Capítulo 10

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Cerca de una hora más tarde, Taehyung permanecía aún sentado en la misma posición, cuando Jungkook salió a su encuentro. Vestía casi igual que la primera vez que le vio, excepto que ahora llevaba un sombrero de ala ancha y su barba había sido rasurada.

–Ven, voy a enseñarte tu trabajo –dijo Jeon.– Más vale que te pongas un  sombrero.

Tae se contuvo. No tenía objeto decir ahora todo lo que sentía. Sería como echar agua en una canasta. Y además le convenía ir con él para poder investigar más a fondo las posibilidades de trasladarse a la ciudad. En este sentido, su oferta no pudo haber llegado en mejor momento.
Se puso de pie y fue a buscar una boina que tenía en la maleta. No era exactamente lo que se espera ver en el trópico, pero era lo más parecido a un sombrero que tenía.
Se lo colocó en la parte trasera de la cabeza y regresó a donde Jungkook lo esperaba. Al pasar junto a él, sintió cómo su mano le echaba la boina hacia delante.

–Así, para que te proteja los ojos. El pelo se encargará de proteger tu cuello.

La oficina se encontraba casi enfrente a aquella otra a la que Jungkook lo llevara el primer día. Dentro hacía un calor sofocante. Los cuatro empleados africanos los miraban molestos, mientras Jeon le mostraba los libros y archivos, así como montones de sobres de papel manila y el lugar donde se guardaba el dinero.
La parte más importante de su trabajo sería el cálculo de lo que se le debía a cada hombre de acuerdo con las hojas de tiempo trabajado y preparar los recibos de pago, los cuales iban pegados a los sobres. Todo lo que los africanos tenían que hacer era llenar los sobre siguiendo sus indicaciones. Una gran responsabilidad y un trabajo nada fácil a juzgar por la hoja de tiempo que le mostraban.

–Todos los extras se pagan con una semana de atraso –le explicó él.– Trabajamos turno sencillo los sábados, por lo que las hojas están listas hacia las cinco. Eso te dará tres o cuatro días completos para prepararlo todo. ¿Crees que podrás hacerlo?

–¿Nunca se te ha ocurrido pedirle una computadora a la Compañía?

–Con Loxley Gunter aquí nunca nos hizo falta. Tiene una dentro de su cabeza.

–Supongo que se ha ido.

Jungkook asintió, explicando:

–Permiso prolongado por razones de salud.

–Entiendo –Tae pasó una página en el bien llevado libro mayor,  recorriendo las columnas de números con la vista.– ¿Qué hubiera ocurrido de no estar yo aquí?

–La Compañía se hubiera visto obligada a emplear a otro hombre. Pero ahora quizá podamos esperar hasta que Loxley pueda regresar. Es fuerte. Se pondrá pronto bien.

Tae no quiso preguntar qué le pasaba a aquel hombre y Jungkook no parecía ansioso por decirlo. Abandonar la mina ahora sería privar al citado Loxley de la oportunidad de regresar a su trabajo. Pero no podía permanecer allí. De hacerlo, tendría que ser bajo las condiciones de Jungkook y eso sí que no estaba dispuesto a aceptarlo. Por mucho que hubiera querido ayudar al hombre enfermo, en esta ocasión tenía que pensar primero en sí mismo.

Un hombre a quien recordó haber visto la noche anterior en el club asomó la cabeza por la puerta y se dirigió a Jungkook:

–Te necesitan allá arriba – dijo.– Hay problemas.

–Enseguida voy –Jungkook se levantó del escritorio y tomó su sombrero.– Cuídate y echa un vistazo aquí –dijo a Tae.– Si sales, no te acerques a las zonas de carga y no trates de regresar andando a la casa. Yo volveré pronto.

Para Tae la última frase era una amenaza más que un alivio. Asintió con la cabeza y fijó la vista en el libro, fingiendo estar absorto en su estudio mientras Jungkook abandonaba la oficina. Sin casi levantar la cabeza lo vio alejarse rumbo a la colina y dejó escapar un suspiro cuando el auto desapareció detrás de un edificio. Al volverse encontró a los cuatro empleados mirándolo con curiosidad.
Trató de sonreír y quiso decir algo apropiado, pero no se le ocurrió nada. En silencio, maldijo al hombre que lo había dejado en tales circunstancias.

Corazón de piedra • kvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora