TENÍAS QUE SER TÚ

By NikyMoli

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PRIMERA PARTE DE LA SERIE "LOS HAMILTON" El destino estaba escrito desde que eran niños, trazaron una histori... More

TENÍAS QUE SER TÚ
LIBRO EN FÍSICO
1. DESTINO
2. LA FAMILIA HAMILTON
3. SOLO ES UN JUEGO
4. DELTA
5. LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL
6. UNA REPUTACIÓN QUE CUIDAR
7.¿PROTOCOLO?
8.SEGUNDOS
9. GRANDES CAMBIOS
10. SOLO UN BESO
12. TEARS
13. LA GRAN PELEA
14. UN NUEVO COMIENZO
15. NUESTRAS REGLAS
16. TODO PINTA BIEN
17. MOMENTO INCÓMODO
18. RESPIRA. RESPIRA
19. EL PRIMER ATARDECER
20. PROBLÈME
21. UN NOUVEAU CHANGEMENT
22. EL CHICO MALO
23. LUCHANDO
24. EL GRAN VIAJE
25. MÚNICH
26. EL GRAN ERROR
27. GRECIA
28. ¿NIEVE?
29. ΜΥΣΤΙΚΌ
30. ¿QUÉ ESTÁ MAL DOCTOR?
31. QUISTAKI HAMILTON
32. DE REGRESO A CASA
33. UNA MORTAL
34. EL ÚLTIMO ADIÓS
34. EL ÚLTIMO ADIÓS #2
35. AGAPI
36. LOUIS
The Dark Element
ABBI
EPILOGO
25 años después...
SIEMPRE TU
COMUNICADO

11. LA CASA DEL ÁRBOL

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By NikyMoli

11. LA CASA DEL ÁRBOL

William

Abrí la puerta de Abbi como todo un caballero. Estaba loco por lo que casi pasa en su puta casa del árbol. Habíamos perdido el control como nunca antes. Me rocé los brazos sintiendo que estaba perdido en ella. Quería enterrarme en su interior, sentirla, darle placer, darme placer. Quería que fuera la primera. ¡Maldición! Realmente quería que fuera la primera.

¿Por qué siempre quería que fuera la primera en todo? Definitivamente tengo problemas con esta chica.

Había sido mi primer beso, aunque nadie lo supo nunca. Era un secreto de Estado entre nosotros. Uno que no tardaría en salir a la luz. Quizá algún día se lo contara a alguna de las chicas, con ellas, el chisme era obligatorio y en menos tiempo del esperado, todos sabrían que ella era la elegida desde antes que la nombraran mi agapi. Le tendí la mano a Abigail sintiendo cómo sus dedos me rodeaban. Era hermosa y con ese vestido corto turquesa, estaba más que linda.

Sus amigos iban pegando de gritos por toda la entrada, entusiasmados. Debía admitir que la chica —como sea que se llame— era agradable y su amigo —el gay— no era tampoco tan malo. Solo le tenía un poco de fobia. Años atrás un gay me metió mano hasta el fondo. Casi siento perder mi virginidad ante eso, fue horrible. Desde entonces prefiero guardar mi distancia.

—Esto es una pasada Abbi —gritó su amiga de excitación. En un principio pensé que no era una buena idea venir. No eran de la élite y la gente que no era de élite era de un rango inferior. Me sorprendía la manera en que Abbi los trataba como si fueran las mejores personas del mundo. Fue ahí donde me di cuenta de lo mucho que quería que vinieran con nosotros. Ella estaba feliz junto a ellos y verla feliz era mi mayor satisfacción.

—Espera a ver la fuente —dije señalando el centro del jardín rodeado por calentadores que hacían que el frío pareciera un viejo cuento.

—En América hay fuentes, chico, no necesito... ¡Guau! Olvídalo, esas mierdas no existen en América. ¿Es alcohol puro?

Observando la fuente antigua llena de un líquido amarillo. Le expliqué que era margarita. Esa fuente era especial para las bebidas. Le daba un toque diferente. Al gay le pareció más interesante la barra de comida. Esta vez sí que era una pasada. Normalmente, tenían tres mesas llenas de aperitivos. Hoy eran cuatro, con sushi, caviar, escargot, coctel de camarones, bolitas de queso, jamones... y un montón de mierdas que se me antojaron de inmediato. Realmente tenía hambre.

Abbi y Mary se fueron a traer las bebidas, no me gustó la idea de quedarme con el chico, pero no tenía mucha opción. Después de preguntar por cuarta vez su nombre decidí que era bueno entablar conversación. Agarrando otra de las bolitas de queso, le pregunté por la vida de Abbi en América.

