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By raquellu47

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Todas las personas nacen con un reloj en el interior de su muñeca derecha que marca cuánto tiempo falta hasta... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14
Capítulo 15

Capítulo 13

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By raquellu47

A/N: Ser adulto es una mierda.

- Raquel, 2020.

***

En el coche de Chloe de vuelta al campus, la radio a un volumen bajo para no estar en absoluto silencio, Beca se sorprende a sí misma al darse cuenta de que se siente relajada y cómoda en presencia de la pelirroja.

Esta misma situación con cualquier otra persona la habría llenado de ansiedad social, su cerebro funcionando a la velocidad de la luz en busca de un tema, cualquier cosa, sobre la que poder hablar.

Pero aquí, con Chloe canturreando para sí misma la canción de Halsey que Luke ha puesto en WBUJ, Beca no siente urgencia alguna por rellenar el silencio con cualquier idiotez que se le ocurra.

Chloe pone el intermitente izquierdo para coger la salida señalizada de la Universidad de Barden y Beca empieza a sentir en su interior cierta reticencia al pensar en que su tiempo juntas está a punto de acabarse.

Piensa en distraer a Chloe lo suficiente para que se pase la salida y tengan que seguir hasta que encuentren un lado donde poder dar la vuelta.

Piensa en que ojalá se pinche una rueda de forma repentina y tengan que parar y esperar a la grúa porque ninguna de las dos sabe cómo cambiar una rueda.

Piensa en lo raro que es estar pensando en todas estas cosas cuando su tendencia habitual es a estar sola y necesitar estar sola.

Pero el Ford continúa navegando por las calles del campus sin obstáculo alguno y pronto se encuentran en el núcleo central de Barden donde están todos las diferentes facultades y las residencias.

Chloe detiene el coche frente a Baker Hall y Beca observa el edificio desde el interior de la ventanilla. Contiene el suspiro que quiere salir de lo más profundo de su pecho y gira la cabeza hacia la pelirroja.

Solo ahora, cuando sus ojos se cruzan con el azul bebé resplandeciente de Chloe, siente un poco de ansiedad retorcerse en su estómago.

- Gracias por esta noche – dice, su voz algo ronca por el desuso y el tono bajo en que habla, con una sonrisa algo temblorosa en los bordes.

Este es el momento que Beca más odia de las citas, el momento en que hay ciertas expectativas sobre lo que uno tiene que hacer o decir y Beca nunca tiene claro si esas expectativas son compartidas o no.

El miedo a meter la pata y cagarla siempre le paraliza y normalmente tiene que ser la otra persona la que actúe porque Beca no puede.

Pero Chloe responde con su usual dulzura. Como si alguien acabase de volcar un cubo de miel cálida y espesa sobre su cabeza, Beca siente el efecto calmante que Chloe tiene sobre sus nervios y se relaja un poco.

- Gracias a ti por aceptar – responde la pelirroja con calma, aunque sus ojos chisporrotean con picardía –. Me lo he pasado muy bien.

Beca entorna los ojos y ladea la cabeza, bufando.

- Claro que te lo has pasado bien, no has parado de reírte de mí en todo el rato – protesta, pero sin el mordisco habitual que acompañarían la queja si fuera cualquier otra persona, en cualquier otra circunstancia.

Chloe echa la cabeza hacia atrás para soltar una carcajada y Beca siente algo sacudirse en su pecho ante la imagen.

- Aprovecha para reírte – amenaza Beca –, que la próxima vez me encargaré de encontrar algo en lo que te toque sufrir a ti.

La risa de Chloe se corta y su sonrisa se tuerce al mismo tiempo que gira la cabeza en el reposacabezas de su asiento para fijar a Beca con su mirada penetrante, cejas arqueadas con diversión y algo de desafío.

- ¿La próxima vez? – pregunta, voz sedosa y aterciopelada deslizándose por Beca como plumas.

Es la misma forma en que Chloe se burló de que no quisiera tener una cita con ella aquella vez que cenaron juntas después de la fiesta de aca-iniciación.

La misma forma en que Chloe le insinuó que era su alma gemela cuando estaban desnudas y demasiado cerca en las duchas comunales de Baker Hall.

Beca siente la piel de sus brazos erizarse bajo la protección de su sudadera y abrigo, y agradece que no se vea el obvio efecto que Chloe tiene sobre ella porque es lo último que la pelirroja necesita descubrir hoy.

Pero esta vez no deja que su intento de intimidación funcione, sino que devuelve el desafío con la misma fuerza.

Mantiene su mirada, firme y segura, y alza una única ceja.

- Sí, la próxima vez – confirma con una sonrisa que se esfuerza por contener –. ¿Tienes algún problema con eso?

