¿Cómo Te Lo Digo Querida Jo?

By AnthonyTesla

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Harriet tiene un gran secreto: le gusta su mejor amiga, Josephine. Ella, no obstante, no le corresponde, y ya... More

Historia De Dos Escuelas
Capítulo 1: Mal Venidos Todos
Capítulo 2: Jo's Bizarre Adventure
Capítulo 3: Apuéstame Un Sentimiento
Capítulo 4: The Lemonade Club
Capítulo 5: Rata Madrina
Capítulo 6: Pretty Little Liar
Capítulo 7: Dancing Queens
Capítulo 8: Lo Privado Y Lo Público
Capítulo 9: Cuerda Floja
Capítulo 10: Adaptación Literal
Capítulo 11: Dar Y Recibir
Capítulo 12: Oppa Hopewell Style
Capítulo 13: Le Gusto Al Idiota
Capítulo 14: Memoria de Mis Putas Tristezas
Capítulo 15: Sola Otra Vez (Académicamente)
Capítulo 16: La Pizzería de las Vanidades
Capítulo 17: A Todos Los Chicos A Los Que Jamás Amé
Capítulo 18: Próxima Estación Desesperanza
Capítulo 19 : Mal Venida a la Jungla
Capítulo 20: Shalom, Farewell, Auf Wiedersehen, Salam
Capítulo 21: Amiga de una Amiga
Capítulo 22: Toronto Godmothers
Capítulo 23: Noche Sin Paz, Noche de Horror
Capítulo 24: La Chica de Stepford
Capítulo 25: Harry no es Nombre de Chica
Capítulo 26: Un Viernes de Locas
Capítulo 27: Nadie Ama Una Perra, ¿Por Qué Yo Sí?
Capítulo 28: Smells Like Mean Spirit
Capítulo 29: La Rebelión de los Relojes Rotos
Capítulo 30: La Culpa No Era Mía
Capítulo 31: No Le Digas A Tu Madre...
Capítulo 33: Sin Aliento
Capítulo 34: El Amor Encuentra Una Manera
Nos Vemos Cuando Acabe el Verano

Capítulo 32: El Beneficio de la Bruta

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By AnthonyTesla

Los problemas vendrían; la tormenta las azotaría. En sus corazones, en sus mentes, a flor de piel sabían eso. No querían arruinar esos breves momentos de sinceridad emocional con la oscuridad que traería la luz del día siguiente, pero tendrían que plantar pie y cara a lo que se aproximaba en sus vidas.

Pero el mundo bien podría limitarse a ese sillón viejo en el que se encontraban acurrucadas; descansando sin realmente dormir, y soñando sin tener que cerrar los ojos.

—¿Entonces, sí me crees? —Harry preguntó, sintiendo el calor de la humanidad de la rubia a un lado suyo, con sus dedos recorriendo la sedosa cabellera de Jo.

—Dudé —tras un suspiro contestó la invitada nocturna—. Mucho, y algo dentro de mí sigue dudando.

—No es como si no pudiera entender eso —Harry asintió—. Yo sé cómo me ven todos, y lo han hecho por tanto tiempo que creo que también me empecé a ver así. Pero a ti no te mentiría.

—¿No lo harías?

—Bueno, si de pronto viajara al extranjero y tuviera un amante en un nuevo puerto medio trataría de ignorar los sentimientos de culpa, pero más que buscar viajar debo de encontrar una maldita nueva escuela.

—¿Temes que lo de la expulsión es una cosa segura, no?

—¿No lo llegaste a pensar tú también?

—Mentiría si dijera que no, Harry —la rubia contestó después de besar una de las manos de su compañera.

—No quiero arruinarlo, pero, Jo, querida, ¿qué fue lo que te convenció al final?

—Me dijiste que no heriste a Gail... y no me parecía sensato; sé lo que pareció ocurrir, sé lo que sucedió, mis ojos dejaron en claro una cosa, pero... mi corazón dejó en claro otra. Y aunque te hice sufrir de más... estoy contigo, Harry.

