— Tal vez deberías preocuparte menos de lo que...o de quién...quieres. Eres demasiado dura contigo misma. Concéntrate en lo que eres mejor. — Jisoo se echó a reír, el sabor amargo de un fracaso en su garganta.
— ¿Y cómo hago eso?
— Guardando al Alfa. Salvaguardar la Manada, sin importar lo que cueste. Si significa que te enredas con un vampiro, por cualquier razón, entonces lo haces. La Alfa te necesita. Todos te necesitamos. — Jisoo gimió, la incertidumbre llenó su pecho.
Roseanne subió las escaleras y envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Jisoo. Sus pechos estaban llenos y calientes contra la piel desnuda de Jisoo. Los pezones de Rosé estaban duros bajo el delgado algodón de su camiseta sin mangas. Olía a sol y rosas silvestres, y Jisoo gruñó otra vez.
—Yo creo en ti. — dijo Roseanne y la besó.
Su lengua deslizó ligeramente sobre el labio inferior de Jisoo y justo dentro de su boca. Jisoo estaba tan quieta como podía, sus garras, sus caninos, su clítoris todo duro y palpitante y lista. La boca de Roseanne bajó por su garganta, y ella gimió, la necesidad de dominar sólo por su necesidad de no dañar.
— Roseanne.
— Lo sé. Sé que no...No podemos. — Rosé besó el hueco en la base de la garganta de Jisoo.
— No podemos...No puedo estar contigo de esa forma tampoco.— Dio un paso atrás y apartó el cabello de Jisoo con los dedos. — Pero quiero que sepas que me siento segura, toda la Manada se siente segura, por ti.
—Intentaré no decepcionarte. — susurró Jisoo.
— No lo harás.
La puerta detrás de ellas se abrió y la Vampiro emergió con Camila y Merihan. Mikasa siguió unos pasos atrás y sus ojos se dirigieron inmediatamente a Roseanne. Jisoo gruñó y Mikasa se puso rígida, sus ojos parpadeando.
— Lobo. — dijo Lauren. — Tengo entendido que te unirás a nosotras.
— Sí. — dijo Jisoo con los dientes apretados.
— Espero que te repusieras después de tu descanso.— Lauren sonrió.
— Tenemos una cita para unirnos con tu Alfa en el Nocturne.
Jisoo soltó suavemente a Roseanne, llenando sus pulmones de sol y rosas, esperando que el olor se quedara con ella en la noche. La luz parpadeó en los bordes de la oscuridad que había estado tan cerca de ella unos minutos antes.
— Entonces es hora de que nos vayamos.
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<< No es culpa tuya, >> Jennie telegrafió a Lisa cuando Darren giro en un enorme lote frente a un edificio oscuro.Si no lo sabía, creería que el lugar estaba abandonado. Más allá del club, las oscuras aguas del río Hudson eran una tempestad que se oía. Frotó el interior del pantalón de Lisa. Nadie sospechaba que esas dos hembras estaban desaparecidas hasta el ataque contra Moonbyul. << Y tú fuiste quien quiso investigar las desapariciones.>> Lalisa retumbó, sus ojos parpadeando de negro a oro.
<< La Manada depende de la Alfa para proporcionar unidad. La Alfa es el centro, el corazón que sostiene todo, uno a otro, sin importar dónde se encuentren. Si no puedo sentirlos, les he fallado. >>
La rabia de Lisa impregnaba los estrechos confines del Rover, y frente a ellas, Moonbyul gimió suavemente, Jesse y Joy gruñeron inquietos. Jennie deslizó su mano bajo la camiseta de Lisa y acarició su pecho. Los músculos de Lalisa estaban tensos, su cuerpo estaba caliente. Su lobo estaba cerca, y ella estaba enojada.
Los centuri jóvenes no estaban acostumbrados a absorber el poder de la Alfa. Todos necesitaban calma. Jennie suavizó aún más su tacto, forzando a su compañera a concentrarse en la sensación de sus manos, seduciendo a su bestia hasta que pudo razonar de nuevo.
— El fracaso es cuando niegas tu responsabilidad, evitar el cumplimiento de tu destino. Nunca harías eso. Lo que haya ocurrido entre ustedes y sus lobos no se originó en ustedes. Voy a averiguar qué es, lo prometo.
— Te necesito. — Lisa cerró los ojos y se frotó la mejilla en el hombro de Jennie. — La Manada te necesita.
— Y estoy aquí.
Jennie trazó ligeramente su marca de su mordisco en el pecho izquierdo de Lisa con las yemas de los dedos. La piel estaba aún más caliente allí, vibrando en sintonía como los corazones de ellas.