Chloe parece encontrar inmensamente divertido que Beca se esté resistiendo a sucumbir al nerviosismo y colapsar igual que las veces anteriores que utilizó esta técnica en ella. Sus ojos destellan y su sonrisa adquiere un filo peligroso.

- Para nada – responde, encogiendo un hombro de manera despreocupada –. Estoy impaciente por ver qué se te ocurre – se muerde el labio inferior ligeramente.

Y ahí es cuando Beca lo siente.

Ha estado tan preocupada por devolver el golpe y no fallar estrepitosamente como todas las veces anteriores, que se había olvidado de las expectativas de este momento y los nervios que antes anudaban su estómago.

Pero ahora, con la mirada penetrante de Chloe clavada en ella y la tensión residual en el ambiente que ha dejado su pique, Beca lo siente de nuevo.

Y no es que Beca no quiera besar a Chloe. Dios, es más bien al contrario, piensa.

Se lleva muriendo de ganas de callar a Chloe con un beso desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron durante la Feria de Actividades. Es todo un ejercicio de autocontrol estar en presencia de la pelirroja y no hacer nada.

Es solo que no cree que sea el momento adecuado para hacerlo.

Apenas acaban de empezar a explorar su relación y tantear el terreno lleno de minas explosivas que viene con el reloj de sus muñecas, Beca no quiere cagarla por precipitarse.

No quiere complicar las cosas cuando todavía no está claro qué cosas son esas.

(Des)Afortunadamente, no tiene que hacer nada porque un golpe repentino en el capó del coche de Chloe rompe el momento con la sutileza de una bola de demolición.

- Joder – exclama Beca, asustada.

Ambas se giran de un brinco hacia el parabrisas y, a través del cristal ligeramente empañado por el frío de la noche, ven a un chico sin camiseta plantado con ambas manos sobre la chapa del capó y gritando algo incomprensible.

Lleva la cara y el pecho descubierto pintarrajeados con lo que parece pintalabios rojo y una de sus manos está cubierta por uno de esos guantes de espuma que se compran en los partidos de fútbol americano o béisbol.

Chloe presiona con el talón de su mano en el volante y hace sonar el claxon un par de veces, pero el chico no se mueve de su sitio.

Al revés, empieza a cantar de forma muy desafinada algo sobre que no le moverán y barre con el brazo en el aire, como si fuera un torero con una capa invisible y ellas su toro.

La pelirroja frunce el ceño y Beca baja su ventanilla para asomarse fuera del coche.

- ¡Eh, torero! – le grita al chico –. ¿Te quitas de ahí o te pasamos por encima?

- ¡Beca! – escucha la exclamación escandalizada de Chloe desde el interior del coche y siente un tirón en su muñeca, pero la morena no hace caso.

Un grupo de estudiantes sentados en las escaleras de entrada del Baker Hall escuchan su amenaza y dejan de encontrar la situación divertida.

Dos de ellos se levantan rápidamente para rescatar a su amigo, corriendo hacia el Ford agitando las manos en el aire para llamar su atención, como si de verdad creyeran que iban a ser capaces de atropellar al chico.

- Perdona, tía – se disculpa uno de ellos –. Pensábamos que eráis amigas suyas.

Entre los dos cogen al chico de un brazo cada uno y le arrastran de allí mientras él protesta a gritos que podía con el coche sin problema alguno.

Beca vuelve a meterse en el interior cálido del Ford y sube la ventanilla rápidamente. Se gira hacia Chloe, quien está sacudiendo la cabeza pero tiene una sonrisa reprimida en los labios, de esas que intentas contener porque sabes que no son políticamente correctas.

- No me puedo creer que hayas amenazado con pasarle por encima – acusa.

- No tenía mucha intención de ir a moverse por sí solo – dice Beca sin una pizca de remordimientos mientras se suelta el cinturón –. Tiene suerte de que no fuera yo la que iba al volante.

Chloe ya no es capaz de aguantarse la risa y la deja salir.

- Voy a dejarte marchar antes de que se les vuelva a escapar – suspira la morena con un gesto de cabeza hacia donde el grupo se ha vuelto a acomodar en los escalones del edificio.

Tira de la manilla para abrir la puerta, pero no la empuja todavía porque tiene una última petición que hacer.

- Avísame cuando llegues a tu casa, ¿vale?

- Lo haré.

- Vale – pero Beca sigue sin moverse del sitio.

Chloe sonríe y se muerde el interior de la mejilla.

- Nos vemos el miércoles – se despide, como si pudiera sentir la reticencia de Beca, y que en realidad no tiene ganas de abandonar el coche ni su compañía, y estuviera intentando ponérselo más fácil.

Beca sonríe y asiente. Por fin sale del coche, cerrando la puerta tras ella, y Chloe agita la mano desde el interior en una última despedida antes de meter la marcha y alejarse calle abajo.

