dynasty. rhaegar targarye...

By targparadise

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❝ Había llegado el momento de que los dragones asciendan a los cielos, para bien o para mal ❞ rhaega... More

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ACT ONE
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SECOND ACT
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THIRD ACT
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Reign of the Targaryens.

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CHAPTER TEN












La mañana siguiente dio paso al comienzo de las justas, muchos herederos de las tierras de los señores provenientes de los Siete Reinos estarían compitiendo para la obtención de mucho oro, hincarse ante el Rey y ser proclamado como el Campeón del Torneo de Primavera. 

Con el alba, la princesa tomó una larga ducha mientras leía en voz alta en alto valyrio, observando fijamente hacia sus dragones con la esperanza de pronto poder verlos en carne y huesos, no en piedra. Su hermano ingresó en sus aposentos, casi de forma imprevista, sorprendiéndola. Para suerte de él, la joven dragón estaba sola, dentro de la bañera y en esos segundos, sus ojos estaban sobre él, con sorpresa.

─¿Planeas hacerme morir de un susto? ─preguntó ella, llevando su mano hacia su pecho desnudo, como si el haberla asustado hubiera sido lo único preocupante en esos momentos. Los ojos del príncipe intentaron con mucho esfuerzo no abandonar los de ella, casi pálido por haber sido tan imprudente y haber ingresado sin anunciar su presencia.

─Lamento tanto haber interrumpido, dulce Vaella ─dijo él─, solo venía a preguntarte si deseas desayunar junto a mí. 

─¿Has entrado de esa forma para preguntarme si deseaba desayunar contigo? ─le preguntó con diversión, el agua comenzaba a enfriarse y eso molestaba a la joven dragón. 

─Sí ─admitió, casi de inmediato─, aunque no lo pensé claramente. Fue inapropiado haber entrado así, me disculpo.

─Está bien ─Vaella respondió─, aunque me hace pensar en dónde se encuentran mis espadas juramentadas si no es en la puerta.

Él bajó la cabeza, riendo un poco.

─Les pedí que nos dieran espacio, no dejé que digan ni otra palabra cuando me adentré aquí ─suspiró pesadamente, queriendo golpear su cabeza contra el pilar más cercano─. Ni siquiera presté atención a los movimientos de Daemon, él estaba a nada de atravesarme con su espada.  

─Me reconforta saber que cumple con su deber, a medias, pero lo cumple ─dijo ella, y negó─. No tienes que estar tan nervioso, que no estás viendo nada que no vayas a ver en un tiempo. 

Pero esas palabras no calmaban el corazón frenético del príncipe, quién ahora no dejaba de pensar que aquella rutina matutina podría ser algo con lo que convivirá de ahora en adelante, y fue quizá la idea de poder tener a Vaella en esas condiciones, en su mejor humor, en su estado natural y risueña como siempre, lo que lograba acelerar su respiración. Casi anhelando porque aquél momento tan lejano llegase ya.

─No negaré que pensar de ese modo solo consigue hacer que sienta más ansias por el futuro que nos concierne, dulce hermana.

─No eres el único en sentirse así, mi príncipe.

Él asintió con su cabeza, sonriendo a medias mientras sus ojos aún evitaba ver hacia su hermana y por eso divagaba por cualquier dirección en la que no se encuentre a su hermana desnuda y mojada.

─Me retiraré para asegurarme de que lleven todo lo que te gusta ─habló, tan rápido que ella apenas captó algo de lo que dijo─. En cuanto estés lista, enviaré a Sir Arthur a tu búsqueda. 

─Oh ─pero antes de que diga algo más, Rhaegar ya había dejado sus aposentos a una velocidad sorprendente─, está bien.

Vaella no pudo evitar soltar un suspiro y cerró sus ojos unos cuántos segundos, intentando calmar su propio ser para poder abandonar la tina de agua. Ahora sintió el viento mañanero chocar contra su piel mientras ella se movía por su habitación en completa libertad y desnudez. Algo que habría matado a su hermano sin dudas. 

