Querido jefe Narciso

By SuperbScorpio

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*Historia ganadora de los WOWAwards 2017* -¿Has infringido alguna norma desde que trabajas aquí? - preguntó é... More

Prólogo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Capítulo treinta y nueve
Capítulo cuarenta
Capítulo cuarenta y uno
Capítulo cuarenta y dos
Capítulo cuarenta y tres
Capítulo cuarenta y cuatro
Capítulo cuarenta y cinco
Capítulo cuarenta y seis
Capítulo cuarenta y siete
Capítulo cuarenta y ocho
Capítulo cuarenta y nueve
Capítulo cincuenta
Capítulo cincuenta y uno
Capítulo cincuenta y dos
Capítulo cincuenta y tres
Capítulo cincuenta y cuatro
Capítulo cincuenta y seis
Capítulo cincuenta y siete
Capítulo cincuenta y ocho
Capítulo cincuenta y nueve
Capítulo sesenta
Capítulo sesenta y uno
Capítulo sesenta y dos
Capítulo sesenta y tres
Capítulo sesenta y cuatro
Capítulo sesenta y cinco
Capítulo sesenta y seis
Capítulo sesenta y siete
Capítulo sesenta y ocho
Capítulo sesenta y nueve
Capítulo setenta
Capítulo setenta y uno
Capítulo setenta y dos
Capítulo setenta y tres
Capítulo setenta y cuatro
Capítulo setenta y cinco
Capítulo setenta y seis
Capítulo setenta y siete
Capítulo setenta y ocho
Capítulo setenta y nueve
Capítulo ochenta
Capítulo ochenta y uno
Capítulo ochenta y dos
Capítulo ochenta y tres
Capítulo ochenta y cuatro
Capítulo ochenta y cinco
Capítulo ochenta y seis
Capítulo ochenta y siete
Capítulo ochenta y ocho
Capítulo ochenta y nueve
Capítulo noventa
Capítulo noventa y uno
Capítulo noventa y dos
Capítulo noventa y tres
Capítulo noventa y cuatro
Capítulo noventa y cinco
Capítulo noventa y seis
Capítulo noventa y siete
Epílogo
Tu Querida Agathe y QJN+18

Capítulo cincuenta y cinco

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By SuperbScorpio

Cuarente-Narciso día 23

—No tengo nada que aclarar. Es mi pareja y punto —le dijo Narcisse.

Bastien apretó los puños hasta que sus nudillos se volvieron blancos y, acto seguido, soltó las manos a la vez que emitía un sonoro suspiro.

Yo estaba allí, sentada en el despacho de mi jefe, con las piernas cruzadas y la mirada perdida entre los dos, que no sabían cómo mantenerse serenos.

De haber sabido que había sido mi vecino el que se había presentado en el despacho y que sus intenciones eran pedirle a Narcisse que se buscara a otra pareja para la gala, no habría subido y habría seguido trabajado en el taller junto a Jon y a Michele en mi vestido rojo carmesí, diseñado a mi medida específicamente para la gala de aquel viernes.

—Te he dicho que no. Ya le dije a Guste que iría con ella y está a un clic de anunciarle a la prensa que Aggie es mi pareja y no la tuya —gruñó Bastien, señalándome.

Yo estaba roja de la vergüenza, evitando mirar a ninguno de los dos a los ojos, sin comprender cómo había terminado en la pelea entre los dos hombres más guapos que había visto en mi vida por mi mera compañía, como si realmente fuera alguien importante.

—¿Y si yo no quiero ir con ninguno de los dos? —pregunté, tras carraspear, apoyando mis manos en el sofá.

Ambos se giraron hacia mí, sorprendidos. Yo me levanté, alisando con mis manos la pequeña falda que cubría mis muslos, dispuesta a irme de allí y no saber nada más del tema.

Narcisse se echó a reír, mirándome como si yo no tuviera ningún tipo de opinión en aquella discusión que, precisamente, me afectaba directamente a mí.

—Tú vas a venir conmigo. Graham Gallagher va a realizar el mejor reportaje de su vida al vernos entrar en la gala juntos, como la pareja de moda.

Bastien pegó un puñetazo involuntario a la mesa. Se debió de hacer daño, pues, acto seguido, se miró la mano con el ceño fruncido.

