De una fuga y otros desastres...

بواسطة Jhullyhanha

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❝Dos amigos se meten sin invitación en una fiesta de disfraces. Cuando piensan que todo será una aventura per... المزيد

♛Sinopsis ✏
CRAYONCITO EN FÍSICO
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♛ U N O ✏
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بواسطة Jhullyhanha

Tenía a Alicia al lado, callada, pero con esa ansiedad que produce una conversación seria cuando se avecina. Destellos de la noche anterior me llegaban a la mente y no sabía cómo sentirme al respecto, no estaba enojado, no estaba triste, tenía más una mezcla de lástima, decepción y compasión de su situación.

Caminamos juntos por varios pasos, yo metí mis manos en los bolsillos y ella se colgó al hueco de mi brazo contra mi pecho. No me era posible ocultar que no estaba bien con lo ocurrido, aunque quisiera, no podía decirle "todo está bien, lo entiendo, olvidémoslo". No me nacía.

—No sé si te debo una explicación o una disculpa —murmuró luego de un rato.

Esa noche era para mí la más helada en varias semanas, sin embargo no tuve intención de detenerme, sentarme o entrar a algún local a buscar calidez. Yo quería seguir andando, distraer los nervios en el movimiento de avanzar hacia adelante y Alicia no parecía dispuesta a objetarlo así que solo seguimos caminando.

—No me debes nada, Alicia, esto no se trata de mí.

—Lamento que me hayas visto así, Elías.

—No, Alicia, el que te haya visto o no es irrelevante. Ya te dije que no se trata de mí, sino de ti... —Las palabras me raspaban la garganta como si estuvieran hechas de lija. Me era incómodo hablarle al respecto, sentía que era un tema tan íntimo que no debía entrometerme, pero al tiempo, el amor que sentía por ella hacía que también fuera de mi incumbencia. Tuve que tomar valor del aire helado para hacer una pregunta—: ¿Haces eso con frecuencia?

Tardó en responder, y pese a que su voz salió baja y culpable, fue sincera:

—Con la suficiente para que sea un problema.

—¿Por qué lo haces?

La vi de reojo, pareció encogerse de hombros y chasquear la lengua. Hizo más presión en el brazo que me sostenía, pero fingí no notarlo, supuse que lo había hecho sin intención.

—El tiempo que duró mi relación con Oscar lo tengo algo difuso en la mente porque menos del veinte por ciento de ese tiempo estuve sobria —confesó—. Recuerdo lo importante: lo que sentía por él, la sensación de poder que llegaba cada vez que me mostraba algo nuevo con lo que sentirme feliz, la intensidad de cada encuentro, el dolor de su pérdida y luego... la dañina creencia de que al consumir lo que consumía con él, percibía menos dura su ausencia.

—¿Te sientes bien cuando lo haces? —pregunté en automático.

Quería respuestas, justificaciones mal proyectadas en ella. Quería razones lógicas para dañarse voluntariamente y ser feliz con ello. Se me hacía imposible pronunciar las palabras "te drogas", así que las evadía, era como si pronunciarlas fuera a abrirme un vacío en el pecho que no deseaba.

—En ese preciso momento sí. Cuando estoy colocada y el tiempo que eso dura, el cuerpo es otro, la mente se separa y todo parece ser maravilloso, idílico. Lo malo viene después. No sé si alguna vez te has embriagado mucho con alcohol, pero al otro día la resaca es de dolor de cabeza y tal vez sensibilidad a la luz, ¿sabes? Con las drogas... es similar, pero a eso le sumo culpa, odio a mí misma, asco de hacer lo que hago, dolor, impotencia. La resaca no es solo física, se enreda en las entrañas y las estruja y... —Su voz se ahogó, supe que iba a llorar si no lo estaba haciendo ya, pero no tuve el valor de voltear el rostro para comprobarlo, solo seguí andando con la vista al frente— y en ese momento me prometo no volver a hacerlo, me prometo ser más consciente, no joderme así.

—Pero vuelves a hacerlo. ¿El motivo sigue siendo la ausencia de tu ex?

Suspiró.

—No lo sé. Antes de hacerlo no pienso en él, al menos no como motivo de meterme alguna sustancia, pero cuando me hacen efecto... es como si estuviera junto a mí. Estar mareada y vulnerable es algo que mi mente asocia de inmediato con Oscar porque fue él quien me metió en eso la primera vez, entonces irremediablemente pienso en esos días a su lado. Por un rato no soy consciente de que ya murió y soy feliz de tenerlo conmigo, luego recuerdo que no está y el ciclo se repite, quiero consumir más porque lo extraño y lo extraño porque quiero consumir más y él no está para acompañarme.

Un desagradable escalofrío me recorrió y tuve la necesidad de guardar distancia entre nosotros así que me solté de su agarre para apartarme dos pasos. No la miré a la cara pero sé que le dolió ese desplante.

—¿Por qué no buscas ayuda?

Seguí caminando y me dio la impresión de que a Alicia le costaba llevarme el paso.

—No lo sé.