Tomó un rosa dorado pálido que era un poco más grueso que fino, cubría todas las partes importantes y hacía relucir toda su piel blanquecina. La joven dejó su cabello suelto, sin querer hacer ningún tipo de arreglo en específico, consideró que llevarlo al natural sería lo mejor en ese día al menos. 

La puerta fue abierta, pero primero, se escucharon unas voces pidiendo permiso para ingresar y cuando se les fue concebido, de ella atravesó Lyarra acompañada por Alaena y Joanne. Las tres jóvenes damas de compañía no pudieron evitar sorprenderse porque ella ya estaba lista. Medianamente. Porque aún le faltaban algunos detalles pequeños. 

─Princesa, se levantó más temprano de lo que esperábamos ─Alaena dijo, acercándose hacia ella para tomar un aceite y colocando una gota sobre sus manos, lo paso por la larga melena de la chica. De este modo, le daba un aspecto mucho más sedoso y agradable.

─He dormido bien y gracias a ello, conseguí despertarme temprano ─comentó Vaella. Lyarra sonrió, tomando el perfume preferido de su princesa para así empezar a colocarlo sobre los puntos correctos.

─Todos hablan sobre cuán hermosa estabas anoche, princesa ─Lyarra le habló, Vaella sonrió a medias y Alaena rió un poco.

─Ya no es ninguna sorpresa como los Señores actúan con vuestra presencia, princesa ─admitió la joven flor─. Ha logrado que muchos pierdan la cabeza. Ha de ser increíble ser usted. 

«Dudo que por esas razones tan triviales, sea algo increíble ser ella» pensó Lyarra, mientras colocaba con cuidado un collar alrededor del cuello de Vaella.

─Si, sin dudas todos hablaban sobre usted, princesa ─Joanne musitó─, pero quién se ha llevado todas las miradas ha sido el príncipe. Incluso de la pequeña loba del Norte, ¿no es así, Lyarra? Vuestra loba salvaje ha estado muy interesada en él.

A Vaella poco le importaba aquello, pero fue la forma en que Joanne lo dijo lo que la hizo fruncir el ceño. Lejos de molestarse por cómo miran a su hermano, quería que se dirija hacia la familia de Lyarra con un poco más de respeto.

─¿Por qué habría algo de malo en cómo la joven Lyanna observa a mi hermano, Lady Joanne? ─habló Vaella, viéndola con una expresión que demostraba su seriedad, pero no perdía su elegancia con los gestos que realizaba─. Después de todo, nadie puede comparar contigo por cómo tú observas a mi hermano. Sueles dejar tu boca abierta, temo que un día de estos algún insecto se entrará en tu boca y nada bueno saldrá de ello ─Alaena fue la primera en tapar su boca para no reír ante al aspecto congelado de la leona, que no esperaba aquello. Lyarra solamente se mantuvo callada y serena, dejando que la princesa manejara aquella situación. Ya luego dejaría las cosas en claro con Joanne. 

─Ya está lista princesa ─murmuró Lyarra. Vaella se observó en el espejo y asintió con su cabeza.

─Muchas gracias, a las tres. 

La puerta fue golpeada, del otro lado, se escuchó la voz de Sir Arthur, avisándole que él ya había llegado por ella. Sin querer hacerlo esperar mucho más, la joven dejó sus aposentos.

─No pierdas de vista a los huevos de dragón ─le dijo a Daemon, cómo cada vez que salía de ahí. 

─No es que vayan a ir a ningún lado ─murmuró por lo bajo, ganándose una mala mirada de su parte─. Lo lamento.

Ella no respondió, simplemente suspiró y comenzó a caminar acompañada por Sir Arthur. 

─¿Cómo has estado, Sir? La última vez que pude oír algo de ti, fue durante uno de nuestros entrenamientos con el arco ─dijo ella─. Y ya ha pasado bastante tiempo desde entonces.