—La chica es buena —dijo con una sonrisa en la cara—. No hablaba con nadie en un principio, solo con su hermana. Luego de un tiempo, todos la adorábamos. No era como la perra de Ash que nos veía como algo inferior, era dulce y cariñosa. Tiene corazón, uno que merece ser cuidado.

—Eso sonó como una advertencia —dije metiendo otra bolita. Estas cosas estaban deliciosas.

—Es exactamente lo que es. Ya la hicieron sufrir bastante de pequeños. A la pobre le tomó años volver a confiar que valía algo en la vida. Supongo que sabes a lo que me refiero, eras el único que hablaba con ella, ¿no es así?

Claro que era el único. Me tomó minutos asimilar su confesión. ¿Por qué los gais tenían que ser tan directos? Dándole una sonrisa asentí con la cabeza. No me sentía orgulloso de cómo la traté en un pasado, estaba seguro de que mucha de su desconfianza era por mi culpa. Siempre la hice sentir mal al verla sufrir, era un golpe en el maldito estómago.

Era un enfermo por pensar que cuanto más la hicieran sufrir, entre peor la trataran los demás, más la hacía mía. Nadie más le diría cosas lindas como yo lo hacía, nadie más la haría sentir como yo. Al menos eso especulaba.

Nunca pensé que se iría a América, lejos de mí, donde mortales la ayudarían con sus problemas. Tampoco soñé nunca en que fuera mi agapi, la olvidé con el paso del tiempo. Sobre todo, cuando Ame apareció en mi vida. Recordé la conversación de ayer con Ames. Lloraba en el teléfono reclamando que me extrañaba. Reclamaba que no la había ido a buscar, ni llorado por ella. La verdad es que nunca había llorado por una mujer, no le veía el caso a hacerlo.

Soltando un suspiro viendo cómo Lui levantaba a Abbi por la cintura dándole vueltas. Mi pecho se contrajo ante el dolor de verla tan feliz con alguien más. Mordí mi labio para evitar correr a su lado y reclamarla como mía. No podía hacerle esto.

—No te gusta verla con otro, ¿verdad? —me giré para ver a Mauri hablando sin apartar la vista del show que montaban—. No sé por qué lo hace y no estoy de acuerdo con eso. No es como si... Bueno, no sé qué hace con él.

—La trata bien —dije sin apartar la vista.

—Y tú, ¿no piensas tratarla bien? ¡Mierda, chico! Se supone se casará contigo. ¿En qué diablos piensas?

Negué con la cabeza sabiendo que no quería que mi prometida estuviera colgada de mi mejor amigo. No podía siquiera pensarlo. El dolor era demasiado. Además, él la necesitaba y yo estaba dispuesto a darle un poco de tiempo. Lo merecía. Siempre estuvo cuando más lo necesité.

Vi cómo Abbi se acercaba con Mary y Lui. Los tres hablaban, reían como locos. Ya el maldito vacío se estaba formando en mi interior. Esto estaba volviéndose de lo peor. Vi cómo se presentaban con Lui y algo en todo no me cuadró en la cabeza. Lui les dio la mano con expresión de asco. Luego se giró a mi lado diciendo a mi oído.

—Esto no está bien, hermano, no puedo hacerlo.

—¿No puedes hacer qué? —sabía a lo que se refería. Pero quería que lo dijera en voz alta.

—No son como nosotros, son simples mortales. ¿Cómo has dejado que los traiga?

—Porque a diferencia de todos ustedes, yo los veo como mis iguales, ¿no crees que no me he dado cuenta de cómo nos miran todos?

Era verdad. Los ojos de todos los alpha y delta estaban en nosotros. Criticando a la alocada de Mary y al gay de Mauri. Yo había decidido dejar que hablaran lo que quisieran. Abbi estaba feliz y por primera vez no me importó lo que los idiotas pensaran.

—Lo siento Abbi, pero... —Lui intentaba explicarle que no quería ser criticado por sus amigos. Era un gran idiota, no podía siquiera hablar bien.

—Le da vergüenza —dije acercándome a Abbi para tomar su mano. No quería decepcionarla, solo tenía que saber la verdad.

—¿Qué, por qué? —sonaba preocupada.

—Te cagas en todo, Will. Mira, Abbi, no me molestan tus amigos, es solo que no es correcto traerlos aquí, todos van a hablar y sabes cómo es este...

—¿Me estás diciendo que no son bienvenidos?

Me quedé agradecido que Mauri y Mary estuvieran en la fuente emborrachándose, cantando y actuando de manera que no se ajustaban a la élite. Me gustó que fueran distintos, que fueran tan americanos. Imaginé cómo sería la vida al otro lado del charco. Ellos parecían más ajenos a lo que pasaba a su alrededor. Más relajados. Más... libres.