—Si eso es cierto, esto es todo lo que importa.

—Y Abigail... hay algo en ella que está mal.

—Oh, ¡no me digas! ¿Qué te dio la primera pista?

—Siempre la he querido, y no creo que ella me esté mintiendo deliberadamente, quizá... quizá vio mal o está confundida, pero... luego me dijo algo raro.

—¿El que no tiene sentido el golpe con la marca en la pared?

—Francamente no tuve problema en darle el beneficio de la duda en eso —Jo contestó riendo, un poco al notar la claridad que otorga la retrospectiva—. Pero... luego hubo un pequeño detalle que brilló como una alarma de incendios.

—¿Su sonrisa de dictadora en potencia? ¿Su tono tan falso como esposa de Stepford?

—Más bien fue... ¿¡quién carajos gusta de la preparatoria!?

—¿¡Verdad!? —Harry exclamó, con un sentido de haber sido revindicada.

—Supongo que yo era así... lo soy todavía pero más por el potencial, más por las amistades, y le encuentro el lado bueno a las aventuras, pero también tengo que decir que ojala me hubiera ahorrado un par de ellas.

—¿Por qué lo dices?

—Porque... sólo me distrajeron para llegar a ti.

Harry casi podía sentir los "aah" de la audiencia si su vida se tratara de una comedia televisiva cursi; en su lugar, sólo se escuchó los gritos en serbio de una tía que no le molestaba tanto que su sobrina sea una lezbejka como el hecho que anduvieran hablando a altas horas de la noche. Todo lo que deseaba era silencio.

Y sin preocuparse sobre lo qué diría su escuela, su familia, o nadie más, ambas se quedaron dormidas en aquel mueble hasta que les alcanzó la luz de la mañana.

—Estoy a favor de que todos amen a quiénes deseen amar —fueron las primeras palabras que Harry escuchó en aquel día, en voz de su primo—. Hasta compré los doritos arco-iris y todo eso, pero caramba: al menos si van a hacer algo, háganlo en un cuarto cerrado.

—¿Ya amaneció?

—Sí bellas durmientes, y... mira, no estoy segura de quién seas, supongo que eres esa Jo de la que siempre escucho hablar tanto...

—¡Jake, basta!

—Carajo, no bromeabas enana: en verdad su piel es el tono de los duraznos más tiernos del Edén y su cabello es como trigo dorado sembrado en los Elíseos.

—¡JAKE, BASTA!

No llevaban mucho de despiertas, y Harry y Jo parecían competir sobre las mejillas de quién se podían poner más coloradas.

—¿Dijiste todo eso? —Jo preguntó, con el poco aliento que le quedaba, en lo que se levantaba y se separaba de Harry.

—¡Bien! ¡Quizá si estuve poniendo más atención a las clases del señor Kovacs!

—Me gustaría verte a ti usar eso...

—De hecho, puede que si lo puedas oír...

—¿Disculpa?

El tiempo pasaba, la escuela no tardaría en empezar; el celular de Jo sonaba y se agitaba por mensaje tras mensaje: ella estaba en problemas, y quién sabe qué traerían las siguientes horas, así que por lo menos podía hacer un último riesgo dentro del poco poder que tenía en ese hogar.

Harry corrió a su habitación y trajo a Matilda, y con ella en manos, comenzó a alistar sus acordes; en breve, presentó a su musa lo que había inspirado.

—Fue una labor el vivir / el vivir sintiendo que era una moneda sin valor / adónde sea que pudiera ir / los vidrios y los espejos no tardaban en juzgar qué era yo.

Pero a lado de este alma en pena / llegó un mensaje del cielo / un mensaje en forma de mujer / y con esa luz se esfumó todo miedo...

me diste un valor, el valor de ser quién soy / y más que el valor, el buscar ser una mejor yo / me diste valor, el valor de ser quién soy / y de un plano al divino ya no conocí el dolor...

