Conduzco hacia la dirección que Kristo me ha dado, son al rededor de las seis y ya esta oscureciendo.
Aparco el auto en el vecindario, bajo el vidrio del auto siendo muy discreto y veo la clase de parrilla que hay en una de las casas; tres hombres y seis mujeres a su al rededor, todos están bebiendo y al parecer ya están ebrios. Apago el auto, encendiendo un cigarrillo y jalo el martillo listo para lo que va a pasar después de bajarme del auto.
Con el cigarrillo entre mis labios camino hacia la casa, llamando la atención de las mujeres las cuales provocan que ahora también los hombres me miren de pies a cabeza. Me detengo a solo unos metros de ellos, observándolos.
—¿Estas perdido?—dice uno de bigote que lleva una cerveza en su mano. Le doy una calada a mi cigarrillo y expulso el humo esbozando una sonrisa.
—Quiero unirme a tu fiesta.—respondo tranquilo
Los hombres estallan en una carcajada y las mujeres los imitan, solo me limito a reír con ellos y las sonrisas se esfuman de inmediato.
—¿Por qué te ríes, primate?—dice otro
—Decidí unirme a su risa, primate.—le imito y encojo los hombros
Todos se miran extrañados.
—Si estas buscando problemas, los estas consiguiendo.—dice serio y sonrío
—Permiso.—digo y doy un paso hacia adelante entrando a su jardín, uno de ellos saca un arma y me apunta
Sonrío.
—No juegues a esas, entre asesinos sabemos que si vas a disparar lo haces sin amenazar.—abre los ojos como platos al escucharme decir aquello, y va a disparar pero logro tomar una puta en un rápido movimiento colocándola frente a mi y luego saco mi arma apuntándole en la cabeza
—Se muere.—amenazo
—¿QUE COÑO?—grita el de bigote
Las mujeres empiezan a gritar y el hombre aprieta la mandíbula.
—¿Quién te ha enviado?—pregunta, la mujer que tengo a mi agarre empieza a sollozar
—No suelo revelar a mis clientes.
—¡Mátenlo!—ordena el de bigote y los otros dos sacan el arma apuntando hacia a mi
—Les sugiero que bajen las armas, o tu hija sufrirá las consecuencias,¿tu eres Christian, cierto?—miro al hombre de bigote en el cual en sus ojos la ira es reflejada
Se queda en silencio.
—Bueno, Christian, tu pequeña Lilly en este momento se encuentra con un hombre y aunque detesto matar niños, a él de lo contrario le encanta.—sonrío
—Es mentira, Christian.—dice uno de la silla
El hombre me mira tenso, no sabe que hacer.
Suspiro.
—Vale, haremos esto a mi manera.—disparo a la mujer en la cabeza llenándome las manos de sangre, esta cae al suelo, las otras gritan y ellos me apuntan de nuevo jalando el martillo
—Bueno la próxima, serás tu.—apunto a otra mujer
—No.—el hombre de bigote dice y sonrío
—¿Que quieres?—pregunta desesperado
—Bueno, quiero muchas cosas como matarte.
—¡Déjame matar a este cabrón!—grita otro desde la silla
—¡Mierda no! ¡Tiene a mi hija!—grita Christian molesto
—Pero por ahora...—me quedo en silencio pensando en que quiero, hago una mueca—Sigo queriendo matarte, hagamos un trato, tu vida por la de tu hija.—sonrío
—¡Christian!—exclama el pelinegro desde la silla, una mujer se levanta y esta lista para correr cuando sin mirar le disparo y cae al piso, mas gritos
—Decisiones rápidas, vamos. Te quedan cuatro y tu hija.—digo rodando los ojos
—Bajen las armas.—ordena
—¡No!—exclama el otro
El pelinegro sin embargo le hace caso y el otro cabrón con a regañadientes también lo hace.
—Ahora si podemos negociar.—sonrío
—No tengo mucho dinero.
—Se suponía que tendrías, tantas mujeres que han matado ustedes tres, debe haber una buena paga.—hago una mueca
—¡Es mandado por Kristo!—grita el pelinegro y le disparo de inmediato, el otro toma el arma y me tiro al piso junto a la mujer evitando el disparo, disparo a la pierna de Christian y las mujeres empiezan a correr, ahora esto se ha convertido en una batalla de disparos
El pelinegro dispara pero utilizo a la mujer como protección y ahora le disparo en la pierna también, cae al suelo.
