Querido jefe Narciso

De SuperbScorpio

2.3M 137K 32K

*Historia ganadora de los WOWAwards 2017* -¿Has infringido alguna norma desde que trabajas aquí? - preguntó é... Mai multe

Prólogo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Capítulo treinta y nueve
Capítulo cuarenta
Capítulo cuarenta y uno
Capítulo cuarenta y dos
Capítulo cuarenta y tres
Capítulo cuarenta y cuatro
Capítulo cuarenta y cinco
Capítulo cuarenta y seis
Capítulo cuarenta y siete
Capítulo cuarenta y ocho
Capítulo cuarenta y nueve
Capítulo cincuenta
Capítulo cincuenta y uno
Capítulo cincuenta y dos
Capítulo cincuenta y tres
Capítulo cincuenta y cuatro
Capítulo cincuenta y cinco
Capítulo cincuenta y siete
Capítulo cincuenta y ocho
Capítulo cincuenta y nueve
Capítulo sesenta
Capítulo sesenta y uno
Capítulo sesenta y dos
Capítulo sesenta y tres
Capítulo sesenta y cuatro
Capítulo sesenta y cinco
Capítulo sesenta y seis
Capítulo sesenta y siete
Capítulo sesenta y ocho
Capítulo sesenta y nueve
Capítulo setenta
Capítulo setenta y uno
Capítulo setenta y dos
Capítulo setenta y tres
Capítulo setenta y cuatro
Capítulo setenta y cinco
Capítulo setenta y seis
Capítulo setenta y siete
Capítulo setenta y ocho
Capítulo setenta y nueve
Capítulo ochenta
Capítulo ochenta y uno
Capítulo ochenta y dos
Capítulo ochenta y tres
Capítulo ochenta y cuatro
Capítulo ochenta y cinco
Capítulo ochenta y seis
Capítulo ochenta y siete
Capítulo ochenta y ocho
Capítulo ochenta y nueve
Capítulo noventa
Capítulo noventa y uno
Capítulo noventa y dos
Capítulo noventa y tres
Capítulo noventa y cuatro
Capítulo noventa y cinco
Capítulo noventa y seis
Capítulo noventa y siete
Epílogo
Tu Querida Agathe y QJN+18

Capítulo cincuenta y seis

21.7K 1.3K 233
De SuperbScorpio

Cuarente-Narciso día 24

—Como a alguien se le ocurra tocar esta belleza en toda la noche, juro que lo llevo a la tumba —gruñó Jon, con un alfiler entre mis dientes.

Sonreí a la vez que ajustaba el escote de mi precioso vestido, permitiendo que mi compañero lo anudase a mi espalda con sus hábiles y rápidos dedos.

Pasé una mano por la tela de seda, disfrutando del suave e ideal tacto del tejido, cerrando los ojos para no pensar en nada más.

—No creo que nadie vaya a acercarse a mí para tocar un vestido, Jon —reí, sin dejar de sostener la parte superior de mi traje.

—Nunca se sabe —murmuró, sacándose el alfiler de entre los dientes para ayudarse con él a realizar un lazo con el cordón sobrante de mi espalda.

Me miré al espejo, asombrada por lo increíblemente espectacular que estaba en aquel instante.

Pocas veces me había sentido tan bella y poderosa, como si nada ni nadie pudiera abatirme si aquel bello vestido de corte sirena y escote en forma de corazón me protegiera del cruel mundo exterior.

Mi pecho se veía realzado por el efecto del corpiño y, a cada tirón que Jon daba a los lazos que había en mi espalda, subía más y más, como si de una de las doncellas de la fiel corte de María Antonieta se hubiera apoderado de mí.

El Selecto, cuando hubo terminado, se irguió detrás de mí, demostrando que me sacaba más de una cabeza, prácticamente igual que lo hacía Narcisse, aunque Jon era mucho más delgado que él.