Harry no pudo dar un toque más a su guitarra, pues la mano de Jo detuvo la suya.

—¿Tan mala letra es, eh? ¡Bueno, f-fue difícil para mí! ¡Así que vete al..!

—Harry, cuando te pones insegura, vulnerable, medio nerd y torpe, me hace... debo admitirlo, me pone un poco caliente...

—¿Deberíamos intercambiar roles un día de estos o...?

—¿Es cierto lo del resto de la letra?

—Es que cuando pienso en ti como que... de hecho me inspiro y me salen las palabras; carajo, por chicas como tú nació la tradición literal occidental, como Penélope en la Iliada y... puta madre, ¡POR FIN ME EMPIEZO A MEMORIZAR LA MIERDA DE LITERATURA Y ES KOVACS EL QUE ME LLEVA A LA EXPULSIÓN! 

—Al menos puedo decir que tu cabezota si tiene materia; es tu holgazanería la que siempre te puso trabas.

—Y tus problemas de actitud.

—¡JAKE, ELLA PUEDE DECIRME ESAS COSAS! ¡NO TÚ! ¿ENTENDIDO?

—Luego me cantarás el resto, pero por ahora, necesitamos ir a la escuela —sugirió Jo.

—¿Por qué tengo yo que ir a la escuela? —Harry preguntó encogida de hombros—. Para el caso, ¿por qué tienes que ir tú? ¡Aquí tenemos suficiente de todo! ¡Puedes huir con nosotros! ¡Tenemos todo lo que necesitamos! ¡Huye con nosotros! ¡Somos libres!

—...¿cuánto de esas declaraciones crees en realidad?

—¿La mitad? En un buen día... sí, la mitad.

—No, tenemos que ir las dos —Josephine sujetó la muñeca de Harry con ímpetu, y presumiendo una sonrisa a la cual era imposible rehusarse.

—¿Para qué? ¿Para que te vean conmigo toda la maldita escuela?

—Sí.

Harry quizá hubiera querido más explicación, pero no necesito más para acatar lo que Josephine le había sugerido; sólo bastaba su rostro llenó de dicha y de fe: dos tesoros extraños en su vida, pero que la rubia le dotaba de tales con tal sólo estar cerca.

Se alistaron, y en nada, se habían dirigido a Hopewell High, y apenas se vislumbró su presencia en las periferias del terreno escolar, y algunas miradas entrometidas no tardaron en guiarse ante esas dos figuras, temblorosas y valerosas a la vez.

—¿Por qué todos nos ven? —Harry no tardó en perder su paciencia y gritar a todos aquellos que las veían entrar—. ¡No somos la gran novedad! ¡No en estos putos tiempos! ¡Escuché que el de educación física embarazó a la capitana de las animadoras! ¡Eso merece ser más de escándalo que un par de manfloras!

—Siempre me ha impresionado tu vocabulario para aprender nuevas palabrotas —Jo le murmuró.

No temían a nadie... excepto quizá, a la directora.

—Señorita Milovic —comentó al verla recorrer los pasillos de Hopewell, cual si su castigo hubiese sido levantado—. Es una sorpresa el que esté por aquí.

Harry aspiró cuán profundo podían sus pulmones; si iba a despedirse de la escuela, al menos tendrían que escucharla.

—Sé que estoy suspendida directora —comenzó con sus palabras—. No se me olvidó, y tampoco es una falta de respeto; tiene que lidiar con estos chicos, es difícil, y si yo tuviera que lidiar conmigo, también querría matarme. Pero a pesar de lo que diga, y a pesar de que no pueda probarlo, sé lo que pasó: yo no le hice daño a Abigail, POR MÁS QUE QUISIERA HACERLO... ¡Sí, perra, sé que estás tras de mí! —vociferó, sintiendo la presencia de esa trigueña a pocos pasos detrás suyo como sabueso en búsqueda de la zorra—. Y si estuviéramos en la calle, te habría tumbado todos los putos dientes, pero no te metes conmigo ahí, te metes conmigo en un lugar dónde sabes que no te reviento a putazos porque...

