Corazón de piedra • kv

By Rosiepossie07

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Jeon Jungkook y Kim Taehyung estaban a punto de descubrir la fina línea que separaba el odio del amor. More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 - FINAL

Capítulo 14

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By Rosiepossie07

Vio que Jungkook había colgado el auricular y lo miraba a través del salón con las cejas arqueadas.

Tae bajó los ojos con rapidez, preguntándose qué podía haber revelado sobre sus sentimientos en aquel momento de distracción. Un plan como el que había estado considerando representaba un gran desafío, admitió. El otro era demasiado astuto para dejarse engañar. Y no estaba seguro de poder entregarse por entero a representar un papel contra el cual toda su sensibilidad se revelaba.

–Voy al pueblo –anunció Jungkook al regresar a la mesa.– ¿Quieres venir a dar un paseo?

Tae alzó la vista sin estar seguro de si se dirigía a él o a Nam. La cara de Jeon resultó enigmática y no indicaba nada de lo que pasaba por su mente.

–Sería un cambio –asintió él después de un momento.

Nam los acompañó hasta la entrada principal, echando una mirada dubitativa hacia el cielo plomizo.

–Va a llover dentro de poco. Anoche el camino parecía un río. ¿Crees que podrás regresar a tiempo?

–Si es preciso nadaremos –fue la respuesta impasible.– No sería mala idea enviar un equipo para que cave algunos canales de desagüe antes de que lleguen las tormentas fuertes. Presiento que van a iniciarse pronto este año.

Ya en el auto, Tae le preguntó, muy interesado:

–¿Qué ocurre en la mina cuando las lluvias llegan con toda su fuerza? ¿No podéis continuar trabajando?

–Depende. Si detuviéramos los trabajos cada vez que llueve, más valdría que cerráramos durante toda la temporada. Realmente es un infierno, pero siempre salimos adelante.

–Sólo que este año no vas a estar aquí para verlo.

–No, en efecto.

Esperó un momento antes de plantear la siguiente pregunta:

–¿Piensas regresar?

–Ciertamente, pero no a Pillai. Tres años en el mismo sitio son más que suficientes. Nam tomará mi lugar cuando me vaya y es probable que permanezca aquí durante largo tiempo, a menos que surja algo que le haga cambiar de opinión.

–¿Cómo qué, por ejemplo?

Él lo miró, encogiéndose de hombros.

–Yo qué sé. Todavía le queda un año por cumplir del contrato actual, después de eso, cualquier cosa puede suceder. En este trabajo las cosas se aceptan como vienen –cambiando de tema, añadió como por casualidad– Es mejor que nos marchemos dentro de unas pocas semanas. Tú no aguantarías un año completo aquí.

Lo que quería decir, pensó Tae, era que se cansaría de él. ¡Y aquél era el hombre al que había pensado dominar en cinco semanas!
Con determinación, hizo a un lado el derrotismo que comenzaba a apoderarse de sí mismo. Tenía la atención de él por el momento. Y ni siquiera había comenzado su campaña para aumentarla. No sabía cómo iba a llevar a cabo aquella lucha, pero decidió no pensar en ella. En un asunto semejante, lo mejor era dejarse guiar por el instinto.

Tardaron veinte minutos en llegar al pueblo a través del tortuoso camino.
Jungkook le explicó que los hombres atravesaban la selva para llegar a la mina, pero los senderos que éstos hacían no permitían el paso de un vehículo. El pueblo en sí resultó más grande de lo que Tae se había imaginado y consistía en un grupo irregular de construcciones de estuco y lámina metálica ondulada, a lo largo de calles de árboles. La casa frente a la cual se detuvo el otro era una de las mejor conservadas.

–No tardaré –dijo él, y desapareció por la puerta, dejando a Taehyung solo ante las miradas curiosas de los del pueblo. Dentro del coche el ambiente era sofocante debido al calor y a la humedad. Separó la espalda del asiento y sintió como la camiseta se pegaba a su piel.