Hago lo mismo con el de bigote y me levanto, ambos hombres tratan de agarrar la pistola pero disparo a sus manos.
—Odio esa clase de asesinato, torturar mujeres debe ser algo muy enfermo, torturar hombres es algo mas normal.—tomo las pistola que el otro hombre esta apunto de agarrar y piso su mano fuertemente, gime
—Matanos de una puta vez.—Christian dice y sonrío disparando su otra pierna, grita del dolor
—No, así no es como se hace.—tomo ambas armas en caso de que alguno se la quiera tirar de listo
Tomo al hombre que lleva una franela blanca y lo coloco sobre la silla. Saco una cuerda que llevo en mi chaqueta y lo amarro y luego hago lo mismo con los otros dos mientras escucho sus maldiciones.
—Vale, que empiece la diversión.—sonrío y tomo un cuchillo acercándome al primer hombre
—Tu puta madre pagará toda esta mierda que nos harás, e irá al maldito infierno.—sonrío
—No te preocupes hombre, mi madre ya esta muerta.—y le apuñalo el cuchillo en un muslo
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Luego de dejar los cabrones en el almacén para entregárselos al día siguiente a Kristo, me lavo las manos, limpio mi chaqueta y conduzco hacia la casa de Sarkozy.
Es estúpido pero quiero cabrearlo con su hija y además no quiero volver a casa para ver el dolor de culo de todos mis últimos días.
Aparco el auto en la gran mansión, hay miles de personas al rededor. Un hombre se acerca para tomar mis llaves pero me niego.
—No es necesario.—digo serio y el solo se aleja
Empiezo a caminar hacia la entrada encendiendo un cigarrillo, le doy una calada y entro, llamando la atención de todos.
Expulso el humo y trato de visualizar a Sarkozy mientras camino por la mansión en donde se encuentran un montón de adolescentes, pero no unos normales ebrios, al contrario, unos que solo están conversando con champán en sus manos.
Hago una mueca de disgusto y tomo una copa de champán de una bandeja de un mesonero, sigo caminando hasta que por fin encuentro a Sarkozy.
Tomo mi champán de un solo sorbo y la vuelvo a dejar en alguna otra bandeja.
Sarkozy esta rodeado de cinco hombres, dos guardaespaldas y tres invitados.
Me acerco a ellos y carraspeo llamando la atención de Sarkozy quien se voltea de inmediato, arquea sus cejas mirándome sorprendido.
—Grant Segal, has venido.—esboza una sonrisa, los hombres van a actuar pero Sarkozy los calma con un movimiento de mano—Esta bien muchachos, esta invitado.—dice mientras yo solo me limito a encoger los hombros
—Señores, me disculpan.—le dice a los otros, ellos asienten y Sarkozy se aparta junto a mi y los guardaespaldas
—¿Que te hizo cambiar de opinión?
—Me gusta cabrearte,¿donde esta tu hija?—pregunto curioso dándole una calada a mi cigarrillo
—Debe estar divirtiéndose con sus amigos, la conocerás, créeme que esta mas que emocionada. ¿Deseas algo de tomar
Algo me huele a mierda caída del cielo.
—No, por cierto,¿qué clase de fiesta es esta? ¿Donde están los adolescentes desnudándose y tirandose de las escaleras?—hago una mueca, Sarkozy sonríe de nuevo
—Así es como celebramos nosotros, Segal.
—Así es como celebras tu.—le miro serio—Tu hija Sarkozy, no tengo todo el tiempo.
—Vale, acompáñame.—le sigo tirando el cigarrillo sobre la lujosa cerámica
—Ivonne.—grita Sarkozy
La chica pelirroja voltea y empieza a caminar hacia nosotros. Sin duda es una niña, sus ojos son verdes y su cabello es liso hasta los hombros, lleva un vestido blanco corto pero le tapa mas de lo necesario y la verdad la pobre niña, parece un pollo dentro de ese vestido.