—Sí, eso es exactamente lo que te está diciendo —Blake se acercó a nosotros negando con la cabeza. Sabía lo que iba a venir y estaba dispuesto a frenar todo antes de que se desatara. Hoy no quería que fuera Lui el salvador, tampoco quería ser yo el que la cagara toda. Listo para atacar, esperé—. No son de nuestro nivel y creo que será mejor que se larguen de aquí.

—¿Qué? —Abbi parecía molesta. Giró su cabeza para buscar a Lui de soporte. Eso me dolió, él no iba a apoyarla. Le importaba demasiado lo que los demás dijeran.

—Te lo dije Abbi —Ash se acercó posando sus grandes ojos en los míos. Con un guiño de ojo se concentró en su hermana, otra vez—. Llamaré a papá para que venga por ti, no debiste traerlos. Mucho hacemos encajándote en la sociedad para que lo tires todo al bote, hermanita.

Vi el labio inferior de Abbi temblar. Era suficiente. Recordando las palabras del amigo gay, decidí que era hora de pagar todas las veces que no la defendí delante de esta gente. Soltando una carcajada la jalé de la cintura a mi lado. Es hora del show.

—No llames a nadie, ya me los llevo yo. Es tan gracioso que todos ustedes pasaran tiempo acostándose con mortales y ahora vengan con esto de que no están a nuestro nivel. ¿Verdad, Blake? ¿No era Carry una mortal? Recuerdo haberte visto llorar por ella. Además, Ash, no crees que deberías de tener más respeto por tu hermana. Pensé que las habían criado del mismo modo, pero se nota que a ti te cortaron con tijeras sin filo.

—No te pases —me advirtió Connor. Su deber era defenderla como el mío era defender a Abbi. Ella era mi deber.

—Tranquilos, ya nos vamos. Y solo para el récord. Ellos tienen mejor alma que ustedes, al final del día, el puto corazón es lo que vale, no el dinero, tampoco la belleza.

Vi a Abbi sonreír de oreja a oreja y supe que había valido la pena. Quizá mañana iba a tener a mi madre llamándome la atención por este relajo. Los chismes corrían como agua de mayo. Le di un beso en la cabeza antes de pasar por sus amigos en lo que salíamos de ese lugar. No quería presionar nada. Estábamos celebrando y sus amigos obviamente querían seguir. Los llevé a un bar muy bueno, uno donde ambos chicos pudieran disfrutar.

Pedimos un par de bebidas preparadas y disfrutamos de la noche. Abbi no dejaba de cantar, bailar y gritar como loca. Por primera vez, nos vi como una pareja normal, sin una élite. Donde yo la escogía entre miles de mujeres. Bailando, gritando y festejando.

Brindamos por la vida. Estaba cayendo como nunca lo había hecho. Raro e irónico. Porque nunca pensé en amar a alguien como lo había hecho por Ameli. Quizá el amor era eso. Avanzar. Y yo, estaba avanzando. Porque no me había sentido así desde hace años. La felicidad que sentía era extraña y a pesar de que me sentía culpable por dejar mal a Lui, se lo merecía.

Los tequilas se fueron acumulando. Mis piernas estaban inestables. Abbi no estaba en mejor estado que yo. Dándole un beso en la frente la metí al automóvil. Ajustando su cinturón vi cómo sus amigos seguían cantando en la parte de atrás. Al llegar a la mansión Sheperd, los dos americanos corrieron dentro. Quizá querían darnos privacidad. Abbi estaba medio dormida para este entonces.

—¿Te quedas? —preguntó acercándose a mí.

—No creo que a la señora Sheperd le guste —dije sobando su cabello.

—Vamos, la casa del árbol es una buena opción. Di que sí, quédate conmigo.

Besando sus labios salí para abrirle la puerta. Ella tomó mi mano guiándome a través del bosque que tenían en su casa. El pequeño río artificial me recordó lo que casi hacemos e hizo que mi vida se detuviera. Esto estaba mal. Lui la quería y yo estaba aquí, provocándola a dormir conmigo. Me detuve antes de entrar y Abbi abrió mucho los ojos como si no entendiera nada.

—No puedo hacerle esto a Lui, él te quiere y... Solo, no puedo. Lo siento.

—Olvida a Lui —su voz sonaba como si rogara por mi cariño, por mi comprensión—. Quédate, por favor. Quédate.

No podía decirle que no, no cuando sus ojos grises me veían de ese modo. Le di una sonrisa antes de entrar a la casa del árbol, la cual no tenía nada de árbol. Esta casa parecía un apartamento completo. Tenía incluso una minicocina. Caminamos a la cama matrimonial que estaba al fondo. Era de agua y deliciosa.

