Querido jefe Narciso

By SuperbScorpio

2.3M 137K 32K

*Historia ganadora de los WOWAwards 2017* -¿Has infringido alguna norma desde que trabajas aquí? - preguntó é... More

Prólogo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Capítulo treinta y nueve
Capítulo cuarenta
Capítulo cuarenta y uno
Capítulo cuarenta y dos
Capítulo cuarenta y tres
Capítulo cuarenta y cuatro
Capítulo cuarenta y cinco
Capítulo cuarenta y seis
Capítulo cuarenta y siete
Capítulo cuarenta y ocho
Capítulo cuarenta y nueve
Capítulo cincuenta
Capítulo cincuenta y uno
Capítulo cincuenta y dos
Capítulo cincuenta y tres
Capítulo cincuenta y cuatro
Capítulo cincuenta y cinco
Capítulo cincuenta y seis
Capítulo cincuenta y siete
Capítulo cincuenta y ocho
Capítulo cincuenta y nueve
Capítulo sesenta
Capítulo sesenta y uno
Capítulo sesenta y dos
Capítulo sesenta y tres
Capítulo sesenta y cuatro
Capítulo sesenta y cinco
Capítulo sesenta y seis
Capítulo sesenta y siete
Capítulo sesenta y ocho
Capítulo setenta
Capítulo setenta y uno
Capítulo setenta y dos
Capítulo setenta y tres
Capítulo setenta y cuatro
Capítulo setenta y cinco
Capítulo setenta y seis
Capítulo setenta y siete
Capítulo setenta y ocho
Capítulo setenta y nueve
Capítulo ochenta
Capítulo ochenta y uno
Capítulo ochenta y dos
Capítulo ochenta y tres
Capítulo ochenta y cuatro
Capítulo ochenta y cinco
Capítulo ochenta y seis
Capítulo ochenta y siete
Capítulo ochenta y ocho
Capítulo ochenta y nueve
Capítulo noventa
Capítulo noventa y uno
Capítulo noventa y dos
Capítulo noventa y tres
Capítulo noventa y cuatro
Capítulo noventa y cinco
Capítulo noventa y seis
Capítulo noventa y siete
Epílogo
Tu Querida Agathe y QJN+18

Capítulo sesenta y nueve

19.7K 1K 327
By SuperbScorpio

Yo no puedo escribir un capítulo sentimental si es este número 😶

Había abandonado a Narcisse.

Al cerrar la puerta de su despacho había decidido dejarlo solo allí, junto a su padre, porque era una cobarde y una egoísta y había antepuesto mis problemas a los suyos. Él me necesitaba y yo tan solo me había ido.

Nunca me había sentido de aquella forma. Me había costado concentrarme en mi diseño durante todo el día e incluso Claudine me había preguntado si me encontraba bien la quinta vez que me había pinchado con la misma aguja al intentar vestir al maniquí con un simple patrón, pero, ¿y qué importaba yo?

Sin embargo, en mi cabeza no se paraban de repetir las mismas palabras. Accidente. Raquelle. Bastien. Narcisse.

¿Tenía sentido de pronto que ambos se odiaran tanto? ¿Que el hecho de que yo eligiera a uno por encima del otro fuera relevante cambiaba de pronto absolutamente todo lo que había sentido desde aquel entonces?

Pero en mi respiración agitada y en mis lágrimas de impotencia se encontraba la única respuesta válida: yo no estaba preparada para afrontarme a nada de aquello.

Sí, era una mujer adulta, pero nunca había tenido ningún tipo de relación y mi vida había sido simple y llana, sin dramas, con poco estrés y sin amor. Y, de repente, todo me había explotado en la cara.

Y no era solo el hecho de haber sido dos veces portada de una de las revistas más leídas del país en menos de dos días, sino que, además, había besado a tres hombres cuando en mis veintidós años de vida jamás lo había hecho con ninguno, los cuales, por descontado, tenían que ser ricos y famosos, lo que me convenía a mí para empezar una vida amorosa sana.

Lo peor de todo era que no les conocía. A ninguno de los tres. Y ellos tampoco a mí, que era peor y, aún así, Narcisse había dicho que me quería. Parecía tan poco real y a la vez tan perfecto que yo tan solo... Huí.