—No sabes nada, Alicia —recriminé—. Dime qué sabes entonces. Me dijiste que estabas dispuesta a salir adelante, que querías avanzar y que querías mi compañía en esto. Si no buscas ayuda, ¿entonces qué esperas? ¿que mágicamente tu problema desaparezca? Porque lamento decirte que con disposición no es suficiente, se necesita más.

Alicia me tomó la mano con fuerza para detenerme aunque me soltó de inmediato. Al encararla noté que jadeaba por intentar caminar a mi lado; sus ojos estaban tan rojos e hinchados de llorar —posiblemente todo el día— que me dolió el alma al verlos.

—Lo siento, Elías... yo voy a buscar ayuda, ¿sí?

—No te ofendas, pero las promesas de voz no sirven de mucho en este mundo.

—No pretendo que me creas, te lo estoy contando. Ya revisé un par de centros donde me brindarán ayuda, solo tengo... tengo que hablar con mis padres. Ellos no saben gran cosa de esto.

Sus lágrimas salían ahora silenciosas pero interminables, me acerqué a abrazarla porque ver a un ser amado sufriendo es lo más doloroso de presenciar y no podía quedarme indiferente. Yo me había enamorado estúpidamente de Alicia sin contar con la mala elección que eso suponía.

—Te apoyarán, Alicia. Y yo también lo haré...

—Conocerte, Elías, me ha traído nuevamente ganas de salir adelante, ¿de acuerdo? Pero sé que pedirte que te quedes en esto no es justo.

—No me tienes que pedir nada, yo te dije que estaría acá siempre y cuando quisieras avanzar. Me enamoré de ti, Alicia. —Una sonrisa triste le adornó el rostro—. Me enamoré de la faceta que me mostraste desde el día en que nos conocimos, de tu sonrisa, de tu seguridad, de tu descaro pícaro cuando me coqueteas. Hay mucho que amar de ti y por eso quiero que estés bien. Busca ayuda por ti, que yo estoy acá también para no soltarte.

—Eres una de las razones por las que quiero mejorar, sin embargo la más grande es Andy, no yo ni tú —admitió. Con sus manos me alejó un poco para hablarme mirándome a los ojos, se notaba que necesitaba desahogarse urgentemente—. Más que todo por Andy. Lo amo con cada partecita de mí, podría vivir sin todos pero no sin él... y lo estoy lastimando. Lo estoy viendo desarmarse en pedazos por mi culpa, lo vi llorando desesperado, gritar de ira con el mundo, intentando darme partes de él mismo para tapar los huecos de mis errores. Me es difícil ver mis propios problemas, ¿sabes? Puedo mirarme al espejo y pasar por alto cada una de mis fallas porque prefiero ignorarlas y fingir que no están... pero anoche vi en la mirada de Andy cada uno de mis problemas, en su forma de romperse vi mis propias grietas. Él es mi punto de quiebre, no sería capaz de verlo una vez más sufrir así por mí.

No supe que responderle, realmente no creo que ella buscara consejo u opinión; cuando una chica como ella se sincera tan crudamente solo espera ser escuchada y un consuelo silencioso que solo necesite una mirada para efectuarse, así que eso le di.

Mi percepción de esa conversación cambió completamente al saber que era una certeza el que iba a buscar ayuda. Yo no la dejaría por cometer errores, pero no estaba dispuesto a estar con ella si no quería arreglarlos... y sí quería, así que todo estaba bien. Me cercioraría personalmente de que fuera a reuniones de adictos o terapia o lo que fuera que ella tuviera en mente, iría a cada cita con ella si fuera preciso, disfrutando de su amor en medio.

—Has sido muy comprensivo, Elías... —musitó luego de una pausa—, quizás demasiado, mucho más de lo que merezco.

—Mi padre murió cuando yo tenía siete años. Mi madre a mis once años. Entiendo de duelo, entiendo de dolor y de tristeza. No te estoy dando más de lo que mereces, te quiero ofrecer lo que necesitas, lo que yo tuve cuando los momentos más desoladores de mi vida tuvieron lugar: apoyo. Mi tía, los Villamar e Isa han sido mi pilar todos estos años y sé la importancia de tener seres amados que te rodeen y te sostengan. Conmigo tienes uno, Alicia.

Sus manos se mudaron a mis hombros y con la mirada me pidió permiso para besarme, se lo concedí inclinándome un poco para hacérselo más fácil. Toda su piel estaba fría y temblorosa, su beso me supo a inseguridad, a miedo y aunque no me di cuenta en ese momento, a cuenta regresiva.

—Te amo de una forma muy especial, Elías. Quiero que cuando me veas no pienses en lo que pasó anoche, piensa en lo bonito que dijiste hace un rato porque esa es quien verdaderamente soy. Defíneme por lo bueno que hemos pasado, por las noches juntos y los besos compartidos. Defíneme por cada te quiero que te he dado y cada sonrisa que te he sacado, todo ha sido sincero.