—¿Por qué carajo la vistes como un pollo?—le pregunto a Sarkozy mientras ella camina a nosotros, me fulmina con la mirada
—Padre.—dice educadamente, ya están dando nauseas de solo escucharla
—Te lo he traído.—Sarkozy me señala
—Señor Segal, un gusto conocerlo.—me extiende la mano
—Grant.—digo y luego la tomo de la cintura acercándola a mi y depositando un beso en su mejilla—Igualmente, preciosa.—veo como Sarkozy se cabrea
Ella se ruboriza.
—Tus manos, Segal.—reprocha
Quito mi mano de su cintura y le guiño el ojo.
—Mu.muchas gracias por venir—dice nerviosa
Esbozo una sonrisa.
—Grant y yo tenemos cosas por hablar.—le mira Sarkozy
—Pero se suponía que iba a pasar la noche junto a mi.—dice ella poniendo mala cara, ambos abrimos los ojos muy grande y sonrío
—¡Ivonne!—exclama él molesto
—¿Qué?—cuestiona con inocencia
—¿Cuantos años tienes?—le pregunto divertido
—Estoy cumpliendo diecisiete.—dice con cierto orgullo
Asiento y suspiro.
—Vale Sarkozy, creo que he cumplido aquí, me largo. Señorita.—ladeo mi cabeza en un movimiento "cordial" y me doy a vuelta para irme
—No te puedes ir Segal.—dice Sarkozy serio y frunzo el ceño
—¿Por?
—Por esto, ¡ahora muchachos!—grita y frunzo el ceño aún mas confundido, aparecen al rededor de quince hombres vestidos de negro al rededor y sólo corro hacia la hija de Sarkozy tomándola, grita
—Sabía que esto era una completa lluvia de mierda y sin embargo vine.—digo esbozando una sonrisa irónica
Los hombres me rodean y la mandíbula de Sarkozy se tensa.
—No la matarás.—dice
—¿Seguro de eso?—saco el arma de mi cinturilla y apunto a su cabeza halando el martillo, la zorra solloza
—Vas a ser arrestado por secuestro.—dice alzando las cejas
—Prefiero ser arrestado por el asesinato que cometeré ahora mismo si no me dejas ir.
—¡AGARRENLO JODER!—grita molesto y cuando los hombres se acercan corro junto a su hija, ellos disparan pero no me logran alcanzar y ahora yo disparo hacia ellos
—Una salida.—le digo, me señala unas escaleras
—Puedes saltar por el balcón, no es muy alto.—dice y la suelto
Los hombres me persiguen y le disparo a dos, subo rápidamente por las escaleras y luego encuentro una habitación me meto en ella, y veo las ventanas que muestran al balcón, los hombres abren la puerta y yo solo salto al exterior.
Siguen disparando pero no me preocupo, corro hacia el maldito auto y lo enciendo saliendo a toda velocidad del lugar.
Al estar ya alejado y luego de haberme asegurado de que no tengo a nadie detrás me detengo en medio de una calle.
Enciendo un cigarro dandole una desesperada calada y le pego al volante fuertemente con mis manos echas unos puños.
—¡MALDITA SEA!—mascullo
Termino de fumar mi cigarro y arranco.
Luego de unos minutos llego al departamento y me bajo echo una furia, entro por el segundo piso, directamente a la sala.
Beth
Son alrededor de las once de la noche y estoy cómodamente sentada en el sofá de la sala hasta que un repentino ruido interrumpe mi tranquilidad.
Segal entra a la sala por una puerta negra de las que se encuentran en la pared junto a la escalera,¿qué clase de magia es esta?
Al parecer esta hecho una furia, no me mira, camina directamente a la cocina.
Me levanto y le sigo.
—Segal.—digo, no voltea, solo tira las llaves sobre el mesón fuertemente y luego se saca la chaqueta repitiendo el mismo movimiento
—Joder.—masculla golpeando uno de los gavetines de la cocina
—¡Segal!—exclamo pero el solo se da la vuelta una vez más saliendo de la cocina, empieza a caminar hacia las escaleras
—¡Hey! ¿qué te pasó?—le digo mas fuerte para llamar su atención
—¡Métete en tus putos asuntos, maldita sea!—grita mirándome con cierto desprecio
—¡Cálmate!—grito
—¡No eres más que una puta para estar diciéndome que cojones debo hacer, cállate de una vez por todas!—grita una vez mas y sube por las escaleras
Resoplo y le sigo.