Salió del vehículo y se recostó en éste, sintiendo un ligero alivio al aire libre. Las nubes habían avanzado desde el norte y ya cubrían todo el cielo con una oscuridad amenazadora. Los truenos se escuchaban de nuevo sobre las colinas, cada vez más cerca y los relámpagos brillaban de vez en cuando como señal de aviso. Deseó que Jungkook se diera prisa. Verse atrapado por una tormenta como la que se aproximaba no era ninguna tontería.

Dos niños se acercaron al coche. Parecían adorables y tendrían diez y doce años respectivamente. Permanecieron allí, observándolo.

–¿Cigarrillos? –preguntó el mayor, animado por la involuntaria sonrisa de Tae.

–Lo siento, no tengo ninguno –Tae abrió las manos para mostrarlas vacías, deseando tener alguna otra cosa que ofrecer en compensación.
Jungkook salió de la casa, acompañado de dos mujeres jóvenes vestidas a la europea.

–¡Andando, vosotros dos! –dijo a los chicos y le lanzó una moneda al mayor.– ¿Qué buscaban? –preguntó, el coche ya en marcha. Él sonrió.– Tienen un verdadero vicio por el tabaco esos dos. Les va a perjudicar en su crecimiento si no se cuidan.

–Pareces conocerlos –murmuró Tae.

–Son de mi capataz, a quien acabo de visitar. Se rompió una pierna la otra noche y se preocupaba por su familia. ¿Qué te parecieron sus esposas?

–¿Las dos son esposas de tu capataz? –se extrañó.

–¿Por qué no? Él es musulmán y su religión les permite tener hasta cuatro –regresaban por el mismo camino por el que habían venido.– Te dejaré en la casa y me iré a la mina antes de que diluvie.

Sus cálculos fallaron. Se encontraban a mitad de camino cuando un trueno horrísono anunció la explosión de la tormenta. Taehyung nunca había visto llover así.
Era una pared de agua sólida, que convirtió el camino en un río en cuestión de segundos y hacía imposible avanzar. Jungkook detuvo el coche a un lado del camino.

–Tendremos que esperar aquí hasta que deje de llover –dijo.– Si nos salimos del camino, podemos atascarnos.

–¿Llamas a esto camino? –preguntó Tae, tratando de no parecer demasiado preocupado.– ¡Más bien parece un río por la forma en que corre el agua!

–Mientras corra no hay peligro. Si se estanca, entonces sí que tendremos problemas. –Tomó un cigarrillo y vio la expresión del contrario a la luz de un relámpago.– Parece peor de lo que es en realidad. Todo aquí es excesivo e impresionante. ¿Fumas?

El otro tomó un cigarrillo para tener algo en qué poner su atención. Jungkook encendió el contrario primero y luego otro para él y arrojó la cerilla por la ventanilla abierta. Por un momento se hizo el silencio entre ellos.

–¿Cómo puedes soportar seis meses así? –preguntó al fin el joven.

–El primer año es el peor. Después aprende uno a aceptar cualquier cosa que el clima le quiera enviar. Algunos hombres toman sus vacaciones durante las lluvias y se van al norte.

–Pero tú no.

–Cualquier lugar es bueno para las vacaciones. Yo he pasado la mayor parte de las mías en Freetown.

–Supongo que vas allí muy a menudo.

–Los fines de semana. Pórtate bien y puede que te lleve. No tuviste oportunidad de ver bien el pueblo durante tus dos visitas anteriores.

–No –Tae se esforzó por adoptar el mismo tono ligero de él.– Sentiría tener que regresar a casa y admitir que lo único que conocí de Sierra Leona fue una mina en las montañas.

–¿Qué hay de tus amigos de Londres? ¿Ya les has comunicado tus planes?

–Tus planes, querrás decir –no pudo evitar la frase sarcástica.

–A fin de cuentas es lo mismo. ¿Lo has hecho?

–Sólo tengo un amigo íntimo. Es el chico con la cual compartía un apartamento.

–¿Compartías?