─Tiene razón, ha pasado mucho tiempo desde entonces ─admitió, asintiendo con su cabeza─. Me encuentro muy bien, princesa, no tengo ninguna queja siéndole honesto. 

─Me alegra oír eso ─dijo ella─. ¿Mi hermano le causa problemas?

─A veces. 

Ambos rieron un poco, y Sir Arthur le anunció a Rhaegar que su hermana ya había llegado. Abriéndole la puerta para que pueda ingresar, se encontró con los aposentos de su hermano. 

Todo estaba limpio y ordenado. Su hermano tenía unos cuántos libros, que iban ordenados por orden alfabético, su ropa en los armarios estaba impecable, no había nada fuera de lugar. Tenía un arpa, un violín e incluso un improvisado, pero pequeño, estudio de dibujo, dónde usualmente pasaba su tiempo cuando deseaba que su cabeza dejase de pensar tanto.

A Vaella le gustaba su habitación, era cómoda y emanaba esa energía de pura calma que la hacía tranquilizar siempre.

─Dulce hermana ─exclamó con sólo verla, acercándose a ella para poder tomarla del rostro con cuidado y depositar un beso en su frente.

─Mi príncipe ─saludó ella─, ¿te sientes bien?

─Mhm ─dijo, asintiendo─. Sólo deseaba desayunar contigo y poder darte mi obsequio.

─¿Obsequio? ─preguntó, confundida─. Habíamos hablado de que no nos daríamos ningún obsequio este año.

─Sé que quedamos en eso ─dijo, y de su bolsillo sacó una caja de terciopelo roja alargada─, pero no pude evitar pensar en cuán bello lucirá en tí y tuve que traértelo... 

Vaella evitó quejarse al respecto, sabía cuánto esfuerzo su hermano pone en sus obsequios y generalmente, daba algo que le llevaba tiempo, trabajo, algo en lo que ponía mucho empeño y cariño. Su hermano era detallista, se fijaba hasta en el mínimo detalle, se aseguraba de cumplir con el paladar de su hermana. Más allá de que todo lo que él le diera, sería bien recibido por su hermana y lo atesoraría sin quejas. 

─No debiste.

─Por supuesto que debía ─le dijo él, con una sonrisa carismática que Vaella debía ser la única en observar─. Lo que no debí es haber hecho aquella promesa, limitó mis obsequios. 

Ella negó con su cabeza y ahora, abrió la caja intentando tener mucho cuidado. Al abrirla se encontró con una joya exquisita, demasiado hermosa y parecía haber costado muchas monedas de oro como para ella sentirse agradecida y no apenada, por no haberle hecho ningún obsequio del mismo tipo.

─Deja de pensarlo mucho ─la regañó, aún sin saber completamente lo que andaba en su cabeza en esos momentos. Vaella no dijo nada, simplemente asintió obediente. 

El collar era plateado, con tres dijes amatistas, una piedra hermosa y que Vaella sabía de antemano cuán costosa e imposible de conseguir era. La piedra violeta tal cuál ojos de su ahora dueña. Rhaegar no podía estar más maravillado con su cometido. 

─¿Podrías....? ─preguntó ella.

 Fue suficiente para que él comprenda lo que deseaba que haga. Vaella se volteó, quitando su largo cabello de enmedio y esperó, pacientemente, porque él ponga el collar en su respectivo lugar. Con cuidado, el príncipe de plata pasó sus manos por el delgado cuello de la princesa y cuando sus dedos rozaron la piel de la joven, no pudo evitar que un escalofrío recorría toda su espina dorsal, lejos de ser una sensación desagradable, más bien, todo lo opuesto.

Cuando el collar fue colocado en su cuello y se aseguró de que ambas puntas se hayan unido de forma segura, sin que haya posibilidades de que pueda caer de su lugar, dejó de tocar su cuello y Vaella sintió un frío que la disgustó. 

