aquello no era ninguna mentira.

No sabía si sentirse contenta o enojada por saber que él parecía poder leer todas sus expresiones y captar los cambios de ánimo en su voz. A veces podía jurar que él era capaz escuchar su acelerada respiración o los incesantes y rápidos latidos de su corazón.

Él no la conocía, tal vez ni siquiera se esforzaba en hacerlo y aun así, ella sentía que sus pensamientos quedaban al descubierto con una sola mirada por parte del rivio.

—Lo estoy —aceptó en un suspiro. En ese momento, Geralt se volvió a observarla —. Me preocupa que alguien arriesgue su vida por algo que puede no existir.

Las palabras de la pelirroja parecieron tomar desprevenido al hombre, el cual frunció el ceño. Los dos sabían que ella se refería a su maldición, pues no se tenía ninguna certeza sobre su fuente o solución.

—No estás intranquila solo por los viajes al Bosque de Las Sombras, también temes que pierda mi tiempo —descubrió, como si no hubiera sido lo suficientemente obvia la frase de Margery.

—Sería terrible si algo malo te sucediera —habló de manera automática, antes de aclarar con mayor control y mirar hacia otra parte del pasillo, que no fueran aquellos irises dorados —. Y a Jaskier.

El brujo guardó silencio por unos segundos, antes de inhalar con profundidad, disfrutando en su interior el aroma de lavanda, mezclado con aceites aromáticos y ese algo, único en cada persona. Único en la princesa de pie ante él.

Dio dos pasos largos en dirección a la mujer, quien se quedó petrificada ante la repentina cercanía del hombre. Su cabeza le gritó en el momento a Margery que debía alejarse, pero sus pies se mantuvieron plantados en el mismo puesto. No pudiendo confiar en sus acciones, prefirió hablar.

—Deberías mantener tu distancia, en caso de que tropieces.

—Yo no tropiezo —fue lo único que dijo el hombre, antes de tomar la copa de vino de las manos cubiertas de la princesa.

No siendo dueña de sus manos ni del resto de su cuerpo, permitió que el recipiente se escapara de sus manos y observó en silencio los movimientos del brujo.

Geralt manipuló la copa a su gusto, para después posar sus labios en el mismo punto donde habían estado los femeninos momentos atrás. Margery inhaló aire con más fuerza de la necesaria, los rápidos latidos de su corazón ensordecieron sus oídos por un momento, incluso cuando la copa de vino, ahora vacía, volvió a parar en sus manos.

—Algunos creen que es un juramento beber de la misma copa de vino —recordó la pelirroja en cuanto recobró su postura.

—¿Y qué crees tú que acaba de pasar? —Preguntó Geralt, sin desviar sus orbes del rostro de la princesa. Ni siquiera había dado un paso para alejarse de ella.

Un beso. Casi, pero no. Pensó la princesa.

—Que tal vez necesitabas un poco de valor líquido antes de dirigirte al bosque.






¿Qué tal les ha parecido? ¿Alguna pregunta, curiosidad o comentario con respecto a lo que sucedió en este capítulo?
Espero, como siempre, que les haya gustado, sobre todo el final...
If ya know what I mean *cara pícara*

Ya en el siguiente capítulo habrá un poco acción, conoceremos más a la caca de Eustace y veremos a Margery ponerse los pantalones ;D
Aviso para que se vayan preparando jijiji
Por cierto, si les gustan las historias medievales y fantásticas, pueden leer una que encuentran en mi perfil: LEGENDS del rey Arthur (viva el autospam, me dijeron)

Sin más me despido. Infinitas gracias por todo el apoyo y cariño! ¡Son lo máximo!

¡Feliz lectura!






a-andromeda

Continue Reading

You'll Also Like

83.8K 3.1K 45
-ยฟY bien? -Acepto la apuesta.
191K 16.6K 14
SECUELA DE NOVOCAINE.| intento mantenerme fuerte, mantener mi cabeza clara, pero hay momentos en los que pierdo el juicio por completo. ...
68.9K 4K 28
Damon la mantuvo oculta del mundo sobrenatural durante tanto tiempo que ante los ojos de la muerte..se habรญa vuelto un prisionero inalcanzable 'escon...
580K 91.3K 36
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraรฑo. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...