¿Qué sentía por Narcisse? Porque claramente odio había dejado de ser la única palabra que me venía a la mente en pensar en sus preciosos cabellos ondulados y en sus labios carnosos y rosados, aunque aquello no podía ser amor. Ni siquiera sabía lo que significaba aquella palabra y, aún así, mi jefe había dicho de todo para convencerme de que él sí que lo sentía. Y yo había salido corriendo cuando había encontrado la primera excusa para no enfrentarme a ello.

Pero, ¿y si Narcisse había matado a esa chica de verdad? ¿Y si no había sido tan solo un accidente y...?

Mi cabeza iba a estallar.

Me dejé caer sobre la cama, sin preocuparme por nada más que la hinchazón de mis ojos al llorar por sentirme tan impotente ante aquella situación. ¿Qué debía de haber hecho?

Yo era débil, mucho más frágil emocionalmente que lo que desearía y, además, ahora se le añadía que era una cobarde.

No sé cuánto tiempo estuve en aquella posición, con las manos sobre el rostro e intentando que todas mis penas se ahogaran entre mis lágrimas.

Oí un chirrido proveniente del exterior y no me hizo falta girar la cabeza para saber que Bastien acababa de salir a la terraza.

Ese había sido mi segundo error. Le había evitado durante días después de aquel mágico beso bajo la lluvia porque tenía miedo. Miedo de lo que pudiera pensar, aunque también de lo que Narcisse me había advertido.

Si era verdad que él había pagado a Graham para que mi beso con Guste fuera portada de la Modern Couture, jamás habría tenido sentido que me hubiera intentado expresar sus sentimientos en aquel coche frente a François LeMarshall, lo que me había impulsado a besarle aquella tarde frente a Notre Dame.

Sin embargo y por mucho que quisiera cavilar sobre lo que estaba haciendo bien y qué estaba haciendo mal, que era prácticamente toda mi vida, tenía que darle al menos una razón por la que ni siquiera le había abierto la puerta en aquellos últimos cuatro días, porque se la merecía.

Me incorporé lentamente, deteniendo mi llanto al intentar secar mis lágrimas con mis manos, advirtiendo su perfecta figura apoyada en la barandilla, completamente vestido como pocas veces lo había estado.

Estaba serio, aunque no parecía enfadado, observando con detenimiento mi balcón, sin saber que yo me encontraba tras la puerta corredera, tal vez intentando pensar en qué debía hacer.

—¿Aggie? —dijo al fin, aunque estaba segura de que no podía verme todavía.

Tomé el aire necesario para poder responderle, aunque nada salió de entre mis labios.

Me quedé al borde de la cama, mirando mis brillantes sandalias plateadas, sin saber qué más podía hacer.

¿Qué iba a decirle? "Te he estado evitando porque Narcisse me dijo que me quería" no parecía una buena respuesta y lo último que quería en aquel momento era romperle el corazón de la forma en la que fuera. Y ya me daba igual si había sido sincero o no, tan solo no quería hacerle daño como, evidentemente, se lo había hecho a Narcisse.

Bastien me llamó de nuevo, frunciendo el ceño, intentando averiguar lo que ocurría tras la puerta.

—No estoy en casa —advertí, sonriendo ligeramente, aunque mi voz todavía se mostraba temblorosa debido a mi incesante llanto.

Él pareció oírme a pesar de que estuviera encerrada y pronto le vi soltar la barandilla negra para dar un paso atrás, como si mi voz fuera la de un fantasma.

—¿Qué te ha hecho ese hijo de...?

Se interrumpió a sí mismo y estuve a punto de responderle que qué le había hecho yo. Era una maldita cobarde, debía aceptarlo de una vez por todas.

Me levanté, dándome por vencida en mis intentos de evitarle, porque aquello no iba a durar para siempre y era imposible que nos hiciera bien a ninguno de los dos.

Hice correr la puerta hacia la izquierda, descubriéndome frente a mi vecino y mi juguetona ardilla, que salió en mi búsqueda nada más poner un pie en la terraza.

—Estoy bien —mentí.