─Muchas gracias por esto, Rhaegar ─le dijo ella, con una sonrisa enorme. Su hermano dejó un beso sobre las manos de la joven.

─No es nada, mi dulce dragón, es solo un poco de todo lo que mereces.

Ella negó con su cabeza. Rodeando a su hermano con sus brazos y así, abrazándolo. Recostó su cabeza sobre el pecho del príncipe, y Rhaegar no esperó un segundo para rodearla con sus brazos, disfrutando de aquél momento en el que la podía tener tan cerca. Aspirando el aroma embriagante de su dulce hermana, casi haciéndolo perder la cabeza y comprender cuán fácil caía por ella. 

«Ha de ser verdaderamente aterrador» pensó el príncipe de plata mientras aún se mantenía abrazado a ella. «Amar a una persona con tanta ferocidad».































Vaella estaba verdaderamente emocionada por las justas y aquellos nobles caballeros que tenían intenciones de participar. Sabía de antemano que Orys participaría y Robert lo haría del mismo modo, habiendo retado a su hermano mayor a que ambos acaben en la última instancia para poder ganarse el honor de la princesa.

Cuando Vaella escuchó lo que los Baratheon querían hacer, no pudo evitar pensar en que más de una persona podría intentar pelear por y para ella. Deseosa por ver quién ganaría, fue la primera en sentarse ante la justa con sus ojos puestos en el campo, dónde pronto empezaría la acción y el comienzo de la tan esperada actividad.

Detrás de ella estaba Jason Lannister junto a Daemon, ambos observaban con un poco de aburrimiento a los demás señores que estaban cada vez más contentos con la presencia de la belleza del Reino.

─Estás demasiado contenta ─Daemon le dijo, haciéndola reír por lo bajo─. ¿A qué se debe, princesa?

─¿Por qué tanta curiosidad, Sir? ─le preguntó, alzando una ceja. Daemon no dijo nada y Jason sonrió a medias.

─Sin dudas me da curiosidad saber por qué estás tan feliz por esto ─le dijo Jason Lannister─, pero me da aún más curiosidad saber con qué motivos has dejado a tus huevos en total soledad.

─Dudo que existan personas tan estúpidas como para intentar robarlos ─musitó, encogiéndose de hombros─. Y he decidido confiar en que nadie buscaría tomar algo que es mío, ¿comprendes?

─Comprendo ─Jason dijo, asintiendo, habiendo entendido por qué relevó de su cargo a Daemon, quién pese a las cientos de dudas que tenía, aceptó sin dudarlo el poder alejarse de los aposentos de la princesa.

─Yo también comprendo ─Daemon dijo─, y agradezco de corazón que hayas tomado esa sabia decisión. Pero también me preocupa.

─Preocúpate cuando haya algo de lo que preocuparse ─le dijo─, ahora, disfrutemos de las justas.

Para cuando Vaella se acercó hacia su posición por debajo de la de su padre, acompañado por su madre, Rhaelle, Steffon y Cassana junto a su tercer hijo Stannis, del otro lado Lord Tywin yace acompañado por el Maestre Pycelle, quién no lucía demasiado interesado en permanecer ahí, por debajo de ellos, Joanne, Cersei y Jaime están sentados juntos mientras observan al frente. Todos los miembros deL Consejo estaban ahí, Qarlton Chelsted, Symond Staunton, Lucerys Velaryon y no muy lejos de ellos estaba el Lord Comandante de la Guardia Real, Sir Gerold Hightower.

Saludó con una reverencia a su padre, quién asintió hacia ella, indicándole que podía tomar su asiento al lado del príncipe Rhaegar, quién no pudo evitar poner sus ojos sobre ella cuando atravesó las puertas del lugar y se acercó hacia su familia. Pronto, Lyarra Stark se estaba uniendo a ella acompañada por Alaena Tyrell. Ambas jóvenes situándose del lado izquierdo de la princesa, dejándola al lado de su hermano mientras él se sentaba recto de su lado derecho.

