Para su mala fortuna, en la barra estaba de aquél hombre de negro cabello bebiendo en soledad.
¿Qué acaso era el único bar en toda la ciudad?
Incómoda, estaba por irse cuando una mano se poso en su hombro, haciendo que se sobresaltara.
— ¡Pero que sorpresa! ¡Acompañanos, querida amiga!
En definitiva ese bar no era el adecuado si querías ir para ahogar penas. Sonriendo de manera forzada terminó yendo con Eren, quién le fue abriendo paso entre la multitud, llegando a la mesa, estaba Mikasa, Sasha, Jean, Connie y dos personas más que no recordaba.
Saludó a todos con cierta pena, tomando asiento junto a Mikasa. La música estaba algo alta y las luces intermitentes daban de un ambiente bueno al lugar.
— ¡Es bueno verte! — habló intentando sonar por encima de la música la castaña.
Ella rió con cierta timidez.
— ¡Hacía mucho que no sabía de ustedes! — respondió.
Comenzaron a conversar de qué era de cada quien mientras servían de más y más copas. No tardaron en comenzar con penas, a soltar cosas completamente absurdas, pero de igual manera a discutir entre ellos por cosas pasadas.
Ella, algo ya subida de copas se levantó de la mesa cuando Jean soltó un puñetazo en contra de Eren. Varios comenzaron a gritar y buscar al de seguridad. En medio de tambaleos llegó a la barra.
— ¿Tu? — las palabras sonaban arrastradas.
Giró su cabeza después de ordenar de otra copa, Levi la miraba con ojos cansados, tenía unas ojeras que parecían de días, y el labio abierto, supuso que había vuelto a pelear con sabrá quién.
El alboroto comenzó a escalar, cuando ambos voltearon a sus espaldas, ya había más gente metida en aquél conflicto.
Levi volvió a mirarla, colocó su mano sobre la de ella, un tacto completamente helado, se sorprendió mucho dejando escapar el aire contenido. Bajo su mirada a la mano del azabache notando que sus nudillos se hayan raspados, volvió a mirarlo a los ojos.
— Vayamos, esto se pondrá más feo — dijo tirando de su mano para hacerla ponerse en pie.
Su voz sonaba ronca, y arrastraba demasiado las palabras, tenía ligeramente sonrojadas las mejillas, ella sin protestar lo siguió mientras se sentía confundida, sus piernas se movían por si solas.
— Levi — habló una vez fuera del lugar.
Las sirenas de patrullas comenzaron a hacerse audibles. Su visión a instantes era borrosa, soltó una corta risa.
— ¿Con quién has peleado? — preguntó.
Él soltó su mano, la temperatura era baja, pero por el gran alcohol ingerido ninguno sentía frío, Levi sudaba a pesar de estar helado. Se acercó a ella.
— ¿Qué haces? — intentó sonar molesta, pero en cambio, el arrastrar las palabras sonó a como si coqueteara con él.
El volvió a dar otro paso pegándose más a ella, hasta que el aliento a alcohol era perceptible tanto para uno como para el otro, inclusive la chica logró captar un ligero olor a tabaco.
— No quiero ir solo — admitió.
— ¿Eh?
— Solo esta vez, no me dejes solo.