Me ayudó a quitarme la toalla que envolvía mi cabello ondulado —sujeto durante aquel tiempo por los percances que podrían haber ocurrido en el momento de anudar mi corpiño— y me sorprendió al acariciar los mechones que había sobre mi rostro sin siquiera mirarme a través del espejo, para llevarlos detrás de mis orejas, despejando el rostro y mi pálido escote de los falsos rizos castaños.

—Creo que deberías de ponerte algo en la cara —dijo, haciendo contacto visual por primera vez desde el reflejo—. No sé, para taparte un poco.

Levanté una ceja, desafiante, esperando a que especificara, pues estaba serio y su expresión era prácticamente indescifrable.

—¿Una bolsa? —reí, tan solo por hacerle cambiar de gesto.

Él dio un paso atrás para observar su perfecto trabajo, antes de negar con la cabeza.

—Maquillaje. Lo necesitas —dijo con soberbia, señalando mi rostro.

Las ojeras violáceas no eran la perfecta combinación para la elegancia de mi vestido, pero, al menos, el universo se había portado bien conmigo y no me había provocado ningún brote de acné, algo demasiado típico en mi asquerosa piel.

Me mordí el labio, fijándome en el pequeño grano que tenía en la frente.

—Creo que lo necesitas tú más que yo.

Él se pasó una mano por el oscuro, sedoso y brillante cabello que sus genes asiáticos le habían regalado, aprovechando así para ocultar la pequeña imperfección y que no tuviera nada que recriminarle.

—Yo ya soy perfecto.

Sonreí a la vez que él lo hacía. De alguna forma, me sentía ligeramente atraída por la idea de tener un amigo en el trabajo. Sabía que él había sido el culpable en parte de mi estrés en el último mes gracias al cambiazo que le hizo a sus corbatas, pero no era un mal chico. Parecía sincero y sin malas intenciones y, por mucho que me había empeñado en mantenerlo lejos, sentía que podía considerarlo algo más que mi mero compañero de taller.

—Creo que Michele estaría de acuerdo con esa afirmación —dije, apartándome del espejo para encararle—. ¿Has visto cómo te observa? Parece que eres un diamante y él es Marilyn Monroe.

Jon arrugó la nariz tras mi referencia.

—Pues lo lleva claro —bufó—. Me halaga ser lo suficientemente guapo para atraer a un Selecto, pero... No, definitivamente no me gustan los chicos.

Alcé las cejas. Nunca me había parado a pensar en la sexualidad de Jonhyuck en ningún momento, aunque tampoco sabía demasiadas cosas sobre él.

—¿Y las ardillas?

—¿Me estás tratando de zoofílico? —gruñó, abriendo los ojos de par en par, dando un paso atrás, haciéndose el ofendido.

Me reí, negando con la cabeza, sentándome en el sofá en el que había mi estuche de maquillaje y no tardé demasiado en encontrar el corrector que podría ayudarme a ocultar mis ojeras, que más bien parecían las consecuencias de una pelea callejera.

—Tengo una ardilla en la terraza y creo que necesita cariño —aclaré.

A Jon le faltó tiempo para salir corriendo hacia mi dormitorio, como si ya supiera el camino.

Yo seguí extendiéndome con lentitud el corrector antes de peinar mis pestañas con mi única máscara la cual debía de reemplazar y, para cuando el Selecto volvió con Lady S entre los brazos, yo ya había teñido mis labios del rojo más intenso de mi colección, a juego con aquel espectacular vestido.

Me levanté para observarme al espejo de pie de nuevo, admirando cómo alguien tan sencillo como siempre me había considerado, podía acabar vistiendo algo tan hermoso como aquel vestido.

—Vaya —pronunció Jon, abrazado a mi ardilla, quien, incómoda por el agarre del desconocido, se revolvía entre sus brazos.

Sonreí tímidamente, sin poder dejar de observarme. Si sentirse guapa era un pecado, iba a ir al infierno de cabeza.