─Luces hermosa, haedar ─el príncipe le dijo, con una sonrisa amable, Vaella tomó las manos de su hermano y sonrió.

─Gracias, mi príncipe. Espero no haberte hecho esperar demasiado.

─Para nada ─dijo él, negando─. Has llegado en el momento justo.

Vaella sonrió alegremente, ambos dejaron de mirarse entre ellos para poder observar hacia el frente. De una punta a la otra del gran campo, se extendían los banderines de la Casa del Dragón, el dragón tricéfalo. Su hermano tomó la mano de su dulce hermana cuando los redoblantes comenzaron a sonar alegando el comienzo de las justas.

Las dos primeras banderas en divisarse fueron las de la casa Baratheon en contra de un caballero que provenía de Dorne. Si no se confundía, aquél sujeto dentro de su armadura provenía del mismo lugar que Sir Arthur Dayne. Skyfall.

─¿Robert? ─preguntó ella, intentando descubrir cuál de los Baratheon sería. Su hermano asintió con su cabeza.

─Orys ha dicho que no competiría hasta la quinta ronda ─musitó él, ambos observando a Robert Baratheon sobre su semental y portando aquella armadura platina oscura que tenía tallado sobre el pecho el Ciervo de su familia.

─Me apiado por el Sir de Skyfall ─musitó, mientras lo observaba─. Quizá tenga la oportunidad de mover a nuestro primo Robert, pero es claro quién obtendrá su victoria.

Rhaegar asintió.

─Robert será de complexión grande, dulce hermana, pero eso no lo hace campeón inmediato.

─No me refiero a eso ─dijo, mirándolo─. Robert y Orys desean enfrentarse cara a cara en los finales. Nada motiva más a esos dos que competir con el otro, todos los oponentes ahora mismo, son simples obstáculos que van a ir eliminando uno por uno ─la diversión en sus ojos hizo que Rhaegar la observe fijamente. Hablaba como si los conociera tanto, como si supiera cosas que él no. No era noticia para el príncipe que Robert y su hermana tenían una agradable amistad ─si era que podría llamársele así─, y que su primo la respetaba más de lo que respeta a otras mujeres. Además de que Orys la ve como a su hermana pequeña, a la cuál debe proteger constantemente.

─¿Cómo...?

─Robert me lo ha dicho ─le respondió, riéndose─. Una copa de vino y empezó a comentarme todo lo que deseaba hacer hasta las finales de las justas. Incluso mencionó algo sobre coronar a su doncella salvaje. Aunque no quiso revelarme ningún nombre, ahora debo intentar encontrar esta pobre mujer que deba soportar ese gigante.

Doncella salvaje. Rhaegar pensó en ello mientras Vaella comenzaba a aplaudir en honor de su primo Robert, con una enorme sonrisa sobre su rostro mientras esperaba porque los caballeros rechinen y salgan corriendo con la intención de que sus jinetes se puedan enfrentar.

Cuando se dió el comienzo, Robert se dirigió con su lanza apuntando directo hacia el pecho de su contrincante, Vaella apretó la mano de su hermano y solamente de ese modo logró regresarlo al plano de la tierra nuevamente, cuando ella saltó para aplaudir hacia su primo que había derrumbado en un golpe al Señor proveniente de Skyfall.

El público vociferó por Robert, alegando que su fuerza era demasiado destructiva y un poco temeraria. El segundo vástago de Steffon y Cassana alzó sus brazos tras haber bajado de su caballo para sonreír ególatra mientras sus ojos chocaban con cada una de las personas sentadas en el balcón real. Aerys no pudo evitar reír, pensando en cuán arrogante era aquél ciervo.

Cuando la princesa se sentó junto a su hermano nuevamente, esperó a que anuncien por los demás oponentes compitan. Rhaegar y ella mantenían sus ojos en el campo, aún con sus manos entrelazadas mientras la princesa movía la cabeza de forma elegante ante la música que llegaba a sus oídos.