La respiración de Abbi se aceleró quitándose la chaqueta. Sabía qué era lo que quería y yo también lo quería, pero no así, no estando borrachos. La acosté en la cama besándola por todas partes. Era dulce en lugares que no creí que tuvieran sabor. Su aroma era tan excitante que mi erección estaba reaccionando. La quería dentro de ella, mi cuerpo la reclamaba, la necesitaba.

—Ahhh, Will —gritó lo más que pudo. La acaricié sintiendo el vestido ser un obstáculo. La senté bajando el zipper. La puse de pie quitándole la ropa. Solo la dejé con las pequeñas braguitas. No sabía si sería capaz de parar si se las quitaba.

Ella quitó mi chaqueta, mi camisa Polo y mis vaqueros, de modo que estábamos iguales. La temperatura en la habitación era fría como la nieve. La vi temblar un poco, antes de pensar en otra cosa, corrí a abrazarla. Acunándola en mis brazos la besé. Dejé que mi mundo se fuera a la mierda. La necesitaba a ella. A nadie más.

Abbi se tiró a la cama abriendo sus piernas para que me acomodara. Sentí vergüenza por lo que estaba a punto de sentir. Mi erección sería difícil de esconder. Estaba dura y totalmente parada. Suspiré, viendo hacia abajo. Realmente estaba apenado.

—Quiero sentirla —dijo como si leyera mis pensamientos.

—Ammm, es solo que. Bueno, me da...

No me dejó terminar. Sus manos estaban en mi espalda jalándome a su cuerpo. Juntamos piel contra piel, sintiendo sus pechos en mi tórax, realmente era increíble. Sentirla de ese modo. No tenía ni una puta idea si esto era lo que sentían todos los hombres en el momento de tocar un cuerpo desnudo, pero la piel de Abbi era un poema.

Besando su cuello bajé hasta sus pechos. Me acomodé para tomarlos en mis manos comprobando mi teoría. Cabían perfectamente. Chupé, besé y me perdí en ellos. Era una sensación nueva y yo estaba muriendo por sentirla completa. Abigail gimió, dejando claro que lo estaba disfrutando. Estaba perdido, quería tocarla.

¡Esto está mal! Si seguía, iba a perder el control. Por primera vez en mi vida quería perder el control. No era la primera vez que una mujer me excitaba, no era la primera vez que tocaba unos pechos, pero sí la primera en la que quitaba la ropa para romper ese obstáculo.

—Tenemos que parar —dije sin entender qué diablos estaba diciendo.

—No. ¿Por qué? —preguntó sentándose de inmediato—. No pares, te lo ruego. Por favor.

¡Dios mío! Abbi sabe lo que está haciendo. ¿Cómo voy a explicarle que puede que ella no lo sea, pero yo sigo siendo virgen? Tomé su cara entre mis manos y volví a besarla. Esto era hipnótico. No podía detenerme, realmente no podía parar. Sus manos bajaron a mi parte más íntima. Le detuve las manos negando con la cabeza.

—Te deseo, pequeña, más de lo que te imaginas, pero... Bueno, amm... No quiero que sea hoy. No cuando me faltan sentidos en mi cabeza.

—Lo entiendo. Tampoco quiero que mi primera vez sea borracha.

Tomó asiento y me observó. Sus mejillas estaban sonrojadas ante la excitación. Mi pequeña era virgen. ¿Cómo no me di cuenta antes? Quería admitirle que yo también lo era, pero eso aumentaría nuestras ganas de hacerlo.

—¿Puedo quedarme? —pregunté jugando con un mechón de cabello.

—No quiero que te vayas, Will. Quiero que me abraces y te quedes toda la noche.

—¿Sin ropa? —sentí cómo la sonrisa se elevaba por mi rostro. Nunca había dormido con una mujer antes. Menos desnudos en una casita que era tan fría que requería de nuestros cuerpos para mantener el calor. Abbi solo asintió con la cabeza—. Pequeña, eres una pervertida. Pero acepto que estoy tentado a calentarte. Ven, vamos a la cama.

Destapando las sábanas, nos metimos acomodándonos uno junto al otro. La tomé en mis brazos y la apreté contra mi pecho. Nuestras respiraciones seguían aceleradas. No iba a negarlo, hubiera preferido darme una ducha de agua fría para bajar mi erección, hubiera sido mucho más sencillo. Dejé de pensar en erecciones y en sexo, tenerla en mis brazos era mucho más importante que cualquier otra cosa. La besé en la frente sintiendo que esto era todo. Finalmente, volvía a ser feliz. Había caído y estaba enamorado.

Esto iba a ser un gran problema.

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