Capítulo 14

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Vio que Jungkook había colgado el auricular y lo miraba a través del salón con las cejas arqueadas.

Tae bajó los ojos con rapidez, preguntándose qué podía haber revelado sobre sus sentimientos en aquel momento de distracción. Un plan como el que había estado considerando representaba un gran desafío, admitió. El otro era demasiado astuto para dejarse engañar. Y no estaba seguro de poder entregarse por entero a representar un papel contra el cual toda su sensibilidad se revelaba.

–Voy al pueblo –anunció Jungkook al regresar a la mesa.– ¿Quieres venir a dar un paseo?

Tae alzó la vista sin estar seguro de si se dirigía a él o a Nam. La cara de Jeon resultó enigmática y no indicaba nada de lo que pasaba por su mente.

–Sería un cambio –asintió él después de un momento.

Nam los acompañó hasta la entrada principal, echando una mirada dubitativa hacia el cielo plomizo.

–Va a llover dentro de poco. Anoche el camino parecía un río. ¿Crees que podrás regresar a tiempo?

–Si es preciso nadaremos –fue la respuesta impasible.– No sería mala idea enviar un equipo para que cave algunos canales de desagüe antes de que lleguen las tormentas fuertes. Presiento que van a iniciarse pronto este año.

Ya en el auto, Tae le preguntó, muy interesado:

–¿Qué ocurre en la mina cuando las lluvias llegan con toda su fuerza? ¿No podéis continuar trabajando?

–Depende. Si detuviéramos los trabajos cada vez que llueve, más valdría que cerráramos durante toda la temporada. Realmente es un infierno, pero siempre salimos adelante.

–Sólo que este año no vas a estar aquí para verlo.

–No, en efecto.

Esperó un momento antes de plantear la siguiente pregunta:

–¿Piensas regresar?

–Ciertamente, pero no a Pillai. Tres años en el mismo sitio son más que suficientes. Nam tomará mi lugar cuando me vaya y es probable que permanezca aquí durante largo tiempo, a menos que surja algo que le haga cambiar de opinión.

–¿Cómo qué, por ejemplo?

Él lo miró, encogiéndose de hombros.

–Yo qué sé. Todavía le queda un año por cumplir del contrato actual, después de eso, cualquier cosa puede suceder. En este trabajo las cosas se aceptan como vienen –cambiando de tema, añadió como por casualidad– Es mejor que nos marchemos dentro de unas pocas semanas. Tú no aguantarías un año completo aquí.

Lo que quería decir, pensó Tae, era que se cansaría de él. ¡Y aquél era el hombre al que había pensado dominar en cinco semanas!
Con determinación, hizo a un lado el derrotismo que comenzaba a apoderarse de sí mismo. Tenía la atención de él por el momento. Y ni siquiera había comenzado su campaña para aumentarla. No sabía cómo iba a llevar a cabo aquella lucha, pero decidió no pensar en ella. En un asunto semejante, lo mejor era dejarse guiar por el instinto.

Tardaron veinte minutos en llegar al pueblo a través del tortuoso camino.
Jungkook le explicó que los hombres atravesaban la selva para llegar a la mina, pero los senderos que éstos hacían no permitían el paso de un vehículo. El pueblo en sí resultó más grande de lo que Tae se había imaginado y consistía en un grupo irregular de construcciones de estuco y lámina metálica ondulada, a lo largo de calles de árboles. La casa frente a la cual se detuvo el otro era una de las mejor conservadas.

–No tardaré –dijo él, y desapareció por la puerta, dejando a Taehyung solo ante las miradas curiosas de los del pueblo. Dentro del coche el ambiente era sofocante debido al calor y a la humedad. Separó la espalda del asiento y sintió como la camiseta se pegaba a su piel.

Corazón de piedra • kvWhere stories live. Discover now