─Príncipe Rhaegar ─habló Alaena Tyrell, llamando la atención de ambos jóvenes dragones que dejaron de prestar atención a lo que sucedía dentro del campo para encontrarse con los ojos azulados de la joven rosa de Highgarden.

─¿Sí, mi Lady?

─¿Por qué no ha competido en las justas? ─le preguntó, la joven rosa estaba verdaderamente curiosa por su decisión por no ser partícipe ni el centro de atención -más de lo que ya era-, por lo que había escuchado, desde que comenzó a entrenar arduamente y se enfocó en sus deberes como caballero, se hizo mejor y mejor con el paso de los días. de tal modo que ya había sido nombrado caballero.

─Me gusta observar, no participar ─respondió él, intentando ser lo más honesto posible. Para nadie en ningún rincón de los Siete Reinos -y más allá del Mar Angosto- era una noticia que el Príncipe de Plata no tuviera afín hacia las espadas y todo lo que esté relacionado con ser un caballero. Prefería lo que estaba haciendo en ese instante, sostener la mano de su hermana, viéndola completamente emocionada por la euforia de unas buenas justas, en las que se respetaban algunas normas convencionales para evitar el derramamiento de sangre innecesaria. Le gustaba la emoción de todos aquellos que asistían, la inocencia que todos, incluyéndolo a él, tenían cuando carecían de conocimientos de guerra y lo que realmente sucedía en un campo donde la vida y la muerte estaban en una delgada línea.

Con su respuesta se quedaron en silencio mientras la princesa aplaudía por la llega del Lobo Salvaje de Winterfell, Brandon Stark, en contra de Lancelot Lannister, el sobrino de la Mano del Rey que había llegado a King's Landing por el mismo propósito que todos los Señores de los Siete Reinos. Celebrar y conmemorar a los jóvenes dragones en el decimoséptimo día de su nombre.

Vaella dejó de observar a Brandon Stark para posar sus ojos en Lyarra, quién parecía un poco nerviosa mientras veía fijo a su hermano mayor, futuro Lord del Norte y conocido tanto por su fuerza bruta como por su extravagante personalidad. La joven loba observó a su princesa, soltando un corto suspiro mientras recibía una amable sonrisa de parte de la dragón.

─No estés tan tensa, Lya... ─musitó ella, haciendo que la loba intente dejar de sentirse de ese modo, pero era imposible. Especialmente cuando se trataba de su impulsivo hermano y ese enorme deseo que sentía por ser notado por la joven princesa, casi haciéndola sentir que su corazón saldría por su boca.

─Eso intento, mi princesa.

Al momento en que se indicó que podían empezar, Vaella observó a Brandon Stark y podía jurar que por unos segundos ambos compartieron una rápida mirada, porque cuando él salió disparado hacia Lancelot, la joven pensó que tal vez fue su imaginación. Ambos hicieron chocar sus lanzas contra el otro, a Brandon apenas logró desestavilizarlo pero Lancelot por poco cae sino hubiera tomado rápidamente las riendas del cabello para sostenerse mejor.

Tomando lanzas nuevas volvieron a dirigirse hacia el otro, Brandon relamió sus labios y con su fuerza, empuñó la lanza sobre el estómago del Lannister, tirándolo de su caballo sin haber sido capaz de asestar contra él. Vaella aplaudió con una sonrisa, escuchando a Lyarra suspirar aliviada, Rhaegar observó a su hermana, quién no quitaba sus ojos del Lobo Salvaje. Cuando creyó que esa sensación en su pecho no podría empeorar, Brandon Stark comenzó a acercarse hacia el balcón real, donde todas las jóvenes lo miraban con pequeñas sonrisas coquetas después de su acto en las justas.

─Mi Rey ─habló, fuerte y claro haciendo una reverencia ante él─, mi Reina ─dijo ahora, dirigiéndose hacia Rhaella. Una mujer hermosa y elegante─. Mi príncipe ─musitó ahora, con una pequeña sonrisa viéndolo, Rhaegar lo observó fijo sin ninguna emoción en su rostro, pero poco le importaba al lobo, con sus ojos puestos sobre la princesa, Lyarra supo de lo que pediría─. Princesa Vaella, me gustaría tener su favor en las justas. Si usted me da el honor.

Vaella rió, poniéndose de pie fue en busca de su corona, hecha por sus propias manos con sus flores favoritas; se acercó hacia el balón y la tiró en su dirección, Brandon Stark la tomó entre sus manos, alzando su cabeza para sonreír ante ella.

─Te deseo mucha suerte, mi Lord.

─Con vuestro favor, la tendré ─dijo él, sonriente. Realizó una reverencia y se despidió del campo, con los ojos del Rey y su hijo, clavados sobre él. Vaella regresó a su lugar, ahora, Rhaegar fue quién volvió a tomar su mano, ambos compartieron una mirada en la que los ojos tranquilos de la princesa lograron apaciguar el fuego naciente del príncipe.

─¿Te encuentras bien, mi príncipe? ─le preguntó, con esa sonrisa capaz de doblegar a cualquier persona en ese mundo. Rhaegar asintió con su cabeza.

─Lo estoy, ñuha jorrāelagon.

La princesa no pudo evitar mostrar sorpresa al oír como era llamada por su hermano en Alto Valyrio, no le molestaba que le dijera así, ni mucho menos la disgustaba, logró hacer que su corazón latiera con mucha más fuerza contra su pecho y casi la hace perder los pensamientos coherentes dentro de su cabeza. Con una pequeña sonrisa, la joven decidió que él también debía sentir esas emociones a flor de piel, justo como ella.

Iksan biare naejot rȳbagon bona, ñuha dōna dārilaros. Lodaor, kesan sagon sesīr tolī biare naejot dohaeragon ao ─el príncipe casi se ahoga. Vaella no solamente era hermosa por su forma de ser y lucir, sino por la manera tan elegante en la que hablaba Valyrio. Rhaegar debía admitir que cada vez que lo hacía, se sentía tocando el cielo con las manos, sin la necesidad de subir en lomos de un dragón, solamente necesitaba a su hermana. Mi dulce príncipe tal vez quiera oír eso mucho más seguido.

Kostilus kostā dohaeragon nyke, ñuha jorrāelagon ─musitó, haciéndola sonreír. Vaella hizo una propuesta, y él le respondía que sí podía ayudarlo. Algo que logró dejarla levemente callada mientras pensaba seriamente en lo que habían hablado en alto valyrio, por un segundo agradeció que nadie más que ellos y su familia supieran de esta lengua, de lo contrario, los rostros de sus damas de compañía no serían tan alegres mientras observaban las justas de forma amena.

Más tardar en el atardecer, las justas finalizaron y se anunció que mañana continuarían las demás actividades. Habría encuentros en combates con espadas, y parecía que su hermano deseaba participar, algo que logró hacer que Vaella se emocione, pues muy pocas veces lo había visto entrenando con Sir Arthur. Y estaba segura de que él obtendría su victoria.

Dirigiéndose hacia sus aposentos, se encontró con Lady Joanne saliendo de sus aposentos, la joven princesa y sus espadas, fruncieron el ceño con un poco de desconfianza. La observaron tan fijo los tres que la leona no pudo evitar temblar ante los tres pares de ojos viéndola de forma amenazante.

─Lamento la intromisión en vuestros aposentos, mi princesa ─la joven dijo, bajando la cabeza─. La Reina me pidió que le llevase un vestido que ella le obsequia y pide que utilice mañana.

Oh ─musitó, dejando de sentirse amenazada con su presencia en sus aposentos, y ahora, le regaló una sonrisa─. Gracias, lady Joanne.

─Con su permiso, princesa.