Mis manos estaban en su cintura y tuve el impulso de aferrarla más fuerte, como si tuviera el presentimiento de que si la soltaba solo un poco, el viento y la nieve se la llevarían de mi lado. Sacudí la cabeza suavemente.

—¿Por qué me dices todo eso?

—Solo quiero que lo escuches, es todo.

—No... —Tragué saliva—. ¿Por... por qué suena como una despedida?

Me miró a los ojos solo dos segundos con seriedad, sus dedos que seguían en mis mejillas, se movieron en una sutil caricia desde la frente hasta el mentón. Luego me sonrió con ese gesto burlón que sabía que me encantaba.

—No seas tontillo, Elías. —Me robó un beso de medio suspiro—. Te amo, ¿de acuerdo? De un raro modo pero sincero. Eres lo más lindo que me ha pasado últimamente.

—Yo te amo a ti. Te quiero a mi lado —maticé. Por algún motivo tuve la urgencia de hacérselo saber, de meterle en la cabeza que la quería conmigo para afrontar los problemas juntos—. Te quiero acompañar en el proceso hasta que estés bien completamente.

—¿Aun si toma muchos años? —bromeó, medio sonriendo.

No podía deshacerme de la sensación de que esa sonrisa era fingida y de que hablaba en serio. No pude sonreírle de vuelta.

—Tengo toda una vida para ofrecerte.

Sus ojos se congelaron sobre los míos; hubiera dado media vida para saber qué pensaba, de seguro en su mente había un caos y presentía que yo era parte importante de ese desastre... y no en un hilo que tuviera final feliz.

—Vamos, hace frío —soltó de repente.

—¿A dónde vamos?

—Solo por un café. Si quieres, de verdad hace frío.

Alicia empezó a desandar el camino por el que habíamos llegado; dio dos pasos antes de que yo la detuviera tomándole la mano. Nuestras miradas conectaron cuando, con un ápice de temor, pregunté:

—¿Estamos bien?

—Sí.

—¿Segura?

Alicia extendió su mano con la palma abierta a mí; por instinto subí la mía y ella entrelazó nuestros dedos para luego emprender de nuevo camino, ahora conmigo tomada de la mano.

—Sí, estamos bien.

Fuimos a la cafetería más cercana y encontramos calor en dos vasos de líquido caliente, ella café, yo chocolate. Hablamos igual que siempre, ella me contó un par de anécdotas de ella con James y Andy y yo me reí al escucharla. Noté que evitaba mirarme a los ojos, pero lo atribuí a un cansancio general pues se notaba que no había dormido casi desde el día anterior, además de que los ojos seguramente le ardían por cada lágrima derramada. 

Cuando asumí unas semanas atrás que el paso de Alicia por mi vida no me iba a dejar indiferente, no esperé que las cosas sucedieran de la forma que lo hicieron.

Comprendí luego el escepticismo nato de Isabel a mi relación con ella, entendí que cuando mi mejor amiga me decía que ese amor había nacido muy rápido, no lo decía a modo de crítica sino de advertencia. Recordé las palabras del tío Alfredo y lamenté no haberlas tomado en serio, no haber escuchado cuando dijo que mujeres como Alicia golpeaban fuerte el corazón, no haberme prevenido un poco.

Esa noche tomé chocolate con ella, me reí y disfruté verla un poco más animada y más que dispuesta a tomar el camino de la mejora. Estuve feliz. Me acompañó a casa porque estábamos muy cerca, no entró pese a que se lo ofrecí, solo se quedó un ratito conmigo en la entrada.

Me besó con tanta dulzura como nunca antes. Alicia siempre era explosiva, pasional, mas esa noche fue un caramelo con sus caricias. Me confirmó que me amaba y le respondí a sus besos asegurándole que yo también la amaba a ella.

No pude deshacerme en toda la noche de ese sabor amargo de un mal presagio aunque me dije que era solamente un cúmulo por lo ocurrido y lo conversado con ella, que yo también estaba físicamente cansado.

El último beso que me dio fue largo y pausado, me acarició la nuca, me rasguñó suavemente con sus uñas igual que en el primer beso que nos dimos, ese en el que supe que la amaría tarde o temprano, con la diferencia de que no me transmitía el calor de un inicio como aquella vez sino el frío de un fin.

Me quise llamar paranoico cuando entré a casa y ese ácido seguía haciéndome mella en las entrañas. Quise llamarme exagerado cuando a la mañana siguiente no me contestó ni los mensajes ni las cinco llamadas que le hice y me preocupé. Deseé solo ser un dramático al sentir angustia cuando le pregunté a Martina por Alicia y ella me evadió diciendo que no sabía nada.

Quise creer muchas cosas pero la verdad era que muy dentro de mí ya sabía la verdad; su último beso me supo a despedida porque lo era, no porque yo estuviera loco.

Luego de esa noche, no la volví a ver.  

Hola, Crayoncitos ♥

Mil gracias por leer, lamento la mala noticia arhe, aunque ya era de suponerse. Vienen cosas bellas y cosas tristes, y YA CASI ACABAMOS esta novela *grita en ohpordios*

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♥ Nos leemos pronto ♥

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