La morena suspira y gira sobre sus talones, comenzando el ascenso de los escalones de entrada a Baker Hall.

***

Los números rojos del reloj digital que cuelga alto en la pared cambian para indicar con un parpadeo que son las seis de la mañana, precisamente al mismo tiempo que la puerta de la cabina se abre.

- ¿Qué tal, Becky? – saluda la voz de Luke, excesivamente alegre para esas horas.

Beca empuja los cascos hasta que caen sobre sus hombros y mueve el cuello de lado a lado, sintiendo los músculos agarrotados. Gira la silla para devolverle el saludo a su jefe, sus manos peinándose los mechones castaños para quitar los restos de electricidad estática.

Sin embargo, el olor de algo cálido y dulce se expande por el interior de la cabina de radio como un perfume intoxicante y hace que su estómago dé un audible rugido.

- Mmmm ¿qué es eso? – musita con un gemido apreciativo.

Luke esboza una enorme sonrisa torcida y alza una de sus manos, agitando en el aire una pequeña bolsa marrón con el logo de una cafetería impreso en mosaico sobre el papel.

- Croissants recién hechos.

Acto seguido, la mano que tiene libre desaparece en el interior de la bolsa y reaparece con un trozo de masa esponjosa y dorada pinchada entre los dedos. Haciendo todo un espectáculo, se lo lleva a la boca y lo mastica.

- Delicioso – asegura, escupiendo unas pocas migas de hojaldre.

Beca pone los ojos en blanco y se lanza hacia delante con una mano extendida, pero Luke la ve venir y aparta la bolsa de papel antes de que los dedos de Beca puedan aferrarse a ella.

- Uh-uh – niega el británico con un chasquido de lengua –. Sé que estás acostumbrada a que todo el mundo te traiga comida gratis pero estos... – balancea la bolsa alta en el aire donde sabe que Beca no llega –, son míos.

- Eres un jefe terrible – gruñe la morena mientras se pone el abrigo y se cuelga la mochila de una tira.

Luke se deja caer en la silla sin parecer muy preocupado por la acusación, deslizándose unas cuantas baldosas más allá por el impulso hasta que se frena con los pies. Estira sus largas piernas sobre la mesa y se reclina.

- Fuera de mi espacio de trabajo – ordena, agitando una mano en el aire en un gesto para que Beca se marche.

La morena le hace un corte de manga y la carcajada de Luke, amortiguada probablemente por un trozo de croissant, le sigue mientras cruza las estanterías polvorientas hasta la recepción de la estación.

Cualquier otro día, ignoraría su hambre en favor del agotamiento y se iría directa a su habitación para dormir un poco antes de la clase que tenga por la tarde. Pero el maldito Luke le ha metido en la cabeza esos deliciosos croissants así que gira en dirección opuesta y se encamina hacia la cafetería.

La campanilla de encima de la puerta anuncia su entrada y Beca se pone a la cola detrás de tres personas con el mismo aspecto de dormidos que ella. Para no sucumbir al ambiente cálido y tranquilo de la cafetería, saca el móvil de su abrigo y abre Twitter.

Navega un rato por su timeline, dando RT a un par de cosas que le hacen bufar una risa silenciosa, y da unos pasos adelante cuando la cola de espera se acorta. Repite el mismo proceso otra vez, hasta que solo queda una persona antes que ella.

Entonces siente unos toquecitos en su hombro izquierdo. Bloquea el iPhone y gira la cabeza para ver quien es, pero cuando no ve a nadie detrás de ella en ese lado se da cuenta de que ha caído en la broma y se gira hacia la derecha con el ceño fruncido.

Su furia y el insulto que tenía en la punta de la lengua mueren cuando se encuentra con la sonrisa radiante de Chloe.

- Qué inesperado encontrarte aquí a estas horas – dice Chloe a modo de saludo mientras presiona un botón en el fino cordón de sus cascos para pausar la música y se los cuelga del cuello.

Sus ojos destellan con un brillo burlón cuando Beca pone los suyos en blanco.

- Cuando dices cosas así suenas como una acosadora... – le advierte, devolviendo la pulla con una sonrisa.

Chloe ni lo afirma ni lo niega, solo se limita a guiñarle un ojo, juguetona.

Beca se da cuenta entonces de sus mejillas sonrojadas y del brillo antinatural de su piel, cubierta por una fina capa de sudor. Lleva el pelo recogido en una coleta tirante, pero aún así un par de mechones rebeldes se han escapado de la goma elástica y forman suaves tirabuzones en sus sienes.

- ¿Vienes de hacer deporte? – pregunta Beca de forma absurda, porque es bastante obvio viendo los leggins y el sujetador de deporte que asoma por la cremallera medio abrochada de su fino parka.