Con una reverencia, la joven leona se alejó de los aposentos de la princesa dando zancadas largas y apresuradas. Daemon observó a Vaella, quién asintió, dándole a entender que podía ingresar en sus aposentos para poder asegurarse de que nada extraño sucedía. Mientras ella esperaba junto a Jason Lannister, el león suspiró levemente.

─Debes ser cuidadosa ─murmuró él, Vaella frunció el ceño.

─¿Puedes decirme a qué te refieres?

─Hoy escuché una conversación entre vuestro padre y el mío ─dijo él, mirándola. Vaella frunció el ceño─. Han habido algunas rebeliones pequeñas, nada grave, entre casas pequeñas y eso ha comenzado a preocupar al Consejo.

─Está bien, son preocupaciones del Rey, ¿qué tiene...

─Han hablado de algo más ─le dijo él, mientras relamía su labio─. Sobre vuestro matrimonio con el príncipe Rhaegar ─los ojos de la joven se endurecieron y se clavaron en los verdosos del león─. Mi padre considera que el Rey debe comprometer su primogénito con alguien más en vez de usted, para asegurar la paz del Reino.

─¿Cuáles nombres se han mencionado?

─El de la Princesa Elia de Dorne ─dijo él─, y el de mi hermana, Joanne.

Vaella observó a Jason con una seriedad impropia de ella, el léon realmente comenzó a considerar que la joven dragón estaba despertando a su versión más errática y desconsiderada. Pero suspiró, mientras volteaba hacia la puerta de sus aposentos.

─Vuestro Señor Padre es inteligente ─dijo, mientras entrelazaba sus manos por detrás de su espalda─, pero no tanto como para comprender que mi padre jamás comprometerá a mi hermano con alguien que no sea conmigo. Está dictaminado por años de tradiciones... e incluso va más allá. Si vuestra hermana se convierte en una posible amenaza, contra mí persona o de aquellos que me importan, será mejor que comience a pedir clemencia a los Dioses.

Daemon regresó, soltando un suspiro mientras la observaba fijamente a la princesa, para luego haber agachado la cabeza con pesar.

─El fuego de la chimenea ha sido apagado ─musitó─, y el huevo más grande ha sido movido. Usted tenía razón en sospechar, princesa. Parece que alguien intenta tomarlos.

Vaella inhaló una gran cantidad de aire, si fuera o no Joanne Lannister, la persona que intente poner sus manos en su más preciado tesoro, su fuego lo alcanzaría.

─Pero ha dicho la verdad ─murmuró Daemon─, vuestra madre envió un vestido que está sobre tu cama. Sin embargo, no asegura que Lady Joanne no haya tenido que ver con lo del huevo.

─Por el momento, que esto quede entre nosotros ─dijo─, mantengan sus ojos puestos en ella y asegúrense de que nadie más que Lyarra ingrese en mis aposentos cuando no estoy presente. Si alguien hoza de tomar los huevos, lo dejaremos hacerlo.

─¿Por qué razón haríamos eso? ─murmuró Daemon─. ¿No es arriesgado?

Vaella ingresó en sus aposentos y observó hacia los huevos de dragón.

─Por alguna extraña razón, siento que es algo que ha de suceder ─musitó─. No estoy segura, es solamente una corazonada.

─¿Nos guiaremos por una corazonada?

─Sí ─dijo ella, sonriéndoles─. Ahora, estoy exhausta y mañana será otro día largo. Pueden retirarse y resguardar por mi bienestar del otro lado de la puerta ─les dijo, mientras comenzaba a cerrar su puerta.

─Descanse, princesa ─Jason le dijo. Daemon realizó una reverencia y ambos se quedaron inmóviles tras haber cerrado la puerta.

Vaella apoyó su espalda en la puerta unos cuantos segundos, para luego caminar hacia los huevos y observarlos con suma atención, los anhelaba cada día un poco más, y esos sentimientos dentro de ellos incrementaban con cada segundo que pasaba.

─Sé que pronto nos veremos. 

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