Anduve hasta Jon, cuya mirada, aunque pretendía mantenerse fija en mi rostro, había caído en repetidas ocasiones en el escote en forma de corazón de mi vestido, y alargué los brazos para que me devolviera a mi ardilla, algo que, sin dudar, habría hecho, de no ser porque, para mi infinita desgracia, el estruendoso sonido del timbre provocó que ella saltara hacia el suelo, empezando a corretear por mi salón con libertad, sin darme tiempo a alcanzarla.

El timbre volvió a sonar, pero yo acababa de lanzarme al suelo al intentar agarrar a Lady S y la puerta era el último de mis problemas.

Jon me esquivó cuando, a rastras, llegué hasta el sofá, bajo en que se había escondido mi amiga pelirroja, quien parecía odiarme en aquel instante por obligarme a arrodillarme sobre aquel hermoso vestido para poder recogerla.

El timbre sonó unas cinco veces más, aunque yo no me di cuenta, ni siquiera cuando Jon me pidió si debía abrir.

Al darme cuenta de que Lady S no estaba bajo el sofá, solté un pequeño grito de frustración y pegué un golpe al suelo a la vez que me sentaba en él, intentando calmarme. No todo podía ser tan perfecto.

—¿Qué puedo hacer? —preguntó Jon, a una distancia prudencial, esperando órdenes como un soldado.

—Yo... Puedes irte. Arreglaré esto sola. Gracias por el vestido, es perfecto —murmuré, intentando sonreírle, aunque estaba evidentemente cabreada en aquel instante.

Él asintió con la cabeza, casi haciendo una reverencia y, cuando se acercó a la puerta, ni siquiera hizo falta que rozara el pomo para que ésta se abriera, casi por arte de magia.

—¡Vecina! —grité, alarmada, sin entender qué estaba haciendo aquella señora allanando mi casa de nuevo.

Ella asomó la cabeza, abrazando su bata de felpa rosa, analizando el estado de mi apartamento, a mí tirada en el suelo y a Jon, a quien se comió con los ojos durante varios segundos.

—Pues sí que está en casa, machote. Toda tuya —dijo ella, dándose la vuelta tras darle dos palmadas en el pecho a quienquiera que fuera el que estuviera detrás de ella.

Jonhyuck dio un paso atrás por la impresión al ver de quién se trataba, ocultándome a mí la identidad de mi acosador, aunque no necesitaba verle para saber de quién se trataba.

Vi cómo apartaba a Jon de un empujón, con la impasibilidad absoluta reflejada en el rostro, acomodándose mi corbata roja bajo en cuello de su camisa, tan digno como tan solo él podía serlo.

—Bueno, yo ahora sí que me voy —anunció el Selecto, aunque estaba claro que nadie le iba a hacer caso ahora que nuestro jefe estaba allí.

Narcisse siguió con la mirada cómo el coreano escapaba de mi casa y, antes de sacar conclusiones precipitadas, se peinó la maraña de tirabuzones engominados de tal forma que casi se despeinó por completo.

—Solo son las siete —le recordé.

Él me miró con indiferencia, desde arriba, observando cómo yacía en el suelo como una desgraciada.

—Bonito vestido —anunció, tendiéndome una mano con firmeza.

—Bonita corbata —dije yo, a la vez que aceptaba su ayuda para ponerme en pie de nuevo, evitando pisar la vaporosa cola de mi vestido de seda.

Me soltó, aunque tan solo lo hizo para a acariciar el complemento con orgullo.

—Valió la pena que te clavaras la aguja ese mismo día, sino sería tan solo un basto intento de conquistarme. Ahora, para mí, es mucho más que un recuerdo —dijo, muy seguro de sí mismo, como si lo hubiera estado ensayando.

Precisamente, la forma en la que le entregué el accesorio fue uno de los peores momentos de mi vida, así que, su bonito recuerdo era, para mí, una maldita desgracia.

De pronto y sin previo aviso, pegó un salto hacia atrás, frunciendo el ceño al instante.

—¿Qué pasa? —pregunté.