–Por supuesto. Tuve que decirle que buscara a otra persona cuando vine aquí. No podía seguir pagando mi parte de alquiler durante mi ausencia. No sabía cuánto tiempo iba a permanecer alejado.

La expresión de Jungkook reflejaba curiosidad.

–¿Alguna vez se te ha ocurrido pensar antes de actuar?

–No muy a menudo –admitió con pesar.– Aunque tengo el presentimiento de que cambiaré de ahora en adelante.

–¡Vamos, vamos! –dijo el contrario, sonriendo de nuevo.– La cosa no es tan grave. Tengo la impresión de que empiezas a disfrutar con nuestra relación.

Tae sintió que la cara le ardía.

–Hay una gran diferencia entre disfrutar y soportar –exclamó.– Si hay algo que he aprendido de ti, es que no tienes la menor traza de humanidad, por lo que es inútil tratar de despertarla. Nuestra relación es algo que debo tolerar para poder regresar a Inglaterra. No me gusta, pero no hay nada que pueda
hacer.

Un brillo extraño apareció en los ojos contrarios mientras lo observaba.

–Eres un mentiroso –dijo sin alterarse.– En el fondo me deseas tanto como yo a ti, sólo que va en contra de tu pueril código moral el admitirlo. No hay persona tan inocente como para que de verdad crea todas esas tonterías que me dijiste la otra noche. Lo único que buscabas era una defensa contra tus propias inclinaciones.

–¡Eso no es cierto! –exclamó entre dientes.– Puede que te consideres irresistible para otras personas, pero déjame decirte que por lo que a mí respecta, no eres más que el medio para alcanzar un fin. ¡Si quieres saberlo, me da escalofríos la sola idea de que me toques!

–Ya me he dado cuenta –había ironía en sus palabras.– Está bien, piensa así si quieres. No te gusta nada nuestra relación y menos que nada, yo. –Tomó el cigarrillo de Tae y lo lanzó junto con el suyo por la ventanilla, atrayéndolo luego hacia sí, sonriendo ante la resistencia de él.– ¡Anda, pelea! Me gusta que mis parejas tengan vida.

Taehyung cerró los ojos cuando la cabeza de Jungkook se acercó, esperando el roce de los labios sobre los suyos. Como no sintió nada, abrió los ojos y vio los de él a pocos cm reflejando sorpresa. La fuerte mano de él avanzó hasta colocarse sobre su corazón para percibir los latidos cada vez más fuertes. Luego la deslizó hasta llegar a la base del cuello para acariciar con increíble sensibilidad,
haciendo que cada nervio de su cuerpo se tensara con la emoción. Se estremeció cuando sus labios rozaron los suyos y luchó por controlar sus propias y traicioneras emociones. Se odió a sí mismo casi tanto como a él, por no tener las fuerzas necesarias para combatir las sensaciones que estaba experimentando. Sólo tres días, pensó, y ya lo había reducido a aquel estado de sumisión.

¿Qué clase de persona era él para que los principios de toda una vida se le derrumbaran con tanta facilidad?
Por otra parte, su mente le decía que tales respuestas y actitudes convenían a sus propósitos. ¿Cómo podría lograr su venganza si no utilizaba todas las armas a su disposición? Para llegar hasta lo hondo de aquel hombre, primero tenía que satisfacer sus pasiones más bajas. Era inevitable. Fue por ello por lo que al final se relajó y dejó que él lo oprimiera más en sus brazos, cediendo a la demanda de sus besos y devolviendo con cierto calor sus caricias. El fin justifica los medios, se dijo a sí mismo. ¡El fin siempre justifica los medios!.
Sin embargo, no pudo mirarle a los ojos cuando por fin lo soltó. Aunque su actitud durante los últimos minutos hubiera estado justificada, ahora no se sentía tan seguro de sí o de sus motivos. Si era sincero consigo mismo, tendría que admitir que su reacción no había sido calculada. Jungkook no menospreciaba su poder cuando dijo que se sentía capaz de excitarlo en cualquier momento que lo deseara. Lo conocía mejor de lo que se conocía a sí mismo.

–Mejor de lo que había esperado –dijo él suavemente.