Pero espera que el horror en su tono delate que la pregunta tiene su explicación: lo que realmente está preguntando es qué tipo de monstruo sale a hacer deporte a las seis de la mañana.

- Siempre corro por las mañanas antes de clase – aclara la pelirroja, habiendo comprendido a lo que Beca se refería.

- Pero... ¿Por qué? – su voz es un quejido dolorido que hace reír a Chloe.

- Me despeja la mente y me llena de energía.

- Tu mente está nublada a las seis de la mañana por un motivo, Chloe – dice Beca con seriedad –. Porque son las seis de la mañana y deberías estar durmiendo – sentencia.

La pelirroja sacude la cabeza con una risa y empuja a Beca con su hombro.

- No espero que una marmota como tú lo entienda – se burla.

- Gracias – Beca se lleva una mano al pecho y agacha la cabeza, decidiendo tomarse ese ataque como un halago.

- Por cierto, ¿qué tal llevas la búsqueda? – pregunta Chloe con una sonrisa traviesa.

Beca tarda unos segundos de más en darse cuenta de a qué se refiere Chloe: su promesa de que se iba a asegurar de encontrar algo que se le diera mal a Chloe para su próxima cita.

Suelta una risa baja y sacude la cabeza.

- Voy lenta pero segura – miente, a pesar de que sabe que Chloe sabe que no ha vuelto a pensar en el tema desde que se despidieron el sábado por la noche –. Ya sabes que dicen que la venganza se sirve mejor fría.

- Uh-uh – afirma Chloe en tono burlón.

- ¡Siguiente! – grita el barista desde detrás del mostrador.

Beca da un pequeño brinco, cogida desprevenida, y se apresura a acercarse a la barra. Sus ojos escanean la vitrina de cristal que expone todos los postres de los que disponen y sonríe al localizar los croissants.

- Dos croissants, un té de frutos rojos, y eh... – pide antes de mirar a Chloe por encima del hombro para preguntarle –. ¿Tú qué quieres?

Chloe alza la mirada de la pantalla de su iPhone, sorprendida, y parpadea un par de veces hasta que reacciona y da un paso hacia delante para apoyar las manos en el mostrador.

- Un café con leche de soja y vainilla, por favor – esboza una dulce sonrisa que encandila al barista.

- Um, ¿nombre? – pregunta el chico, algo azorado.

- Beca – responde la morena.

El barista asiente mientras garabatea el nombre con un permanente negro en el lateral del vaso de cartón y se lo da a su compañero para que vaya haciendo las bebidas. Teclea algo en la pantalla de su terminal y Beca paga antes siquiera de que Chloe pueda ofrecer cubrir su parte.

Ambas se hacen a un lado para esperar a que su pedido esté listo.

- ¿Cuánto te apuestas a que ha escrito mi nombre con dos ces? – pregunta la morena, observando cómo el barista coge sus dos croissants del expositor con pinzas.

Chloe ríe.

- ¿Suele pasarte a menudo?

- Casi siempre – responde encogiéndose de hombros –. Se piensan que es una abreviatura de Rebecca y lo escriben siempre con dos ces.

- ¿Y no lo es? – inquiere Chloe, curiosa –. Una abreviatura, digo – aclara al darse cuenta de que su pregunta es un poco confusa.

- No – niega Beca con una sonrisa –. Es Beca a secas.

En ese momento, el compañero que prepara las bebidas llama su nombre y las dos se acercan al segundo mostrador.

- Un latte de soja con vainilla, un té de frutos rojos y dos croissants, ¿verdad? – se asegura el chico mientras desliza uno de los vasos sobre la madera barnizada.

Beca asiente y coge su té y la bolsa de papel que contiene los croissants, girando el cartón hasta que encuentra el garabato de permanente negro. Su risa atrae la atención de Chloe, que arquea una ceja para saber qué ocurre.

Beca solo gira la muñeca y desvela el "BECCA" en cursiva escrito en el cartón, haciendo reír a Chloe también.

La morena sale de la cafetería y se detiene en la puerta, echada hacia un lado para no entorpecer el paso de todos los estudiantes zombies que acuden a por su chute diario de cafeína. Chloe va justo detrás de ella, escribiendo algo en el móvil con el ceño fruncido.

- Perdona que tenga salir corriendo – se disculpa de antemano mientras guarda el móvil en su abrigo, su boca torcida en esa mueca que Beca encuentra adorable –, pero voy a llegar tarde a clase si no.

- No te preocupes – le tranquiliza la morena con una sonrisa.

Chloe responde con otra suya, pero a pesar de su prisa se queda estancada en el sitio unos largos segundos y Beca no puede evitar pensar en su propia reticencia a marcharse el sábado.