—Yo soy una Selecta, no un complemento para una gala benéfica —argumenté, intentando que el golpe de mi vecino no se dirigiera a mi jefe tras mi respuesta.

Bastien me miró de reojo, aunque sin dejar de encarar a Narcisse, en completo silencio. Si no hubiera decidido aparecer por allí reclamándome, nada de aquello habría ocurrido.

Estaba claro que había sido mi error al aceptar salir con Narcisse en público, aunque también había sido culpa de Graham al publicar aquella foto en la que mi jefe me ofrecía uno de sus preciados claveles en el Marché aux fleurs, sobre aquel corto y estúpido párrafo anunciando nuestra futura aparición en público en la gala de Auguste Dumont.

Desde luego, aquella no había sido la forma en la que Bastien debería de haberse enterado de que mi jefe tenía sus propias ideas sobre mis planes del viernes.

—Como representación de la clase media, como dijo mi padre, eres igual de beneficiosa para nuestra empresa que esa maldita gala para el mundo —intervino Narcisse.

Bastien frunció el ceño.

—Yo la trato como a un ser humano, no como una clase social —dijo.

Apreté los labios, sin saber qué más añadir. Quería irme de allí lo antes posible, no estaba dispuesta a seguir manteniéndome firme si lo único que estaba haciendo era temblar.

Bastien se pasó una mano por el pelo castaño y luego me miró fijamente, como si así pudiera hacerme cambiar de opinión.

Era increíble lo sencillo que era perderse en sus ojos azules, casi grises, tan expresivos que no necesitaban palabras que acompañaran su deseo de que le eligiera a él, quien me lo había propuesto desde un principio.

Narcisse carraspeó, provocando que mi mirada se desviara hacia él. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y una ceja arqueada, aburrido, esperando a que alguien le prestara atención.

—Louis, vete de mi despacho —dictó con la voz ronca.

Mi vecino negó con la cabeza, poco dispuesto a aceptar órdenes de Narcisse Laboureche, quien solía hacer com todos lo que le daba la gana.

—Ya me voy yo —anuncié, avanzando hacia la puerta.

En dos pasos agigantados, mi jefe se interpuso en mi camino, con el ceño fruncido, disconforme con mi decisión.

—Tengo que hablar con usted antes, señorita Tailler —susurró, clavando sus ojos castaños en mí.

—Aggie, por favor —interrumpió mi vecino, a quien ni siquiera podía ver detrás de los anchos hombros de Narcisse.

¿Qué se suponía que tenía que hacer? La revista de moda más leída del estado había dicho que iba a ir del brazo de Narcisse y sería terrible para la imagen de la empresa para la que trabajara que, después de aquella afirmación, acabara llegando a la gala pegada a Bastien, por muy tentadora que fuera su propuesta.

Me moví ligeramente para poder observar a Bastien, sintiendo cómo se formaba un nudo en mi estómago, como si alguien lo estuviera sosteniendo y no quisiera dejarme respirar.

—Dile que se marche —murmuró Narcisse, con su persuasiva voz grave.

Negué con la cabeza, sintiendo que aquella situación me sobrepasaba. ¿En qué momento había acabado allí, entre los dos hombres más guapos de París, debatiendo sobre a cuál echar?

Bastien tenía las cejas levantadas y la mirada firme puesta en mí. No parecía sentirse amenazado por quien tenía al frente y parecía realmente confiado en que no iba a pedirle que se marchara.

Sin embargo, algo en mí me decía que aquello no estaba bien. Por muy rápido que me latiera el corazón al estar cerca de mi vecino, con quien mantenía una falsa y obligada relación gracias a César Laboureche era con mi jefe y, de alguna forma, eso amenazaba a mi vida profesional tanto como a la personal. Tanto él como su hijo tenían el poder de destruirme si me unía a la competencia y había tardado veintidós años de mi vida en ser una Selecta, así que no iba a lanzarlo así, por la borda, por ir a una gala con un hombre guapo.

—Lo siento —murmuré.

Quise empujar a Narcisse antes de intentar salir del despacho, pero él, atento a mis movimientos, me cogió ambas manos para evitar que huyera.