Él negó con la cabeza, clavando aquella mirada azulada en mí como la muestra más pura de su preocupación por mi estado. Y es que, realmente, no me apetecía mirarme a un espejo en aquellas condiciones y debía de estar deplorable.

—¿Qué te ha hecho Narciso? —insistió, como si supiera perfectamente que él era el culpable de mi llanto, aunque la única que podía serlo era yo.

—No me ha hecho nada —dije, sonriendo, intentando levantar la mirada hacia él—. Yo... Yo soy la culpable de todo lo que pueda ocurrir a partir de ahora.

Y sí, lo era, aunque él todavía no lo sabía. Ni él, ni probablemente nadie.

Él apretó los puños a ambos lados de su cuerpo y, antes de que pudiera darme cuenta, se agarró de la barandilla y se impulsó para ponerse de pie sobre ella, antes de dar un largo paso hacia la mía, cayendo de un salto frente a mí.

No me moví, ni siquiera cuando le vi dar dos pasos hacia mí para rodearme con sus fuertes y acogedores brazos.

—Eh, no quiero verte llorar por alguien que no vale la pena —me susurró, como si comprendiera la situación.

—Él no me ha hecho nada —repetí—. Solo que... Me he enterado de algo y probablemente no era el momento ni el lugar para saber comprenderlo. Estoy aturdida, eso es todo.

Se separó de mí para coger mi rostro entre sus grandes manos y me obligó a mirarle a los ojos, tan azules, tan profundos. Era tan guapo.

—¿Te ha confesado que está enamorado de ti? —espetó, totalmente serio.

Me mordí el labio inferior y asentí, aunque aquella no era la verdadera razón de mis lágrimas.

—Sí, pero...

—Por eso me has estado evitando —susurró, como si de pronto todo tuviera sentido. Me soltó el rostro, aunque yo no bajé la cabeza. Tan solo me quedé allí, con los brazos cruzados, observando cómo su mirada se perdía de pronto en alguna parte de mi terraza—. ¿Y tú le quieres?

Su voz me atravesó como lo hubieran hecho mil espadas. Ya no hablaba en voz baja y distraído, sino que más bien exigía una respuesta, que, cierta o no, parecía que iba a dolerle de alguna forma.

—¿Y tú a mí? —pregunté de pronto, casi sin darme cuenta de lo que estaba diciendo.

Durante unos segundos tan solo escuché el latido de mi corazón, sintiendo la horrible tensión que se había formado entre ambos con mis cuatro palabras mal formuladas, porque yo no era nadie para exigirle una respuesta.

Y fue entonces cuando volvió a cogerme entre sus manos para obligarme a mirar sus ojos cristalinos, tomando aire por la boca y expulsándolo lentamente, armándose de valor.

—Siento por ti algo muy distinto a lo que he sentido durante toda mi vida. No sé si es el brillo de tus ojos oscuros, la forma en la que sonríes sin mostrar los dientes o el modo en el que parpadeas cuando estás nerviosa, pero algo en ti es tan puro y tan angelical que no creo que seas real. No para mí, que jamás me he sonrojado con un par de palabras como tú lo haces y nunca he tenido la sensación de perder algo tan dolorosamente como cuando pienso en lo que ha hecho Narcisse para tenerte. Y, ¿sabes qué? Yo no quiero que te marches con él, ni con nadie, porque el solo hecho de pensar en que te difuminas en mis brazos como en mis pesadillas me pone enfermo. Y no sé si es amor, pero lo que sí sé es que no quiero ni puedo perderte.

Me besó.

Sabía que aquello no estaba bien y que, de alguna forma, estaba traicionando a Narcisse de nuevo, por eso mismo coloqué mis manos sobre su pecho e intenté apartarlo.

Sus labios no demandaban más que el suave roce de los míos, sin salvajidad ni pasión, tan solo ternura y tal vez necesidad.

Alejé mi rostro del suyo, rompiendo el mágico momento que él solo se había formado y le miré confusa, aunque afectada por sus palabras.

Él... él sabía lo que decía. Y me dolía haberle exigido que lo dijera, porque ahora me sentía todavía peor que antes de hablar con él.

—Bastien, no... No vuelvas a hacerlo. Yo, no... No me entiendo ni a mí misma ni... —suspiré, con las manos todavía sobre su pecho, marcando una pequeña distancia que no permitiría que volviera a acortar.