- Bueno, gracias por el café – dice Chloe empezando a caminar a ciegas hacia atrás –. El próximo corre de mi cuenta – promete con un guiño.

- Te guardo la palabra – responde Beca en tono alto para que la escuche.

La sonrisa de la pelirroja se amplía más todavía y, a pesar de la distancia, Beca puede ver el destello feliz de sus ojos azules.

- ¡Nos vemos esta noche en la riff-off! – se despide Chloe, girando sobre sus talones para salir corriendo.

Beca asiente y agita una mano en el aire cuando Chloe le lanza una última sonrisa por encima del hombro.

***

No es hasta más tarde, cuando Beca despierta a las cuatro de la tarde hambrienta y ligeramente desorientada, que se da cuenta de un dato muy importante.

Tantea a ciegas con la mano por la estantería que hace a modo de pared de su cama hasta que las yemas de sus dedos tropiezan con el cable del cargador de su iPhone y tiran de él para que el móvil asome por el borde.

Desbloquea la pantalla con los ojos más cerrados que abiertos y rueda en la cama hasta situarse de lado mientras busca el nombre de Chloe entre sus chats.

Beca (16.06)

Qué coño es una riff-off?

***

Beca no puede evitar sentir bastante escepticismo, e incluso un poco de miedo, mientras sigue al resto de las Bellas a través del campus a una zona oscura y un poco apartada en la que nunca antes ha estado.

Lo único que le tranquiliza un poco son las sonrisas que Chloe le lanza de tanto en tanto por encima del hombro desde el frente del grupo.

- Ahora es cuando nos raptan y sacrifican en el bosque – murmura para sí misma en voz apenas audible, ralentizando sus pasos hasta quedar un poco rezagada.

- Adoro a Satán – susurra alguien tras ella.

Beca se sobresalta y consigue reprimir en el último momento el grito que ha estado a punto de escapar de su garganta. Se gira veloz sobre sus talones para descubrir la sonrisa siniestra de Lilly en la semi penumbra.

Aunque su instinto de supervivencia le pide que, por favor, se mantenga alejada del grupo que conforman las Bellas para tener ventaja si resulta que necesita huir de allí, siente que corre incluso más peligro si se queda sola con Lilly.

No sabe qué tiene la Bella, pero le pone los pelos de punta.

Esboza una sonrisa tirante que es todo dientes, más una mueca que cualquier otra cosa, y apresura el paso hasta que casi choca con la espalda de Jessica. La rubia le lanza una mirada curiosa pero Beca agita una mano para indicar que todo va bien.

Es un alivio descubrir que las Bellas no son las únicas dirigiéndose a esa zona del campus.

A medida que se acercan, Beca empieza a entrever las siluetas de grupos de gente sentados en el suelo, iluminados por una fuente de luz que parece salir de las entrañas de la Tierra, y escucha el eco de muchas voces retumbar por el aire.

Es una piscina vacía.

Beca admite que su curiosidad aumenta ahora que ya no teme que las Bellas fueran en realidad una secta y todo hubiera sido una farsa para ganarse su confianza y asesinarlas.

Cuando llegan al borde de la piscina vacía, las Bellas descienden por la escalera que un chico sujeta desde arriba para que no haya accidentes.

En el suelo de la piscina están congregados el resto de los grupos de a capella de Barden, así como los dos chicos que Beca recuerda de las audiciones, y otras personas que no tienen nada que ver pero están allí para disfrutar del espectáculo.

Alguien hace sonar una alarma como las que suenan para avisar de un tsunami o un ataque nuclear; solo que, aquí, la gente empieza a gritar de emoción al escucharla.

Uno de los chicos de las audiciones, el más alto, camina con los brazos extendidos, como si fuera Moisés rompiendo el mar en dos, hacia el interior del círculo amorfo formado por todos los grupos de a capella.

- ¡Comienza la riff-off! – berrea con toda la potencia de sus pulmones. Los aplausos y ovaciones crecen de intensidad, tanto que prácticamente ahogan la voz del chico cuando continúa hablando –. ¿Quién está listo para cantar?

Desde su posición en una esquina de la fila compuesta por las Bellas, Beca observa el panorama con los brazos cruzados.

Chloe nunca le llegó a explicar qué era una riff-off, solo le dijo que estaba segura de que le iba a encantar, pero no hay que ser un Einstein para averiguar que va a ser algún tipo de batalla de a capella.

Su mirada tropieza con los Treblemakers, justo en el lado opuesto del círculo, y ve a Jesse en primera línea con una sonrisa emocionada.

- Te voy a machacar – le dice, muy seguro de sí mismo, marcando bien las palabras para que Beca pueda entenderle desde la distancia.

