Tara soltó un quejido y entreabrió los ojos, Loki se había alejado y miraba hacia la entrada, se pasó una mano por el rostro frustrada mientras caminaba hacia la puerta, sabía que la persona detrás de ella no era culpable pero de igual manera se sentía molesta por la interrupción. El enojo fue sustituido por asombro al encontrar a Isaac sonriéndole
— Hola Tara
— Hey — carraspeó — ¿Está todo bien? ¿Qué haces aquí?
— Vine a buscarte por qué te he notado extraña estos últimos días
— Ah — Tara miró de reojo la cocina pero Loki ya no estaba — ¿Extraña? No, solo he estado un poco distraída, como de costumbre
Isaac se acercó a ella y Tara sujetó la puerta para evitar que entrara al apartamento —Eres una reportera excelente Tara y quiero que confíes en mí
Tara abrió la boca para responderle pero un ladrido la sobresaltó, Isaac miró sobre el hombro de la chica y se encontró con los ojos amenazantes Dóberman negro, Tara giró también.
— No sabías que tenías mascotas
— Tampoco yo — Pensó Tara
— Si— dijo poco convencida mientras el animal se acercaba gruñendo a las piernas de Tara, ella le acarició la cabeza distraída
— Parece que no le agrado — bromeó Isaac, el perro ladró de nuevo
— Es algo antipático — sonrío nerviosa — Agradezco mucho tu preocupación Isaac, todo está bien, te veré mañana — Tara prácticamente le cerró la puerta en la nariz y giró a ver al imponente perro, pero aquello no era tan impresionante como ver a Loki convertirse en hombre de nuevo
— ¿Qué fue eso? No sabía que podías hacerlo— se llevó la mano a los labios y después río — ¡Es impresionante!
Loki río también, se acercó a ella pero fue Tara quien lo besó primero, Loki la tomó de la cintura y la recibió con gusto.
— De haber sabido que me esperaba en Midgard, habría llegado antes — le dijo cuando se separaron
Tara sonrió y alzó la cabeza para mirarlo — Siempre sabes que decir ¿No?
***
El domingo por la mañana Tara se encontró con un cetro dorado en el medio de su sofá, se acercó y lo tomó, era pesado y poseía una piedra azul cerca de la punta, aquello último era probablemente lo más intimidante, era curveada y parecía afilada, quizá en otro momento le habría asombrado encontrar tal objeto en su departamento, pero con un Dios Nórdico durmiendo bajo el mismo techo ya nada parecía sorprenderla.
Caminó por la sala hasta llegar a su oficina con el cetro en la mano, se balanceaba y ella trataba de mantenerlo firme, Loki salió de la habitación y tomó el cetro por la parte de abajo irguiéndolo
— ¿Tratas de hacer estallar la casa?— sonrió
— ¿Qué? Ni siquiera sé lo que hace— defendió ella
— Justamente a eso me refiero
— Entonces no deberías dejar cosas peligrosas por ahí
Loki río y tomó la barbilla de Tara para mirarlo, después dejó un casto beso en la frente de la chica y se dirigió a la oficina; Tara lo siguió.
— ¿Qué es lo que tiene en el extremo?
— Es lo que protege la gema de la mente, una de las seis gemas del infinito
Tara se recargó en una orilla del desordenado escritorio y esperó a que Loki continuara
— Son el resultado de la creación del universo y cada una cumple con un propósito distinto, espacio, realidad, poder, tiempo, alma y mente— señaló el cetro que descansaba junto a la puerta
— ¿Y posees todas?
— Solo una — mintió — Y solo alguien verdaderamente ambicioso desearía poseerlas, están regadas por todo el universo y no se conoce la ubicación de la mayoría
— ¿Y que pasaría si alguien lograra reunirlas?— Loki se recargó frente a ella con los brazos cruzados
— Depende enteramente de las intenciones del portador— Acomodó un mechón detrás de la ojera de la chica — Eres curiosa, le agradarías a mi madre
Ella sonrió ampliamente — ¿Volverás a Asgard a visitarla?
El Dios la miró sin responder.