Sus pupilas temblorosas demandaban mi atención, aunque no podía permitirme ningún otro vaivén emocional como lo estaba siendo aquella misma semana.

Me sentía mal, como una... Fulana.

¿Acaso era yo algo así? ¿Podía describirme un sustantivo como aquel, tan despectivo y terrible, por haber permitido que Bastien me besara justo cuando Narcisse, de algún modo, me fallaba?

No era nadie, nadie para ellos, nadie para mí. ¿Y si era yo el problema? ¿Y si era mi culpa haber llegado a la situación en la que me encontraba?

Era débil, una cobarde y ahora...

—Soy una pu... —dije, rompiéndome.

—En verdad, el puto soy yo —rio él, forzando una leve sonrisa que pretendía levantarme los ánimos.

Negué con la cabeza y me aparté de él. No podía pensar con claridad si estaba tan cerca y, visto lo visto, tampoco si estaba lejos. ¿En qué momento me había convertido en aquello?

Habría sido tan sencillo no luchar por lo que quería, quedarme en el taller de Gabrielle o donde fuera que pudiera haber terminado, no haber hablado jamás con el vecino tras las flores y tampoco haber interactuado con el maldito hombre del autobús.

Bastien tenía el rostro inundado en preocupación y, una vez más, yo era la causante de su dolor. Y ni siquiera le había dicho nada, ni una sola respuesta a su confesión ni a su maldito beso, que lo había acabado de descomponer todo.

—Lo siento —susurré, sintiendo un escalofrío recorrer mi cuerpo en cuanto lo hice.

Volví a dar un paso atrás, bajando las manos de su pecho para unirlas junto al mío.

—No tienes que decirme nada. No quiero que te decidas ahora mismo y puedo apartarme de ti si es lo que necesitas. Tan solo quiero que lo pienses, que recuerdes mis palabras y que si lo que quieres es que renuncie a ti, lo haré, porque yo no soy como él y no pienso exigir tu amor a cambio de bastas palabras.

Entendí por qué era tan doloroso escuchar sus palabras y es que nadie se había preocupado por mí jamás como lo hacía él. Y eso me estaba volviendo loca.

Me mordí el labio inferior, observándole con ternura aunque también con pena, y asentí con la cabeza en un corto y seco movimiento.

—Creo que debo de estar sola un tiempo —confesé, sin apartar mi mirada de la suya.

Y él tan solo sonrió.

—Te esperaré todo lo que haga falta, Aggie.

* * *

Fin.



SÍ CLARO JAJAJAJAJA

Annyeonghaseyo!

VAYA CAPÍTULO MOÑAS Y DRAMÁTICO ME HA SALIDO. PUAJ.

Al menos éste no le cuenta que se le levanta el amigo a saludar cuando la tiene encima.

¿Os imagináis a Bastien diciendo: "Buah, tía, es que veréis, cuando me metes la lengua yo lo que te quiero meter es el lenguo"?

Me encanta porque estaréis todos allí en plan vaya asco de capítulo o omg la telenovela y luego leeréis mis comentarios y os quedaréis en plan wtf le pasa a esta chica.

Whatever, que sí, tengo veinte años y sigo riéndome de que sea el capítulo 69, ella madura.

Frase favorita: En verdad, el puto soy yo JAJAJAJAJAJAJA

Annyeong!

Continue Reading

You'll Also Like

1.1M 70.5K 37
Una vez escuché que todo lo que está destinado a ser, será. También escuche que no existe el destino, que es solo una mentira creada en nuestras ment...
3.3M 210K 70
Destacada del mes de MARZO-ABRIL DE CHICK-LIT ES Libro 1 de la Saga Tough Bianca Santoro tiene el matrimonio perfecto, o eso creía, después de meses...
1.5M 92.6K 85
Nela Schrödez tiene un billete de ida, pero no tiene uno de vuelta. Adaptarse a un nuevo país nunca es fácil y menos cuando se acaba de perder lo más...
8M 316K 43
Lara, una chica irreverente es enviada a un remoto lugar en México. Si de por sí es horrible estar aquí lejos de la tecnología y de las cosas que con...