La morena esboza una sonrisa incrédula y arquea una ceja.

- No me importa – responde encogiéndose de hombros.

- Bien – acepta Jesse, riéndose.

Cuando vuelve a hacer caso al chico alto, se da cuenta de que ya se está preparando para anunciar la categoría y Beca no se ha enterado de las reglas, si es que las ha explicado siquiera. Suspira para sí misma y se resigna a esperar y observar.

Solo desearía haber venido un poco más abrigada, piensa mientras se estremece y se abraza a sí misma para mantenerse en calor.

El chico alto apunta con una linterna de juguete a una de las paredes alicatadas de la piscina vacía y aparece una ruleta, como las de los programas de televisión, que gira y gira y gira y gira hasta detenerse de golpe.

- ¡Chicas de los ochenta! – anuncia el chico.

Aubrey deja escapar un grito emocionado y sale corriendo, pero los Trebles le ganan la carrera por un par de segundos. Jesse, Bumper, y dos más de los que Beca no recuerda los nombres saltan de forma casi coordinada al interior del círculo y empiezan a cantar Hey Mickey.

Desde su esquina, Beca observa con una sonrisa algo burlona cómo los Trebles se llenan de vida y saltan y gritan mientras actúan. Hasta que una chica de los BU Harmonics se planta frente a ellos y les manda callar con un gesto de las manos.

Like a Virgin es la siguiente canción, entonada en perfecta armonía, y los Treblemakers se retiran de vuelta a su sitio.

Es ligeramente fascinante de observar, y Beca debe admitir que Chloe no estaba equivocada cuando le dijo que lo disfrutaría.

Esto es lo que esperaba al unirse a las Bellas. No tanto ensayo a puerta cerrada y rivalidad tóxica, sino cantar por el placer de cantar. Sin buscar ganar nada, sin querer derrotar a nadie, solo porque todos comparten una pasión y un talento y, ¿por qué no divertirse y disfrutarlo?

Los BU Harmonics empiezan a coger carrerilla en su rendición a Madonna, pero entonces Aubrey se gira hacia las Bellas.

- Creo que tengo una buena – exclama.

Sin saber muy bien cómo, Beca se encuentra escondida detrás de todas las Bellas, inclinadas para escuchar lo que Aubrey está diciendo y de lo que Beca no se está enterando porque no llega a escuchar.

- Quiero destrozar a esa tía – dice Amy la Gorda a su lado con veneno en su voz.

Beca ríe y sacude la cabeza, optando por seguir manteniéndose como una simple observadora hasta que esté segura al cien por cien de cómo funcionan las reglas de la riff-off.

De modo que cuando Aubrey corre a interrumpir a los BU Harmonics, y las Bellas respaldan su versión de Hit Me With Your Best Shot, Beca las sigue pero permanece escondida tras ellas sin cantar.

Por eso ve a la chica de los High Notes venir. La ve levantarse, como en un trance, como si estuviera viendo un mundo completamente diferente al suyo, y cantarle It Must Have Been Love a la luna.

Las risas y los abucheos que se alzan ante su interrupción ahogan su voz, sorprendentemente afinada para alguien que va tan colocado, y el chico alto al cargo de la riff-off se ve obligado a retomar el control.

- ¡Estás...! – en conjunto, todos los presentes aplauden dos veces y alejan las manos en un gesto cortante –, ¡...fuera!

Ni la chica de los High Notes, ni ninguno de sus compañeros, parece muy preocupado por haber sido descalificado de la batalla, y vuelve entre risas a su sitio en el suelo mientras la linterna gira en busca de la siguiente categoría.

Aprovechando la conmoción, Beca busca a Chloe entre las Bellas y se acerca a ella.

- ¿Se puede elegir cualquier canción? – pregunta para aclarar las pocas dudas que le quedan sobre el funcionamiento de la riff-off.

- Sip, cualquiera – asegura Chloe.

- ¿Y encadenarla?

- Ajá.

- Bien - Beca asiente y desvía su atención de nuevo a la pared donde la ruleta de la suerte sigue girando y girando.

Pero por el rabillo del ojo capta la mirada sonriente que Chloe le lanza antes de perderla de vista, como si se alegrase de que Beca esté preguntando porque eso es señal de que está suficientemente interesada en lo que está pasando como para plantearse participar.

Y no se equivoca, pero no va a ser Beca quien se lo diga.

- La siguiente categoría es... ¡Canciones sobre sexo! – anuncia el chico alto.

- ¿Sexo? – Beca escucha la voz emocionada de Stacie y no puede evitar sonreír. Está segura de que las Bellas van a dominar esta categoría.

Sin embargo, es para sorpresa de todos cuando Cynthia Rose se abre paso hasta el frente del grupo y empieza a cantar S&M de Rihanna. Rápidamente, Chloe y Aubrey empiezan a marcar a las demás Bellas cómo tienen que corear.