—Harry, por favor, concentrate —Jo le murmuró al oído.

—Vale... lo siento; trataré con los soretes al final —la adolescente comentó apenada y tras aclararse un poco la garganta—. El fin; como iba diciendo, directora Jefferson: dije mi verdad. Y se puede decir que coseché años y años de ser una estudiante problema. Incluso "estudiante" es un término generoso dado que implica, ya sabe, "estudiar". Pero un reloj roto está en lo correcto al menos una vez al día, y ese fue el mío. Si quiere expulsarme, está bien: me voy con la consciencia limpia... a diferencia del sorete detrás mío. Pero es me lleva a...

—Señorita Milovic —interrumpió el profesor Kovacs, llegando a notificar la buena nueva—. Queremos que vuelva.

—...¿cómo dijo? Creo que de tanto andar con la guitarra me estoy quedando un poco sorda.

—Bien, entonces... puede que "volver" no es lo correcto, pero necesitamos que vuelva, pues dada una larga investigación, hemos decidido que no hay base para expulsarla.

—...no, espere: deje usted lo de sorda, ¡que creo que me estoy volviendo loca!

—¡No más que yo! —Abigail se interpuso entre sus compañeras estudiantes y los dos académicos—. ¿¡Qué les sucede!? ¿No recordaron cómo esa neardental me atacó?

—Sobre eso, señorita Oakley es algo que queríamos hablar en privado con usted —la directora Jefferson argumentó de brazos cruzados—. ¿Puede entrar a la oficina por favor?

—¡Nada de eso! —reclamó con los ojos enrojecidos—. ¡Lo que me diga, dígamelo en frente de todos!

—De verdad no recomiendo eso en absoluto.

—¡No me importa! ¡Yo fui la victima! ¡Eso sin mencionar de que Harry no sólo se conforma con arruinar su vida sino también la de los demás! —Gail apuntó su atención tanto a la aludida, como a la rubia de su lado—. ¿Te la llevaste, verdad?

—Perra, bajale a la rabia que no te entiendo con tanta espuma en el hocico.

—¿Jo? ¿Cómo puedes hacernos esto? ¿Cómo crees que reaccionó tu madre?

—No quiero ni imaginarlo y he tratado de manera deliberada evitar hacerlo —la rubia respondió, sintiendo sudor en los margenes de su rostro—. Porque recibí como dos docenas de llamadas perdidas y lo que vaya a ocurrir no será bonito.

—¡Ella te está engañando! ¡Es una embustera, mentirosa y ladina! ¡No puedes caer en sus trucos!

—¿Sabe señorita Oakley? La directora y yo estábamos más que dispuestos a darle el beneficio de la duda y la discreción —anunció el profesor Kovacs—, pero como dijo que no le importa, pues no me tiene que importar a mí el hacerlo público: usted está, de inmediato, expulsada de la institución de Hopewell High.

—¡Disculpe profesor! —Abigail exclamó con dulzura tan autentica como un edulcorante barato—. ¡Creo que debe de estar en un gran error! ¡Yo aquí fui la atacada!

—No según la señorita Ruiz.

—¿La quién perdón?

—¡Yo, yo mero! —Sydney se abrió pasó en medio de los estudiantes que se juntaban alrededor de la escena entre colegas colegiales y maestros—. Aquí ando, perdón, perdón...

—¿Quién carajos eres tú? —Abigail preguntó, con la dulzura empezando a tomar un sabor más cercano al vinagre.

—Sydney Ruiz, del primer año; estamos en la clase de artes plásticas, creo.

—¿Puedo ayudarte?

—Fui la testigo clave del caso Milovic VS Oakley.

—¿El que del qué? —Harry, Jo y Abigail preguntaron en confusión.

—La señorita Ruiz se encontraba en la zona del ataque durante el incidente —aclaró la directora Jefferson.

—¿La zona del ataque?