No me soltó ni un solo segundo hasta que Bastien, con la mirada perdida en el suelo y un gesto de abatimiento marcado en el rostro, salió de allí, pegando un portazo detrás de él.

Lo único que quería hacer era detenerle, decirle que yo no quería ir con Narcisse a ninguna parte y que no podía dejarme allí, a solas con él. Pero no lo hice. Y me quedé allí, con las manos de mi jefe sujetando las mías con firmeza aunque no con fuerza y con las mejillas ardientes por la impotencia de no saber cómo encararle.

—¿Pero quién te crees que eres? —grité, consiguiendo deshacerme de sus manos de una vez por todas.

Levanté la barbilla para sostenerle la mirada, aunque mis ojos estuvieran húmedos de repente, sin obedecer las órdenes de mi cerebro de permanecer firme.

Él, relajado, tan solo intentó ocultar una sonrisa de satisfacción que, sin poder evitarlo, se había formado en su simétrico rostro pecoso.

Quería pegarle un puñetazo a alguno de sus pómulos esculpidos por los mismísimos ángeles, aunque no lo hice.

—Soy Narcisse Laboureche —respondió con obviedad.

Apreté los labios. Era increíble.

—Me voy —dije, y él me volvió a tomar del brazo.

—Te he dicho que quiero hablar contigo —insistió, en un tono severo.

Fruncí el ceño a la vez que bufaba sonoramente, dejándole claro lo mucho que me aburría su actitud.

Él me soltó, tan solo para ir a por su botella de whisky y servirse un vaso. Se lo bebió todo en un solo trago para, acto seguido, servirse un poco más.

—¿Qué pasa? —pregunté, sin ningún interés, ansiosa por volver al taller y evitar pensar en lo que había ocurrido en aquel despacho del infierno.

Narcisse me observó de arriba abajo, tal vez analizándome, bebiendo otro trago de su preciado alcohol.

Chasqueó la lengua, antes de suspirar.

—Dice mi padre que no se lo cree y que, si él no lo hace, difícilmente vamos a pasar por la perfecta pareja que pretende que seamos.

Ladeé la cabeza, observándole con una mueca de desagrado. No sabía qué se suponía que quería decir con eso.

—¿El qué?

—Lo nuestro.

—¿Y qué quiere que hagamos? —inquirí. Yo no sabía fingir una relación porque, principalmente, jamás había estado en una real.

Narcisse alzó un dedo para que me esperara, se dio la vuelta, dejó su vaso y agarró la botella para llevársela a los labios, dando un largo trago de alcohol.

¿Se podía saber qué narices le ocurría?

Se aclaró la garganta y sonrió, aunque no de la misma forma en la que solía hacerlo. Parecía que intentaba agradarme de alguna forma, como si estuviera a punto de ofrecerme un trato y yo fuera su socia menos fiable.

—Quiere que demostremos nuestro amor —rio, antes de relamerse los labios, húmedos por el whisky.

Anonadada, arqueé las cejas, sin atreverme a decir nada.

Vi cómo dejaba su botella en la mesa y volvía a quedar frente a mí, colocando su dedo índice bajo mi barbilla para levantarla de tal forma que mi mirada quedara a la altura de la suya.

Apestaba a whisky y, aún así, mi mueca de asco no parecía molestarle, pues él tan solo me observaba con atención.

Sus ojos castaños atravesaban los míos con fiereza y pude advertir un ligero rubor en sus mejillas llenas de lunares, tal vez provocado por el alcohol.

—Mañana, en la gala de Guste, tú y yo nos vamos a besar.

* * *

Annyeonghaseyo!

This is el capítulo cincuenta y cinco y no digo nada pero LOS QUE ESTÁIS RELEYENDOOO HELLOOOOO ARE YOU READYYYYY??? JAJAJAJAJAJA

KISS ME KISS ME SAY THAT YOU'LL KISS ME (me acabo de apropiar de una canción y hacer una bonita versión porque la ocasión lo merece).

#Lailler wins today

Y yo me voy a duchar que debo de parecer un troll, ya es hora de que me arregle un poco para poder mirarme al espejo y que hasta mi reflejo me diga que doy asco JAJAJAJA

Annyeong!

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