Esta vez, Beca también se une. Intercambia miradas con Chloe, sus ojos azul bebé destellan en la noche con felicidad absoluta cuando la pelirroja se da cuenta de que está participando activamente.

Se acercan a donde está CR en el centro, con Stacie pegada mientras bailan sugerentemente frente a los Trebles. Uno de ellos, el morenito de gafas, parece picarse y le dice algo a sus compañeros antes de interrumpir con Let's Talk About Sex.

Stacie se niega a rendirse, permanece allí plantada soportando la actitud prepotente de los Treblemakers, hasta que Aubrey tira de su brazo y la arrastra de vuelta con las Bellas.

O, lo intenta, porque Stacie se libera a medio camino y vuelve corriendo para cantar I'll Make Lo To You. Consigue cerrar algunas bocas y abrir otras, pero el factor sorpresa no dura mucho y Jesse la vuelve a cortar con Feels Like The First Time.

Beca le observa, desde el fondo de las Bellas.

Ve cómo se infla y se crece frente al obvio fastidio de Stacie por no haber conseguido dejarles sin ideas en una categoría en la que esperaba ser la mejor de todas. Ve cómo se va confiando en cuanto Stacie agita una mano y se retira.

Y, entonces, cómo no, Jesse señala en su dirección para recordarle lo que le ha dicho antes: te voy a machacar.

Beca, con los brazos cruzados, le pone los ojos en blanco con actitud juguetona y una sonrisa malamente reprimida.

Jesse no se molesta en contenerse. Lidera a los Trebles a medida que avanzan por los versos de la canción de Foreigner, sonriente y dedicando toda la actuación a Beca porque está seguro de que van a ganar.

Beca le sigue el juego, lanzándole un beso sarcástico al que Jesse responde quitándose el abrigo de los hombros como si fuera a comenzar a hacer un striptease.

Y es tan divertido, Beca lo está disfrutando tanto, que simplemente no puede dejar que los Trebles ganen tan fácilmente.

No cuando tiene una canción perfecta en mente.

Espera su momento, y cuando Jesse está a punto de entrar en el estribillo una vez más, sale corriendo hacia el centro del círculo con una sonrisa triunfante en la cara. Puede ver la sorpresa de Jesse, el momento de duda del que no llega a reponerse porque Beca pisa sus siguientes palabras con el rap de No Diggity y le deja completamente en shock.

Jesse parpadea, los Trebles se callan de golpe, y Beca continúa rapeando sin dudar ni un instante porque se sabe esta canción como la palma de su mano.

Escucha algunos vítores esparcidos por la piscina, pero en general todo el mundo permanece en absoluto silencio mientras Beca rapea como si le hubiera poseído el espíritu del mismísimo Dr. Dre.

Jesse sonríe y se retira del centro, admitiendo su derrota ante Beca.

- Woah – murmura.

Es entonces, en el último verso antes del estribillo, que Beca es consciente del silencio que se ha hecho en la piscina y la ausencia de voces que hagan la parte instrumental.

Gira sobre sí misma en busca del apoyo de las Bellas y las encuentra en diversos estados de shock:

Chloe tiene la boca abierta de par en par y parece que su espíritu ha abandonado su cuerpo.

Cynthia Rose niega con la cabeza cuando Beca hace contacto visual con ella, como disculpándose por no conocer esa canción.

Amy tiene el ceño fruncido y Beca ve cómo está musitando para sí misma, con expresión de encontrar la letra muy familiar pero no saber a qué canción pertenece.

Aubrey parece no haber escuchado nunca a alguien rapear en su vida.

Beca duda y su seguridad flaquea al ver que nadie reacciona y está completamente sola. Ni siquiera está segura de que eso sea legal dentro de las reglas de la riff-off. Mira a Jesse, sin saber muy bien qué hacer, y él sonríe.

- Vamos, sigue – le anima.

Se vuelve a girar hacia las Bellas, dándoles una última oportunidad. Extiende los brazos a ambos lados de su cuerpo y empieza a cantar el estribillo de No Diggity con la esperanza de que eso sea suficiente para refrescarle la memoria a alguien, cualquier persona le vale.

Escucha una voz unirse a ella cantando el estribillo y mira con alivio a Amy la Gorda, quien sale del grupo de las Bellas para ponerse a su lado en el centro. Coge su mano cuando pasa por su lado, dándole un apretón agradecido por no dejarla sola.

Eso parece ser suficiente para despertar del trance a las demás Bellas, y rápidamente empiezan a hacer los coros. Beca recupera su confianza al ver que sus compañeras le cubren las espaldas y continúa cantando en completa coordinación y armonía.