—¡Maldito perro del demonio! —gritó, levantando un pue para sacudirlo después, aunque sin evitar que Lady S siguiera mordiéndole el tobillo.

Más sorprendida que asustada, me quedé inmóvil durante varios segundos, preguntándome por qué había salido mi ardilla de su escondrijo específicamente para atacar a mi jefe.

Me agaché para recoger a Lady S, mientras Narcisse seguía pegándole patadas al aire, casi hiriéndome a mí.

La ardilla clavó sus inofensivas uñas a mi vestido, feliz por estar en brazos conocidos de una vez, y yo levanté la cabeza para ver la reacción horrorizada de mi jefe.

—Pon a ese animal salvaje en libertad de una vez —murmuró, comprobando que mi ardilla no le había hecho más que un rasguño en el tobillo.

Hice rodar mis ojos a la vez que me daba la vuelta para dirigirme hacia mi habitación a devolver a mi ardilla a su jaula.

Él se quedó allí, victimizándose por el ataque, aunque no sin intentar hacer nada más.

—¿Dónde está la carta de tu madre? —preguntó, curioso, cuando hubo bajado la pernera de su pantalón.

—¡No quiero que toques mis cosas! —grité, entrando en mi habitación.

—¡Pero yo quiero terminar de leerla!

Ni siquiera me digné a responderle. ¿Qué le intrigaba tanto en esa hoja de papel para querer saberlo? Ni siquiera yo tenía inquietud por descubrir los pensamientos de mi madre, los cuales, por supuesto, no podían ser buenos.

Salí a la terraza y me agaché ligeramente para poder dejar a Lady S en su jaula, intentando evitar que mi vestido no rozara demasiado el suelo.

De pronto y como si lo hubiera sabido,  un chirrido de óxido me anunció que mi vecino acababa de subir la persiana de su habitación y que, probablemente, ya se encontraba en la terraza.

Sus ojos azules atravesaron los mis en cuestión de segundos, nada más darse cuenta de que yo estaba allí también.

—Oh, Dios —suspiró, mirándome de arriba abajo, aunque las flores que decoraban mi balcón debían ocultar la parte inferior de mi vestido.

Sonreí, cohibida.

Él llevaba puesto un traje azul marino que brillaba con los últimos rayos del sol y una pajarita anudada al cuello del mismo color. Me estaba mirando con la cabeza ladeada, tal vez pensativo, provocando que los mechones que caían sobre su frente se deslizaran hacia aquel lado.

—Bastien —articulé a modo de saludo, aunque dudé un par de segundos en si lo habría dicho en voz alta.

—Eres... Estás preciosa —murmuró, algo ensimismado.

Sonrió, tímido, antes de erguirse de nuevo, colocando su cabello en su sitio.

—Gracias.

Lady S empezó a arañar el suelo de su jaula, interrumpiendo el ambiente casi sepulcral que se había formado entre mi vecino y yo, para nada incómodo.

Fue entonces cuando recordé que Narcisse Laboureche seguía en mi salón, probablemente curioseando entre mis pertenencias.

Me di la vuelta para volver a entrar en mi casa pero la voz de mi vecino me detuvo.

—Oí que quería besarte.

Abrí mucho los ojos, sorprendida. No me lo podía creer.

—¿Qué? —pregunté, tragando saliva y volviendo a girarme hacia él.

Bastien asintió y, acto seguido, se apoyó sobre su barandilla negra, mirándome con tristeza.

—Estaba detrás de la puerta cuando dijo que César quería que os besarais en público —murmuró de tal forma, que casi parecía darle completamente igual.

Negué con la cabeza.

—Pues también oíste que yo le dije que no iba a hacerlo. Mi primer beso no debería de ser falso y para una portada para la prensa rosa —aseguré, atragantándome con mis propias palabras.

Apreté los labios, segura de lo que acababa de decir.

—¿Nunca te han besado? —preguntó él, sorprendido, agarrando la barandilla con ambas manos.