–Mejor de lo que te mereces –respondió, controlando su ira.– Has probado tu teoría. Te debes sentir muy orgulloso.

–No te entiendo –había un tono extraño en su voz.– Sé que tienes la suficiente fuerza de voluntad como para poderte controlar y sin embargo, a propósito te has abandonado a mí hace un momento. ¿Por qué?

–Tú sabes por qué.

–¿Porque no lo puedes evitar? No lo creo. Pienso que tenías otros motivos.

–¿Por ejemplo? –a pesar de todos sus esfuerzos, la voz le tembló.

–Como por ejemplo la esperanza de que portándote bien conmigo podrás, en algún momento, encontrar algún punto débil por donde poder atacarme. No eres tan buen actor como crees, cariño. No sabes disimular bien tus sentimientos. Me di cuenta de que planeabas algo cuando te sorprendí
mirándome con tanta atención mientras yo hablaba por teléfono después del almuerzo. Pero no dejes de seguir intentándolo. ¡Con un poco más de práctica quizás llegues de verdad a entregarte por completo!

Tae lo miró sintiéndose derrotado, consciente de que Jungkook había estado jugando con él como un gato con un ratón. Era inútil preguntar, pero hizo un último intento de llegar hasta sus sentimientos más íntimos.

–Jungkook –dijo con voz temblorosa.– Deja que me marche. No significo nada para ti.

–De nuevo te equivocas. Significas mucho –con un dedo le acarició la barbilla.– Eres un chico muy apetecible y da la casualidad de que eres mi esposo. Y mientras ambas condiciones se mantengan, tú permanecerás aquí, conmigo –puso el motor en marcha.– La lluvia está aflojando un poco. Podemos
continuar.

Taehyung permaneció en silencio durante todo el camino. El claro que había frente a las casas presentaba varios ríos allá donde las llantas habían dejado sus huellas. Jungkook detuvo el coche lo más cerca posible de los escalones y antes de que él pudiera moverse, rodeó el vehículo y lo alzó por la cintura, colocándolo bajo el porche. La lluvia había cedido un poco, pero aun así las hombreras de su camisa se encontraban empapadas. En cuanto lo hubo dejado se adentró en la casa antes que el otro. Tae se preparaba un combinado cuando Jeon volvió de la habitación, abotonándose una camisa seca.

–¿No es un poco temprano para beber?

–¿Lo es? –Tae se volvió con el vaso en la mano y un extraño brillo en los ojos.– Quizá sientas que lo necesito. No sería nada raro.

Jungkook se acercó y tomó el vaso.

–Saldrás adelante sin necesidad de esto. Ya tengo bastantes problemas contigo para que además te vuelvas alcohólico.

–¿Problemas? ¿Conmigo? –rio brevemente.– Debes decidirte de una vez. Hace apenas un momento parecías convencido de que me tenías dominado por completo.

–No hablamos de lo mismo. ¿Vas a dejar el alcohol en paz hasta la tarde, o tengo que guardarlo bajo llave?

–Está bien. ¿Quieres que devuelva la bebida a la botella?

–No, ya que está servido me lo tomaré yo –sonrió burlonamente.– Yo estoy acostumbrado y tú no. He ahí la diferencia.

–No es la única –respondió, pero su voz temblaba.– ¿Vas a salir de nuevo?

–Sí. ¿Contento?

–Extasiado –pasó junto a él sin decir más y entró en el dormitorio, cerrando la puerta tras de sí.

El coche partió cinco minutos después. Tirado boca abajo sobre la cama, Tae examinó el tejido del cubrecama, mientras calculaba que faltarían unos treinta y cinco días para que el regreso a Inglaterra y a su casa, dejara de ser un sueño.
Treinta y cinco días con sus noches. Y una vez en Londres, ¿qué? Estaba sin trabajo, no tenía dónde vivir y sólo contaba con veinte libras a su nombre. Pero prefería morir de hambre antes que aceptar dinero de manos de Jeon Jungkook, pues aquello supondría la humillación más insoportable.

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