—¡Regresaba mi almuerzo esa mañana! —Sydney gritó—. ¡Ya para acabar rápido! ¡Olvidé las malditas rimas sobre qué evitar y pagué las consecuencias!

—¿Cómo seguiste de las tripas, por cierto? —Harry preguntó.

—Ando tomando pastillas... ¡Como sea, el punto es que yo tengo las pruebas!

—¿Pruebas de qué? ¿Me grabaste o algo así? —cuestionó Abigail.

—¡Claro que no! ¡No soy una degenerada! —Sydney reclamó—. ¿Audio no cuenta verdad?

—Lo dejaremos pasar esta vez —comentó el profesor Kovacs.

Sydney reprodujo un archivo de audio; habían ecos, y golpeteos de metal y de tacones; no violentos necesariamente, no en un comienzo, pero suficientes para dejar en claro que no era una grabación deliberada.

—¿Quieres golpearme? ¡Hazlo! ¡Me encantaría saber cómo reaccionaría Jo ante tal acto! Pon tus asquerosos dedos encima de mí, machorra de mierda; desvíate todo lo que quieras, arrastrada, que igual no tenía salvación de todos modos: pero deja afuera a mi amiga de eso

Abigail sólo podía replicar de una forma:

—¿Así suena mi voz? —preguntó, incómoda por lo que reverberaba desde el celular de Sydney

—Sí, porque en un caso de fraude a la escuela, la fidelidad del audio es lo que importa realmente —Harry mencionó.

Lo peor estaba por venir.

—¡Sí, quiero golpearte, puta mal-parida! —Harry indicó en el audio—. ¡Pero no lo haré! ¡Y por dos razones! Número no: nunca haría algo tan estúpido en una escuela, que jamás sabes quién podría estar grabando...

—Jamás tuve una rabieta que me alegrara haber dicho —la Harry confrontada por Abigail, esa mañana, comentó respecto a su grabación.

—...y número dos... no lo mereces; o más bien, Jo no lo merece: tú le caes bien, no entiendo por qué, y si ella quiere que estemos en paz, voy a darle  una oportunidad a la paz. La pelota está en tu terreno de juego: puedes, podemos las dos en realidad tomarlo como chicas grandes, con madurez, o puedes... em... ¿qué haces con la puerta?

—El amor duele, querida Harriet... —Abigail aclaró.

Azotes en una puerta de metal se escuchan.

—¡¿Qué carajo hiciste?! —Harriet gritó.

La grabación se cortó en ese instante.

—¡Eso podría ser cualquier cosa! —Abigail exclamó—. ¡N-no es como si esa bruta no atacara a alguien en el pasado! ¿Dónde está el pelirrojo ese que siempre andan mandando a callar?

—¡Aquí estoy! —O'Brien alzó su voz y su mano de entre la multtiud.

—¿Ven?

—Pero Harry será todo y lo que quieran, pero no negaría agredir a alguien.

—¡Dicelo rojillo! —la estudiante suspendida declaró en júbilo.

—Como a mí aquella vez; no pensé que alguien de su estatura podría romperme una costilla y además...

—¡CÁLLATE O'BRIEN, ES SUFICIENTE! —Harry exclamó.

Todos callaron: los involucrados, los ajenos, era cual si la escuela entera estuviera en suspenso, impacientes, esperando cómo reaccionaría Abigail: era primordial el saberlo de inmediato, rápido, pronto, EN ESE MOMENTO MISMO SI ERA POSIBLE...

N/A: ¡Lo logramos! ¡Más de 7 mil visitas! ¡Viva! Estoy muy agradecido con su apoyo, sé que uno no debería escribir para otros... pero es pura mierda, ¡se siente bonito que mis esfuerzos son apreciados!

Quedan, ¿dos episodios? Quizá tres, tendré que determinar en edición.

Pasemos a la pregunta de la semana: ¿se escaparon alguna vez de casa, aunque fuese por un momento?

Shalom camaradas.


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