Capítulo 7

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Las puertas de la mina brillaron a lo lejos, alumbradas por las lámparas que colgaban sobre ellas. El guardia les dejó pasar y Jungkook tomó el estrecho camino hacia el club, con las luces del auto cortando un camino en la hilera que crecía entre los árboles. Habían llegado y Jungkook se inclinó para tomar la maleta.

El silencio se hizo en el club cuando ambos entraron juntos. Todos los miraban con la duda y la sorpresa reflejada en los rostros. Jungkook no les prestó atención y lo guió a través de la habitación hacia el corredor. Detrás de ellos la conversación brotó de nuevo como una súbita explosión de risa. Con la cara en llamas, Taehyung esperó hasta que Jungkook se detuvo ante una puerta a la derecha del corredor, antes de preguntar:

–¿Qué les va a decir?

Él se volvió para mirarlo.

–La verdad, tal cual. ¿Qué más les podría decir? –no esperó respuesta y abrió la puerta.– Ciérrela por dentro. Así no lo molestarán. Voy a ver qué hay de comer. Venga al comedor cuando haya terminado. Recogeremos su equipaje más tarde.

Tae tomó la maleta y entró en una habitación larga, dividida en pequeños
cubículos con duchas. Cerró la puerta con llave y colocó la maleta sobre un banco. Abriéndola, escogió un pantalón negro y una camisa de manga larga blanca colgandolos para eliminar cualquier arruga.
Quince minutos más tarde, refrescado y lleno de vigor salió del cuarto de baño y se encaminó hacia el comedor.
El ruido de los cubiertos cesó de pronto a su llegada. Tae dirigió una leve sonrisa al grupo en general y mantuvo los ojos fijos en Jungkook mientras atravesaba el salón hasta llegar a la mesa donde él estaba sentado, consciente de su mirada escudriñadora.

–Más pronto de lo que pensé –comentó mientras Tae se acomodaba en una silla frente a él.– Le pedí una ginebra con limonada. ¿Está bien?

–Sí –tomó el vaso y bebió un trago encontrándolo mucho más fuerte de lo
que hubiera preferido, pero sin atreverse a decirlo.– Ojalá todos dejaran de mirarme – murmuró.– Me siento como si fuera un fenómeno de feria.

–Porque no lo es, por lo que lo miran. Un joven con aspecto delicado y con sus colores, es algo raro en estas regiones. La última persona blanca aquí, fue una enorme psicóloga alemana, quien difícilmente alternaba con nadie. No les preste atención. No desaparecerán, pero se convertirán en parte del decorado. Ahora, ¿qué tal si nos hablamos de ti? Después de todo, estamos casados.

–De acuerdo. ¿Ya lo saben todos?

–¿Si saben qué?

–Lo que acabas de mencionar.

Él se encogió de hombros.

–Ya lo sabrán. No es necesario que me suba sobre la mesa y eche un pregón.

Taehyung esperó a que el camarero colocara los platos de sopa frente a ellos y se marchara antes de continuar.

–¿Y lo van a creer? Después de todo, ni siquiera llevo un anillo.

–¿Y qué probaría el que lo llevaras? –lo analizó por un momento.– ¿Te molesta no llevarlo?

–Bueno, es lo usual, ¿no?

–No se me ocurrió –admitió él– veré qué puedo hacer al respecto –señaló con la cabeza hacia el plato de Tae.– ¿No vas a comer algo? Sé que esto no es el Ritz, pero tiene sus méritos.

Tae cogió la cuchara, sonriendo.

–No conozco el Ritz, así que no puedo comparar. El restaurante de la esquina se aviene más con mi presupuesto. ¿Conoces bien Londres?

–Allí nací –dijo él sin interés.

–¿Ah, sí? –se le quedó mirando, en espera de algo más, pero como no dijo nada, continuó un poco dudoso.– ¿Tu familia aún vive allí?

Corazón de piedra • kvWhere stories live. Discover now