Las Bellas la rodean, bailando y riendo y haciendo el tonto, y Beca se da cuenta de que ya no siente el frío de la noche en lo más profundo de sus huesos.

Cuando llegan a la parte del estribillo en la que solo se canta "eo eo eo eo", todos los presentes se unen al coro y sus voces unidas reverberan por las paredes alicatadas de la piscina vacía.

Desde el centro, Beca puede ver a la gente cantando y bailando al ritmo de la canción que ella ha empezado y algo en su interior por fin encaja en su sitio, como si hubiera estado unos centímetros desplazado y esto le hubiera dado el empujón que necesitaba.

Con una sonrisa tan grande en la cara que le resulta hasta extraña, Beca da vueltas sobre sí misma, y sobre el círculo de las Bellas, y absorbe el momento con todos sus sentidos para recordarlo para siempre.

Acaba sus rondas a tiempo para despedir su versión de No Diggity flanqueada por las Bellas, haciendo una mueca arrogante a Jesse porque está claro quiénes van a ser los ganadores de la riff-off.

- Chicos, de nada – dice Beca encogiéndose de hombros, siendo empujada por las Bellas y quedándose sorda por sus gritos.

El Treble sonríe y aplaude para ellas, demostrando ser mejor perdedor que el resto de los componentes de su grupo, que simplemente se quedan ahí parados negándose a reconocer su derrota.

- Es una pena, chicas – el chico alto interrumpe su celebración, brazos en jarras, y las Bellas se quedan quietas al darse cuenta de que no van a recibir buenas noticias –. Teníais que encadenar "it" y habéis cantado "it's".

Beca suelta una risa incrédula. No pensará descalificarlas por un fallo tan absurdo, ¿...verdad?

A pesar de los abucheos, el chico alto y los Trebles aplauden dos veces y anuncian que están fuera de la riff-off.

- ¿En serio? – espeta Beca sin terminar de creérselo.

- ¡Los Trebles ganan! – anuncia el chico alto, celebrando esa victoria con demasiado entusiasmo como para hacer creer que es imparcial.

- Beca, lo siento mucho – lamenta Jesse, pero sus saltos y su sonrisa hacen que su disculpa pierda toda la convicción –. Ha sido increíble.

- ¡Nunca había oído esa norma! – estalla Aubrey, dando señales de vida por primera vez en un largo rato.

En su arrebato de furia, reúne a todas las Bellas como si fueran ovejas y ella su perro pastor y las arrastra lejos de los Treblemakers. Empieza a darles la charla, e igual que un Dementor, chupa la energía y la felicidad de las chicas con sus órdenes de que piensen en todo lo que han hecho mal y recapaciten.

Beca siente más fastidio ante la reacción de Aubrey que ante el hecho de que les hayan arrebatado su clara victoria solo por un simple y estúpido tecnicismo del que nadie se habría dado cuenta si el árbitro no fuera Team Trebles.

- Me voy a cargar a ese muñeco repollo – amenaza Amy la Gorda en un murmullo cuando llega a su lado después de haber estado hablando con Bumper.

Beca le sonríe, porque no puede evitar encontrar divertido todas las excentricidades que caen de la boca de la australiana, y se gira para observar los rostros apagados de las Bellas. Le da rabia que acaben la noche de bajona cuando se lo han pasado tan bien.

Hoy por primera vez han actuado como un grupo, han encontrado armonía. Y no piensa dejar que una derrota no merecida les arrebate esa sensación.

- Chicas, hemos estado muy bien, ¿verdad? – les recuerda.

Ve algunas sonrisas tentativas aparecer en los rostros de las Bellas, pero desaparecen sin dejar rastro cuando Aubrey le lleva la contraria.

- No te embales, Beca. Hemos perdido.

- Sí, pero ha sido espontáneo – rebate. Ve a Chloe sonreírle y apoyarle, y sabe que tiene que luchar por este momento –. Ha sido increíble. Estábamos escuchando...

- ¡Está bien! – le corta Aubrey con brusquedad, reclamando la atención de las demás.

Beca no oculta sus ojos en blanco y capta la mirada de simpatía que Chloe le lanza antes de poner su mano al centro para el saludo grupal que nunca consiguen hacer bien.

***

A/N: Estoy muy enfadada con Netflix España porque han quitado todas las pelis de Pitch Perfect y ahora cuando quiero consultar cualquier chorrada no me queda otra que poner el Blu-Ray y es un coñazo. No os lo perdonaré nunca @ Netlix.

PD: Espero que la escena de la riff-off no fuera muy pesada. Nunca había tenido que escribirla y mientras lo hacía para este fic me he dado cuenta de que es bastante rollo de contar. He intentado dinamizarlo un poco pero no sé si lo habré logrado.

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