Tragué saliva, negando con la cabeza, a la vez que él arqueaba una ceja.

—No me lo creo.

Sonrió. Y juro que, en ese momento, quería morirme siendo aquello lo último que vería en mi vida, porque era sencillamente perfecto.

—Deberías.

Él ladeó su sonrisa, esta vez con sorna. No entendí sus intenciones, pero, de igual modo, me sonrojé. Él siempre lo conseguía.

Me di la vuelta, indispuesta a continuar con aquella conversación.

—Deberías comentárselo a tu príncipe azul —soltó.

—No tiene por qué saberlo. No va a ocurrir, por mucho que su padre insista —insistí.

Abrí la puerta corredera de nuevo, adentrándome en mi cálido hogar, volviendo a la realidad.

—César no es quien quiere que os beséis, Aggie, aunque todavía no te hayas dado cuenta. Y, sea de la forma que sea, Narcisse Laboureche siempre consigue lo que quiere —afirmó mi vecino con firmeza, antes de pegar un fuerte golpe a la barandilla y desaparecer de su pequeño balcón, sin siquiera intentar despedirse, algo más afectado de lo que yo jamás habría creído que estaría.

* * *

Annyeonghaseyo!

¿HOLA? ¿BOMBEROS? VENID A MI NOVELA QUE ESTO ESTÁ QUE ARDE JUJUJU

Lo de Singularity en multimedia es porque dice que no puede dormir y como yo tampoco, ahí la referencia xd

Si notáis cortes extraños en el capítulo es debido a que fue escrito (y lo apunté en 2018) en: 1. Mi cama, de madrugada porque no podía dormir, 2. En el área de descanso que había en mi trabajo, 3. En la universidad nada más salir del examen de Financial Operations, 4. En el autobús de vuelta a casa, 5. En medio de la calle mientras me zampaba un bocadillo de jamón ibérico y 6. En el concierto de piano de mi hermana, porque me estaba aburriendo.

Ella, productiva, trabajadora, madrugadora y mala hermana, todo en uno JAJAJA

Bueno, bueno, bueno, que ahora Bast sabe que Aggie es más pura que una gota de rocío, ella Jon que no es zoofílico y todos nosotros que Narcisse Laboureche está más que dispuesto a ser portada de la Vogue edición verano 2018 morreando a su empleada.

I swear que el beso está cerca, así que no hace falta que reciba más comentarios del tipo "QUE SE BESEN YA, NO PUEDO CON EL ANSIA VIVA, NECESITO PORNOGRAFÍA BUCAL" (dramatización modo Meri, o sea, SuperbScorpio, o sea, yo), porque eso no ayuda a que ocurra antes. A ver, es que he tardado 56 capítulos en que se lleve bien con Jon y ya queréis que le meta la lengua, un respect. *bromis*

#TeamJaggs

AY VAYA SPOILER ACABO DE HACEEEER. Ella, que lo dice como si no pudiera borrarlo xdd Pa' algo lo dejo, no drama, sí salir al balcón a aplaudir, ahora vuelvo.

Vale, ya he vuelto. Tengo hambre.

#CompradmeUnaPizzaEntreTodos

Corazón lila si habéis leído hasta aquí 💜

Annyeong!

Continuă lectura

O să-ți placă și

12.9K 669 17
sasuke uchiha un sugar baby y un doncel de 16 años en una de sus salidas con uno de sus sugar daddys conoce a naruto namikase uzumaki este queda tota...
1.2K 278 47
Y es que... A fin de cuentas, el pasado hay que soltarlo, hay que cerrar la herida y volver a ser tú mismo, sanando aquello que un día te destruyó pa...
140K 6.9K 28
Cuando Allison, una decoradora de interiores y Chris, un abogado, se encuentran esa noche en el bar jamás habrían pensado que terminarían unidos de p...
1.1M 70.5K 37
Una vez escuché que todo lo que está destinado a ser, será. También escuche que no existe el destino, que es solo una mentira creada en nuestras ment...